1 Jhanuar de año 50 computo de Iferia

Hoy es la fiesta mas importante de toda Sheiffar, ya que celebra cuando se terminó la construcción de la ciudad, y se firmó el gran pacto. El pacto fue un acuerdo para convivir varias culturas completamente contrarias entre sí. Ha pasado ya cincuenta años de ello, desde que los primeros colonos terminaran de poner la última piedra. Aunque la fiesta era más motivo religioso donde cada religión mostraba abiertamente sus creencias, ahora es una festividad donde hay de todo, desde tenderetes de comidas, hasta algún que otro mago del distrito de cristal mostrando trucos. Como los últimos años se ha montado una gran carrera de pruebas, montadas por los seis distritos, se ha ido uniendo grupos entre cinco a ocho personas de varias razas y procedencias. Al final se han reunido cuatro grupos, uno ellos el ganador del año pasado está compuesto por cinco personas, los demás son grupos algo más variopinto alguno de seis o siete, y luego está el vuestro que sois vosotros solos.

Sabéis que el ganador tiene el privilegio de poder unirse a las legiones o cualquier gremio para trabajar con él, normalmente se concede una patente de corso para poder trabajar de aventurero en misiones de los gremios.

Hertsen estaba muy emocionado con respecto a la fiesta y a la competición, tenía la ilusión de poder ganar, ya que era su puerta para comenzar a trabajar en aventuras, como siempre había querido, y de poner a prueba su espada, aunque no lo demostraba en absoluto, o al menos eso intentaba, no era de las personas mas enfáticas por así decirlo, sino mas bien frío y poco demostrativo.

Desde sus imponentes 195 cm, observaba los equipos rivales y a su propio equipo, y se convencía cada vez mas de sus probabilidades de éxito. Llevaba puesta su muda de viajero, que consistía unas botas negras, unos calzones de lana, un cinturón recio, una chaqueta marrón, y un amplio manto con capucha, todo este ropaje se veía desgastado, como si fuera viejo, pero era la ropa que le gustaba usar.

Su pelo negro caía hasta los hombros desprolijamente, no parecía tener muchos reparos en su aspecto, ya que su barba también crecía negra y descuidada. Sus ojos eran negros y siempre atentos, y sus movimientos mas bien lentos, no parecía una persona muy enérgica, cualquiera que lo veía podía pensar que era cualquier cosa menos un guerrero, pero no habría que juzgarlo tan rápido...

A Utuk no le gustaban mucho ni las fiestas ni los lugares con mucha gente. Bastante rechazo tuvo de joven como para confiar ahora en desconocidos. No obstante nunca esta de más echar un vistazo de los puestos de los comerciantes, aunque de nuevo se fiaba de pocos de ellos.

La carrera era una oportunidad para encontrar algo de trabajo y ganar algo de dinero, pues andaba algo corto de monedas.

El semiorco ojeaba al resto de contendientes. Esperaba superarles en alguna prueba de fuerza, pues a través del chaleco se le notaban sus entrenados músculos. Sus tatuajes y cicatrices ojalá intimidasen igualmente a sus rivales, para superarles en la carrera.

Fijit observaba todo desde su pequeño mundo de noventa centímetros de altura. Sus ojos, grandes azules y vivos, parecían que se iban a salir de sus cuencas en cualquier momento. La gnoma, pasional y vividora, aventurera y ansiosa de emociones nuevas, disfrutaba como una enana de aquellos encuentros de multitudes que desembocarían en un sin fin de historias y anécdotas por contar.

Tenía el cabello corto, fino y liso, le llegaba por sus pequeños hombres. Sus ojos grandes, sus cejas muy discretas y rubias, lo que hacía que se perdiesen en su rostro fácilmente. Una nariz fina y respingona decoraba la parte baja y media de su rostro, dando paso un poco más a bajo a una boca de labios rosados que casi siempre esbozaba una sonrisa de diminutos y blancos dientes.

Vestía una camisa de algodón gris, y cubría esta con un chaleco negro parcheado. Cada parche era cosido a mano, y ocultaba en su interior una historia que la joven gnoma había vivido. Un pantalón de cuero remachado y unas sandalias finas de cinta verde cubrían la parte inferior de su cuerpo. Y cómo no, siempre le acompañaba su inseparable flauta de madera tallada a mano. Azul y algo vieja, pero aquel instrumento que creaba arte del viento seguía funcionando tan bien como el primer día.

Me gustaban la fiesta, era una buena manera de empezar a demostrar mi valía y ya de paso intentar ganar algo.

Con mi capa negra cubriendo mi físico para pasar así algo desapercibido, mientras mi capucha cubría mi melena negra bien cuidada. Llevaba unos pantalones de cuero oscuro preparados para estar a la intemperie, y una camisa oscura también en la cual se podía intuir mi musculatura. Tenía un cuerpo equilibrado, ni mi altura 1,85 ni mi peso 90 kg no denotaban exuberancia, pero sí se veía el fruto de años de entrenamiento y sacrificio con una definición casi perfecta de la musculatura. Y el no tener un volumen excesivo me permitía mantener una destreza más que considerable.

Me mantenía en la zona para los equipo expectante ante lo que pudiera pasar.

Estáis esperando en la zona donde se os ha indicado que fuerais para participar, siendo la plaza central que esta custodiada por los templos de Erastus, Thorathin, Sharangir, Astharas, Luchius y Thanathos. El templo de Erastus y Thanathos son los mas grandes ya que fueron los primero en empezarse a construir pero los últimos en terminarse, ambos en contraposición uno del otro. En medio de esa plaza hay un atril vació a los pocos momentos un joven alto de pelo castaño y ojos marrones, viste un camisote de mallas y poco mas, ya que es sabido que las armas no están bien vista portarlas en la zona de los templos, los únicos que tienen derecho a ello son la guardia de la ciudad, aun así incluso es raro verlos llevar armas letales.

Buenas mi nombre es Arkham, soy un joven que como ustedes en mi tiempo participe y gane tres veces consecutivas estos juegos, por ese honor me permitieron unirme al gremio de los guerreros. Quien sabe a lo mejor ustedes podéis ser los próximos. Bueno aquí van las reglas, son sencillas, la primera sois un grupo así que no hay problema si una prueba la quiere intentar cada uno de ustedes con que uno la supere es valido, la segunda prohibido lanzar conjuros, tanto ofensivos como defensivos a menos que esa sea la prueba, y tercera y ultima, el que ataque a cualquier otro grupo sera descalificado. ¿Alguna duda?

La prueba consiste en llegar a la meta que la marcara la ultima pista ademas de que deberán decir el código secreto que se dará entre las pistas. Bueno la primera pista es la siguiente: Entre el bien y el mal hay una fina sombra allí dormita el siguiente conocimiento.

No sabía que hacía aquí, a mi me dijeron que habría buena cerveza, pero la única cerveza que veo es la humana, en fin, ya le clavaré a mi compañero un hacha en la espalda más tarde.

Estaba a punto de irme cuando escuche eso de la gincana, y si hay una competición tenía que participar. La mayoría de cobardes estaban en grupo. Como si pudiesen hace algo.

La 1º prueba era bastante sencilla, la complete fácilmente, y esperé a que el resto de la gente la completase también.`Me fijaba sobre todo en los que iban en solitario, parecian también fuertes en su oficio.

¡Sí! No podía creerlo. Al fin tendría la oportunidad de comenzar a vivir aventuras, me encontraba tan emocionada que empecé a hacer rodar la flauta entre mis dedos a la par que escuchaba atenta a aquel apuesto hombre narrar su pasado e indicarnos unas simples instrucciones.

El primer paso parecía chupado, simplemente había que recordar una frase "Entre el bien y el mal hay una fina sombra allí dormita el siguiente conocimiento" ¡Nada difícil! Había memorizado melodías mil veces más complejas.

─¡Sí! ¡Vamos a ello! ─dije con voz alegre, mientras me disponía a ir a la siguiente pista con la frase-código en la mente─.

Me encontraba tan feliz que no pude evitar ir tocando unas finas, y en algunos puntos desafinadas, melodías con la flauta. Acompañe el camino con unos pequeños saltitos y giros en el aire. Cuándo quise darme cuenta ya había llegado y... ¡maldición! La flauta me había arrebatado la memoria.

─¡No recuerdo del todo la frase! ... "Por el bien y el mal hay una sombra delgada que duerme sin conocimiento" ... ¡No, no era así! ─pensé con frustración─.

Me había distraído tanto con mi instrumento musical que no podía recordar las palabras exactas de la frase. Así que... no tuve más remedio que permanecer en silencio.

El hombre se subió al atril en la plaza y explicó las reglas, que Hertsen eschuchó atentamente, bien, las reglas eran sencillas: no lanzar hechizos ni golpear a otros equipos. Ahora venía la parte difícil, la primera pista: 

"Entre el bien y el mal hay una fina sombra allí dormita el siguiente conocimiento." 

¿Que querría decir eso? tras meditarlo unos segundos, Hertsen logró dar con la respuesta -¡Lo tengo!- Le dijo a su equipo

El semiorco observaba con atención al hombre del atril y sus consejos, además de su advertencia de la eliminación en caso de golpear a un grupo contrario.

Lástima...

A Utuk tampoco se le daba especialmente bien los acertijos o lo relacionado con la inteligencia. Él sólo quería pensar si el tajo con su hacha iba a ser horizontal o vertical.

Aún así se esforzaba en utilizar la materia gris. "Entre el bien y el mal hay una fina sombra allí dormita el siguiente conocimiento."

Ummm....

Escuchaba atentamente las explicaciones que daban, mientras observaba los variopintos equipos que participaban en la yincana.

Seguía tratando de pasar lo más desapercibido que podía, como decía mi padre aparenta siempre menos de lo que eres, así te subestimaran tus rivales. Y ello hacia que me lo hubiera marcado como una ley de conducta en mi vida.

Intentaba descifrar la primera pista que nos habían dado pero me encontraba un poco obtuso, me había centrado demasiado en observar a los contrincantes y eso me había descentrado.

Satyros se había quedado algo empanado pensando en sus cosas. Se sentía raro sin sus ropas de ceremonia en aquel día, porque sus hermanos debían de llevarlas puestas. Al menos llevaba algo que le recordaba a la túnica: unos faldones de cuero cubriéndole las piernas, ajustados por un cinturón. Su torso lo cubría una camisa, que iba debajo de un chaleco. Al final de las mangas, sus manos quedaban cubiertas por unos guantes. De todas formas, un manto ocultaba gran parte de su estilizada figura, con sus 1.85 metros que chocaban con su peso bajo. La cabeza era lo único que quedaba al descubierto, con el pelo castaño y liso que caía por ambos lados hasta algo más allá de los hombros cubriendo sus orejas ligeramente puntiagudas. Lo único que cabía destacar de su cara eran los ojos verdes oscuro.

Para cuando pudo reaccionar, parecía que sus compañeros ya estaban en el ajo. Trató de no desanimarse y ponerse manos a la obra. "Entre el bien y el mal hay una fina sombra allí dormita el siguiente conocimiento... ¿Qué quiere decir eso?"

Satyros pensó unos segundos. Mi compañero ya parecía haberlo averiguado, y entonces me vino a la cabeza de golpe.

-Creo que yo también lo tengo.- dijo, esperando a comprobar cuál era la conclusión a la que habían llegado.

Los que se quiere referir es a la sombra que cae de la torre que habita en medio de la plaza, que hace de aguja de reloj de sol, asi que si es entre el bien o el mal tiene que ser el camino que hay en perpendicular de esos dos templos.

cuando os dais cuenta el grupo de los cinco*, empieza a caminar en direcion hacia donde pensais que puede estar la siguiente pista. Aunque veis que a los otros dos grupos no le habeis sacado mucha ventaja.