Partida Rol por web

El combate no terminaba de enderezarse. Los ataques de los héroes, Ghion, Valk y Pitu no lograban abatir a los hobgoblins. El halfling se había movido hacia la derecha queriendo rematar a uno de ellos pero ni con esas pudo. Jet sujetaba la puerta y otro de los lugareños se acercaba para ayudarla. Parecían temer que fuera a entrar otro de esos seres.

Ender cargó de nuevo la ballesta pero el disparo tan sólo rozó a uno de los enemigos provocando tan sólo un rasguño sin importancia.

Alexander tensando su arco fue el único que logró herir. Su flecha atravesó la pierna y el soldado casi se pensó marcharse de allí pero gruñendo decidió mantenerse en el lugar, a pesar de estar rodeado.

Sam, el hombre del sombrero, trataba de desestabilizar al hobgoblin que tenía delante y con la silla casi le hizo tropezar, aquello habría una pequeña oportunidad para que el paladín hiciera el resto del trabajo.

Para terminar de complicarlo todo, el que permanecía tumbado en el charco de grasa logró levantarse y avanzó lo suficiente como para abandonar el charco. Eso significaba que ahora podría dedicarse a luchar.

Los hobgoblins sin embargo tampoco conseguían atinar. Los dos enfrascados en combate tan sólo siguieron errando de manera que la sangre apenas había corrido.

Aubrin viendo que aquellos guerreros hobgoblins semejaban aguantar lo indecible, se decidió a traeros un nuevo apoyo y predicando a su impredecible dios trajo una bendición que se manifestó como un subidón de energía que llegó hasta vuestros cuerpos para volveros más afortunados en vuestros golpes.

Para sorpresa de todos, la mujer que aguantaba la puerta, la dueña del lugar, extraía de entre sus ropas una varita color rojo y apuntando con ella a uno de los enemigos la movía arriba y abajo sin efecto aparente. Su diseño era fácilmente como el de una varita de misiles mágicos pero la mujer a pesar de estar en su posesión no parecía ser capaz de activarla. Su efecto quedó en nada.

El oráculo empieza a desesperarse, pues el halfling no ha hecho caso a su consejo y Ghion sigue sin ningun beneficio táctico sobre el hobgoblin, que le tiene acorralado. No puede reprocharle nada a su desconocido aliado, pues de haberse puesto al otro lado del monstruo, estaría en serios problemas porque a su vez dos de ellos le amenazarían a él.

De pronto, el aparente shoanti ve un hueco. Ahí estás al fin... piensa cuando ve que el hobgoblin está empezando a cometer errores tratando de buscar más víctimas, o tesoros que pillajear, y de forma nerviosa, empieza a mirar alrededor sin prestar toda la atención a su oponente.

Es por ello que, abandonando las precauciones que había tomado, cambia de nuevo a un estilo de lucha más directo. La agresividad pilla por sorpresa al piel verde, que recibe un impacto de mayal en pleno porcino rostro. Al retirarse el arma, la nariz del ser está destrozada, y con la cara sanguinolenta, cae al suelo, abatido.

Observando lo que le rodea, cae en la cuenta de los gritos que se han escuchado desde que estalló el caos, y se pregunta si esto será un ataque a gran escala a Phaendar...

Sin perder tiempo, se sitúa sobre el cuerpo del hobgoblin vencido, y se engancha a la lucha del halfling con otro de los monstruos. Vamos, ya es nuestro!

El paladín miraba de reojo buscando otro arma, sin duda la que portaba estaba mal hecha, ya que estaba siendo incapaz de impactar con ella, quizá la silla que tenía a la derecha serviría como arma improvisada...

Sin embargo, de pronto, se sintió inundado por la energía de una deidad que decidía ayudarles... no era su deidad, pero tendría que servir.... Aprovechando que su rival se estaba distrayendo demasiado con el otro contendiente, Valk'Mor trató de impactarle nuevamente con esa arma, pese a que seguramente estaba mal diseñada...

en el otro lado de la sala, el Hobgoblin que estaba bajo la puerta, entretenido con el hechizo de grasa, por fin se puso en pie para enfrentar a los del otro lado. Por suerte, uno de los hombres, dio un tremendo golpe con su lucero del alba, dejando a su enemigo, aparentemente, fuera de combate. Pero el peligro seguía frente a Xander, que veía como aquel Hobgoblin. Seguía en pie pese a los ataques recibidos. Así, lo único que pudo hacer para no dañar al resto, fue volver a apuntar con su arco y dispararle una flecha, a bocajarro.

- ¡Maldita sea, aun sigues en pie! ¡Vete a dormir de una vez! - Le espetó el bombardero loco, a la par que lanzaba su saeta.

El Hobgoblin del suelo consiguió levantarse precariamente y avanzar al combate. -Eh! Caraverde!- Escupió el valiente Halfling. -¿A donde crees que vas?- Con el insulto acompañó un fuerte tajo contra aquel desalmado, pero el grueso cuero desvió su acero.

Estaban tardando en liquidar a los indeseables, aunque por lo menos habían acabado con uno de ellos. Pitu aprovechó la ventaja y lanzó otros dos golpes con sus hojas al enemigo frente a él. La primera consiguió clavarse en su muslo, pero la segunda se desvió demasiado.. -Ajá!- Vitoreó triunfal.

En un frenesí de sangre las armas lograron sajar a los invasores, acabando con sus miserables vidas. Al ver que los tres hobgoblins eran derrotados, Sam se levantó el sombrero para secarse el sudor, dejando la dañada silla en el suelo.

Jet sostenía la varita carmesí. El labio inferior le temblaba al ver la imagen de esas criaturas y además las que habían en el exterior, formadas como un batallón.

La única que reaccionaba ahora era Aubrin, quien había extraído una poción de color blanco para acto seguido engullirla, después dejó la redoma rodar por el suelo y se llevó la mano hacia la herida.

- No la puedo curar del todo. Ayúdame Sam a moverme.

Le decía al hombre el cual no dudó y se le acercó otra vez.

- Hay que alejarse del pueblo pero no podemos irnos sin rescatar a todos los que podamos y sin reunir provisiones. Nos tendremos que refugiar y hará falga comida. Los lugares más concurridos son la iglesia, el puesto de comercio y la tienda de Oreld. Vayamos a las que podamos, salvemos a los que sea posible salvar.

Aún malherida, se dedicó a toser. Ese sonido coincidió entonces con nuevos golpes en la puerta que daba a la cocina. Asustando ahora de nuevo a la dueña.

- ¡Viene otro! ¡Ha entrado por la ventana!

Exclamó alborotada, con el corazón a punto de saltar. Se escuchó el sonido de una espada golpeando la puerta al otro lado.

Frente a vosotros los cuerpos de los hobgoblins mostraban no sólo sus armas sino que eran guerreros bien pertrechados.

Aparta de ahí, Jet! Responde Ghion, cada vez más nervioso por el ruido de caos y luchas que se escucha fuera de la posada.

Salvando la distancia que le separa de la puerta de la cocina, prepara su mayal. Tú, retírate también, le dice al azulado humanoide que queda a su lado en ese momento, viendo que no parece especialmente fuerte como para aguantar el embite de un hobgoblin.

Acabemos con él y salgamos por la cocina. Aubrin tiene razón. Tenemos que esquivar a los hobgoblins, con suerte estarán ocupados pillajeando, y tratar de concentrar toda la gente posible.

- ¡Ya le has oído, Jet! ¡Apártate de la puerta a la de ya! - Indicó el alquimista a la dueña del local, refiriéndose a la recomendación de aquel tipo que llevaba una temporada frecuentando el pueblo y la posada.

- Vamos Sam, echa una mano a Aubrin para que salgamos todos por esa puerta. Tenemos que acabar con ese malnacido y salir por detrás, antes que entren mas hobgoblins. - Ordenó al tipo del sombrero, al que conocía también de muchas tardes en la barra de Jet.

Por último, Xander llamó la atención del enorme hombre de piel oscura y del mediano con dos espadas. - Vosotros dos, venid aquí, acabemos con ese y salgamos por detrás, algo me dice que nos vamos a necesitar los unos a los otros. - De nuevo, dió unos pasos a delante para tener ángulo de tiro, pues preparaba su arco. - ¡Ahora Jet, abre la puerta, vamos! - Gritó a Jet para dejar salir una de sus flechas.

Con una estocada certera, su corto brazo empujó el acero desgarrando cuero y carne, El último de los asaltantes cayó, como la rata que era. -Ahora os pillo!- Anunció con la emoción triunfal del momento. Guardó una de sus espadas y registró los cadáveres que tenía al lado. No sin antes escupir y patear a todos ellos con saña.

Cuando por fin con el último intento que le daba a la espada antes de tirarla y empezar a golpear con una silla consiguió impactar en su objetivo, Valk se quedó sorprendido por la potencia del ataque... empezaba a entender qué utilidad podía tener. Y por su forma curvada parecía que resbalaba por su victima sin quedarse incrustada, lo que le ahorraría bastante trabajo en el futuro... 

Tan perdido estaba en sus pensamientos que ni se dio cuenta del resto de cosas que pasaban en la sala hasta que la voz del semiorco le sacó de su ensimismación. Avanzó hacia la puerta tratando de no cortar a nadie con su hoja recién estrenada, pasó por encima de la mesa, y se situó cerca de la puerta, listo para avanzar y atacar si veía un hobgoblin al otro lado. Al llegar a su posición miró a la mujer y le hizo un movimiento con la cabeza indicando que estaba listo

La joven emitió un chillido mientras echaba a correr buscando un lugar en el que refugiarse que resultó ser la espalda de Alexander. Lo mismo hacía el hombre de piel gris que os había apoyado, quien se movía hacia el otro lado. Al instante la puerta se abrió apareciendo un nuevo hobgoblin el cual antes de darse cuenta recibió un certero flechazo que le hizo gruñir. Sin embargo no se echó atrás, su vista se cruzó con Valk y mostrando con agresividad unos desviados dientes fue en su busca, propinando un fuerte tajo que casi le hizo caer. Su ropa terminó rota y una fea herida cruzaba ahora su torso.

Un poco más allá, el hafling empezó a registrar aquellos cadáveres, encontrándolos bastante mejor surtidos de lo que había creído. Portaban varios objetos los cuales comenzó a aprovisionar esperando que les fueran útiles.

Sam había logrado incorporar a Aubrin mínimamente, ella gimió de dolor observando con mirada analítica. La adrenalina lograba apartar el entumecimiento de la bebida ingerida momentos antes.

Ghion aprovecha el momento para lanzar un conjuro defensivo, un escudo que le proteja de esos violentos tajos de los hobgoblins, como el que recibe el grandullón cerca del agresivo monstruo. Cuidado, manteneos fuertes! Trata de animar, para después posicionarse más cerca del rival, para poco a poco causarle problemas para defender los dos flancos al mismo tiempo.

En cuanto Jet soltó la puerta, buscando la espalda de Xander para protegerse, el Hobgoblin apareció, blandiendo las mismas armas que sus congéneres, que ahora yacían en el frío suelo. Por fortuna, la flecha que dejó escapar, en cuanto,vió moverse al enemigo, alcanzó al asaltante.

- ¡Chúpate esa, feote! - Gritó, mientras volvía a buscar una de sus flechas y colocarla en el arco.

En los,segundos siguientes, el hombre de piel oscura sufrió el ataque de la hoja del hobgoblin, hiriéndole de gravedad, a juzgar por como mañana sangre del pobre diablo. Xander quedó impresionado pues tal ataque hubiese acabado con el mestizo alquimista, seguramente. Las palabras del otro hombre le inspiraron, con ese "manteneos fuertes", aunque era más fácil decirle que hacerlo.

- ¡Vamos Aubrin, te he visto en días mejores, pero uno de esos,hechizos tuyos de curación no le vendrían nada mal al moreno! ¡Con esas espaldas y sus armas nos vendría bien! - Recomendaba a la lisiada mujer, para que curada, tal vez, al enorme y corpulento hombre.

Tan pronto se alejó lo suficiente para volver a apuntar, disparó otra flecha contra el Hobgoblin, o al menos lo intentó, esta vez con menos fortuna que la anterior.

- ¡Por todos los demonios! - Bramó algo mosqueado por fallar un tiro, aparentemente sencillo, pero dificultoso a la vez. Después de todo, no quería herir al resto que rodeaba al enemigo.

El paladín gruñó al recibir el impacto. Su vista comenzó a teñirse de rojo, como le pasaba a toda su tribu. Sintió como la ira recorría su cuerpo por mucho que trataba de dominarla. Sus hermanos habían aprendido a canalizar esa rabia en el combate, y ahora Valk envidiaba esa habilidad. Lo más que conseguía en esos momentos era lanzar tajos imprecisos al azar... cuando tenían la suerte de impactar solían ser devastadores... pero si no golpeaban a su oponente eran más bien inútiles

No sabía si tendría tiempo más adelante, y seguro que saliendo de la taberna estarían en todavía mayor peligro, por lo que lanzó un conjuro que le ayudaría a protegerse.

¡Tenemos que salir de aquí!

El hobgoblin gruñó viendo tantos humanos allí reunidos y movió su hoja en círculo para luego hacerla caer y clavarla en el recio madero de la barra. De un tirón la volvió a recuperar.

- *¡Este pueblo es nuestro!*

Gritó en goblin enseñando sus colmillos. El paladín había errado su ataque, así como la flecha del semiorco, así que se percataba de vuestras torpezas.

Uno de los hombres allí presentes se dispuso a reaccionar, se trataba de un joven que portaba un estoque en su cinto.

- No te preocupes, yo acabaré con él.

Le dijo a la mujer que había estado con él. Dando unos pasos trató de agujerear al soldado de la legión, pero más bien lo que logró fue hacerle retroceder mínimamente.

Detrás del alquimista, la dueña del local miró al grisáceo humanoide mientras realizaba sus gestos arcanos buscando protegerse, como hacía el oráculo un poco más allá.

- ¿Sabes usarla? Era de mi padre, pero yo no sé magia.

Estaba tendiendo su varita enroscada.

Ahora el hobgoblin había entrado en la sala. Lo peor es que aquellos dos hombretones no conseguían reducir al agresor, así que el alquimista hizo lo poco que podía hacer. Sopesó en lanzar otra bomba a la espalda del enemigo, tratando de no dañar al resto, pero pensó que lo mejor era seguir ayudando con su arco, que no era poco. Para algo había estado todo este tiempo perdiendo el tiempo en mejorar su puntería, ahora no podía dejar de intentar acabar con el hobgoblin por aquellas nimiedades que le venían a la cabeza.

- ¡Está dentro! ¡Acabad con el antes de que haga lo propio con nosotros! ¡Vamos, Cayden, han entrado en una posada, ayúdanos un poco! - Suplicó a los cielos, mientras soltaba otra flecha contra el hobgoblin.

- ¡Eso está mejor! - Gritó animado al ver que su flecha se clavaba en la carne del agresor. - ¡Nici în visele tale, urât mirositoare!¹ - Le espetó en el mismo idioma, para que le entendiose, al hobboglin.

Bien, ahora ya puedo hablarte de tú a tú, dice Ghion dirigiéndose al hobgoblin, como si estuvieran en un diálogo civilizado. Después, su cuerpo se tensa y prepara un golpe con su mayal. Saluda a tus antepasados de mi parte! le grita, mientras golpea el rostro del monstruo.

A la par que la flecha del semiorco se hundía en el vientre del hobgoblin, el gran mayal acabó incrustándose en la cabeza del humanoide lanzando una lluvia de sangre y a la vez produciendo expresiones dispares en los presentes, desde los impactados positivamente por su eliminación como los poco habituados a escenas tan tremendas.

Aubrin había continuado sanándose y ahora podía caminar con ayuda, la de Sam, que parecía dispuesto a hacer de muleta.

- La capilla es el edificio más cercano, habrá gente allí. Nosotros les seguiremos, vayan corriendo y cuando hayamos rescatado a los que podamos, salgamos por el puente y hundámoslo detrás nuestro. ¡Es la única opción! Cojan todo lo que encuentren a su paso.

Exclamaba la clérigo que además miraba vuestros cuerpos y terminaba por acercarse a Valk para lanzar uno de sus conjuros sanadores.

Muchas gracias, mi señora, Dijo el paladín con una inclinación de cabeza al ver su herida medio curada. Luego mirando al resto de combatientes, tratando de valorar su pericia, acabó desistiendo. ¿Que más dá? Pensó Han tenido el valor de unirse al combate, y con eso me vale. ¡Seguidme!, exclamó, abriré la marcha