Partida Rol por web

 Una extraña niebla cubre esta posada llamada el Caballo Fatigado.  

 A pesar de día las nubes tapan el sol y la espesa niebla que rodea el lugar da la sensación de que nunca amanece. Una noche constante lleva cerniéndose sobre vosotros desde el día en que llegasteis a los alrededores de Barovia.

Habéis terminado de hacer aquello en lo que andabais metidos y vuestros caminos os han terminado llevando a esta extraña y oscura posada llamada el Caballo Fatigado.

Un fuego arde en la sala pero no consigue calentar toda la estancia, algunos viandantes permanecen en este lugar habitualmente en solitarios y nadie parece hablar con nadie.

Una mujer más grande que educada parece atender las mesas de manera cansada y descuidada, el servicio no es el mejor pero es lo único que hay en los alrededores.

En la posada hay una mujer llorando en la barra, dos tipos callados en dos mesas distintas encapuchados con una capa negra y un hombre con un niño.

La taberna estaría en absoluto silencio si no fuera porque los sollozos de la mujer lo rompen. 

Nadie parece comer, nadie parece beber, nadie parece hablar, ni si quiera nadie parece estar vivo...

Alese entró con el rostro embozado en su capucha, buscando con la mirada hasta encontrar un sucio banco en el que sentarse, desde el que sus ojos trataron de asimilar lo que veía.

Le sorprendió que en una posada nadie comiese ni bebiese, pero más todavía que nadie hablase. Por un instante se sintió tentada a acercarse a la llorosa mujer, pero rápidamente le pudo la prudencia y permaneció sentada y callada.

Su mano derecha jugueteaba con su relicario, en un inconsciente gesto de protección. Algo en el ambiente estaba disparando su sentido del peligro, como si una amenaza no visible estuviese a punto de mostrarse.

Igor entro en la taberna acompañado de su lobo,le parecia extraño el ambiente de la taberna y estuvo a punto de acercarse a la mujer sollozando pero olia una especie de trampa, dio una señal a su lobo para que permaneciese alerta y se acerco a la mujer

- Señorita ¿Puedo conocer el motivo de su pena? -dijo amablemente pero alerta por si era una trampa

 Abrí la puerta de la taberna. Llevaba una capa que me protegía del viento y del mal tiempo. Pero ante todo, era simplemente maravilloso descubrir que, al quitarme la capa, hombres y mujeres se me quedaban mirando con tremendo placer y envidia.

Entré con mis mejores andares, pero cuando iba a quitarme la capa, noté el ambiente de la taberna. Había silencio, demasiado para ser sinceros.

Me da a mí que no es el mejor lugar para que vean mis encantos pensé.

Así que no la me quite. Decidí acercarme a la barra. En ella, había una mujer llorando y un hombre que parecía querer consolarla. Pasé por su lado y dije

Con palabras bonitas no arreglará el daño que la haya hecho dije refiriéndome al hombre

Oh, querida, cuénteme sus penas. Juntas podremos destripar a los hombres jajaja me reí llevándome la mano a la boca para no soltar una carcajada.

Mi último marido intentó engañarme. ¡A mí! ¿Y sabe lo que hice? Le dejé en ridículo ante todo el pueblo. Eso de que fuera desnudo por la calle no deja buena imagen sonreía mientras me acariciaba mi precioso pelo

Cuénteme, ¿qué le ha hecho este canalla? Dije mientras echaba una mirada asesina al hombre

Thokk se acerco caminando a la posada, no solía ser bien recibido en las tabernas, no solian estar aconcionadas para su tamaño, pero era una noche fria y agradeceria el calor de la taberna repleta de gente armando jaleo. Caminaba tranquilo, disfrutando del viento y el silencio y la paz de la naturaleza, cuando estaba llegando vio como una silueta abria la puerta de la Posada y entraba.

El Caballo Fatigado-  pensó - curioso nombre para una posada. Abrió la puerta, se agachó y entro en la taberna.

¿Que esta pasando aquí? se pregunto extrañadisimo Thokk, nadie reia, no habia nadie comiendo ni bebiendo, parecia que les habian robado el alma. Se quedó parado en la puerta, observando el interior de la posada, donde pudo contemplar como una mujer estaba llorando en la barra con una joven a su lado riñendo a  quien segun oyó Thokk era el responsable de los llantos de la mujer. Sus ojos siguieron recorriendo la taberna, dos tipos callados en dos mesas distintas encapuchados con una capa negra, un hombre con un niño y una joven que acariciaba una especie de simbolo religioso. Buscó una mesa cerca del fuego y se acercó a ella, y viendo la imposibilidad de sentarse en el taburete, lo aparto y se sento en el suelo. Al contrario de lo que todos los humanos pensaban, Thokk había aprendido a sobrevivir entre ellos desde pequeño, esa había sido la clave de que hubiese sido capaz de poder convivir con ellos, aunque siempre que viajaba a algun lugar nuevo, sentia como todos le miraban con desconfianza.

Camarera, podria traerme un plato de comida caliente y una cerveza. - dijo Thokk intentando ser amable mientras se recostaba contra la pared y se dedicaba a observar lo que sucedia en la taberna.

Envy llevaba algunos dias por los alrededores del pueblo, entraba y salia del pueblo varias veces, se internaba en los bosques y para sorpresa de los lugareños salia viva de ellos. Habia estado conociendo la fauna del lugar. Y se quedaba en la posada del Caballo Fatigado... Buen nombre para el lugar... bah, para el pueblo, tenia cierto humor negro e ironico. Ya que todo el pueblo parecia vivir en una continua fatiga hasta donde habia visto.

Ella llamaba la atencion siempre en la taberna y la miraban con suspicacia. Era pequeña, y no sabia nadie porque viajaba sola, ni que hacia. De seguro suponian que abria escapado de su hogar o algo por el estilo. O que estaba algo chiflada.

Esta tarde no habia salido, y se habia pasado el dia entero en su cuarto arriba, pero no por el clima que era el habitual. Sino... porque no habia querido salir simplemente. Pero algo le habia llamado a bajar, debian ser el alboroto que habia abajo. Ya que al no existir casi razon para que en el Caballo Fatigado ubiera algun ruido mayor, mas que algun hombre teniendo relaciones en alguna de las habitaciones, se escuchaba todo desde arriba. En especial la mujer llorando que llevaba un buen rato asi.

Pero el repetido abrir y cerrar la puerta sumado a un olor en especial le impulso a aventurarse. Asi que se puso su capa de viaje por si salia y descendio lentamente, sin causar un solo ruido en su caminar.

Al parecer a la vista habia mucha gente que tambien era de fuera. Era imposible no darse cuenta, y ese olor, era un lobo, uno macho. Al fin un amigo... Penso Envy. Camino tranquilamente hasta una mesa vacia, un buen lugar, el cual seria raro que estuviese desocupado, si no fuera porque esta estaba muy cercana a un hombre de gran tamaño que sentado en el suelo, seguia estando a la altura perfecta para la mesa.

-Traedme lo de siempre- Dijo a la camarera en voz baja cuando paso junto a ella, refiriendose a un licor elfico. Y se sento en la mesa, justo al lado de lo que seria un ser atemorizante para la mayoria. Pero ella no tenia miedo. Debia de dar una graciosa imagen ella el ser mas pequeño del lugar sentada tranquilamente al lado del ser mas grande de toda la region, sin demostrar la mas minima muestra de inquietud.

Luego se sento tirandose un poco para atras, y se quedo mirando al lobo directamente, mientras seguia intentando captar los olores de su alrededor. Tambien de forma casi imperseptible entre abrio sus labios y dejo salir un poco de aire produciendo sonidos imperseptibles para quienes no fueran lobos. Llamando la atencion del cuadrupedo. Que inevitablemente giraria su cabeza hacia ella. Luego soltaria un pequeño silvido, y le haria un gesto para que se acercase, cosa que estaba confiada que haria. Y ella lo reciviria con una dulce sonrisa.

El antiguo caballero abrió la puerta de aquella posada que tenía tan curioso nombre.

Normalmente cuando entraba en algún sitio así conseguía que el murmullo tabernero se volviera silencio,pero en esta taberna era el silencio el que reinaba.

Silencio sólo roto por los sollozos de una mujer,la cual estaba rodeada de un hombre y una bella mujer

Al otro lado,un hombre de gran tamaño y una joven menuda hacían casi cómica la estampa.Cómica si no hubiera visto tantas veces que en este mundo las apariencias engañan y que hasta el que parece más insignificante puede esconder a un mortal enemigo

Buscó una mesa vacía,pegada a la pared.Cuando la localizó fue hacia ella y se sentó pegado a la misma.

Con cuidado se quitó los guanteletes y después el yelmo,dejando ver el rostro desfigurado por una cicatriz que le atravesaba la cara de lado a lado,y que ni siquiera su gran bigote podía disimular

Un plato de comida caliente,y algo para remojar el gaznate.-pidió con una voz grave

Tenía ganas de quitarse el frío ese que le acompañaba desde que había entrado en estas tierras.Esa maldita niebla había calado hasta sus fuertes huesos y era incapaz de entrar en calor

Yoru salio de una puerta interior de la posada que daba a los servicios. Era un relativamente jóven elfo, atractivo como todos los de su especie, pero con un gesto torvo en la mirada que no le agraciaba; como si notara asco o desagrado constante. Había llegado hacia unos minutos de un largo viaje y necesitaba aliviarse, por lo que había entrado en aquella posada de tétrico nombre. Al parecer, en su breve ausencia habían llegado nuevas personas al local, que se habían distribuido por la sala.
Solo una persona le llamó la atención lo suficiente. Una jovencita que se había sentado sola en una mesa apartada del local, jugueteaba con un relicario que Yoru reconoció. Sin ningún tipo de pudor, se acercó hasta la mesa sin pedir permiso ni esperar invitación.
- Pelor, ¿verdad? -dijo susurrando a la muchacha; una adolescente más bien, por las formas curvilineas que se perfilaban bajo la ropa. Su tono era directo, pero sin duda amigable, aunque quizás algo cargado de socarronería- Mira, yo tengo otro... -abrió la solapa de su chaqueta donde, a la altura del corazón, había una insignia cosida al chaleco interior- ...Corellon... -volvió a cerrar su gabardina ocultando el símbolo y se acodó frente a la chica- Pero harías mejor en ser más discreta al mostrarlo. ¿No eres algo joven para seguir esta senda...? Creeme, es una vida entregada y tu tienes una larga vida por vivir aun...

Alese se sorprendió al ver al elfo, y rápidamente tanto su mano como su relicario desaparecieron bajo su túnica.

- Ignoro por qué el símbolo del señor de la luz podría no ser bien visto, pero jamás rechazo un consejo que incite a la prudencia.

Tenía una voz melodiosa, dulce, con un rastro infantil pero mostrando una seguridad al expresarse que dejaba de lado esa primera impresión.

- Si, sin duda la senda es arriesgada, y quizás debería volverme a mi casa. Pero... por un lado tendría que saber como volver y he dado ya demasiados tumbos para recordarlo, y por otro lado cuando tu señor te concede sus dones no piensas en quedarte en casa y disfrutarlos en solitario. Y qué me cuentas de ti ¿Eres de estas tierras?

Yoru esperó unos intantes antes de responder. Contemplo largo rato a la chica, quizás más tiempo del que la buena cortesía recomendaba, pero claro..., él nunca se había educado en según que cosas, por lo que no le preocuparon los convencionalismos sociales.
- Me llamo Yoru -respondió lentamente y con calma, aun en susurros- Yoru no Ken, y no pertenezco a estas tierras como ellas no me pertenecen a mi. Soy quien soy y voy adonde voy. Y creeme, encanto: no dudo de las intenciones de tu corazon ni de la bondad de tu señor... -Yoru hizo una pausa para mirar a los ojos a la chica con calma. Era muy linda, eso lo tenía claro, aunque Yoru no se dejaba impresionar por la fachada de nadie. No era linda como las chicas de los arrabales donde se crió. Era una belleza pura. Yoru retomó sus palabras- ...Pero estas son tierras peligrosas donde no se distingue amigo de enemigo. Y lo que para unos es un signo de vida, para otros lo es de muerte... Y los muertos aborrecen la vida. Eso lo se bien. Y algo me dice que tu también, mi querida... -Yoru hizo un además con la mano, invitando a la chica a que dijera su nombre.

- De acuerdo, no te llamaré Ken entonces, aunque no se me habría ocurrido hacerlo. Yoru... mi nombre es Alese -la chica ignoró el largo examen al que fue sometida, estaba demasiado acostumbrada a ello y le daba igual- Y sí, suelo tener en cuenta a quienes odian el símbolo que porto, no suelen mostrarse animosos tampoco con el portador.

Wolkot enarcó la ceja cuando vio un elfo atravesando la posada

Vio que se acercaba a la joven e intercambiaba unas palabras con ella.

Con una mano apoyó la gran espada contra la pared para tenerla a mano y con la otra volvió a meter un trozo de guiso en la boca

Yoru alzo una ceja y sesgo la sonrisa ante las palabras de Alese. No era la primera vez que oía aquella confusión, pero siempre le resultaba sorprendente encontrarse en aquella situación. Allá en su tierra de origen, nadie fallaría, pero claro, estas gentes de ojos redondos eran muy distintas.
- Yoru no Ken es mi nombre completo, Alese... -resolvió Yoru quitando hierro al fallo con un gesto desdeñoso de la mano para que la muchacha no se sintiera tonta- Es así como se nos llama en mi lugar de origen. Pero claro, no tenías forma de saberlo, de modo que ahora ya lo sabes. Y me alegra oir que la prudencia está en consonancia con ese rostro tan angelical. Ahora bien, ¿has venido a este agujero por algo concreto? ¿Quizás dos compañeros de espíritu puedan ayudarse mutuamente...?

- Ah, curioso nombre, me temo que yo soy Alese a secas. No he venido por nada concreto, ayudé a unas gentes que estaban cerca de aquí, o eso creo, lo cierto es que con la niebla constante ya no podría afirmar que fuese cerca, y como me encontré sin nueva tarea tomé un rumbo al azar y vine a parar aquí, a esta posada. De hecho sería incapaz de deshacer el camino, me perdería, aunque si he de ser sincera siempre me ha gustado perderme. No tengo inconveniente en acompañar o sentirme acompañada por alguien, aunque con respecto a lo de la afinidad del espíritu... -la chica rió con su voz cantarina que de repente parecía casi una ofensa en aquella sombría posada- yo no lo expresaría de ese modo, los siervos de Corellón sois habitualmente cambiantes e impredecibles, poco dados a mantener la palabra dada, y me temo que el carácter de los siervos de Pelor es mucho más sencillo y sobrio y para mentir o faltar a una promesa tiene que suceder algo muy gordo. No, me temo que en muchas cosas no sólo somos diferentes, sino opuestos. Por otro lado normalmente sí sois buenos compañeros de viaje, al menos una sabe que no le aparecerá un cuchillo en la garganta en plena noche como me ha sucedido con otro tipo de compañeros y no tiene que preocuparse de que en el siguiente pueblo tengas que salir por piernas porque el sujeto que te acompañaba violó a la hija del herrero. No conozco a nadie por aquí y no tengo ningún lugar al que deba ir, así que podemos ser compañeros de viaje por un tiempo, dicen que se me da bien curar cortes y magulladuras, y sin duda me vendrá bien un brazo fuerte cerca si estas tierras son peligrosas como has insinuado.

No se había olvidado de la otra parte, pero prefería obviarla, esperando que el elfo entendiese la respuesta y la no respuesta.

- ¿Compañeros de viaje? -Yoru alzó una ceja al oir aquello y pareció meditarlo- Hummm... Compañeros de viaje... -el comentario pareció resultarle curioso- No te ofendas, muchacha, pues mi propuesta para ayudarnos era relativa a información... Yo suelo trabajar más bien solo. Sin embargo, es cierto que esta niebla tiene algo sobrenatural que te impide volver facilmente incluso sobre tus propios pasos. Yo mismo erraba sin destino concreto cuando la niebla me engulló y me desorienté, de eso hace ya tiempo. Se que esta no es mi tierra de origen pues he conocido a nativos del lugar, los vistani, de quienes he aprendido su lengua y que me han aclarado algunas cosas. Y por ello se que estas tierras son especialmente peligrosas. Barovia es el nombre que tienen. -Yoru pareció reflexionar de nuevo- Parece que nos tienes calados a los seguidores de Corellon. Tanto como para emitir un juicio generalista. No comparto eso que has dicho sobre la incompatibilidad de caracteres, pero hay una cosa que has dicho que llama mi atención. Nunca he tenido socios, aunque si maestro, y una vez me recomendó que encontrara a alguien en quien poder depositar mi confianza. Nunca lo he hecho, la verdad. Pero en este lugar, algo raro nos ronda. Lo siento en el viento. Lo siento en el agua. Algo no vivo. Algo muerto. O más bien..., no muerto... Tengo esta sensación desde que llegué a este lugar. Y por primera vez en mi vida me muestro partidario de tener un socio; una socia en este caso. ¿Compañeros de viaje? Por que no. Brindo por ello... -y diciendo esto, se quitó un guante y estiró la mano en dirección a la muchacha- O al menos, hasta que te canses de este hijo de Corellon y busques a un humano jovencito con el que asentarte y tener hijos, claro...

- ¿Hijos? Me parece más probable que tú los tengas antes que yo, yo apenas he dejado de jugar con muñecas -el propio tono empleado descartaba que eso fuese cierto aunque su aspecto así lo sugiriese- como para comprar muñecas a descendientes míos. No, no tengo ninguna prisa para tener hijos, ni siquiera sé si quiero tenerlos, por ahora mis pasos han ido en otra dirección y nada me hace sospechar que esté próximo un cambio de rumbo. No me interesan los jovencitos humanos, ni los viejitos humanos, salvo que tengan un paso vivo y una fortaleza de ánimo poco usual que los convierta en alguien capaz de seguir mis pasos, cosa que rara vez sucede ya que lo que más les suele interesar es calentar mi cama. De todos modos poca información pudo darte, soy poco más que una sanadora. Aunque si lo que dices es cierto y esta niebla es algo sobrenatural y relacionado con algo no muerto, quizás deberíamos empezar a sentir verdadero pavor. Alguna vez me he topado con algunos no muertos, y ninguno de ellos tenía un poder tan terrorífico como para ocultar el sol durante meses. Agradezco ahora de nuevo tu apelación a la prudencia, será buena idea que no se vea el símbolo de mi señor hasta saber exactamente qué sucede aquí. En cuanto al juicio... lamento que mi risa no haya sido lo bastante clarificadora, no estaba emitiendo un juicio, simplemente señalaba que somos diferentes los hijos de Corellon a los hijos de Pelor, ni mejores ni peores, diferentes.

- Mas de una vez -volvió a reír- me habría gustado tener vuestra capacidad de improvisación y de sorpresa, yo suelo ser demasiado previsible, y eso a menudo es un hándicap.

El lobo echo una mirada a Igor dando a entender que le pedia permiso, Igor le dio una señal indicandole de que no se preocupase por él y que tenia via libre para ir con la chica que lo estaba llamando. El lobo se acerco cautamente a  Envy pero no dejaria de estar atento a su compañero por si le necesitava

Con la mano aun tendida esperando que se la estrechara, Yoru aguzó la mirada sobre aquella jovencita. Era madura para la edad que aparentaba, pero él era un élfo, y era consciente de que el aspecto y el paso del tiempo eran cosas realmente insignificantes.
- ¿Nuestra capacidad de improvisación...? -Yoru nunca había considerado de esa manera su propia imagen- Bueno, en ese caso, aquí va la lección 1 de un hijo de Correllon: cuando estés de acuerdo con alguein y te ofrezca su mano, estréchasela, y no le dejes con la mano colgando. En una ofensa y me cansa tenerla extendida ara nada... Y tranquila, pequeña. Que seas hermosa no significa que todos se quieran meter en tu cama... T ten por seguro que algunos querrán morderte para tenerte fría por toda la eternidad

- Oh... lo siento mucho, ni siquiera me había percatado del gesto de la mano -y la estrechó de inmediato-, y siento si te he ofendido con mi descripción de los siervos de Corellon. Naturalmente no es aplicable a todo el mundo, simplemente eso es lo que me he encontrado hasta ahora. No me considero hermosa, sinceramente, y no le doy demasiado valor a la belleza, me he encontrado con gente sumamente hermosa con el corazón podrido, así que hace tiempo que el aspecto me resulta... irrelevante.

La muchacha tomó su mano y Yoru la estrechó sin soltarla. Se echó un poco hacia adelante y acercó su rostro al de ella para hablarle cerca.
- Me parece adecuado que no le des más valor a la belleza del que merece. Puede ser tanto un placer como una trampa... Mira, al final no somos tan distintos como creías... Resulta que pensamos cosas similares... -dijo Yoru con una sonrisa socarrona pintada en la cara. Con un tono mucho más relajado, soltó la mano de su contertulia y volvió a sentarse dejándose caer relajadamente sobre el respaldo- Ves, ahora me caes mejor que antes... Eso es bueno para los compañeros, ¿no? Llevarse bien digo... -añadió con un tono medio en serio medio en broma.