Partida Rol por web

Eddie lo tomó, abrió la boca y apretó, en su rostro se reflejó alivio de forma inmediata – Gracias Bill

Se incorporó hasta quedar sentado sobre la hierba – Gracias a los tres… Bill, Estos son Beverly y Ben, están interesados en ayudarnos a construir el dique

Yo también me senté aliviada. Parecía que todo había salido bien hoy. Nos habíamos librado de los matones de clase y Eddie estaba bien con su medicina.

Sonreí a los chicos: ¿Qué tal si vamos al pueblo por un helado? Creo que hoy nos lo merecemos. Mañana volvemos a hacer el dique. Además mientras podemos ir pensando en como hacerlo y mañana traer todo lo necesario. Era demasiado previsora y responsable, pero las circunstancias me habían obligado a aprender rápido.

Me tumbé en la hierba y reí, vaya día ¿eh Ben?

Bill y Eddie se miraron y levantaron los hombros – Vale – Dijo Eddie animándose a lo del helado

- Pero invito yo, es lo mínimo que puedo hacer como agradecimiento...

Ben se tumbó a tu lado y sonrió al verte reir – Si… Una vez más, gracias por venir a buscarme… - Se quedó mirándote y luego desvió un poco la mirada con timidez

Y de pronto abrió los ojos – Tengo lápiz y papel, mientras nos tomamos un helado puedo hacer un dibujo de lo que necesitamos ¿Hay alguna serrería en la ciudad? Podemos pedirles algunos tablones que les sobren

- Gracias contesté a la invitación y sonreí de nuevo a Ben. Seguro que encontramos tablones y maderas tirados por ahí que podemos utilizar. Aunque no era muy femenino, me gustaba la idea de hacer algo compartido con chicos de mi edad. Se me ocurre mirar cerca de los graneros, hay muchos que tiran los tablones que han cambiado por nuevos y no se molestan en llevarlos muy lejos de su casa.

Mientras emprendí el rumbo al pueblo para ir a la heladería. Todavía tenía más o menos un par de horas antes de tener que volver a casa.

A los chicos les pareció genial lo de los tablones y se pusieron en marcha, todos volvisteis a la ciudad, si, parecía que tenías nuevos amigos, gente que no te miraba por encima del hombro, que valoraban tu opinión y eso era una novedad para ti.

Os hicisteis ese helado en una mesa dentro de un local donde servían refrescos y batidos,  y cuando te diste cuenta se te había hecho un poco tarde, era la hora de volver, o tu padre se podría cabrear pero bien, eso si no es que estaba cabreado ya.

Cuando me di cuenta de la hora, me levanté rápido y dije: Tengo que irme ya a casa. Nos vemos mañana en la escuela. Hasta mañana.

Y casi corriendo me fui camino de casa algo inquieta por si mi padre se había percatado de la hora que era y que yo no estaba en casa todavía.

Los chicos asintieron pero se sorprendieron un poco en cuanto saliste casi - ¡Pero Beverly…! – Exclamó Ben, pero saliste tan rápido que te dejaron marchar.

- ¡Nos vemos mañana!

Llegaste jadeante por el ritmo acelerado, paraste en la puerta para recuperar el aliento antes de abrir la puerta un poco temerosa.

Se escuchaba la tele de fondo tu padre estaba en el sofá, habían un montón de latas de cerveza alrededor, ojalá no estuviese muy bebido en esta ocasión, ibas a pasar de puntillas cuando te escuchó – Bev ¿Qué tal en el colegio?

- Bien Papá, he aprendido mucho y no me he metido en ningún lío. dije aparentando esa falta de interés que intentaba cuando había pasado algo que no le quería contar. La mayoría de veces funcionaba, esperaba que también esta vez.

Me fui a la cocina para preprarar la cena, así al menos le contentaría un poco más.

- ¿Eh…? – Tu padre parecía medio ido, miraba fijamente el partido que echaban en la tele, eso de que estuviese distraído era bueno, aunque si reaccionó en parte, al menos no cargó contra ti - ¡Ah, bien, bien!

- Hazme la cena ¿Quieres? – Como ya habías intuido era lo que te correspondía ahora, desde que tu madre no estaba te sentías un poco como la cenicienta, salvo que tu padre si era tu padre de verdad, tenías que hacer todo el trabajo de casa, quizás por eso disfrutabas más de esos ratos libres y ahora con amigos no cabías en ti misma de la alegría.

Mientras hacía la cena, nada complicado, salchicas, puré de patata y ensalada, recordaba lo ocurrido y me reía en silencio de todo.

Luego recordé el helado con mis nuevos amigos y sonreí otra vez. No estaba acostumbrada a recordar cosas agradables, de hecho vivía al día pues no había mucho que mereciera la pena recordar en días pasados.

Cuando terminé me di cuenta que había hecho además pan tostado, hamburguesas y tortilla. Al parecer tenía hambre... miré la comida. Era mucha. Se enfadaría por desperdiciarla, así que guardé en un armario lo que no olía y estaba más frío. Me lo llevaría al día siguiente de almuerzo al colegio.

Hiciste comida de más pero se te ocurrió aquella buena idea, luego lo llevaste al salón donde tu padre ni te miró cuando dejaste la cena, hizo un leve ademán con la mano y ya.

Y tuviste la suerte que deseabas, después de eructar unas cuantas veces después de cenar le entró modorra y sus ojos se comenzaron a cerrar, se recostó en el sofá donde no tardaría en quedarse dormido.

Al menos ahora podías dedicarte un tiempo a soñar despierta, al menos ahora con los sucesos de hoy tenías un buen motivo para hacerlo o simplemente tumbarte en la cama hasta dormir.

Todavía quedaba recoger la cocina y el salón, con mucho cuidado de no despertarle, pero como estaba hoy tan ilusionada no se me hizo pesado. Terminé rápido y pude pronto irme a dormir.

Tumbada en la cama traté de imaginar cómo sería terminar el dique y estar todos muy contentos por ello.

Pensaste en todas aquellas cosas hasta que te quedaste dormida.

…

A la mañana siguiente ya estabas a punto para salir al cole cuando sonó el timbre de casa, abriste la puerta de casa y… Allí no había nadie, era muy extraño, estabas a punto de cerrar cuando te diste cuenta que a un metro, en el suelo y debajo de una piedra había un papel, una hoja, y la curiosidad hizo el resto, el la hoja se leía:

Tus cabellos son como el fuego, el fuego de enero, mi corazón arde también.

- ¡Quien es! – Dice tu padre detrás tuyo

Arrugué la hoja en mi mano, y miré a mi padre.

- Pues no hay nadie. No sé quién ha sido, pero debe de ser una broma. ¡Vaya forma de tocar las narices! dije usando una frase de mi padre. Entré y cerré la puerta.

Metí el papel en mi bolsillo y preparé las cosas para irme al colegio, ya habíamos desayunado, así que subí a mi cuarto.

Cuando mi padre ya no podía verme, saqué la nota. ¿Qué corchos es esto? me pregunté extrañada. Pero no le dí mucha más importancia. Volví a meter la nota en mi bolsillo y seguí preparándome para ir a la escuela.

Tu padre que en un primer momento había tenido la sensación de que te escondías algo te siguió - ¡Dame eso! – Demasiado tarde tu padre había visto que te escondías algo, te tomó el brazo y te arrebató la nota para leerla.

- ¡Pero será posible! ¿Ya vas tonteando con chicos? - ¡ZAS! Un bofetón cayó sobre tu cara que se enrojeció a velocidad vertiginosa y por si fuera poco delante de ti rompió el papel que cayó hecho pedacitos a tus pies.

- ¡Eres demasiado joven, ya sabía yo que ibas a salir como tu madre! ¡Céntrate en los estudios, eso es lo que tienes que hacer!

Sabía que no servía de nada contesarle, así que me callé y simplemente aguanté las lágrimas hasta que se fuera.

Traté de memorizar la frase, pues ya no la volvería a leer y aunque no me había sido importante antes, ahora quería recordarla.

- Sí Papá, sollocé, poco más podía hacer en ese momento. Aunque no pude evitar recordar lo bien que lo había pasado con los muchachos tomando el helado.

El momento era bien crudo, pero tristemente tampoco era una novedad y además sabías que lo mejor era hacer lo que hiciste.

Tu padre parecía darse más o menos por satisfecho – Ahora al colegio – Bufó y se fue a la cocina, dejándote a solas con todos esos papelitos en el suelo, al borde de las lágrimas.

Lloré mientras los recogía, no servía de nada tratar de juntarlos y menos si los volvía a encontrar él. Así que los tiré a la papelera y me fui a lavarme la cara.

Bajé y me despedí para ir a la escuela. Esta vez iba más despacio y cabizbaja.