Partida Rol por web

Al alba, como habían acordado, Viggo fue a por ellos a la posada donde habían quedado. Parecía bien equipado y acostumbrado al frío. Llevaba una buena mochilla a la espalda de donde colgaba un saco de dormir bien recogido y algunos utensilios de cocina. Al cinto llevaba un hacha a la diestra y una espada ancha a la otra, ambas armas con adornos y hechura característicos de la artesanía nórdica. No llevaba mucho abrigo por el momento, la primavera había permitido que el día de hoy el sol se levantase sobre las nubes y las montañas haciendo el viaje más ameno.

Llevo al grupo hasta la salida Oeste de la ciudad y comenzaron la marcha rumbo a los Picos del Mundo. A ambos lados del camino podían observarse parches de nieve aquí y allá, pero la mayor parte del camino y de los campos estaban libres de nieve. Esto no continuaría así hasta las montañas, como comento Viggo en varias ocasiones, pero de momento se podría disfrutar de caminos fáciles y un día apacible.

Ino, con una armadura que parecía demasiado pobre, en comparación con la espadota que portaba, andaba un tanto ligera, pero era extraño que semejante espada fuera acompañada por un escudo. Un armatoste que se tendría que usar a dos manos, ella, parecía querer combinarla con un muro portátil. Risueña, y con ganas de salir de la población, estaba lista desde hacía bastante. hacía mucho que no estaba en una peregrinación, pero, lo primero fue apagar su curiosidad: - ¿Cuánto tardaremos en llegar?

- A Annar dozs zsemanas zsi tiempo bueno, si tormenta nieve... nadie zsabe -dijo Viggo entusiasmado también por comenzar una nueva aventura. Como bien sabía el guía, los caminos de Goldar podías ser siempre una empresa dificultosa por si mismos, sin cotar la cantidad de bestias y norteños sin clan que quisieran hacerles pasar un mal rato a los viajeros.

Cuando el grupo se reunió por la mañana, Calista ya estaba esperándoles. Estaba metida en su papel de mercenaria profesional y no pudo evitar desvelarse a la primera luz del día.

Saludó a sus compañeros con aparente afabilidad pero con una mirada fría, y tras estar listos comenzaron su viaje.

Calista marchaba junto a Karsein casi al trote para mantener el paso de éste, pues por cada zancada que daba él, ella debía dar tres o cuatro pasos. No obstante, se negaba a usar uno de aquellos animales para facilitarle el camino, tozuda al respecto.

Cuando Viggo respondió que tardarían unas dos semanas, Calista lanzó otra pregunta.

-¿Existe la posibilidad de acercarse en barco hasta la zona?

- No puerto, Annar en montañazs -señalando con un dedo las cumbres heladas que se veían a lo lejos.

Tras una buena noche de descanso antes de partir, ahora habíamos empezado a caminar en dirección a nuestro destino original, que era el hacer el trabajo en cuestión. El guía decía algo de que tardaríamos dos semanas... ¿Tendríamos suficiente comida para todos? Si no, habría que buscar algo de caza o cosas así, o quizás la chica pudiera hacer algo con sus artes... Igualmente, estaba contento de tener compañía y que no tuviera que tratar de dormir sin pegar ojo por temor a que apareciera algo si me despistaba. 

Estiré mis músculos, notando la armadura que había adquirido en mi cuerpo. No estaba acostumbrado a llevarla, mis "dueños" siempre habían preferido que no usara la armadura por distintos motivos, pero al menos ahora no dependía directamente de mi regeneración para aguantar los peligros. Igualmente, tocaba ahora simplemente continuar, esperando que no tuviera que desenfundar mi espadón contra cualquier enemigo... Prefería evitar la pelea si podía, pero nada como una buena batalla para terminar de retirar el óxido de la espada.

    ¡¡S-siento el retraso!! - me disculpaba ante el grupo al ver que era casi uno de los últimos en unirme debido al haberme quedado dormido mas de lo que esperaba. revisando que estaba llevando todo lo que había comprado y usando desde ya una parte de las prendas adquiridas en el día anterior, comienzo la aventura junto a mi grupo y al guía.

   El comentario de que serian mínimo las dos semanas y el que no se podía acercar por barco me preocupaba un poco, pues comenzaba a notar desde ya, que podría ser que mi mochila no estuviera tan cargada como esperaba para tal viaje ... igual debí echar unas raciones mas o comprar algo para poder cazar... pero viendo que igual tendríamos unas cuantas paradas antes de llegar a nuestro destino, prosigo el camino junto al grupo sin darle mas vueltas al asunto.

  No te preocupes Fo Gao, la marcha apenas comienza.  Dos semanas se nos pasarán rápido a lomo de mula y borrico.  Por otro lado, seguro que habrá villas intermedias para repletar las alforjas de comida.  En la última, hasta venderlas o darlas en pensión aparcera nos convendría.

Viggo, ¿cual será la última villa antes de llegar a la zona?  ¿O es Annar también el nombre del último poblado con mercado?

- Camino norte no aldeazs, mucha nieve poco campo ¡Ha ha ha! -dice riendo sonoramente por su enorme inventiva en un lenguaje que le es ajeno- si poca comida poder cazar. Annar pequeño, pero buen comerszio. -dice refiriéndose a la idea del mercado de Tolomeo- Comerszio de Hilderstheinn hacia Falanda y centro Goldar pasa en Annar. Comerszio listo sabe vender y comprar ¡he he he!

Poco a poco, Falanda fué quedando atrás en el camino. En cuanto se alejaron de la costa y del abrigo de las casas de la ciudad el frío de los Yermos Gélidos les era cada vez más patente. Vientos que se metían hasta los huesos, parches de nieve aquí y allá en los campos semi-helados... y eso que el verano se estaba acercando. El invierno tan al norte estaba claro de que debía ser muy duro.

El grupo se pasó buena parte del día viajando, parando casi exclusivamente a almorzar y a comer. Cuando empezó a caer la noche llegó el momento de montar campamento. Viggo había apresurado al grupo un poco la última hora ya que conocía un pequeño hueco bajo una roca donde podría abrigarse del peor frío de la noche. Preparó un pequeño fuego con mucha habilidad para que el humo no se acumulase bajo la roca o molestase a los sentados a su alrededor.

Tolomeo Tolomei, como buen astrónomo pedía la guardia en que mejor se podían ver las estrellas, que era casi siempre la mitad, o cuando la luna ya no se veía sobre el horizonte.  

Salía de su saco de dormir cuando lo levantaban, de buen ánimo, pues la mejor parte de la noche apenas comenzaba.   En ese momento, daba las buenas noches a quien él sustituía, se subía al mejor lado de la roca, bien abrigado, y ahí sacaba su equipo y se ponía a hacer mediciones, dibujando, anotando, usando catalejo, sextante y septante.    Claro, no era un guardia irresponsable.  Por más que estuviera enfrascado en sus notas, las que hacía cerca de la iluminación de la fogata o de su candil cubierto para no llamar la atención, siempre tenía las orejas bien levantadas al más mínimo crujido de ramas.   Y como buen conocedor de sus animales, ponía atención también a las orejas del borrico y las mulas.  Esos animales tienen oído y olfato mejor que uno, y una intuición contra depredadores que pocos humanos podían imitar. 

Así pues, con un preparado té en la enguantada mano, Tolomeo ponía atención a lo lejano y lo cercano.  Sesudo, sólo daba ocasión al corazón de divagar de vez en cuando, cuando veía una estrella nueva para él.

Calista estaba agotada. Por sus cortas piernas, prácticamente había tenido que avanzar al trote durante todo el día. Pero su orgullo le impedía quejarse.

En cuanto el grupo se detuvo, ella limitó a derrumbarse en el suelo con expresión agotada.

Viggo comenzó a preparar la leña y Calista se arrastró hasta colocarse tras él, observándole.

Permaneció un paso atrás de Viggo mientras éste encendía el fuego. Esperó, con una sonrisa, hasta que el hombre consiguió la primera llama y se agachó para avivarla soplando suavemente.

En aquel momento, la diminuta llama se convirtió repentinamente en toda una hoguera crepitante a escasos centímetros de la cara de Viggo.

La joven se tapó la boca para ocultar su risa, y pronto recuperó su semblante serio.

-Tienes buenos pulmones. -le dijo en arkés, intentando simular un tono de sorpresa. Valía la pena renegar de su mérito en aquello por ver la expresión sorprendida del hombre.

Tras ello, hizo de tripas corazón y se acercó a Karsein. Se sentó frente a él, mirándole muy seria.

-Veo que no eres muy hablador... ¿Cuál es tu nombre? Y... ¿Qué eres? Humano no, eso seguro. -preguntó directamente con curiosidad.

Parca en palabras y gestos le contesta: - Se llama Karsein y no habla mucho.

Calista le dirigió una dura mirada Inomagata.

-Estoy hablando con él, no contigo. -miró de nuevo al hombre- Encantada Karsein. -saludó, y se le quedó mirando a la espera de que éste respondiese.

Pequeña Calista, dijo, bostezando, el monje Tolomeo.  Para que no estes agotada mañana, ¿quieres compartir el borrico conmigo?  Es un buen muchacho este Aquimichú.  A mi no me importaría caminar a tramos, la verdad.

Compartió comida, comentó cosas del clima, y en general de lo que sabía de las montañas.  Esperó a que el guía se durmiera y ya frente a Karsein y quien de los aventureros estuviera despierto le preguntó lo que había querido saber de hace rato. 

Lo que hiciste con el fuego, Calista, ¿de dónde viene?  ¿Qué otras cosas similares sabes hacer?  

Puedes hablar con confianza, todo tranquilo; ya estamos camino a Annar y aquí lo extraño es lo cotidiano.   Nadie nos juzga, por eso es que vivo aquí.   

    Si no fuera por que nuestro destino necesitaba ser recorrido por estos camino, jamas se me hubiera pasado por la cabeza el caminar por un clima mas horrible, ...todo tan blanco... tan callado... tan... buffff.... , Por suerte la larga caminata ayudaba a mantener el cuerpo en una sensación agradable que me permitía mantener mis ideas ordenadas a medida que el día iba avanzando y la noche estaba al caer.

   - Br-br-br-brufff... ohhhh.... s-si-si-si.... esto es lo que necesitaba - ignorando de momento lo que estuviera haciendo la muchacha y el grandote, para pasar a sentarme junto al fuego para quitarme tan horrible sensación de estarme congelando - ¡¡bendito sea el que creo algo tan útil como las hogueras y s-si-similares...!!.    

Habíamos parado a descansar por la noche, y bueno, la conversación iba a ser algo difícil... La pregunta de por qué no era hablador y bueno, sonreí cuando la chica dijo que encantada de conocerme. Era algo agradable estar en buena compañía. Para intentar responder alguna de las preguntas, pasé a señalar con mi dedo la garganta, para luego colocar todos mis dedos de la mano juntos y hacer como un tajo, indicando que no es que no fuera hablador, directamente es que no podía hablar. 

Luego pasé a señalar mis cuernos de la cabeza, para luego encoger los hombros. Una de las cosas que era un inconveniente es que el escribir las cosas no era posible durante el viaje, menos si no se gozaba del equipamiento. No era un escriba, así que igualmente no poseía ninguna de esas cosas. Pasé a colocarme al lado de la hoguera, luego de montar mi tienda y mi saco tendido para poder dormir adecuadamente. Posiblemente el comerciante me hubiera dado uno extra grande por mi tamaño, pero eso era habitual. También gozaba de mi armadura de piel nueva; también puesta para mi tamaño más que nada, entre otras prendas que tratarían de hacer que aguantara mejor el frío predominante.

Viggo se frotaba las manos frente al fuego. Pese a ser del norte el frío podía afectarle igual que a todos. Cuando la jovencita le dijo "buenos pulmones" se sorprendió al escucharla hablár en Arkés. Puede que no fuera perfecto, pero desde luego suficiente como para hacerse entender con los locales de Goldar.

- Deszcanzsarr -dijo con su marcado acento- Mañana largo día. Mázs norte mász frío. 

Preparó su saco al lado del fuego y bajo el abrigo de la roca donde se cobijaban. Era un saco de una calidad extraordinaria, como podía apreciarse por las pieles que tenían el pelo hacia el interior, un pelo de animal sedoso y con aspecto muy suave y agradable. Bajo el saco colocó una esterilla de madera, fuerte y recia, para hacer el suelo más agradable. Sin duda sería el que mejor descansaría de todos los viajeros.

- Mejor hacer... ver noche. Por bandidozs -ya hablando desde dentro del saco, haciendo movimientos para acomodarse- yo guía, no guerrero ¡ha ha!

- Que pronto se ha acoplado.

Estaba sorprendida por lo fácil que le había sido al tipo acomodarse para dormir. Le era increible. Tanto que quedó pasmada.

- Bueno chicos, dormir, me apunto a la primera guardia. ¿Qué os parece si hacemos las guardias de 2 en dos y cada noche, nos vamos rotando y la duerme toda entera uno? El sistema no es que fuera el mejor, pero entre dos era más fácil no dormirse, y si sucedía algo, también detectarlo, y como eran 5, ya que el guía era una marmota y no contaba para vigilar, así, cada noche, al menos uno, estaría totalmente descansado. Estaba claro que si alguien caía enfermo o algo, y no podía, ese sería el que libraría. - Esperemos que no. ¿Quién me acompaña?

Buena idea Inomagata.  -dijo, interrumpiendo momentáneamente la conversación que llevaba con Calista.   Yo me apunto a la de la medianoche mejor.   En la espera puedo estar registrando las estrellas también.