Partida Rol por web

¿Te escuchas bien? dijo casi ofendida. Pero cambio de actitud más rápido de lo que te esperabas. No te preocupes. dijo conciliadora. Bien, no sabemos donde estamos, pero tengo aquí el móvil del trabajo... quizá lo puedan rastrear... sacó de dentro de la americana otro teléfono menos fancy, más pequeño y con aspecto de haber visto mucho mundo. Pero Marie se le quedó mirando muy quieta sin moverse durante un segundo. No puede ser... no hay cobertura... musitó desalentada... mientras se movía ondeando el móvil tratando de pescar algo invisible con él.
Tras un momento en que apenas pudiste captar su atención, pues el sótano era bastante extenso, desistió. Viste bajar la pantalla del móvil(la única fuente de luz de la sala) hasta el suelo al tiempo que Marie se sentaba en el suelo tratando de figurar que hacer ahora...
¿Quien es ese tío?¿Que tienes que ver con el?

Sus palabras son claras, no me cree. Pero —¿Quien en su sano juicio me creería? —yo misma hace unas horas no me creería a mi misma.

Así que lo dejo estar, seguramente en un tiempo la situación se presentará sola. Ella parece cambiar de tema así que le sigo la corriente. No me esperaba que no hubiese cobertura.

—Tú lo conoces también, es el dueño de un bar que vamos alguna vez por el centro. Milliner. Tiene todo que ver con esto. Me llevó a una fiesta al Club der Visionaere y... ahí empezó todo este lío —.

Le conozco, eso no mejora las cosas Norb dijo desesperada Estamos atrapadas, incomunicadas y ese hombre se esta muriendo... ¿como puede haber empezado esto en una fiesta? Te encontré en un callejón en una furgoneta... Luego se quedó mirandote como si hubiera procesado algo que hasta ahora se le había pasado por alto
¿Tu padre trabaja para los vampiros? no podía irse ni hacer caso así que cedió, pero viste que todavía no te creía. Cuéntamelo todo, anda...
Conocías a Marie, no iba a dejar de pensar en como salir de allí. Pero tendrías la mitad de su atención.

Resoplé, y me llevé la mano a la cara pasándomela por delante para aclararme las ideas y tratar de explicarme, torcí la boca —la verdad, ni yo lo entiendo muy bien. Empezaré por el principio. Fui a una fiesta de la mano de Milliner, me hicieron llevar un collar, al principio me lo tomé a broma pero el club es algo elitista y parece ser que cada colgante lleva un símbolo que significa algo. Allí todo fue muy extraño, había como una especie de lobo, estaba el puto Martin Garris tocando —tomé algo de aire para continuar, —allí vi al que pensaba que era un súbdito de mi padre así que me escabullí en cuanto pude, pensé que no me había visto... —.

Parecía que el aire me faltaba, allí en mitad de la nada a oscura, seguí hablando —al, al día siguiente —me saqué un kleenex del bolsillo para limpiarme las lágrimas que empezaban a brotar —apareció mi padre y me dijo que trabajaba para un vampiro y me explicó que yo me había presentado en el club con un collar que no correspondía al suyo —me di cuenta de algo, rebusqué entre mis ropas y saqué un collar que mostré a Marie —este es el collar que me dio mi padre. Mi padre había recibido una paliza y bebió algún brebaje extraño de vampiro y se recuperó, fue como una película. A continuación me dijo que por el maldito collar habíamos caído en desgracia y debíamos volver a Sudamérica, ¿Qué iba a hacer yo allí? Yo soy alemana. Así que salí corriendo a buscar a Milliner para aclarar este entuerto, pero me pilló el tipo ese del perro... creo que es un vampiro también —.

Milliner comenzó a levantarse como un cervatillo recién nacido, aún tambaleante, inseguro.
Te olvidas destacar cuando pillaron que no deberías haber estado allí y me dijeron que lo pagaría, luego quemaron mi local y me llevaron a dar una vuelta por el saón de los horrores y a la vuelta esto.... dijo con un hilo de voz.
Este tío no es un vampiro, es algo peor, un pirado.... se derrumbo sentado se dé culo, contra una pared, desistiendo de moverse de momento. Le conocí en 1916, durante la primera guerra munidal, es un biólogo de los primeros en decir que los virus eran micro organismos, se enfrento a la iglesia por eso... y en algún momento descubrió que existían los vampiros, los caza y los investiga con el fin de reproducir sus poderes y sus dones. Tosió de forma violenta y que solo muy mal para luego añadir Probablemente estemos en el sótano de lo que los periódicos han bautizado como el cazador amarillo Deberías haber hecho caso a tu padre.... y yo nunca debería haberte llevado a aquel sitio. se lamentó.
Pero tenemos un problema mayor que todo esto entre manos, chicas...

—¿Que hicieron qué? —pregunté extrañada, esto cada vez se embolicaba más, por qué no iba a poder estar allí, —yo no sabía que mi padre tenía esa clase de negocios y que era de algún clan enemigo del medallón, no sabía que esto se trata de enemistades ¡como en una puta banda de latin kings1 —expresé frustrada y enfadada, aquello era desesperante.

Después seguí escuchando a Milliner, me quedé pálida al oír lo del cazador amarillo, puse cara de horror y me estremecí, pero aún me asusté más con las últimas palabras de Milliner, —¿Un problema mayor? ¿Mayor que estar capturados por un asesino? —no me podía imaginar a qué otro espanto podría referirse.

Milliner apretó los dientes y te dio la sensación de que su expresión era más agresiva.
Creo que he estado demasiado cerca de la muerte, y ese cabrón me ha hecho beber sangre de vampiro.... puede que me vuelva una de esas cosas en breve. dijo Milliner Escucha me niña.... necesitas buscar un trozo de madera afilado y hacerlo rápido, o conseguir que ese pirado os saque de aquí.... Y cuando lo encuentre me lo tienes que clavar en el pecho, sin miramientos. te dijo con los dientes apretados y una expresión de dolor en el rostro.

—¡Pero qué demonios estás diciendo! —grité histéricamente, pensaba que Milliner fuera un vampiro, ahora parece que era otra cosa y pedía que lo asesináramos.

—¿Pero por qué? No quiero matarte, eres amigo mío, ¿Por qué ibas a hacernos daño? —en cualquier caso algo de duda me quedaba, —Ma... Marie, busca algo así con el móvil, por favor —yo no tenía nada de luz, ella era la única que podía alumbrar, yo me acerqué a la puerta y comencé a golpear —¡Socorro! ¡Ayuda! ¡Sacadnos de aquí! —.

Lo vas a hacer por que quieres seguir viva dijo aquello de forma in usualmente violenta para lo que era él y acto seguido se arrepintió de su explosión de carácter con una mueca de dolor. Si me convierto tendré hambre y si tengo hambre solo veo dos cosas que comer aquí, como vampiro, así que vas a buscar un trozo de madera afilado de un palmo de longitud y vas a estar preparada.

Marie iba a decir algo pero la actitud de Milliner la diusuadió, quizá penso que si había algo así en aquella sala podría servirle contra su captor, en lugar de contra Milliner.
Así que se puso a ello.

No encontrasteis gran cosa en aquel sótano oscuro y frío, y mucho menos nada que se asemejara a la descripción de Milliner.
Milliner siguió allí tendido con estertores de dolor y vosotras preocupadas no podíais sino mirar.
Tras mucho esperar apareció de nuevo aquel hombre mayor por la puerta, acompañado ahora de no uno sino dos perros enormes, los ojos de los perros brillaban como brasas en la oscuridad y ambos eran negros como la noche, lo que hacía que apenas pudieras vislumbrar su contorno.

¿Seguís vivos todos? dijo observando a los 3 Bien, eso es satisfactorio.... ahora si me disculpa, me llevaré arriba a la señorita Norberta para que los dos podamos charlar... Venga por aquí. dijo aquello emprendiendo el camino de subida por las escaleras nuevamente, pero sus dos perros os miraron con una expresión desalmada y hambrienta. Aunque el hombre no era abiertamente hostil, sus mascotas os hacían imaginar una escena muy sangrienta y desagradable.

Si lo que decía Milliner era verdad… dejar allí a Marie era muy peligroso. Esos perros me daban pavor y procuraba mantenerme alejada de ellos pero no podían ser peor que un vampiro, supongo. –O… oiga, por favor, si lo que dice Milliner es verdad no deje ahí a mi amiga Marie, tráigala también –traté de mirar a los ojos al hombre, intentando ignorar a los perros, –ella no sabe de esto, solo vino a ayudarme, por favor –. En otra época hubiera tratado de apelar a la riqueza de mi padre, tratar de pensar en algún rescate, pero si este era el asesino, eso le daría igual, –es… es humana, como yo –.

El hombre que ya estaba subiendo se detuvo y bufó al oír que era humana.
Tu también; y yo; y mil millones de personas en el mundo y por eso las desgracias no dejan de pasar. aquellas palabras fueron frías y des esperanzadoras. Estarán bien, de momento. aquella ultima frase tuvo un tono bastante conciliador, lo cual te hizo pensar que quizá en algún punto indeterminado pudiera ser alguien razonable.
Sube ordenó retomando el ascenso de las escaleras del sótano en que estabais.

Parecía que aquello no daba pié a discusión, pese a que parecía que se podría razonar con él. Así que me dejé vencer, suspiré y bajé los hombros en señal de sumisión y desesperación y guié el camino a donde me condujo. –¡Volveré Marie! –grité a mi amiga, me dolía el alma no poder hacer nada por ella y dejarla con Milliner, que según nos había dicho sería peligroso.

Arriba encontraste más animales, todos igual de fieros y tétricos con sus ojos iridiscentes. Pero por encima de todos destacaba un enorme lobo blanco, cuyo lomo era tan alto como tú, te miraba como el gato que mira al ratón.
Sin duda escapar iba a ser cuanto menos improbable, por no decir imposible.
El hombre al que seguías se dio la vuelta en medio de la estancia y abriendo sus brazos en una expresión que parecía presentar aquella escena se limitó a decir.
Tenías una historia que contar, habla: que comienza su alegato, abogada defensora.... dijo aquello haciéndose a un lado y apoyándose en una columna que estaba a tu derecha.
En esta tesitura te dio la sensación de que el lobo enorme era quien presidía la escena.
Por las ventanas viste bosques de una frondosidad impactante, y la oscuridad hacía que sus hojas verdes parecieran negras.
Vamos chica, querías arreglar algo... es el momento.

No sé como seguía cuerda, lo que había vivido en estas últimas 24 horas era una auténtica locura. Por un lado deseaba salir corriendo pero todos aquellos animales, incluso aquel lobo como el del club, me hacían quedarme petrificada en mi sitio. Así que me quedé quieta. Algunas lágrimas brotaron de mis ojos, incapaz de contenerlas, desesperada.

—Todo ha sido un malentendido —comencé mi discurso, —yo solo quería divertirme… —me parecía que había pasado más tiempo pero en realidad fue ayer, —ayer… en mitad del gran diluvio llegué al pub de Milliner y me encontré con unos amigos, había más clientes. Cuando se fueron yendo todos, quedamos solo Milliner y yo. Yo no quería irme a casa, mi padre es… —me paré en seco —era… es aburrido, así que él me sugirió ir a un club que cierra muy tarde. Me dijo que hacía mucho que no iba y me invitó a acompañarle —me interrumpí para tragar saliva —un club exclusivo, Visionaere, en la zona de los lagos, sonaba genial, así que le acompañé. Allí me dio un medallón que tenía que llevar siempre puesto. También conocí a una chica llamada Luna, que estaba junto a un —no sabía si decir la palabra lobo, u ofendería al viejo —lobo, como él —dije señalando tímidamente al lobo.

Continué con la explicación, —después fui al embarcadero a escuchar un concierto, de Martin Garris —bajé un poco la voz, me parecía absurdo haber dado esa clase de detalles cuando estaba peleando por mi vida ante una especie de tribunal —allí estuve hablando con Yliana, me dijo que mi anfitrión invitaba a poca gente, aunque no sé a quien se refería. Entonces vi a uno que trabajaba para mi padre, o eso pensaba yo, Klaist. Todo era muy confuso, estaba cansada y hablaban de cosas que yo no entendía, dijeron algo de no iniciada y Milliner me recomendó no tomar nada rojo, entonces no sabía a qué se refería, pero ahora sí —.

Volvieron a salir lágrimas, —a la mañana siguiente… hoy… apareció mi padre, estaba magullado —elevé un poco el tono de voz —me dijo que los vampiros existían y que por qué yo no llevaba un colgante como el suyo —saqué de entre mi ropa el colgante de mi padre —este es el colgante que llevaba mi padre, el de Milliner no lo tengo —lo extendí por si lo quería coger el viejo. —Me dijo que Milliner era un terrorista, autista —encogí los hombros, —a continuación me dijo que al aparecer yo con otro colgante, había ofendido a alguien y entonces… ¡teníamos que irnos a Sudamérica! ¿Qué iba a hacer yo allí? —dije señalándome el pecho con el dedo índice, —así que cogí el colgante y salí a por Milliner para que me ayudara a explicar este embrollo, fui a buscarlo a su pub —miré al viejo que me había encontrado allí, me dejé caer en el suelo y me llevé las manos a la cara —por favor señor, no me mate, deje que nos vayamos Marie y yo. No diremos nada a nadie, si hace falta me iré a Sudamérica —.

El doctor te miro, impertérrito, impasible tu interpretación, como si la cosa no fuera con él. Cuando te tiraste al suelo el viejo te señaló disimuladamente al lobo enorme para que cambiaras tu interlocutor.

El lobo que estaba echado se levanto de improviso y se acerco lenta y perezosamente a donde estabas tu para examinar el collar. De cerca parecía aún más monstruoso, pero sus ojos parecían ser diferentes a los de cualquier cánido que hubieras visto.
Cuando vio el collar te dio la sensación de que se reía.
Un regalo del destino... aquellas palabras las escuchaste como un siseo, pero no con tus oídos, sino con tu cabeza, te dolió las sienes en el mismo instante que lo escuchaste. Pobre Milliner... sentenciado y desauciado por un mal entendido tan fortuito.... dispón de ellos como creas oportuno ¿no necesitas cobayas, doctor?.
El enorme lobo se dispuso a irte no sin antes mirarte a ti.
Suerte en la eternidad, de un modo u otro. te dedicó ese pensamiento nuevamente con ese gesto que parecía una risa burlona. Y dicirle a Milliner, que no se rechazan los regalos.

Cuando el viejo no me respondió y me señaló al lobo me quedé de piedra, sobretodo cuando se acercó y comenzó a hablar.

Escuché sus palabras dentro, con dolor. Me llevé las manos a la cabeza y oí su veredicto, no entendí muy bien qué decía pero parecía que nos iba a matar. —¡No! No por favor —le dije al lobo, —soy inocente, no entiendo de estas cosas —me acerqué al que habían llamado doctor, a sus pies y le tiré suplicando de los bajos del pantalón, —no me haga nada por favor —supliqué.