Partida Rol por web

- Jeremyed y Bethan llegan a la Herrería.

- Ven a Plumby en plena actividad en la fragua. Han visto salir de aquí a Caster y a Din.

JEREMYED:

- Normalmente, todas las mañanas eres tú quien enciende los fuegos de la forja y preparas todo para una nueva jornada de trabajo. Hoy se te han ido los Siete al Cielo, y el joven Plumby se te ha adelantado. Tú le has enseñado algunos trucos, pero no estás seguro de si te emociona que se ponga a trabajar aquí solo cuando tú no estás, como si él fuese el amo y señor del lugar en vez de serlo tú.

En la discusión, Caratorcida tenía todas las de ganar. Jeremyed tenía resaca y Bethan unas ganas inaguantables de hablar. Así que expuso sus argumentos mientras hacía grandes aspavientos con los brazos que agitaban el cubo de las ratas.

Oh, vamos, "Jer"... ¿En serio me vas a hacer pasar el trabajo de cavarles una tumba a un puñado de roedores? ¿Qué será lo próximo? ¿Una misa de difuntos en el septo por el alma de las empanadillas que se sirvieron ayer? Qué por cierto... yo no pude probar porque mientras tú lo estabas pasando bien, a mí me tocaba montar guardia en las cercanías. Es cómo si estuvieses en deuda conmigo. No pasó nada, pero porque mi presencia y la de mis compañeros disuadió a los bandidos. Sé un patriota: ayuda a aquellos hombres y mujeres, pero sobre todo hombres, que se juegan la vida cada día del año para mantener estas tierras libres de la bota Lannister. Vale, te preocupa el olor. Lo entiendo. Soy tu amigo y lo entiendo. Pero si cojo esa leña y voy a quemar las ratas a otro lado, ¿en serio crees que los Dioses Nuevos no harán soplar los vientos para llevar todo el humo hacia la herrería? Sería el castigo más adecuado a aquel que niega la caridad ándala a un necesitado. Y estas ratas te necesitan, "Jer". Eres su última esperanza. Además, podemos lavarlas para que no huelan tan mal-teorizó-. Las dejamos en remojo y así... ¡Y no te desvíes del tema! ¡Como si tú olieses mejor con ese pestazo a alcohol que rezumas! Míralas. ¿A que no serías capaz de decirle que no a esta carita con bigotitos y dientes de conejo? Saluda a la señora Rata. Hola, señora Raaaataaaa. ¿Desea que le queme en mi forja, que no es mi forja, sino la forja común del castillo? ¿Qué me dices, "Jer"? ¿Vemos cómo estas zorras arden en el infierno? ¿Eh, "Jer"? ¿Sí, "Jer"?

Después de la tormenta viene la calma... Pensaba Jeremyed cuando entró en la herrería, pero toda esa suposición se le derrumbó como un castillo de naipes al poco de poner las posaderas en un banco copado de hollín que a decir verdad debería haberse encargado de limpiar Plumby, Aisa o algún crío ayer. Reflexionó toda vez que llevaba mugrientas manos a sus ojos y escuchaba como en un mundo paralelo la voz de Bethan, en lo que parecían entrañas reflexiones y reproches...

Terminó de escuchar a "caratorcida" mientras pasaba distraídamente una mano por el banco. Al observar la suciedad parece que algo se activó en su mente y comenzó a atar cabos. Fruncir el ceño, y ladear la boca fue todo uno.

Miró a Bethan de soslayo Ahora hablamos, ahora hablamos... ¡alguna solución encontraremos para las ratas pardiez! El herrero cogió aire en su ancho pecho y resopló, se incorporó y volvió la cara ya directamente a su pesadilla personal del día -Perdona Beth, perdona... se aproximó a él y le posó una de sus callosas manos en el hombro -En un segundo lo solucionamos, ya lo verás. Un atisbo de sonrisa asomó en su cara el tiempo justo antes de girarse y dirigirse hacia el joven flechero con paso decidido.

Mira por encima del hombro de Plumby y le dice al oido en voz baja -Rescoldos en la fragua pequeña, el crisol aún sucio, hollín por todos lados... ¿En las cochiqueras de aquí al lado, quizá estarías más en tu ambiente de trabajo no? palmea el hombro del aprendíz con la fuerza suficiente para arrugar y amansar la posible rebeldía juvenil del muchacho.

Observó el tiro de la fragua, los fuelles, alguna punta de flecha ya acabada y el herrero asintió con cierto orgullo y sonrió para si, todo lo cual obviamente, ya lejos de la vista de Plumby.

-Bethan, mi querido Beth... adorable y agradecida visita más que nunca en el día de hoy Beth.- Se aproximó al barril de agua en el que se enfriaban los materiales y sumergió la cabeza unos segundos. Al sacar la cabeza la melena trazó un arco goteante en el aire que finalizó con un chasquido en la ancha espalda del herrero. -Mira, tengo aquí bastante tarea, y quizá la más importante es limpiar antes de cualquier otra cosa.- Miró el cubo con repugnancia ya que alguna de las ratas parece que por el hedor llevara días difunta en el fondo. -Dice el Maestre que los hedores y malos aires producen humores y bubas, fiebres... y en casos la muerte, así que mejor será que, buen amigo saquemos esas amigas tuyas del castillo, quizá en la zona de los desagües y con una carretilla y junto a los pocos desechos de las porquerizas nos desagamos de todo allá. Y si tanto insistes llevaré unos rescoldos que con algo de leña pueden dar cuenta de las encubadas allí mismo.  

Paré el trabajo era un tanto peculiar el saludo del herrero dejé los instrumentos en la mesa y me volví para conversar, estaba mi rostro lleno de sudor pero parecía alegre muy alegre.

Saludos señores, Jeremyed ha estado en la herrería Caster hijo de Marcaw me ha dicho que te diga que ha venido buscando tu arte y que volverá mañana se le veía bastante impaciente.

No me he percatado de ese problema de todas formas lo primero es hacer estas flechas para la caza la necesitan los nobles, en cuanto termine de hacer las flechas necesarias para esta semana me pondré con la tarea de limpiar la herrería y buscar una solución a esas ratas.

¡Jeremyed! he puesto en funcionamiento la fragua sólo ¿no es fabuloso? ya no necesitaré molestarte para hacer mis puntas de flecha,  me quedé mirando a mis interlocutores con una sonrisa resultado del triunfo.

Es increíble que con mi escasa fuerza haya podido ponerla en funcionamiento es un sueño hecho realidad me separé un poco e hice un gesto para sacar la musculatura de los brazos pero era una parodia al comparar mi brazito con el brazo ancho y fuerte del herrero aún sin hacer ningún tipo de esfuerzo.

Nunca había visto una rata en la herrería también debía de decir que sólo la pisaba de vez en cuando para hacer las puntas de flechas necesarias.

-Gracias por darme el recado Plumby. El herrero asintió con sinceridad mirando nuevamente al flechero. -Por cierto, ¿cuántas flechas tienes pensadas fabricar en las próximas semanas? es que no se yo como voy a andar de metal, con las dichosas reparaciones del equipo de prácticas, lo que puedan encargar y lo de Caster, no quisiera pillarme los dedos, que a buen seguro sería mejor para nuestro señor Castellano tener reservas por lo que pueda pasar... Jeremyed se giró y comenzó mentalmente a repasar las existencias con cierta preocupación, estaño y cobre escaso eso es bien seguro...

Volvió la cara nuevamente al aparentemente meditabundo Beth y se sorprendió sonriendo, realmente era un buen tipo

De nada mi señor a vuestro servicio, pues tengo previsto hacer unas 60 flechas cada semana durante todo el verano, el último día de la semana siempre lo utilizo para descansar e ir al bosque pero debido al estado de la herrería lo utilizaré para limpiarla. Resoplaba ahora profundamente durante un breve tiempo pues entre la parada del trabajo y la respuesta al herrero no había podido respirar como debiera para oxigenar mi cuerpo.

Es un buen chico... De repente reflexioné sobre mis palabras miré al flechero de arriba abajo y me dije nuevamente: Sí, es un buen hombre.

-¿Te parece que dentro de un par de días salgamos al bosque en busca de pimpollos de cerezo, fresno o quizá abedul para los astiles de las flechas? A mí no me importaría salir con el mayor de los chicos a explicarle un poco lo que ya es oficio para ti, Jodd del martillo y yunque algo se le va metiendo en ese melón que por cabeza tiene, pero juzgo que no está de más que sepa de otros menesteres y oficios que a buen seguro bien le servirán en la vida, que de mendrugos y zagales apalea perros ya tenemos buen surtido en la región. Y si te parece, aquí sonrió levemente comer algo que Aisa prepare ya mediada la mañana en el  mismo campo, ten por seguro que entre los dos podemos acarrear buenos fardos de tallos y el pequeño algo cargará, que para endurecer el alma y el cuerpo no le vendrá mal.

Jerem se miro al concluir y por inercia y sin buscarla, la palma de su mano diestra. Agrietada, quemada por los fuegos y tajada de innumerables esquirlas, las uñas de un luto perenne del hollín, de los rescoldos, de limpiar crisoles aún flamígeros y humeantes... Siempre pensé que ésta era buena vida, o al menos vida tranquila y sin sobresaltos. De hombre de ley y de fiar, y de honor si se me apurase, pero no... no quiero esto para el pequeño, el podría ser... ¡algo más!, ¡saber las letras! conocer el mundo y reír con otros que saben de cosas que yo no entiendo... no se, si el Maestre me hiciera el mayor de los favores y me ayudase... (aquí sonrió ampliamente) daría todas las horas libres de mi vida para lo que el tuviera en menester mandarme hacer.

Sí, tengo que hablarlo con su madre.

Gracias Jeremyed pero mis antepasados me hicieron jurar que seguiría su misma forma de vida, para nosotros el bosque encierra innumerables secretos para encontrar los diferentes recursos para mi profesión, éstos han sido trasmitidos solamente por el saber familiar y se me considera custodio de ese conocimiento que sólo deberé transmitir a mi sucesor. En cuanto al bosque sólo hemos admitidos como acompañantes a cazadores cuando todavía necesitábamos de ellos, ahora mismo se ha cumplido nuestro objetivo y el bosque se mantiene como nuestro conocimiento secreto ya sé que es algo raro pero mi familia siempre ha sido poco común.

Parece que no le he hecho mal caso a los entresijos del flechero nunca, no... Le dio un par de tirones enérgicos a la cadena del fuelle simplemente y de manera mecánica, fue sin duda para procesar la contestación de Plumby. Se rascó con fuerza las greñas leoninas que muy a su pesar e incluso para sus costumbres descubrió muy comidas de mugre, pero con poco olvidó y no se sabe bien si de manera premeditada, la promesa que se hizo de pasarse por el agua y el jabón.

-Bueno pues no se diga más mmm...- dudó como proseguir un instante -tus razones tendrás claro está, las respeto.

Dicho todo lo cual se olvidó de Plumby, agarró su delantal de cuero gastado, pasó el cuello por cima de la cabeza, y se lo anudó con monotonía a la trasera de la cintura. Tomó el martillo y se puso en pos de buscar un par de espadas que tenía a medio acicalar, poca cosa tengo, un par de espigas para poner manos y remachar, y para el patio de armas a recoger todo lo que rompen los bueyes de ahí fuera...

Caster, bribón. ¿Te pasaste por aquí para llorar por una espada nueva?

En fin, está bien enterarse de los cotilleos de vez en cuando, pero eso no solucionará el problema de las ratas. Además, si tarda mucho más, a Armase le va a explotar la vena del cuello por tener que limpiar él solo.

Mira, Jeremyed, yo no me creo nada que diga ese viejales de Ammon. En el peor de los inviernos que recuerdo, pasábamos hambre en Solaz del Soldado, y convivíamos con las ratas. Creo que venían a las casas buscando calor. Las mátabamos, y cuando estuvimos más apurados, hasta las comíamos. Imagínate la suciedad de todo un edificio repleto de varones desaliñados y desastrosos. Y nunca tuvimos problemas de fiebres ni de pubis. Y los humores, si alguna vez llegaban a decaer, se levantaban con chistes y alcohol.

Pero da igual. Es tu lugar de trabajo, y lo respeto. Si no quieres quemar aquí las ratas, no quiero liarte con mi tarea. Ya encontraré el modo de librarme de ellas.

Además, creo que ya sé cómo. Jujujuju...

Cuidaos, chicos. Yo marcho. Adiós, par de dos.

Pues a decir verdad, yo ya no estoy seguro de si Beth no está muy espabilado y no se aclara muy bien con las cosas o el muy bribón me toma el pelo, pero vamos que voy torciéndome cada día más por la segunda opción...

Levantó el martillo y golpeó con precisión el último remache que sellaba el pomo de la espada corta con la que trabajaba. Se desató y quitó por cima de la cabeza el delantal de cuero y lo colgó en un clavo herrumbroso que se hundía en la pizarra de la pared, dejó con desdén el martillo sobre el yunque y se pasó el dorso de la mano por la frente antes de volverse hacía Beth.

-¡Te acompaño fuera! que me has dado la idea que necesitaba, ¡gracias!. Bueno, después de recoger las armas descacharradas que andan por el patio voy a ir a visitar al Maestre Ammon, que se me emperejila el preguntarle por lo de las bubas y las pubis que hemos hablado, que no me quedo muy conforme con el asunto. Me has dado la escusa perfecta para hablar con el Maestre, ¡loada sea la Madre!

Tomó unas cinchas de cuero fino de un cajoncillo y cruzó el dosel de la puerta en busca la plaza de armas... -¡Nos vemos luego Plumby!

Id con el favor de los siete señores fue mi despedida de aquellos dos compañeros aunque sabía que había que aprovechar el poco tiempo que todavía teníamos, así que seguí con la labor de la fabricación de las puntas de flechas mientras iba guardando en una bolsita atada al cinto aquellas puntas ya terminadas.

- Bethan y Jeremyed salen al Patio.

PRIMERA MADRE, PRIMERA LUNA, AÑO 140 D.A.

POR LA TARDE.

- Jeremyed llega a su Herrería.

Saludó de pasada a Plumby, soltó el fardo de armas junto a la forja, y corrió como alma que lleva el diablo en pos de llegar a sus espartanas estancias y ofrecer las buenas nuevas a su mujer e hijos... ¡Aaron con cultura! bendito sea el Herrero.

Había estado toda la mañana en la Herrería con la fabricación de puntas de flechas, los sudores me caían y me sentía hambriento  cuando vi entrar al Herrero. 

Saludos Jeremyed acabo de terminar la jornada en la Herrería ¿dejo la fragua encendida o la apago? dije con una cara que demostraba el cansancio tras la dura jornada.

Con la satisfacción de haber comunicado la buena nueva a su familia, regresó a la fragua y escuchó a Plumby

-Gracias Plumby, deja encendido el fuego, haz el favor. Tengo aún mucho... mucho que hacer.

Tomó el mandil del clavo oxidado, abrazó el martillo y tiró de la cadena del fuelle hasta que calor abrasador, derramándose sobre sus cejas y frente le dijo que era la temperatura adecuada, y todo ello con aquella energía renovada de antaño.

Asentí con una afirmación en mi rostro mientras limpiaba la mesa de las virutas de metal dejadas era prodigioso verme pues la agilidad que demostraba tener en las manos para recoger los desechos era excelente. 

El trabajo del metal era sin lugar a dudas una de mis aficiones y al día siguiente me gustaba encontrar allí a mis compañeros siempre había cosas que contar y nuevas formas de coger experiencia en el oficio.

Gracias Jeremyed dije aunque no sabía como responder a las gracias dadas por el herrero llevábamos tiempo conociéndonos y era un honor compartir el trabajo.

Después de ver al Herrero coger su martillo y una de esas armas que se encontraban en la esquina de la herrería sin funda y melladas viendo como sus músculos se hinchaban para poner recta el arma a base de golpear el metal contra el yunque antes de sumergirla en el horno y fundirla con el hierro candente que cubriría las hendiduras echas por la espada. Sin lugar a dudas para dar forma a las armas había que ser fuerte o sino no se podía reparar los desperfectos de las armas melladas.

Salí de la herrería pero orgulloso de mi trabajo.