Partida Rol por web

Está claro que has vivido tiempos mejores. 

Tus últimos días han sido una mezcla de borracheras, pensamientos derrotistas y ganas de rendirse. De abrir la ventana y caer docenas de metros mas abajo en el pavimento de una ciudad de neón que se mueve indiferentemente de vuestra presencia.

Entre la inconsciencia y el olvido, los días pasan rápidamente hasta que tu estado es mas que deplorable.

La televisión de fondo se vuelve una cacofonía insoportable, donde una vez detrás de otra salen noticias sobre los problemas de la ciudad. Cada vez que sale el nombre de los Pistoleros en ella te arde el corazón y te lanzas a llorar de nuevo.

Y es cuando estas tocando fondo, cuando la ultima botella de alcohol se ha terminado y estas respirando pesadamente en el lavabo viendo tu distorsionado reflejo en el lavabo que alguien llama por telefono.

Decides ignorarlo, pero la llamada no termina nunca.

Una y otra vez.

Maldices por tus adentro y caminas tropezándote con los muebles hasta el terminal de llamadas, la imagen de la persona sale distorsionada unos segundos hasta que finalmente aparece un rostro en ella. Parpadea aún bajo el influjo de un error de red.

-¡Buenos días!- Te saluda una voz que no has escuchado nunca y aún así te resulta familiar.

-Le hemos enviado las películas que nos pidió. Nuestro mensajero dice que ya está entregado en la puerta de su piso.- No tienes ni idea de que está hablando, pero antes de que puedas responder termina. -¡Espero que disfrute de vuestra elección! ¡Que tenga un buen día!-

No entiendes el por que pero esa cara te ha resultado reconfortante. Como si pudieras ver a un viejo amigo.

En todo caso ignoras lo que te ha dicho, no has encargado nada y decides ir a la cocina a por otra botella para sumirte de nuevo en la lastima y miseria. Pero al abrir la nevera recuerdas que se te había terminado la bebida, con lo que piensas que te apetece tomar algo antes de decidir que harás contigo.

Te pones una chaqueta para abrigarte de la lluvia y abres la puerta.

Una caja.

Miras en el pasillo pero no puedes ver a nadie. Un silencio absoluto que dejaría intranquilo a todo el mundo. Entras la caja en tu piso y la abres. En ella está una mascara de animal de plástico y una nota de papel.

-¿Por que no haces una visita a los pistoleros? El Cerdo te recogerá.-

Está claro que has vivido tiempos mejores. 

Tus últimos días han sido una mezcla de borracheras, pensamientos derrotistas y ganas de rendirse. De abrir la ventana y caer docenas de metros mas abajo en el pavimento de una ciudad de neón que se mueve indiferentemente de vuestra presencia.

Entre la inconsciencia y el olvido, los días pasan rápidamente hasta que tu estado es mas que deplorable.

La televisión de fondo se vuelve una cacofonía insoportable, donde una vez detrás de otra salen noticias sobre los problemas de la ciudad. Cada vez que sale el nombre de los Pistoleros en ella te arde el corazón y te lanzas a llorar de nuevo.

Y es cuando estas tocando fondo, cuando la ultima botella de alcohol se ha terminado y estas respirando pesadamente en el lavabo viendo tu distorsionado reflejo en el lavabo que alguien llama por telefono.

Decides ignorarlo, pero la llamada no termina nunca.

Una y otra vez.

Maldices por tus adentro y caminas tropezándote con los muebles hasta el terminal de llamadas, la imagen de la persona sale distorsionada unos segundos hasta que finalmente aparece un rostro en ella. Parpadea aún bajo el influjo de un error de red.

-¡Buenos días!- Te saluda una voz que no has escuchado nunca y aún así te resulta familiar.

-Le hemos enviado las películas que nos pidió. Nuestro mensajero dice que ya está entregado en la puerta de su piso.- No tienes ni idea de que está hablando, pero antes de que puedas responder termina. -¡Espero que disfrute de vuestra elección! ¡Que tenga un buen día!-

No entiendes el por que pero esa cara te ha resultado reconfortante. Como si pudieras ver a un viejo amigo.

En todo caso ignoras lo que te ha dicho, no has encargado nada y decides ir a la cocina a por otra botella para sumirte de nuevo en la lastima y miseria. Pero al abrir la nevera recuerdas que se te había terminado la bebida, con lo que piensas que te apetece tomar algo antes de decidir que harás contigo.

Te pones una chaqueta para abrigarte de la lluvia y abres la puerta.

Una caja.

Miras en el pasillo pero no puedes ver a nadie. Un silencio absoluto que dejaría intranquilo a todo el mundo. Entras la caja en tu piso y la abres. En ella está una mascara de animal de plástico y una nota de papel.

-¿Por que no haces una visita a los pistoleros? El Cerdo te recogerá.-

Está claro que has vivido tiempos mejores. 

Tus últimos días han sido una mezcla de borracheras, pensamientos derrotistas y ganas de rendirse. De abrir la ventana y caer docenas de metros mas abajo en el pavimento de una ciudad de neón que se mueve indiferentemente de vuestra presencia.

Entre la inconsciencia y el olvido, los días pasan rápidamente hasta que tu estado es mas que deplorable.

La televisión de fondo se vuelve una cacofonía insoportable, donde una vez detrás de otra salen noticias sobre los problemas de la ciudad. Cada vez que sale el nombre de los Pistoleros en ella te arde el corazón y te lanzas a llorar de nuevo.

Y es cuando estas tocando fondo, cuando la ultima botella de alcohol se ha terminado y estas respirando pesadamente en el lavabo viendo tu distorsionado reflejo en el lavabo que alguien llama por telefono.

Decides ignorarlo, pero la llamada no termina nunca.

Una y otra vez.

Maldices por tus adentro y caminas tropezándote con los muebles hasta el terminal de llamadas, la imagen de la persona sale distorsionada unos segundos hasta que finalmente aparece un rostro en ella. Parpadea aún bajo el influjo de un error de red.

-¡Buenos días!- Te saluda una voz que no has escuchado nunca y aún así te resulta familiar.

-Le hemos enviado las películas que nos pidió. Nuestro mensajero dice que ya está entregado en la puerta de su piso.- No tienes ni idea de que está hablando, pero antes de que puedas responder termina. -¡Espero que disfrute de vuestra elección! ¡Que tenga un buen día!-

No entiendes el por que pero esa cara te ha resultado reconfortante. Como si pudieras ver a un viejo amigo.

En todo caso ignoras lo que te ha dicho, no has encargado nada y decides ir a la cocina a por otra botella para sumirte de nuevo en la lastima y miseria. Pero al abrir la nevera recuerdas que se te había terminado la bebida, con lo que piensas que te apetece tomar algo antes de decidir que harás contigo.

Te pones una chaqueta para abrigarte de la lluvia y abres la puerta.

Una caja.

Miras en el pasillo pero no puedes ver a nadie. Un silencio absoluto que dejaría intranquilo a todo el mundo. Entras la caja en tu piso y la abres. En ella está una mascara de animal de plástico y una nota de papel.

-¿Por que no haces una visita a los pistoleros? El Cerdo te recogerá.-

Está claro que has vivido tiempos mejores. 

Tus últimos días han sido una mezcla de borracheras, pensamientos derrotistas y ganas de rendirse. De abrir la ventana y caer docenas de metros mas abajo en el pavimento de una ciudad de neón que se mueve indiferentemente de vuestra presencia.

Entre la inconsciencia y el olvido, los días pasan rápidamente hasta que tu estado es mas que deplorable.

La televisión de fondo se vuelve una cacofonía insoportable, donde una vez detrás de otra salen noticias sobre los problemas de la ciudad. Cada vez que sale el nombre de los Pistoleros en ella te arde el corazón y te lanzas a llorar de nuevo.

Y es cuando estas tocando fondo, cuando la ultima botella de alcohol se ha terminado y estas respirando pesadamente en el lavabo viendo tu distorsionado reflejo en el lavabo que alguien llama por telefono.

Decides ignorarlo, pero la llamada no termina nunca.

Una y otra vez.

Maldices por tus adentro y caminas tropezándote con los muebles hasta el terminal de llamadas, la imagen de la persona sale distorsionada unos segundos hasta que finalmente aparece un rostro en ella. Parpadea aún bajo el influjo de un error de red.

-¡Buenos días!- Te saluda una voz que no has escuchado nunca y aún así te resulta familiar.

-Le hemos enviado las películas que nos pidió. Nuestro mensajero dice que ya está entregado en la puerta de su piso.- No tienes ni idea de que está hablando, pero antes de que puedas responder termina. -¡Espero que disfrute de vuestra elección! ¡Que tenga un buen día!-

No entiendes el por que pero esa cara te ha resultado reconfortante. Como si pudieras ver a un viejo amigo.

En todo caso ignoras lo que te ha dicho, no has encargado nada y decides ir a la cocina a por otra botella para sumirte de nuevo en la lastima y miseria. Pero al abrir la nevera recuerdas que se te había terminado la bebida, con lo que piensas que te apetece tomar algo antes de decidir que harás contigo.

Te pones una chaqueta para abrigarte de la lluvia y abres la puerta.

Una caja.

Miras en el pasillo pero no puedes ver a nadie. Un silencio absoluto que dejaría intranquilo a todo el mundo. Entras la caja en tu piso y la abres. En ella está una mascara de animal de plástico y una nota de papel.

-¿Por que no haces una visita a los pistoleros? El Cerdo te recogerá.-

¿Película? ¿El cerdo? Traté de escarbar entre mis difusos recuerdos pero no conseguía recordar el haber solicitado ningún servicio especial de entregas, mucho menos para recibir algo tan exótico como una película. Es cierto que había snobs que habían caido en una extraña moda retro consistente en requerir ago llamado 'servicio de videoclub' en el que te llevaban films a casa en formatos exóticos, con los servicios de streaming eso no tenía sentido, pero si había otra gente a la que le gustaba escuchar música en círculos de plástico rayados...

La máscara de aquella especie de ave tampoco me decía nada, pero los huecos de sus ojos, negros, en contraste con el naranja y blanco del resto de su superficie, unidos la flacidez que la hace parecer medio derretida le da un aspecto muy tétrico. Vuelvo a leer la nota. Los Pistoleros. Antes de darme cuenta estoy poniéndome el uniforme que ya nunca volveré a usar en orbita, revisando que su bolsillo de herramientas contiene a mis antiguas compañeras y dejando caer el soldador desde mi cinturón ancho. Si esto es una amenaza y esos grandísimos hijos de puta me esperan a la vuelta de la esquina, quiero lucir mi uniforme por última vez, pero no se lo voy a poner fácil: rebusco mi par de puños americanos, cuyos picos nunca llegué a lijar, y deslizo mis dedos en estas alianzas que me anuncian como esposa de la violencia.

Pongo un último tema en el reproductor de mi cubículo, con el volumen al máximo, mientras salgo, y me calzo la máscara, tarareando el estribillo en la puerta de mi casa, como si esperase a que alguien me recoja para ir a una fiesta de disfraces.

- Temper Temper now now this is what you are, you don't have to worry, what's done is done.

Aquí le espero, señor cerdo.

Apenas podía respirar, notando mi boca abrir y cerrarse como un pez fuera del agua, mis uñas partidas mientras me arrastraba por el suelo no eran nada comparado al dolor que sentía, olía y sabia metal ¿Sangre? y la habitación olía a sudor, pánico, humo y fluidos corporales. Delante mía, Jade estaba siendo devorada por bestias, convirtiendo su cuerpo en un trozo de carne sin vida mientras sus últimos y ahogados gemidos se alzaban al techo.

Una de las bestias, con ojos inhumanos y brillando con malicia reparo en mi y pregunto.

-¿Te gusta lo que ves?

-¡*Gasp*!

Cuando recupere el aliento, me encontré encima de mi cama, sudando y agarrada a las sabanas con mis manos encogidas en un temblor de miedo y rabia, antes de que pudiera reflexionar en la pesadilla, mi cuerpo me impulso al cuarto de baño, vomitando el alcohol y comida precongelada de la noche anterior. Era una rutina ya conocida, y aunque no hiciera menos pasable el dolor y el cansancio, estaba acostumbrada, apenas dormía desde el accidente, o mejor dicho, apenas me permitir desmayarme en mi cama cuando ya no podía excusar mas mi insomnio, solo para ser castigada con pesadillas.

-Hey Rachel ¿Todo bien?- Una cálida voz con eco, como si viniera desde una cueva profunda, me saludo con la mano desde el espejo. Jade, mi novia, el amor que había resucitado con esfuerzo y cariño me saludaba desde el otro lado, notando que mi cansancio desvanecía y mi rostro volverla a sonreír.

-Si, Jade, todo esta bien, nada que unas pastillas y un parche no puedan solucionar.- Dije poniendo las manos allí donde se posaban las suyas.- Y sobre todo, un poco de mi droga favorita, tu, mi amor.

Jade sonrió tímidamente y jovial, y me miro con sus grandes ojos que brillaban en la mas oscura de la oscuridad.

-Oh Rachel CUANDO VAS DEJAR DE JUGAR CON JUGUETES Y VENGARME, ESTÚPIDA ZORRA.-Aparte mis manos y caí en el suelo del baño.- ¿Rachel?- Gh0st atravesó el espejo, como el fantasma dentro de mi mente que era, y se acerco a mi.

-¿Uh?- Pregunte, mi ojos a punto de salir de mis cuencas y mi corazón a punto de tener un ataque.- Estoy bien, estoy... Me he mareado, solo necesito reposar un poco.

-Oh, esta bien, si puedo ayu...

Pero no la deje terminar, levantándome e iendo al sofá. Por un instante, el mundo se había vuelto rojo, y durante ese instante, hubiera jurado ver el rostro de Jade, antes de morir, para ser mas precisos, por la sangre que corría y el rostro de extrema angustia, su rostro justo antes de morir.

[Una entrega después]

-...- Habia pasado largos minutos desde la entrega. Aun estaba intentando confirmar si esto estaba ocurriendo, o era otra pesadilla.- Gh0st, haz un barrido del barrio, quiero una conexión a cualquier cámara o sensor dentro y fuera del edificio.

-Rachel, no se si... ¿No deberíamos llamar la policía? Si los Pistoleros están envueltos, esto solo puede ser una trampa.- Jade sonaba preocupada y desconfiada, y lo entendía, yo también me desconfía, pero como empece a realizar cuando cogía de mi armario personal mi pistola de defensa personal, mi cuchillo de combate y el aturdidor SelfDef3000 en la palma de mi mano, la diferencia, es que me importaba una mierda. Estaba cansada, pero que muy cansada.

-No, ya acudimos una vez a la policía, y lo único que conseguimos fue miradas falsas de compasión y falsas promesas.- Dije volviendo al salón y mirando la mascara, aquella cabeza irreal que me miraba con ojos sin vida y látex y me desafiaba. La cogí entre mis manos, y empece a examinar que no hubiera ningún cuerpo extraño o bug dentro de esta.- Sea quien sea quien este detrás de esto, va darme respuestas, y si no me gustan, voy a encargarme personalmente de enviarle una caja a su domicilio con sus genitales dentro.- Dije mientras me ponía la mascara y me preparaba.

No me importaba como iba terminar esto, solo quería que terminara. Solo quería, oh dios, que si esto era una pesadilla, fuera la ultima que tuviera de por vida.

- '¿Qué demonios tengo que perder? No se qué hacer de mi existencia pero odio la maldita vida que me ha tocado!' - Pienso para mi - 'Si supiera dónde se atrincheran esos hijos de mala madre les haría pagar todo el dolor que me corroe... ¡y con creces!' - Y mientras mi ira aumenta, mi curiosidad acerca de la nota y de la máscara no disminuyen. Una leve e irónica sonrisa afluye a mi rostro - '¿Una máscara de una cabra? ¿Y qué demonios es eso de un cerdo me recogerá? No recuerdo haber solicitado nada de una granja ni nada por el estilo pero es original y por un momento esta absurdidez me ha arrancado una leve sonrisa. Solo por eso creo que iré, pero como sea una emboscada... ¡juro que me lío a tiros con el primer bast..o que se me cruce delante!' - Y como un recuerdo aflorando a mi mente - Creo que se dónde es el lugar pues me suena este nombre de algo... - Voy a mi cuarto, busco un cuchillo bien afilado, me lo guardo en el bolsillo de la chaqueta vaquera y me dirijo a la dirección indicada

El ascensor baja lentamente en el bloque de viviendas sin que nadie te interrumpa, plantas y plantas pasan por delante tuyo donde puedes ver luces de anuncios, carteles publicitarios y gente preocupándose de sus asuntos.

Cuando llegas a la calle la lluvia repiquetea en tu mascara mientras notas la humedad acumulándose en tu ropa y equipo, sin embargo, hay pocos transeúntes a tu alrededor ... parece que la lluvia haya hecho que todo el mundo se escaquee como cucarachas al encender una bombilla.

Una furgoneta gris esta aparcada delante del edificio. Algo vieja, con la pintura gastada y algunas marcas de corrosión. Dentro hay una persona abstraída en sus pensamientos ... o eso te parece, pues en realidad no puedes ver su rostro oculto bajo una mascara de cerdo.

Cuando empiezas a moverte en su dirección capta tu presencia y baja de la furgoneta para abrir la puerta corredera lateral. El hombre espera allí - bajo la lluvia - sin decir ni hacer nada mientras aguarda a que llegues para cerrar la puerta.

El tintineo de las herramientas y mis nudillos, colgando del cinturón me siguen dentro de la furgoneta. Esto es tan jodidamente raro que ni siquiera me planteo dirigirle la palabra al conductor. Esto es demasiado elaborado para ser un delirium tremens, nunca he sido consumidora de drogas y ni tan siquiera estoy tomando uan medicación que pueda haber reaccionado con el alcohol. Había asumido por completo mi finitud cuando comencé a escalar esta última ola y ahora desconocía por completo dónde terminaría, esto si que era un plot twist para la historia de mi vida y no esas mierdas de psicólogos que descubren que son fantasmas al final de la trama de una de esas pelis viejas.

Me siento dejando caer todo mi peso en el asiento, el espacio de la furgoneta compartido con el conductor en silencio hace que todo sea más irreal mientras la lluvia y los neones pugnan por atraer mi atención sobre la superficie de la ventanilla, el mundo real carece por completo de ella. Mis dedos recorren los anillos siameses de uno de los puños americanos, lentamente hacia arriba y hacia abajo. Puede que me llevasen a una muerte segura, peor eso poco me importaba ya, en tal caso me gustaba la idea de llevarme a alguno de esos putos pandilleros por delante, si es que el mensaje que recibí tenía algún viso real.

Cuando entras la puerta se cierra detrás tuyo y el hombre se dispone a subir en el asiento del conductor. Puedes observar como la parte trasera de la furgoneta esta llena de herramientas. Martillos, hachas, palancas, cuchillos. Todas parecen relativamente limpias.

A un lado hay una caja con varias pistolas tiradas en ella, a su lado una bolsa de plástico llena de balas como quien lleva un saquito de cacahuetes.

El hombre te mira brevemente por el retrovisor y pone el coche en marcha. Con el movimiento las herramientas traquetean en la parte posterior y un muñeco enganchado en el salpicadero del coche mueve su cabeza. El ruido del motor se sobrepone al de las gotas de la lluvia y pronto el sonido del limpia se une a el.

-Tenemos que recoger a tres mas y os llevo al sitio.- El cerdo hablaba lentamente y con dificultad. Su voz sonaba baja y sibilante, como si le hubieran practicado una tracotomia y le costara horrores decir cada palabra. Después de eso, comprensiblemente, se quedó callado por el resto del viaje.

Diez minutos mas tarde llegabais a una nueva dirección y detenía el coche.

Se acomodaba y se ponía a esperar.

El ascensor baja lentamente en el bloque de viviendas sin que nadie te interrumpa, plantas y plantas pasan por delante tuyo donde puedes ver luces de anuncios, carteles publicitarios y gente preocupándose de sus asuntos.

Cuando llegas a la calle la lluvia repiquetea en tu mascara mientras notas la humedad acumulándose en tu ropa y equipo, sin embargo, hay pocos transeúntes a tu alrededor ... parece que la lluvia haya hecho que todo el mundo se escaquee como cucarachas al encender una bombilla.

Una furgoneta gris esta aparcada delante del edificio. Algo vieja, con la pintura gastada y algunas marcas de corrosión. Dentro hay una persona abstraída en sus pensamientos ... o eso te parece, pues en realidad no puedes ver su rostro oculto bajo una mascara de cerdo.

Cuando empiezas a moverte en su dirección capta tu presencia.

El hombre con la mascara de cerdo golpea la parte interior de la furgoneta avisando a alguien.

La puerta se abre y dentro hay otra persona con una mascara de oca que luego se aparta dejando lugar y esperando en el interior de la furgoneta. En el exterior, delante de la furgoneta, hay alguien con una mascara de cuervo.

Nadie parece decir nada mientras la lluvia continua cayendo sobre todos.

¨Ok, fuck no." No había tenido la mejor de las infancias, pero mis padres habían sido lo suficientemente responsables para enseñarme a no montar en al furgoneta con desconocidos, por no decir ¿Quien coño iba con una mascara de cerdo? Solo un tipo de personas iban con una mascara como esa por las calles, y no era uno con una buena descripción.

-No voy a subir a la puta furgoneta hasta que me des una buena razón para ello.- Dije en una voz rasposa y agotada bajo el plástico de la mascara.- Por lo que yo se, podrías venir de parte de los Pistoleros.- Dije, y de ser así, ya estaba deslizando mi mano bajo mi chaqueta, alcanzado mi pistola.

Mientras notaba como el agua se calaba bajo mis ropas y mi espalda temblaba con un ligero escalofrió, maldije esta y las mascaras, siendo un impedimento para reconocer con quien hablaba. Me fije si al menos la furgoneta llevaba matricula, y la presencia online de un pad o cualquier dispositivo electrónico dentro de esa.

El hombre detrás la mascara del cerdo se queda parado, sorprendido por la reacción de la recién llegada. Pasados esos dos primeros segundos de sorpresa, golpeó de nuevo para que Oca cerrara la puerta corredera y encendió el coche para marcharse en cuanto la puerta estuviera cerrada.

Sin Cuerva.

Veo la acción tomar curso, y mi cuerpo reacciona por si sola, antes de que la Oca pueda cerrar la puerta, la agarro con tal fuerza, que puedo notar mis puños volverse blanco bajo el guante.

-Rachel, no hagas esto. No puedes confiar...

-¡Cierra la boca!- Grite a Gh0st, esta con lagrimas en las mejillas, y ante ojos externos, a nadie.-...Por favor, no digas nada.- Implore, notando mi voz quebrarse, y sin pensarlo, salte dentro de la furgoneta y cerré la puerta tras de mi. Sentándome al lado contrario de la Oca y sacando la pistola, si apuntar a nadie, pero posada en mi regazo de mi falda y a la vista.

-Al menos se que no eres de los Pistoleros, ellos nunca correrían asustados de mi. Al menos aun no.- Dije mirando al suelo.- Pero, y solo lo voy a decir una vez, si esta mierda resulta ser una trampa. Me asegurare de sacaros yo misma los ojos de vuestras cuencas.- Amenace fríamente, mientras alzaba la cabeza y miraba directamente al Cerdo.- Caw caw motherfucker.

Era una locura, era un suicidio, era mi única y ultima oportunidad de ganar un descanso de por vida. No podía permitirme perderla.

La extraña excenita con la córvida me había hecho pensar en la lógica de todo aquello durante media milésima de segundo. Donde no hay no se puede buscar, peor no iba a ser yo cómplice en un secuestro, si aquella chica (porque las ropas bajo aquella máscara de ave de mal agüero así lo confirmaban) no quería ir en la furgoneta de la diversión de Mr Pig por mi era libre de bajarse.

Pero la cosa se volvió aún más extraña cuando aparentemente cambió de idea y se dejó caer en el asiento, todo lo lejos que podía, eso si, aposentando una pistola sobre su regazo, parecía estar discutiendo con algún ente invisible (¿Estaría usando un intercomunicador bajo la capucha?) pero cuando pareció dirigirse a mi (¿O era al cerdo?) me quedó claro que estaba aquí por los mismos motivos que yo, ya que citó a los Pistoleros con un deje de odio que casi hacía sombre al mío. La cosa se ponía más que interesante.

Oteé entre las armas que portaba el cerdo en la parte de atrás de la furgoneta, tratando de localizar algún arma de fuego pesada que pudiese usar, en caso de que nos dejasen echar mano de aquella estrafalaria armería.

Días y noches se suceden sin saber cuando termina uno y se acaba el siguiente. Sin un rumbo ni un objetivo, la existencia se hace cenizas en mi boca. Sin un motivo para existir, la propia existencia carece de sentido y mi único pasatiempo consistía en imaginar formas de suicidarme. Benditos instantes de placer cuando podía imaginar mi cuerpo vomitando el último suspiro. Cuanta paz ...

Respondo al teléfono con apatía y silencio. Sin esforzarme ni siquiera a hacer una mueca de rechazo o hastío por la interrupción. En cuando acaba, vuelvo a dejar el celular en su sitio y a tomarme un vaso de agua lastrando los pies por el piso.

¿ Una caja y una invitación ? ... entre mis fantasía se me había pasado por la cabeza la idea de esparcir los sesos por el techo, aun sigue la escopeta cargada en el sofá. La miro desde la puerta y por primera vez en días una sonrisa se dibuja en mi cara. ¿ Porque no ? ¿ Que mas da ? Recojo primero la escopeta, luego la gabardina amarilla que él me regaló pasado, la de las flores, y en último lugar la máscara.
Compruebo como se ve el mundo através de los agujeros de sus ojos. Luce hermoso y tranquilizador. Me siento cómoda con ella y ni por un instante me resulta extraño ese pensamiento. Salgo de casa sin molestarme en cerrar la puerta, de este modo cuando la policía venga a mi domicilio, no tendrán que joderme el cerrojo. Aunque tampoco creo que me importe en ese momento. Así con con un andar momentáneamente rejuvenecido ante la expectativa, la escopeta sobre el hombro y una sonrisa oculta tras un oso panda, pongo mis pies camino al portal.

Cerdo no dijo nada, simplemente aguardó y cuando se cerró la puerta puso en marcha la furgoneta haciendo que todas las "herramientas" de la parte posterior empezaran a resonar tenuamente. Por su parte Oca se movía a la parte posterior y empezaba a trastear entre hachas y pistolas buscando algo que fuera mas "pesado".

Lo mas relevante que encontraba era una escopeta recortada.

En todo caso parecía que la única persona que decía algo era Cuerva mientras los demás se limitaban a continuar en silencio haciendo sus cosas. Pronto llegaban al siguiente destino y el conductor aparcaba de nuevo y apagaba el motor mientras miraba por la ventanilla expectante.