Partida Rol por web

Sin pensárselo dos veces, Xander dió un paso al frente, cosa que Rex fue el primero en sentir. El pobre perro aulló de dolor al sentir su cola aplastada por el peso del semiorco alquimista.

- Lo siento chucho, pero hay que actuar rápido. - Habló mientras se abría paso para acceder por la puerta y colocarse para lanzar otra de sus bombas al Hobgoblin más cercano, el que estaba justo detrás del altar.

- ¡TOMA esto, feote! ¡Pagareis caro lo que habéis hecho, sucios hobgoblins del demonio! - Les espetó, lanzando su bomba, con algo de mala fortuna.

Volviendo la cabeza a la puerta, llamó la atención del forzudo de piel oscura, que pitaba una extraña arma con la hoja curvada entre sus manos. - Vamos, grandullón! ¡Yo solo no podré con estos dos! - Invitó a su improvisado compañero a ayudarle en el combate.

Dos nuevos enemigos esperaban tras la puerta de la iglesia. Un macabro escenario les rodeaba por todas partes y los Hobgoblins parecían disfrutar con la carnicería. No querían hacer prisioneros, no en la iglesia al menos...

Dio rienda suelta a la rabia contenida hasta el momento y concentró su mente.

Nadie quiso creerlo, ni creer si quiera en su existencia. Pero cuando la verdad sea finalmente revelada, lo hará con fuego. Sin embargo, deberían temer algo. En su lengua su nombre es Pitu. Sangre de Dragón.

-Fus Ro Dah!- Un grito desgarrador inundó la sala, inspirando los corazones de sus aliados y provocando el temor de sus enemigo. Levantó sus espadas y corrió a enfrentarse al enemigo.

Los hobgoblins habían mirado en vuestra dirección pero antes de tener oportunidad una granada se dirigió a ellos, rociando al más cercano al altar, quien gruñó debido a la dolorosa sensación.

- ¡Morirás por ésto, orco!

Fue en busca de Alexander y al llegar a su lado impulsó con energía su hoja forzándole a agachar la cabeza para evitar un mortal tajo. El malvado canalla aprovechó para dar la vuelta a su espada y volver al ataque, logrando herirle en el torso, vengándose.

Pitu se había adelantado lanzando un feroz grito de combate. La valentía del halfling era inspiradora. Como respuesta recibió otro grito de parte del hobgoblin quien fue en su búsqueda y trató de atravesarle, pero el pequeño tiró de su cabra y se apartaron ambos, gracias a las ágiles patas de la montura.
 

Volteando su mayal pesado mientras avanza, Ghion se sitúa al lado de Alexander, al haber visto mientras penetraba en la fría capilla que el semiorco presentaba ya heridas de combate.

Vamos, tenemos que acabar con ellos! Anima Ghion, pero sin gritar, para no alertar a los lobos del exterior. Tras un último volteo, golpea con fuerza inusitada, empujado por la magia divina y las otras que la refuerzan.

No sabía si era la escena que estaba observando dentro del templo o el grito del halfling que le recordó los tiempos de su juventud en que acompañaba a la tribu en sus ataques, pero Valk'Moor sintió como la rabia empezaba a fluír por todo su cuerpo, y la visión se le empezaba a teñir de rojo.

Ignorando su propia seguridad se arrojó a lo más profundo del combate, espada en mano, con la intención de partir a la mitad a una de esas criaturas.... Todavía no dominaba ese arma, pero esperaba suplir con fuerza lo que le faltaba de habilidad.

-¡MUEEEREEEE! Su grito resonó entre las paredes del templo mientras corría hacia su objetivo trazando un arco descendente con su espada curva

- ¡Ouch! ¡Maldito hobgoblin de las narices! - Espetó el semiorco a su agresor, que había conseguido herirle, abriéndole una raja de bastante consideración.

Gracias a la ayuda de Ghion, que también trató de aprovechar para contraatacar a su enemigo, el alquimista reculó, dejando espacio para soltar un virotazo, de la propia cosecha de los hobgoblins, a bocajarro. Con suerte, la inspiración que sentía, fruto del grito de guerra de aquel pequeñajo subido en una cabra, le ayudaría a acertar al enemigo.

- ¡Chúpate esta, cortesía de tu amigo y vecino Xander! - Le dijo a su adversario, mientras disparaba una suerte de virote contra él.

Gracias al rapido estudio anterior, ahora sabía utilizar la varita magica, y nada más entrar apuntó con ella al hobgoblin más cercano(nº1) y dijo la palabra de mando. Globta. Un proyectil magico salió disparado directamente al pecho del hobgoblin.

Con la adrenalina corriendo por sus venas, Pitu el Cabrero, avanzó hacia el último enemigo. La furia ciega de los dragones inundaba su ser y la proyectó con su brazo hacia el enemigo.

Su hoja derecha, en una espiral de destrucción, cortó la garganta del pielverde para luego hundirse en su cráneo, hasta solo verse el mango. -Argh!- 

Con su pecho subiendo y bajando rítmicamente, pero ya más calmado, el Halfling extrajo la hoja y la limpió de sangre. -Listo!- Anunció el final del combate. -¿Dejamos entrar a los lobos?- Preguntó.

Con una inusitada furia infundida por el grito del pequeño halfling, el grupo tomó la delantera realizando ataques certeros capaces de acabar con cualquier guerrero que se pusiera delante.

Alexander había fallado con su ballesta, pero el resto de luchadores acabó bañando sus armas en sangre, realizando una rápida escabechina. El mago, Ender, había participado igualmente gracias a la varita proporcionada por Jet.

Los hobgoblins habían caído al suelo y mientras Pitu trataba de recuperar su hoja, la cual había incrustado en el cráneo de uno de los enemigos, la mujer chillona, Rhyna, fue corriendo a arrodillarse ante un hombre por cuyas vestimentas era claramente un clérigo.

Lágrimas brotaron de sus ojos azules, acompañando a un sonoro llanto.

- ¡Cuánto lo siento! ¡Cuánto lo siento! ¡Oh nooo!

Gritaba desconsoladamente y pareciera que no era consciente de que habían enemigos por doquier y no convenía llamar la atención.

En el suelo yacían los cuerpos de otros humanos. Y también se podía ver una bolsa en la que parecía que los hobgoblins habían guardado pertenencias de aquellas personas.

Pese a errar nuevame te el tiro con la ballesta, el resto del grupo de combatientes dieron buena cuenta de aquellos dos hobgoblins, acabando con ellos sin males mayores. Bueno, salvo el corte del torso que empezaba a empapar las ropas del alquimista, que miró durante unos momentos a Aubrin.

- Ouch. Aubrin, espero que te quede algo de tu toque mágico para cerrar las heridas. Me temo que si dejo esto como está me dejará una fea cicatriz en el pecho... - Atendió a decir, mientras revisaba sus frascos y probetas con líquidos de diferentes colores.

- Por todos los dioses, Rhyna. No alces la voz, estamos rodeados de esos canallas y hasta ahora hemos tenido suerte de que van en grupos pequeños... - Dijo ante los gritos de la mujer.

Lo cierto era que algunos de aquellos sacerdotes eran conocidos del pueblo. Si bien, el no podía hacer nada por ellos, y si por los que estaban aún vivos. Realizó una pasada con la mirada, buscando cualquier cosa que llamase su atención, además de la bolsa que dejaron los hobgoblins, por si había algún superviviente.

Con pasos suaves, como si no se tratara de un mastodonte de 150Kg, Valk se acercó a la mujer poniéndole la mano en el hombro. Él mismo entendía bien la pérdida.

Con voz calmada, casi dulce, se dirigió a la mujer. Tranquila, está en un sitio mejor. Mientras hablaba trataba de identificar la fe del clérigo, maldiciendo para sus adentros entender tan poco de estas cosas. La mayoría de los dioses "civilizados" le parecían iguales... Reconocía vagamente a Erastil, por los cazadores y comerciantes con que se topaba su tribu de vez en cuando... pero le parecía similar a los demás. Pero seguro que no querría que tu sufrieras daño, ¿verdad? ni que por tu culpa dañaran a estas buenas gentes. Luego, la agarró por ambos hombros, para que le mirara a la cara, tratando de que se tranquilizara. Ahora calma, y ayudemos a los demás. Hay mucho que hacer... No sabía qué había que hacer aquí dentro estando ya muerto todo el mundo, pero pensar en otra cosa y sentirse útil le vendría mejor

Ghion aguanta la respiración mientras Valk trata de convencer a la mujer para que deje de gritar. El primer impulso del oráculo era intervenir, pero aunque siempre lo hace con la mejor intención, la maldición asociada a sus poderes sobrenaturales hace que parezca brusco y amenazante a los demás.

En lugar de eso, ayuda a Alexander, mediante un conjuro de detección de magia, que apunta tanto hacia la bolsa como a los cuerpos y los hobgoblins. Mirad si hay algo en el templo que pueda servirnos en nuestro... exilio. Duras palabras.

A pesar de su fervor por Desna, Rhyna no dejaba de ser una acólita del templo y ahora lloraba por la muerte del clérigo que dirigía las ceremonias. La muchacha lloraba sonoramente pero al acercarse tanto el paladín como el semiorco para tratar de serenarla llevó a cabo un esfuerzo por levantarse, tras tomar el símbolo de Desna del cuello.

- Lo siento. Ya os sigo...

Se disculpa ahora con vosotros, cerrando a continuación los ojos como si no quisiera ver lo que había alrededor: los cuerpos asesinados de varios de los habitantes del pueblo.

En la bolsa que había en el suelo destacaban varios objetos pequeños y una varita. Por otro lado, Ghion usó su propia energía para buscar objetos mágicos y un leve resplandor le llevó hasta el altar, en el que se podía encontrar polvo de plata, un símbolo sagrado de Erastil y una nueva varita, marmórea y la apariencia típica de las dedicadas a la curación.

Mas en ese momento un grito se escuchó de fuera.

- ¡Vienen los lobos! ¡Aquí fuera!

Exclamó Errol desde el exterior, alertando de su presencia.

Al ver el símbolo de Erastil con la cinta de cuero, te parece reconocerlo de haberlo visto hoy al cuello de una cazadora semielfa que estaba en el pueblo junto con otro semielfo, siendo ambos bastante parecidos daba la impresión de que eran ambos familiares. A esos dos no se les ve entre los muertos.

- ¡Maldición! ¡Echaros a un lado, trataré de detenerlos! ¡Hay que proteger a Aubrin! - Gritó el semiorco desde el interior de la iglesia.

Al momento, más rápido que el resto, se abrió paso y se colocó, protegiendo a la coja si esos lobos se le acercaban. - ¡Vamos Aubrin, entra ahí y acuérdate de sanarme que estoy sangrando como un cerdo! - Le espetó el alquimista.

Xander preparó una de sus bombas, cogiendo unos tarritos de aquí otros componentes de aquel otro bolsillo. Cuando los unió, lanzó su bomba para tratar de impactar a los cánidos que les amenazaban.

- ¡Ahí tenéis chuchos! ¡Bienvenidos al pueblo! - Les gritó.

Al ver el colgante con el arco de Erastil, Valk'Moor os pregunta:

¿Puedo quedarme ese colgante? Creo que conozco a sus dueños.

Como se encontraba mirando a la bolsa, con el hacha en la pared, y la mano extendida, tardó unos instantes preciosos en reaccionar.

.-Salgamos rápido de aquí o nos atraparán. Disparó un virote hacia el lobo mas cercano mientras preguntaba a la mujer: ¿Algo más que haya en el templo y nos pueda ser útil?

Sí, Valk. Y quédate también este Aegis. Te puede sacar de un apuro a ti, y al resto en caso de necesidad. Ghion se fija en Valk por ser el más corpulento, y además por sus demostradas creencias religiosas tiene esperanza de que posea poderes divinos de curación.

Cómo? Los lobos? También Ghion se envara al verse sorprendido por la aparición de los lobos. Mira al fondo del templo, a su entrada principal, pero no hay nadie allí. Por el contrario, el ruido delata que los lobos están fuera, cerca de la casa que han usado de escondite.