Partida Rol por web

Las ventas de activos han bajado y la empresa está sufriendo un bache de tesorería que será resuelto en breves, no hay nada de lo que preocuparse.

Esa fue la única explicación que les dieron tras el retraso del pago de la nómina, una demora que no se había producido nunca en los 40 años que el señor Hayes, el antiguo presidente de la sociedad financiera BuenaVista Capital y retirado tras su tercer infarto, había estado al frente del timón.

La nueva dirección, o dicho de otra manera Nicky Hayes y la exuberante ex-secretaria de su padre, contrataron a un elegante y carísimo consultor de procesos, dinamizador del espíritu empresarial y coach de la productividad para intentar remontar una compañía que más que hacer aguas, se desplomaba en barrena. Los rumores corrieron por la empresa respecto a la verdadera función de aquel consultor, desde que era el mesías que les devolvería a los lomos del caballo ganador, pasando por que su objetivo era racionalizar la plantilla y despedir a los trabajadores superfluos y finalizando por que era el encargado de valorar los activos antes de comprar la empresa y despedirlos a todos. Desafortunadamente el elegante consultor resultó ser lo que decía ser y, sin previo aviso, un correo electrónico llegó a todos los empleados de la empresa donde les citaba en la oficina el siguiente sábado a las 9 de la mañana para realizar unas dinámicas de grupo para fomentar el espíritu de equipo.

El autobús llegó puntual y llevó a los ojerosos y malhumorados trabajadores a un bosque lejano donde la pantomima empezó. Carreras por equipos atados los unos a los otros por las piernas, dejarse caer para ser cogido por un compañero y para acabar una yincana por equipos consistente en recuperar una bandera en el corazón del tupido bosque con el único equipamiento de una linterna, una brújula, un mapa y una cantimplora. El heterogéneo grupo se adentró en el bosque con la esperanza de acabar con la actividad lo antes posible y poder volver a sus casas a disfrutar del fin de semana cuando, de pronto, el sonido de la voz angustiosa y llorosa de una niño atrajo su atención

—El monstruo reptante se ha escapado y viene a por mí.

Tras mirarse preguntándose si aquello formaba parte de sus pruebas siguieron la voz, adentrándose cada vez más en el bosque, siguiendo aquella voz acuciante que los empujaba a tratar de ayudar a la pequeña en apuros aunque tuvieran que cruzar campo a través el bosque.

Empezaba a oscurecer y unos fríos zarcillos de niebla se cernían sobre ellos cuando el bosque se abrió dejando ver un claro. Su centro estaba ocupado por una casa, una casa donde se apreciaba el rastro de un incendio pasado pero que parecía lo suficientemente segura para pasar la noche.

Aquello era un absurdo y todo Dios lo sabía; pero nadie tenía las bolas (ni los ovarios) para decir que no a la directiva. Nadie, excepto yo, claro, ¿pero me habían escuchado? No, por supuesto. Y luego de tantas horas haciendo juegos ridículos para "fomentar el compañerismo", sólo había sacado una cosa en claro: a estos no los aguantaba otro día más. Para colmo, el grupito que me había tocado para la última parte no podía ser peor: el niño pijo de la empresa, el chico nuevo que apenas le estaban desapareciendo los granos, y... en fin.

Por suerte se me había encargado el mapa y la brújula, así que estaba segura que podría dar las instrucciones para llegar lo más pronto al punto de la bandera. Pero Alexander no estaba de acuerdo, claro. Cada cinco minutos mirando por encima de mi hombro para decirme que debíamos cruzar al otro lado. Estaba en proceso de explicarle lo idiota que era tomar el camino sugerido cuando escuchamos la voz de la niña. ¿Qué demonios hacía una niña en el bosque? ¿Era parte de la actividad? Llegamos todos a un acuerdo, por primera vez en lo que llevábamos de exploración, y seguimos la dirección de la voz hasta llegar a lo que parecía una vieja cabaña. Aunque había oscurecido bastante hasta entonces.

-¿Por qué a nadie se le ocurrió que quizás sería buena idea llevar un walkie-talkie con cada grupo?- Reclamé con enfado. O éramos los primeros en llegar a la cabaña, o simplemente nos habíamos perdido. -¡Oye, niña! ¿Nos escuchas?- Llamé en dirección a la cabaña, a ver si por fin terminábamos con esta parte de la actividad y podíamos volver a casa. Qué pérdida de sábado...

Andrew caminaba cabecibajo y en silencio. Sabia que no era la mejor de las ideas seguir internándose en el bosque. Pero era peor idea aun dirigirse al guaperas de la sonrisa profident o la acabada de turno.

Suspiro.

Tras esto se detuvo un momento, saco su mapa de la mochila y encendio la linterna. Con la ayuda de la brújula marco su posición actual en el mapa con "x" y apretó el paso para volver a alcanzar a "Ken" y "Barbie".

Esto no podía ser parte del juego, estaba claro. Nadie recurriría a algo tan macabro y de mal gusto, pero claro, para que iba a malgastar saliva si estaba claro que en el mejor de los casos le ignorarian, y en el peor de ellos se reirian de él.

- Chicos... creo que...

En ese momento Joanne alzo al voz, para variar imponiéndose sobre su tenue hilo de voz que tan solo se distinguía de un leve susurro en la intención con la que se pronunciaba.

- ... que seria buena idea volver a informar...

Termino mentalmente dubitativo mientras veía que se acercaban mas aun a la cabaña.

El becario miro atras por unos segundos. Luego a su equipo y la cabaña. Volvió a mirar hacia atras y agito la cabeza en una negación silenciosa mientras se recolocaba la mochila y alcanzaba a la pareja.

- Esto va a acabar muy mal...

Por ultimo saco la cámara y tomo una foto en la que se podia ver claramente a la izquierda a sus dos compañeros de espaldas, y al fondo mas o menos centrada la andrajosa cabaña a la que habian decidido dirigirse. El fogonazo del flash ilumino el claro como un rayo por unos segundos...

- No querias fotos... pues toma fotos...

-¿Nos habíamos perdido? por supuesto que no, esto era parte del juego, una parte macabra y que deberán de explicarme la utilidad de perseguir la voz de una niña en pleno bosque. Pero que pienso cumplir como con el resto de tonterías de este largo fin de semana. -Eso es lo que pensaba Alexander al llegar en frente de la cabaña, apagando súbitamente el cigarro en la suela de su zapato y arrojando la colilla no muy lejos del distraído becario.

Sus compañeros no es que fueran su mejor opción, pero cuando tu eres el mejor ninguno lo es, aunque siendo ellos era fácil para él ponerse a la cabeza y dar las ordenes pertinentes para que nadie acabara perdido irremediablemente, imaginarse simplemente el volver sin algún compañero, por incompetente que este fuera, solo seria un problema para él. Por lo que ayudarles no solo era beneficioso para ellos, también para aquel joven con grandes expectativas, por eso no dudaba en corregir la dirección a una mujer, que prefería la compañía de gatos a hacer su trabajo, o en ayudar al despistado novato con la tarea mas simple del mundo; sacar el lado bueno de su perfil. Por eso mismo cuando Joanne alzo la voz, Alexander, Alex para los amigos, dio un paso por delante de ella encendiendo su linterna.

-Vamos Joanne, esta claro que si hemos llegado hasta aquí, hay que entrar. Seguramente la niña o lo que sea estará dentro esperándonos impaciente por aplaudir un trabajo bien hecho. Anímate, esto al menos es mas divertido que las ultimas tres horas. -Mintió descaradamente, pero su rostro tenia una marcada sonrisa.

-Seguirme y pisar donde yo lo haga, puede que la linterna no alumbre todo lo necesario y no queremos sustos tontos ¿Verdad?. -Comento dándoles la espalda, antes de ser el primero en dar un paso en aquella destartalada casa.

Ninguno de los tres quería estar allí y sin embargo, allí estaban. Ya fuera por conseguir un mejor puesto o por no perder lo que se tenía, Alex, Joanne y Andrew habían tenido que agruparse para cumplir el último desafío del día y su camino los había llevado ante una antigua construcción de dos plantas, construida en madera y piedra. Los signos de un incendio ocurrido años ha le daban un aspecto tenebroso, como si se tratara de un ente desmembrado, con jirones de estructura a punto de desaparecer. Para terminar de completar el cuadro, en las lindes del claro comenzaban a formarse pequeñas volutas de niebla que reptaban hacia la cabaña, como atraídas por un imán sobrenatural.

Andrew bajó la cámara y barrió con la vista el lugar. Por el rabillo del ojo creyó captar una pequeña silueta en una de las ventanas de la planta superior, pero al mirar hacia allí no había nada. Sugestión, pensó mientras seguía sintiendo que todo aquello era una mala idea.

Pero al desviar la vista, nuevamente lo captó. Era la silueta de una niña[1], que asomaba por el marco interior de aquella ventana. Volvió a mirar y nada. ¿Acaso lo estaba imaginando? Probó por tercera vez y sí. Si no miraba directamente, en el límite de su visión aparecía la niña, pero al volver los ojos y mirar de frente, la figura desaparecía, como si nunca hubiera estado allí.

-... -el "no entren" murió en su boca antes de salir. Alexander había entrado a la cabaña y Joanne lo seguía de cerca, disputándose el liderazgo del grupo como lo habían estado haciendo toda la tarde. Resignado, los siguió.[2]

Tal como se veía desde afuera, el lugar estaba en ruinas. Un pequeño vestíbulo destrozado, con tan solo una silla volcada en un rincón, recibía a los visitantes. El polvo y restos de hojas secas decoraban el lugar, no así restos o deshechos de animales. Curiosamente, no se veían rastros de fauna ni allí ni en la habitación que conectaba con éste, un salón grande que debía haber oficiado de comedor en sus buenas épocas. Aún quedaban restos de algunos muebles que se habían quemado parcialmente, vajilla oxidada, el marco de un cuadro que posiblemente había contenido el retrato de la familia dueña de la vivienda, colocado sobre un hogar que no había sido usado en mucho tiempo. En el suelo, una raída alfombra, también chamuscada, y en el fondo, hacia la derecha, escaleras que llevaban a la planta superior. La falta de huellas en el lugar daban a entender que hacía mucho tiempo que nadie pasaba por allí.

¡Ja! ¿Divertido? Alexander definitivamente vivía en su propio mundo si creía que esto era divertido. Lo seguí, no porque él dijera que lo hiciera, sino porque ya quería que esto terminara. Sentí el flash a mi espalda y me giré a mirar a Andrew con un gesto de fastidio. ¿No se le había acabado el rollo de la cámara ya? Resoplé y me adentré con el par al interior de la cabaña.

Ver dentro de la cabaña me hizo preguntarme como demonios era que podía mantenerse en pie. El daño del incendio era evidente por todas partes, y el aspecto de no haber sido usado en años no dejaba dudas: yo tenía razón. -Uy si, seguro que la niña nos iba a esperar dentro y aplaudirnos, ¿no?- Solté con sorna. -Esto es una pocilga, dudo que nadie haya estado en este sitio recientemente.- Hice una mueca, mientras paseaba mi linterna por la habitación. -Yo digo que mejor nos damos la vuelta y tratamos de volver al punto de partida, antes que se haga más de noche.- Propuse.

Andrew hizo enfoco a la cabaña, la ventana en cuestion, con la cámara una última vez, y aparto la vista de la misma hasta el punto en que que iba a desaparecer de su campovde visión y en cuanto le pareció ver la silueta de la chica disparo una ultima vez.

El flash ilumino de nuevo el claro.

El becario se percato de que si no apretaba el paso se quedaría solo, y eso era mucho peor que enfrentarse a una alucinación. Recogió todo y apretó el paso hasta llegar al umbral de la cabaña, sin dejar de mirar a todos lados en su carrera.

Cuando llego al dintel de aquella construcción que había sido pasto de las llamas vete tu a saber cuando, recobro el aliento a tiempo de escuchar la conversación de "Barbie" y "Ken". Momentos despues cuando intercambiaban opiniones y Andrew reunió el valor suficiente intervino en un hilo de voz casi inaudible al volumen de un susurro.

- Haber alguien, lo hay... Joanne... en la segunda planta para mas exactitud...

El becario se recompuso la camisa y la mochila sin para de mirar enrededor con algo de temor innato. Obviamente el hecho de que todo ese montón de madera quemada que se mantenía en pie milagrosamente, no irradiaba demasiada seguridad por no decir ninguna, mientras su voz ganaba ligeramente seguridad según hablaba, hasta alcanzar un volumen normal.

- ... pero no puedo estar mas deacuerdo en lo de salir de aquí cuanto antes a pedir ayuda... No somos ni bomberos ni policías... la guardia forestal hará mejor el trabajo...

Algo le hizo callarse en seco. Pudo haber sido la niebla acuciante que envolvia el claro por segundos, o tal vez otra aparición fruto del cansancio o su imaginación... pero lo que le verdad le dio pánico era tener la atencion de ellos dos y como le miraban...

Lo primero que hizo Alex al pisar aquella casa que parecía quejarse de tener nuevos inquilinos con cada paso dado sobre el suelo, fue la falta de huellas en el mismo. -Vaya si que se lo han currado, ¿Habrán usado una escoba o echan mas polvo para no dejar huellas? -Se preguntaba aquel talentoso hombre que aun se maldecía por tener la mala suerte de tocarle como compañeros a un par de cobardes.

-Era un decir. -Contestó sin volverse para ver la cara de aquella mujer, molesta por el simple hecho de respirar cerca de ella. -Es evidente que esto no iba a ser tan fácil como entrar en una casa abandonada. Hay que buscarla, superar los obstáculos que nos pongan por el camino y demostrar que podemos trabajar en equipo, es obvio. -Hablaba observando el salón, sin duda estaban usando una casa que había sido realmente abandonada o aquellos organizadores eran unos concienzudos de la ostia.

Y cuando Alexander pensaba que al menos uno de esos dos vagos estaba a su favor al mencionar el segundo piso, su cobardía se hizo patente. -No pienso perder una estúpida prueba de valor por este dúo sin agallas. -Parecía decidido a convencerlos y para ello uso la propia luz de la linterna iluminando sus caras.

-A ver, compañeros. -Le costo decir esa palabra en tono neutral. -Os recuerdo que esto a sido idea de los tres, el venir aquí siguiendo el grito de una niña y encontrar estas viejas ruinas, acaso creéis que es casualidad. Ademas que coño. Perdón. Ademas de que se ha dejado ver y fotografiar por ti, Andrew. -Le alumbro la cara. -Crees que si no fuera algo que debemos hacer ¿Siquiera la hubieras visto? Tenemos la suerte de ser el primer grupo en llegar, aprovechemos la ventaja y ganemos esto para irnos cuanto antes al campamento. -Concluyo volviendo a darles la espalda y alumbrar de nuevo el suelo. -Decías que estaba en el piso de arriba ¿No? Voy primero, seguirme o quedaros aquí. Pero recordar que esto es un ejercicio de grupo y que los fantasmas no existen.

Esperando que lo siguieran sin perder mas tiempo, se puso en marcha hacia las escaleras que daban al piso superior siendo el haz de luz de su linterna quien marcara el paso por cada escalón.

Alex sabía que era el mejor y se lo iba a demostrar a aquellos pusilánimes. A pesar de que la escalera parecía a punto de derrumbarse, subió los escalones de dos en dos y alcanzó la planta alta en unos instantes.

La estancia que lo recibió se encontraba totalmente en ruinas, claramente afectada por el incendio que había atacado a la cabaña. Una porción significativa de techo se había perdido y el lucero del atardecer brillaba por sobre la cabeza del eficiente empleado. Si quería estar de regreso para la cena, debería apresurarse.

Presto a conseguir alguna pista, se arremangó la camisa y empezó a revolver entre escombros, pedazos de madera que parecían ser parte de una cama, restos de prendas quemadas, polvo. Polvo y más polvo. Estaba por rendirse, cuando en una rendija, entre el zócalo y una tabla del piso, encontró una antigua llave de metal.[1]

Sin prestar atención a lo que su compañero hacía en el piso superior, Joanne y Andrew recorrían el comedor mirando sin ver, con desgano en un caso, con temor en el otro. Pensando que aquello era una pérdida de tiempo, la Simmons dijo "yo me voy" y encaró hacia la salida. Antes de que pudiera alcanzarla, la puerta de la estancia se cerró y un destello de una figura como de niño, que solo ella pudo ver[2], pasó como un borrón por una de las ventanas que daban al frente.

Vaya idiotez. Bastante me iba a reír cuando el chico "boy scout" se rompiera una pierna por estar subiendo unas escaleras tétricas en una casa en ruinas. Para colmo el niño de la cámara había tenido que decir que había visto a alguien arriba, alentando la ridícula idea de que este sitio era parte de la prueba. -¿Y para qué le sigues la corriente, eh?- Le solté a Andrew, mientras abría mi petaca y tomaba un trago rápido. Había tratado de no abusar de mi ración de alcohol en lo que llevábamos de día, pero ya comenzaba a darme igual. Al menos el novato tenía algo de sensatez en no ponerse a subir los escalones también, que si las escaleras resistían el peso de uno no estaba tan segura que resistiera el peso de dos, por muy canijo que fuera.

-Mira, no se tú, pero yo me piro. Ya me da igual si la empresa se va a la mierda o no, no voy a quedarme un minuto más aquí.- Le dije con firmeza a Andrew, dirigiéndome hacia la puerta. Pero antes que llegara a ella la vi cerrarse, y por un instante me pareció ver una figura infantil en la ventana. Me quedé paralizada un momento.

-Me cago en todo.- Solté, con un gruñido de frustración, mientras corría a intentar abrir la puerta. -¿¿Quién demonios trae un mocoso al bosque?? ¡Nos ha encerrado el muy hijoputa!- Reclamé, agarrando la manilla de la puerta para intentar forzarla.

Nada mas poner el pie en el primer escalón y escuchar el grito de agonía de la madera podrida, Alexander decidió darse prisa en subir, si por el camino se derrumbara la escalera seria mas fácil bajar de allí de un salto si fuera necesario. Las tres horas diario de running mas las flexiones serian su seguro para poder hacer algo así, sin tener miedo en romperse algún hueso por una mala caída.

-Bueno al menos aquí hay mas luz. -Comento mirando el cielo despejado de color naranja. -Madera... ropa... polvo... mas madera... trozos de papel quemado... escombro... Y ni rastro de la niña. Vale, parece que te la han colado Alex aquí no parece haber nada... Como baje con las ma... ¿Espera y esto? -Ciertamente aquel joven tenia la suerte de su lado y podría restregársela en la cara de sus compañeros cuando volviera con el pequeño premio de metal.

Con la llave en la mano derecha y la izquierda ocupada por la linterna, ahora apagada, se acerco a las escaleras para hablar con sus compañeros sobre aquel hallazgo, tal vez ellos hubieran encontrado la caja o la puerta que abriera aquella llave pero lo que obtuvo fue algo mucho mejor, el grito de asombro de aquella cínica mujer.

-¡Jeh! Parece que ya no es solo Andrew quien a visto a ese niño. Aquí arriba hay un agujero en el techo, apuesto a que bajo por aquí y nos cerro la puerta. -Algo un tanto inverosimilitud pero que tenia sentido o al menos así lo quería creer él. -No os preocupéis he encontrado una llave. -Hablo con superioridad, un don que difícilmente se puede ocultar. -Si no abre la entrada seguro que abrirá otra puerta para seguir con esto.

Antes de volver a bajar, busco por el piso de arriba una vez mas para ver si se había dejado alguna cerradura sin probar y bajo al poco después, con cuidado de no tropezar o meter la pierna en algún agujero que tuviera hambre de incauto, para empezar a hacer lo mismo en el piso de abajo.

-¿Donde esta Andrew? -Veía a Joanne en la entrada intentando con desesperación abrir la puerta, pero no se percato en la poca presencia que suponía aquel becario.

Para el becario todo paso a camara lenta. El que "Ken" subiera lo que quedaba en milagroso equilibrio las escaleras como quien camina por la calle cantando en un musical...

- (...Todos los tontos tienen suerte...)

Fue en lo que su mente se regodeo durante unos instantes, disfrutando cada segundo hasta que sonó la estridente voz de "Barbie", odiosa como un despertador en lunes por la mañana... Negó con la cabeza y se dirigio raudo hacia la puerta mientras se excusaba.

- ... No le sigo la corriente. He visto una niña... o al menos eso creo... Si que vi algo... pero no estoy seguro de q...

En ese momento la puerta se cierra de golpe y veo como Joanne intenta forcejear con la puerta. En ese preciso instante Andrew comienza a barrer con su mirada toda la planta baja de la destartalada cabaña en busca de algo con lo que golpear las ventanas. Que la puerta estuviera atrancada era lógico debido a como afecta el calor o la humedad a la madera... pero los cristales de las ventanas aguantarian muchísimo menos. En ese momento es cuando "Barbie" recurrió a la petaca...

- (... además de enfadada, alcoholica...)

Pensó mientras se llevaba una mano a la cara y negaba para si en un acto reflejo de impotencia...

- Genial... estoy aquí Ken... digo Alexander... La puerta se ha cerrado... nos vendria bien algo de fuerza...

Dijo enfocando su voz al piso superior mientras continuaba buscando algo util con lo que crear una salida...

Al cerrarse la puerta, una sensación de agobio y encierro se derramó sobre la habitación. El aire parecía espeso y ni Joanne ni Andrew pudieron ignorar la sensación de que algo les oprimía el pecho. Eso sólo logró enojar más a Joanne, que como una posesa comenzó a tironear de la puerta para intentar abrirla mientras el becario exploraba la habitación en busca de algún elemento contundente que le permitiera romper una ventana.

Alexander permanecía ajeno a lo que ocurría en la planta baja. Con un estado de ánimo jovial porque las cosas le estaban saliendo bien, probó la llave en dos puertas semi-derruidas que encontró, un escritorio que aún conservaba un cajón y un pequeño alhajero de metal barato, sin éxito en ninguno de los casos. Evidentemente, aquella llave pertenecía a otra cerradura. [1]

Feliz por su hallazgo, regresó a la planta baja y se encontró con Andrew revolviendo en el hogar. Allí dentro, el muchacho encontró un atizador muy oxidado pero que tal vez podía servirle para abrirse paso por la ventana. [2]

Joanne seguía aporreando la puerta, furiosa, porque, estaba segura de que alguien la sostenía desde fuera, impidiéndole abrir.

El trepador se vio en su salsa. Seguramente la llave que traía solucionaría el problema y volvería a demostrar que era el más capaz de la empresa. Se acercó a la Simmons, un tanto socarronamente dispuesto a correrla para actuar, cuando la presión que retenía la puerta se aflojó y la mujer se vio impulsada hacia atrás por su propio esfuerzo.[3] En ese preciso instante, la silla que habían visto volcada en el recibidor, salió disparada hacia ellos.

Andrew aun esta asimilando lo que había pasado. La sensación que le oprimía el pecho se iba desvaneciendo, pero estaba claro que no era una alucinacion se sorprendió al ver abrirse la puerta de nuevo y mas aun cuando vío a la silla salir volando hacia sus dos compañeros.

Parpadeo. Miro hacia el atizador. Y se lanzo corriendo hacia ellos en un intento a la desesperada de interponerse y golpear a la silla con el mismo hierro oxidado de sus manos, para al menos desviarla de su rumbo actual, y proteger a la Borracha y el Boy-Scout. Cuando hubo recuperado el aliento se giro hacia ellos.

- ¿Estáis bien? ¿Algún herido?

Dijo Andrew casi en un susurro.
Se sentía orgulloso, resollando y sonriente se mantuvo junto a ellos preparado para lo peor mientras observaba la puerta abierta y fijaba su atencion mas alla del umbral.

- A lo mejor Joanne tiene razón y deberiamos largarnos de aquí, Alex... Esto parece mas de peli de terror de serie B que una Gymkana de empresa...

El becario empezaba a plantearse la posibilidad de la existencia de algo espiritual tras todo esto... algo real. Pero decir en alto le haría perder toda credibilidad... la poca que tenia.

Sin éxito en el piso de arriba, pero relajado y convencido de que rebajaría la tensión en el piso de abajo, al usar la llave para abrir la infranqueable puerta, en la que Joanne desesperada e inútilmente intentaba abrir, demostrando así que era el líder perfecto para aquella pandilla desestructurada. Por desgracia para su ego no tuvo tiempo para llegar a la propia puerta, cuando la bruta de su "compañera" consiguió abrirla a la fuerza. -Eso no era necesario... -Comento como un padre regañara a su hija por no hacer las cosas como se deben.

Pero no pudo terminar la frase antes de que una silla volaba hasta su espalda impactando instantes antes de que el propio becario viniera a socorrerles con un atizador en la mano.

Alexander rodó por le suelo hasta casi salir de la propia casa, por culpa de aquel golpe recibido, hasta que pudo pararse con las manos, astillándose las palmas y girándose con el rostro torcido por el dolor. -¿¡BIEN!?-Grito ante la pregunta de Andrew obviando el resto. -De que coño hablas payaso. -Hablaba al becario que tenia el atizador en alto y no veía ni rastro de la silla.

-¿Pero tu estas chalado? ¿Quieres que te parta la cara no es eso? -Se levanto con la mano en la espalda, mordiéndose el labio inferior para no mostrar mas debilidad de la necesaria. -Pues ven aquí, venga. Sabia que me teníais envidia, pero esto es caer bajo hasta para ti, puto becario de mierda, ¿Como va vuestro plan? ¿Me dais una paliza y luego alegáis que me caí por un barranco o algo parecido? -Paso ambas manos adelante para ponerse en guardia, esto no pensaba dejarlo pasar. Una cosa era cambiarle el nombre para intentar mofarse de él y aparentar una superioridad que el chico de los cafés nunca tendría, otra muy distinta era partirle el espinazo y salirse de rositas.

Casi ni escuché lo que decía el mamón de Alexander, algo sobre una llave. Me provocaba gritarle que si estaba cerrada no era por que estuviera trancada la cerradura, sino porque definitivamente había alguien al otro lado sosteniendo la puerta. Imposible que fuera al niño, posiblemente su cómplice era quien estaba al otro lado. ¿Cuantos de los empleados que habían venido al evento tenían hijos? Comenzaba a sospechar que alguien que tenía algo en contra del niño pijo había decidido gastarle una broma, y nosotros por estar en su equipo estábamos metidos en el pozo también.

Fue entonces cuando quien estuviera al otro lado decidió soltar, y me fui de culo al suelo. -Joder...- Gemí desde el suelo, pero mientras intentaba incorporarme un objeto de la habitación salió en nuestra dirección. Me quedé paralizada en el lugar, viendo como la silla vieja iba en mi dirección, cuando el novato se puso en medio del camino, golpeando la silla como si sacara un "Homerun". Aún así me cayó un pedazo de la silla por la cabeza, pero era nada comparado con el golpe de una silla entera.

-S-s-si... Gracias Andrew...- Dije, un poco sorprendida de la rápida reacción del muchacho. Sin embargo me negué a la idea de que algo tenebroso estaba pasando. Tenía que ser todo parte de la broma. -Seguro se ha tratado de algún tipo de trampa. Algún hilo unido a la puerta, que cuando se ha abierto ha hecho que saliera volando en nuestra dirección. Sí, tiene que ser eso...-

Mientras me incorporaba, sin embargo, veía como el Boy Scout la agarraba de pronto contra el becario. -¡¿Qué carajos te pasa a ti, Alexander?! ¿El chico acaba de hacer escudo humano y tú le intentas reventar la cabeza?- Resoplé. -Salgamos de aquí, por favor. Alguien te tiene manía, Alexander, y nos está gastando una broma de mierda. Y no quiero que a Andrew y a mi nos hagan daño por eso.- Dije, mirando hacia el hombre.

Todo sucedió en un segundo o dos. Andrew reaccionó casi instintivamente al ver volar la silla hacia sus compañeros, que se encontraban en medio de la trayectoria del extravagante proyectil. Joanne, sentada en el piso por la caída, la vio venir. No así Alexander, que se encontraba de espaldas, reprendiendo a su compañera por su falta de estilo para resolver las pruebas que la organización les estaba planteando.

La agilidad del becario fue suficiente para interceptar el objeto volador [1] pero no logró evitar que golpeara a Simmons y a Dupont [2]. La silla era antigua y al recibir el golpe del muchacho, se partó en varios pedazos que terminaron impactando contra sus objetivos.

Cuando Alex logró reponerse y volver a estar en pie, comenzó a increpar a Andy, creyendo que éste lo había atacado por la espalda. Viendo como le gritaba al chico, que sólo había querido ayudarlos, Joanne se sumó a la discusión para defenderlo. Ambos oficinistas comenzaron a levantar la voz y a pelearse por quién tenía la razón, cuando el sonido de una voz infantil llamó la atención de los tres y los hizo callar.

-... peleando no podrán salvarme -la discusión había originado que se perdieran las primeras palabras. Las penumbras daban paso a la oscuridad, las linternas alumbraban algunos pedazos de la habitación dejando el resto totalmente a oscuras. La niña continuó con su lamento.

-Si no encuentran la trampilla, el monstruo se comerá sus corazones y después el mío -un pequeño llanto y la habitación se sumió en un pesado silencio.

A saber hasta que punto hubiéramos llevado esa discusión si no hubiera sonado la voz de la niña en ese momento. Estábamos cansados, irritables, y por mi parte también hambrienta, y la situación no estaba ayudando para nada. No me gustaba para nada lo que le decía la voz, aunque intentaba averiguar donde se encontraban escondidos los parlantes, pues había sonado como si estuviera a nuestro alrededor. Cerré los ojos un momento, me llevé las manos al puente de la nariz y presioné un minuto.

-Bien. Está bien, vamos a hacerlo a tu manera.- Miré a Alexander con ojos entrecerrados. -Vamos a terminar con esta estupidez, "rescatemos a la niña"...- Hice énfasis con unas comillas en el aire. -... y nos largamos de aquí. Con algo de suerte ya no tendremos que juntarnos ni vernos las caras desde mañana.- Volví a dar otro trago de mi petaca, pero esta vez se la ofrecí al chico. -¿Ya tienes edad para beber, no?- Le pregunté.

Y, sin importarme ya si Alexander pretendía seguir peleando con el chico, comencé a moverme por la sala con mucho cuidado de donde pisaba; las trampillas usualmente estaban cerca de la escalera, pero estaría atenta de ver cualquier cosa fuera de lugar, y si nada veía allí seguiría hacia la otra habitación.