Partida Rol por web

—¡Marie! —si bien parece que por alguna extraña razón no podía hablar, me venía a la mente el extraño poder que pareció tener el líquido rojo sobre la herida de mi padre, no por ello dejaba de darme cuenta de las cosas.

Empezaba a comprender que quizá aquel extraño personaje acompañado del perro pudiera ser un vampiro, tenía que avisar a Marie. Ella no tenía ningún medallón y además... —¡Qué hacía ahí! —no sabía si podría moverme o quizá hablar. Traté de moverme (*), quería hablar con ella, preguntarle qué hacía allí y contarle lo que estaba sucediendo. Si no podría moverme, al menos lo haría por teléfono.

En mi cabeza me había movido, había aporreado el cristal, abierto la puerta y salido corriendo. Sin embargo, pestañeé y seguía ahí sentada. Moví la cabeza de derecha a izquierda, aquello era cosa de... de película, de brujería o... bajé la cabeza resignada, de vampiros.

Antes había avisado a mi padre, así que hice lo mismo. Saqué el móvil y lo desbloqueé con la huella, busqué WhatsApp y a continuación el contacto de Marie. Escribí "estoy aquí! dentro de la furgoneta! Atrapada, no puedo salir, me han..." —interrumpí un segundo la escritura, no me creería según lo que pusiera, continué —me han debido de dar una especie de droga, no puedo moverme. ¡Ayuda!".

Marie estaba hablando por el móvil cuando la escribiste el mensaje. Acabó la llamada y por un instante temiste que no viera el mensaje.
Pero si que lo hizo.
La viste mirar alrededor hasta localizar una furgoneta y se acercó, como la furgoneta tenía los cristales tintados hizo como un parasol con las manos y pego la cara al cristal con la esperanza de no ver nada, así que trató de ver por el parabrisas delantero.
Norb ¿Estas ahí? preguntó en voz alta desde delante de la furgoneta, un tanto alarmada y confundida.
Asumiendo que estaría cerrada no había hecho ni el amago de intentar abrir las puertas.

—Pero qué demonios era esto —por más que trataba de moverme no lo hacía ni un ápice, aún así era lo primero que intentaba hacer. Pero no había manera, era absurdo pero tenía que recurrir al móvil, moví los dedos todo lo rápido que pude, y escribí "sí, sí, estoy aquí. No sé si está cerrado o no, igual se ha cerrado solo. Prueba, sino dale con una piedra, ¡por favor!"

Marie dioun par de vueltas a la furgoneta y miró a su alrededor antes de probar a tirar del mirador, tu misma te soprendiste cuando la puerta se abrió. Por la expresión d eMarie supiste de inmediato que creía que le estabas tomando el pelo, la puerta abierta y tu ahi sentada sin ningun tipo de restricción. Se cruzó de brazos de un modo pasivo agresivo esperando una explicación, con su expresión de “más te vale que me convenza”.

Pudiste ver las espaldas de unhombre que te resulto familiar pasando de largo juntoa Marie, cogeaba, tenía la ropa rasgada en algunos puntos, hombros y perneras y se sujetaba un brazo con su otra mano como si temiese que se le fuera a caer.
Detuvo su lento devenir cuando vio a un perro enorme, un dogo frances negro en la puerta de su garaje mirandole con las orejas levantadas. En un movimiento muy lento se llevo la mano que todavía movía bien hacia atrás, en la espalda, para empezar a sacar una pistola automática de detrás de su chaleco.

—¡No puedo levantarme Marie! —puse gesto suplicante, —no sé si me han inyectado algo, por favor, ayúdame, tira de mi —mejor no le decía nada de lo que pensaba de mi situación para que no me tratara de loca.

Abrí los ojos como platos, —detrás de ti Marie, pide ayuda a ese hombre, se llama Milliner, es mi amigo —traté de coger algo de fuerza para alzar un poco la voz aunque no tanto como para llamar la atención del que me había encerrado —¡Milliner! ¡Ayuda! ¡Soy Norb! —.

Todo paso muy rápido, detrás del perro apareció aquel hombre, calmada y lentamente salió y miró a Milliner mientras el animal salió increíblemente rápido hacia Milliner , antes de que hubiese orientado el arma el perro ya se había abalanzado sobre él y los dos habían caído fuera de tu vista en un lateral de la camioneta, aunque escuchabas los gruñidos, la pelea y los jadeos y sonidos que emitía Milliner en el forcejeo.
Cuando volviste a mirar hacia Marie viste que tenía a aquel hombre justo detrás¿Como había llegado tan rápido? y le ordenaba darse la vuelta... Ella comenzó a hacerlo.

Vas a sentarte en la furgoneta quieta y callada, te prohibo comunicarte con nadie. le dijo a Marie con una mirada brillante y penetrante. Había algo raro en sus ojos mientras lo decía, no sabrías decir el que.

Marie subió a la furgoneta y se sentó con las manos sobre las rodillas muy quieta.

El hombre te miro Mientras Marie subía a la furgoneta. Pareció irritado al ver el móvil en tus manos.... Te cogió el móvil con un movimiento fiero y preciso y lo arrojó sin ningún cuidado hacia detrás.
Malditos cacharros ¿Todo el mundo tiene uno? pregunto de forma retórica Querías hablar con milliner, enseguida te lo traigo. añadió antes de cerrar la furgoneta nuevamente.

—Nooooo, todo había salido mal —resonaron las palabras en mi cabeza cuando vi volar el móvil. Después vi que Marie actuaba tal cual había hecho yo, sabía que estaba bajo el... embrujo o lo que fuera que estaba sucediendo.

Miré a Marie con gesto suplicante y de pena para que no hiciera caso, pero me temo que no podía hacer otra cosa.

Al menos vendría Milliner, quizá él supiera lo que hacer... o pudiera.

El terror era notorio en los ojos de Marie, poco pudiste hacer salvo devolverle la mirada mientras escuchabas la violencia y notabas las sacudidas por lo que pasaba fuera de la furgoneta finalmente el viejo abrió la puerta de nuevo cargando al hombro a milliner, en la otra mano estaba el arma que Milliner había tratado de usar, la miraba curioso.
Tiro a milliner entre vosotras dos.
Tardará en despertar, pero lo hará afirmó Vamos a un sitio más discreto para que habléis. Mientras hablaba el enorme perro se subió pasando por encima del cadáver y sentadosé de modo y manera que os vigilara.
El viejo volvió a cerrar la puerta y se fue directo al asiento del conductor.
Presentiste que el lugar al que ibas no era un sitio agradable antes de que el motor hubiera arrancado.
La conducción del viejo era errática y torpe, más de una vez le pitaron y se le caló el coche. El embrague se quejo media docena de veces y la mayoría del tiempo iba sobre revolucionado. Pero tras 40 minutos en los que te pareció que el hombre se había perdido al menos una vez, llegasteis a vuestro destino, creíste que estabas en los bosques de Grunewald.
El hombre os condijo dentro de un caserón viejo, que estaba con todas las luces apagadas y todas las estancias parecían estar frías como una cripta. Os bajo al sótano, un sotanas oscuro, lúgubre, frío y tan grande como vacío, con las paredes de piedra desnudas y allí os dejo junto con Milliner aún desfallecido. Antes de marchar le hizo beber una ampolla de un liquido granate oscuro. Mientras Milliner parecía revivir, por primera vez desde una eternidad se movió aún estando inconsciente, escuchaste cómo las cerraduras de la puerta del sótano os encerraban allí con cada vuelta de las llaves, que fueron 4 o 5.

Tenía sensación como si se me estuviera desentumeciendo el cuerpo, como cuando te tumbas en la cama tras una noche de juerga y la música sigue taponando tus oídos junto con un pitido, pero poco a poco oyes mejor. Así me sentía, podia comenzar a moverme.

No veía casi nada, estaba todo muy oscuro. Ojalá llevara mi teléfono pero se había quedado en el vehículo. En cuanto oí las vueltas de la cerradura me levanté de la silla. Estaba presa del pánico pero recordaba la cara de Marie cuando se había metido en el coche. A cuatro patas me acerqué a ella —¡Marie! —susurré —¿Estás bien? Todo saldrá bien —dije con poca convicción mientras abrazaba a mi amiga. Le di un beso en la mejilla para animarla aunque el no saber nada podía volverla loca.

A continuación me acerqué atropelladamente a Milliner —¡Milliner! ¿Cómo te encuentras? —recordaba su aspecto decrépito de fuera del coche, pero también me venía a la mente la ampolla que se había bebido. Parecía como la que a mi padre le ayudó a reponerse. —¿Dónde estamos? ¡Ayúdanos, por favor! —.

Donde....? quien....? musito Milliner mientras lo zarandeabas en el suelo, pero de repente se hizo un ovillo crispado de dolor agarrándoselo el torso.
Agggh se quedó quieto en el suelo con los ojos abiertos mirando al infinito.
En un rato estaré bien... musito muy débil todavía.
La verdad es que Milliner parecía más próximo a la muerte que a la vida, pálido, tembloroso, con cortes magulladuras y en algunas zonas, como era el hombro podías ver el hueso rojizo asomando.

Marie volvió de aporrear la puerta, por fin había salido del embrujo, lo mismo que tú, camino en círculos, nerviosa sin saber qué hacer.
¿Que coño está pasando? Te pregunto, casi a gritos, nerviosa hasta un punto cercano a la histeria, ver así a Milliner no ayudaba.

—Lo... lo siento —susurré a Milliner y me separé unos instantes sin poder dejar de percatarme como estaba...

Me volví hacia Marie... —yo, no sé como explicar esto —me pasé la mano por la cara y resople —están ocurriendo cosas muy extrañas en Berlín. Es mejor que no sepas algunos detalles, por lo que parece he provocado sin querer que mi padre caiga en desgracia y tengamos que huir a sudamérica. Yo traté de evitarlo pero... —miré de reojo a Milliner —hay un grupo de gente, una especie de culto, es difícil de explicar, simplemente... —la miré a los ojos muy cerca —sabes que no te mentiría Marie, te quiero mucho, los putos vampiros, Marie, existen —.

¡¿Vampiros?! te espetó Marie incrédula y con rabia que le costo retener, se paso las dos manos por el pelo al llevarselas a la cabeza. Norb, Norb, Norb, escúchame, nos han drogado, Milliner se está muriendo, le han dado una paliza de muerte y no durará mucho. ¿Quién es esta gente? ¿Donde estamos? dijo aquello sosteniendo tu cara con sus manos para capturar tu mirada, habló despacio tratando de transmitirte la poca tranquilidad que le quedaba.

–No, no, no. Escúchame –le respondí mientras agarraba sus manos en un gesto afable.

–Reconozco las drogas, las he probado todas. No es eso. Lo he visto con mis propios ojos, he estado allí. Hay vampiros en este mundo, son muy ricos y poderosos, mi padre trabaja para ellos –la miré a los ojos –cariño, sé que no me crees, a mí me costó hacerlo y si no lo hubiera visto con mis propios ojos seguramente me parecerían una sarta de mentiras –me aparté un instante y miré a Milliner, esperaba que se recuperase pero mi padre dijo que era un autista entre vampiros, algo diferente creí entender.

Me puse de espaldas a Marie, y di una patada a un objeto del suelo que salió rodando, bajé los hombros con gesto de abatimiento –no tengo ni una prueba, tienes que creerme –miré alrededor buscando signos de donde estábamos –no tengo ni idea de dónde estamos – espero que Milliner lo sepa, ojalá tuviera el líquido rojo para ayudarle, aún así.