Partida Rol por web

La noche había sido estimulante y dormiste la mayor parte dle día, tu padre no llegó a hacer acto de presencia mientras estabas dormida y al despertar tampoco llegaste a verle. A veces pasaba, sus días eran largos y, en ocasiones, de más de 24 horas. Por eso tenías tanta libertad. Aunque era raro que no hubiera llamado para controlarte.
En casa calentita, entre las mantas, olvidabas el frio de la noche pasada pero no así el club ni las extrañas personas que conociste.
Galindo se había pasado mal humorado a primera hora de la noche para comprobar que seguías en casa. Su humor de perros se debía, seguramente, al esquinazo que le habías dado la noche anterior. Cuando estaba encabronado te evitaba, imaginabas por que tenía caracter y no quería encararsete.
Se había ido a la sala de seguridad donde todo los miembros de la seguridad privada de la mansión conformaban una extraña familia con exceso de testosterona. En general hacían mucho la pelota a tu padre cuando estaba en casa, pero cuando no estaba él, se refugiaba en aquella habitación y la casa entera parecía inerte. Sombría y silenciosa.

Escuchaste la puerta principal cerrarse y el tintineo de unas llaves caer sobre el mueble del recividor. Luego unos lentos y pesados pasos, que se te antojaron derrotados, se fueron hasta el despacho de tu padre(el cual estaba siempre cerrado) y tras escuchar el tintineo de hielos en un vaso no quedó nada más que una sensación de soledad flotando en aquella casa. Era raro que tu padre no fuera a verte. Era un pesado y siempre estaba encima de ti. Habitualmente te atosigaba por eso el que no lo hiciera te llamó la atención y también hizo que algo en tu interior se agitara con la forma de la intranquilidad.
Aún estabas en tu cuarto con la puerta abierta. A media luz, iluminada por el resplandor mortecino de una television.

Mi padre era bastante pesado, pero al fin de cuentas era mi padre. —Qué extraño —dejé la bolsa de patatas que me había agenciado y me limpié con un trozo de papel de cocina.

Aparté el móvil a un lado, me levanté de la cama, busqué las zapatillas y descolgué la bata de detrás de la puerta no fuera a ser que me encontrara con aquel tipo que siempre me miraba las tetas, sobretodo cuando iba de estar por casa. Abrí la puerta y salí al pasillo. Aquello era casi tétrico. Encendí la luz del pasillo y me encaminé al despacho donde había escuchado un vaso con hielo. Di un par de golpes en la puerta, y hablé —¿Papá? —sin esperar respuesta abrí poco a poco.

El despacho de tu padre no era acorde al resto de la casa, el lujo y la opulencia quedaban fuera. No había una enorme librería de madera ni un gran despacho o un sillón giratorio. En su lugar había unas sillas de oficina, un escritorio del ikea un ordenador y cajas de cartón apiladas en una esquina con dosieres y dosieres.
Al abrir viste a galindo de espaldas mientras hablaba con tu padre.
"Lo entiendo... y yo en su lugar probablemente haría lo mismo, gracias." aquellas palabras eran acompañadas de un apretón de manos mientras abrías la puerta.
Al abrir acabaste con toda posible conversación que pudiera haber habido a continuación ambos te miraron y Galindo cogió su abrigo y se fue.
Cuidese señorita. Te dijo con una sonrisa que no le habías visto nunca y se perdió por el pasillo.

Tras unos instantes en que tu padre no dijo nada escuchaste la puerta de la calle. Pero la marcha de Galindo no fue lo que más te impactó sino ver un gran moraton en el rostro de tu padre fue bastante más alarmante. Era el tipo de moratón que alrededor de donde estaba morado la piel se había vuelto amarillento.
¿Que quieres cielo? te dijo tu padre desde dentro como si aquello no le doliera, o como si fuera tan normal como la lluvia.
Dio un trago al vaso que tenía en la mano y sirvió otro vaso más,ese lo dejó sobre el escritorio para tí, invitandote a pasar.

No recordaba haber entrado muchas veces a este despacho así que en un instante traté de hacerme a la idea de qué había allí, era tan... distinto, tan poco.

—Adios —me despedí de Galindo, sonaba a que se iba de verdad. Arqueé las cejas extrañada hacia mi padre una vez se fue Galindo.

—Yo... —miré el vaso de encima de la mesa, me acerqué, lo olí y di un trago volviéndolo a dejar. Después me aproximé a él, —¿Qué te ha pasado? ¿Has tenido un accidente? —pasé mis dedos por encima de la moradura —¿Te lo ha visto alguien? ¿Llamo a mamá? —miré hacia la puerta —¿A dónde va Galindo? —.

Tu padre volvió a dar un trago a su vaso, muy pequeño para paladear el licor. Y con un gesto desecho la idea de que preocuparas a tu madre.
Galindo se va, ha demostrado que es incapaz de hacer su trabajo... Hay un límite a las oportunidades que se le pueden dar a alguien, por fortuna, es mejor persona que vigilante y ha prescindido de montarme una escena. dijo tu padre poniéndose de lado, notaste que te daba el lado de la cara que no tenía machada como una fruta pocha, pero aún así no trataba de esconderlo más allá de ese gesto.
Un socio mío te vio ayer en el club de esa excéntrica, la del lobo, Visionaere. dijo aquello sacando algo de el bolso de su chaqueta y poniendo lo sobre la mesa. Me preguntó que hacías ahí y por que mi colgante y el tuyo no casaban; una pregunta para la que no tengo respuestas, así que no he podido disuadirle de no intentar sacarme la verdad a golpes. La calma de tu padre era más alarmante de su falta de rabia, habitualmente se enfadaba de un modo caricaturesco....
Te miraba directamente.
Y bien... ¿Voy a tener mi explicación esta noche? demandó hablandote de un modo que nunca te había hablado hasta ahora, había una amenaza implícita debajo de una educación intachable, pero sus ojos eran de un acero frío que te asustaban.

No se me había ocurrido que el juego del gato y el ratón acabara con Galindo en la calle, sin embargo, tampoco me importaba demasiado. En verdad era fácil de dar esquinazo.

Trague saliba al escuchar lo del Visionaere, —mierda, me vio —decidí no dar muchas excusas, miré alrededor mio para no cruzarme con su mirada, me llevé el dedo índice al pelo haciendo un rizo, me encogí de hombros —era un sitio muy extraño, la gente estaba enloquecida —al escuchar que le habían pegado por mi culpa se me enrojecieron las mejillas —pero... ¿No trabaja para tí? ¿Por qué te pega? —me acerqué al medallón que había dejado y lo cogí con las manos —¿Por qué habría de ser igual? No entiendo nada —tenía rabia de que hubiera sucedido algo así, una lágrima cayó por mi mejilla —lo siento papá, no entiendo nada de lo que pasó en aquel sitio tan extravagante, a mi me dio Milliner un colgante, era como una especie de pájaro (*) —el gesto es de verdadera sorpresa de que mi padre hubiera estado ahí —¿Por qué no hay que quitárselo? ¿Y cómo es que tú has estado ahí? —aquello era todo muy extraño, mi padre en un club privado, —no he tomado la droga roja, no te preocupes —.

*Madre mía.... se lamentó tu padre.
Negando con la cabeza acabó la copa. Era raro oir a tu padre hablar en español, desde que entrara en alemania había sido muy estricto con el idioma.
Tranquilizate y escucha te ordenó y como si fueras una oveja callaste sin saber demasiado bien por qué, ya que querías decir mil cosas. Milliner... maldito desarrapadfo jacobino, terrorista... añadió con rabia.
Me alegra que no probaras la droga roja, pues es muy adictiva.... Pero me disgusta que todo esto alla sido por un simple mal entendido. Pues nos ha costado mucho dinero y un proyecto que me ha llevado años, casi una decada, poner en marcha. Te miró y se planteo por donde comenzar a explicarte las cosas.
Trata de no interrumpirme hasta el final. Ayer estuviste en un club de vampiros... se sintió incomodo diciendolo y se le notó Espera.... acallo tu primer comentario levantando un dedo para recordarte que no le interrumpieras. Hay vampiros en este mundo, y son muy ricos y poderosos y yo llevo años trabajando para ellos. Si, son vampiros que beben sangre yse queman a la luz del día.
No se a quien te refieres que trabaja para mi, pero ningun vampiro trabaja para mi, sino al revés, mi patrón enarbola este escudo, el escudo de su clan ...Y ayer te presentaste en esa fiesta con el escudo de otro clan de vampiros. Me han exigido que respondiera a las preguntas que eso ha arrojado sobre mi lealtad(pues la mayoría de los vampiros se odian entre si).... Sin estos colgantes, si eres humano, eres comida, por eso no hay que quitarselos. Trató de atender a tus preguntas tan desordenadas como tu las expusiste y se detuvo para intentar poner un poco de orden a dicho caos.
Imagino que esta locura necesita una prueba....De una nevera que había al fondo sacó una botella con un liquido negro con algun vestigio de rojo. No supiste que era. Pero tu padre lo echo al vaso vacío, lo vertió todo, paraa continuación veverlo. No tardo en vese ele fecto, el moraton de su cara empezó desaparecer en elacto.
Son inmortales y son retorcidos y sádicos....Peores de lo que te puedas imaginar, han tenido cientos de años para que sus cabecitas enfermas se echarana perder. Y durante mucho tiempo hemos gozado de su favor, mudarnos aqui obedecía aun plan para acercarme más a su nucleo de poder, así beneficiarnos de todo ello. Pero se ha ido al traste. te confesó.
Nos iremos de Berlin en las proximas noches, pues he caido en desgracia y aqui corremos peligro de muerte.

Escucho atónita la sarta de barbaridades que empieza a contar mi padre. No puedo evitar tener un gesto de incredulidad al escuchar la palabra vampiro mientras explica una historia digna de película de Hollywood.

Fui a abrir la boca pero guardé silencio cuando levantó el dedo.

Si todo esto fuera verdad, lo de comida daría verosimilitud a las palabras de Yliana sobre lo de prescindibles y que Klaist no trabajaba para mi padre. Tragué saliva en silencio rumiando las palabras, —¿Sería ella también una vampira? —.

Le seguí con la mirada mientras abría una nevera con un líquido extraño y lo que sucedió me dejó clavada en el sitio, abrí los ojos de par en par mirando como su moratón desaparecía y terminé de oír su discurso.

Me llevé las dos manos a la cara sollozando —pero cómo puedes ser que existan —guarde silencio un instante muy nerviosa, mire el bote —eso —dije señalandolo —parece cosa de magia... —me dejé caer en la silla —ha sido culpa mía, no sabía nada de lo que estaba pasando. Milliner siempre ha sido muy bueno conmigo, no sabía que podía pasar algo así —no puedo creerme que Milliner quisiera esto para mi, miré a los ojos a mi padre —nadie me hizo nada en ese club, me trataron muy bien —.

Por un instante recuerdo la última frase que me acaba de decir —¿Pero a donde iremos? ¿Quién nos persigue? —me acerqué a mi padre y le dí un abrazo —¡Lo siento! ¡Diles que yo no sabía nada, no volveré a ir a ese sitio, no usaré ese medallón, no quiero saber nada de todo eso! Quiero quedarme en Berlín —.

La frialdad de tu padre fue un tanto desalentadora.
Se relajó un poco cuando le diste el abrazo pero eso no duro.
Si hay algo que alguien poderoso odia más que a los otros poderosos, es a los que fueron poderosos y caen en desgracia, no podemos quedarnos. Saben que ya no soy recibido entre sus salones, y si alguno alguna vez se sintió furioso contra mi pero refrenó su mano por quien me protegía, desatara su furia atrasada con intereses sobre nosotros. En sudamerica tenemos contactos... Es lo más seguro, lo más sensato. dijo, aunque no a ti, pensaba en voz alta.
Milliner... dijo con cierta rabia cuando lo mentaste Lo peor de todo es que ese imbecil ha propiciado todo esto sin pretenderlo... entre los vampiros es una anomalía, un autista, alguien a quien se le ha brindado la oportunidad de ser inmortal, de ser uno de ellos y se ha negado. Tiene tanta gracia como un chiste de judíos en este país de mierda*.... dijo de mal humor. Pero por desgracia el sigue teniendo un patrón vampiro, al contrario que yo, no sería buena idea devolverle el golpe. A ver como se lo explico a tu madre.... y como si se acordara de algo importante. A tu madre no le cuentes nada de esto... de vampiros, a los vampiros no les gusta los cabos sueltos que sepan de su existencia. Y sus actos no están atados por la ética o la ley, para ellos somos como las vacas para nosotros. Comida. Así que mantengamos a tu madre a salvo de este conocimiento.
Se marcho con otra copa servida en el vaso por la puerta en busca de tu madre... su cabeza estaba perdida en sus cavilaciones sobre como exponer el asunto.
Mientras salía de allí uno de los miembros de seguridad entro en el despacho tirando de un hornillo de queroseno y lo dejó allí. Tras un cordial, pero impersonal, "buenas noches señorita" te quedaste a solas, con el colgante que tu padre había dejado sobre la mesa como única compañía.

—¿Sudamérica? —pensé mientras hablaba mi padre, solo de imaginármelo me horrorizaba.

—¿Autista? —repetí tras mi padre cuando dijo la frase. No entendía nada, acababa de descubrir que los vampiros parece que existen y por lo que comenta mi padre no tienen nada que ver con Drácula. No terminaba de entender que un simple medallón hubiera montado todo este follón.

Cuando se hubo ido tanto él como el del servicio una idea se formó en mi mente. Me acerqué a la botella vacía que había usado mi padre para curarse y la cogí, agarré también el colgante y fui a mi cuarto a vestirme. Sin nadie que me vigilara, bajé al garaje y escogí uno de los coches discretos para irme al Milliners y hablar con él cara a cara para que me contara qué cojones había pasado y cómo lo arreglábamos. Quería contarle que lo sabía, que me había llevado allí como una boba.

Nadie te puso pegas, había cosas que ocupaban sus cabecitas y marchaste en un relativo anonimato, no te siguió nadie, la verdad es que te sentiste algo desnuda sin galindo detrás de ti, sobfretodo despues de las últimas revelaciones.
La noche no fue mas acogedora que la anterior, fría humeda y furiosa, pero esta vez quiza tu humor iba a juego con la noche, llegaste al Milliners pensando que decir, que hacer como espetarle en la cara tu furia. Imaginando que diría o como reaccionaría.
Pero nada te preparó para ver e callejón oscuro repleto de hollín, las vidrieras del Milliners reventadas, había un cordon policial haciendo las veces de puerta. El olor a humo aún estaba en el aire. Desde fuera pudiste las formas de los asientos, lña barra calcinada, los restos de la mesa de billar.
Si no supieras donde estaba el Garaje de Milliner, donde viste luz te habrías dado la vuelta por donde habías venido.

Tras aporrear la puerta esta por fin se abrió, un hombre de pelo cano y porte adusta vestido de forma impecable de negro fue quien abrió la puerta. Detras de el había un dogo frances enormee, igualmentenegro que le llegaba por la cintura.
El hombre no dijo nada pero te miró exigiendo saber por que le estabas molestando.

Ver el local calcinado me dejó helada, parecía que lo que decía mi padre era verdad, ¿Habían matado a Milliner?

La luz en su garaje fue una especie de esperanza, me dirigí hacia allí a todo correr y aporreé ansiosa la portezuela.

Pero no abrió quien yo esperaba, no pude evitar dar un respingo al ver ese perro tan grande. Entrecerré los ojos observándolo con detenimiento, ¿sería uno de esos vampiros? No sé nada de sus costumbres, carraspeé, estaba bastante preocupada —yo, eh, busco a Milliner, pensé que estaría aquí, soy amiga suya. ¿Está bien? Su bar está quemeado —barajé la opción de enseñar el medallón pero como parece que indicaba el bando de cada uno, decidí no sacarlo.

El hombre te miró de arriba a abajo con un desdén analítico. Su estampa parecía de finales del siglo XIX o de un desfile de modas de parís o un 50% de ambos.
Supongo que eres la causa de todo esto... murmuró mas como una idea en voz alta que como una pregunta, no pudiste dejar de notar su acento francés. Milliner no está, se lo han llevado, ha estado a punto de quebrantar una regla muy estricta y ha puesto nervioso a algunos amigos suyos, debe responder por su falta de etiqueta. ¿Si vuelve quieres que le deje algún recado? Sus ojos se toparon con los tuyos y cambio su pregunta, sentiste que ese hombre te podía leer como un libro abierto.¿Que venías buscando?

—¿Yo? —me señalé con el dedo, suspiré, —mi padre dijo lo mismo, pero ¡yo no hice nada! —protesté, —yo solo acompañé a Milliner y me puse su maldito medallón —dejé caer los hombros cansada, —y ahora tenemos que irnos de Berlín, ¡yo no quiero! —protesté en voz alta, —¿No puedo hacer algo para arreglar este malentendido? No sé por qué, lo que haga o deje de hacer yo tiene que influir en lo que hace mi padre, quizá pueda ir al Club der Visionaere a explicar todo —aunque en verdad no me parecía buena idea si en verdad estaba en peligro.

Tus palabras parecieron divertirle, pues sonrió con cierto desdén.
¿Alguna vez fui tan joven e ingenuo? se preguntó a si mismo en voz alta. Abriste la boca para protestar por sus palabras pero te ordeno callar tajante mente y fuiste incapaz de decir nada más.
Quizá sea eso lo que necesito para completar mi trabajo, un poco de ingenuidad... Vas a venir conmigo, si se cumplen mis predisposiciones te reunirás con Milliner muy pronto y podréis discutir lo que quieras. dijo aquello con una repentina risotada bastante maliciosa.
Sube a aquella furgoneta añadió señalando un vehículo aparcado en la entrada del callejón Y quédate ahí hasta que yo te lo diga, quita, en silencio, con las puertas cerradas. añadió por fin dándote la espalda como si aquel asunto se diera por zanjado.
Si era inaudita tu incapacidad para hablar lo que pasó a continuación fue horrible, hiciste exactamente lo que te dijo sin rechistar. Y te quedaste en aquella furgoneta quieta en silencio durante un largo rato a solas con tus pensamientos.

No pude decir nada más, la risa que salió de su boca me dejó acomplejada y sin saber qué palabra articular. Parecía que mi cabeza tenía mil cosas que contar pero no era capaz de hablar, era como si estuviera amordazada. Yo que siempre tenía respuestas para todo, que nadie me podía obligar a hacer nada... era como una marioneta.

Me veía obligada a seguir sus instrucciones cual autómata, me subí al vehículo que me dijo y me quedé quieta, sin moverme, sin hacer nada. Intentaba escudriñar algo pero la oscuridad era casi completa. Toqué el medallón que llevaba y que no había creído prudente mostrar, lo rocé con la yema de los dedos y saqué la mano del bolsillo.

Probé a ver si mi incapacidad de hablar se transmitía también al móvil (*), saqué mi terminal y le puse un Whatsapp a mi padre, sabría que se enfadaría pero quería que supiera que esto lo iba a arreglar, escribí "papá, voy de camino a arreglar esto, no te preocupes".

Los cristales de la furgoneta eran tintados y esperaste durante al menos 40 minutos. Cuando conseguiste ver a través de los cristales tintados una silueta pasar. Se paro al lado de la furgoneta y finalmente retrocedió hacia la calle principal. Por la luna delantera pudiste ver fugazmente a Marie.
Miro alrededor y sacó el móvil para llamar por teléfono. Parecía cabreada por alguna razón.