Lady Olenna hizo un gesto al acólito para que no siguiera hablando, no quería seguir hablando de esas cosas delante de sus hijas, aún eran muy pequeñas para que tuvieran que preocuparse por esas cosas.
-Hablaremos en otro momento de eso Acólito Eremiel, aunque estoy segura que Los Siete protegerán Aguasclaras, nuestra familia siempre ha sido fiel y devota. ¡Niñas debemos ser agradecidas a Los Siete por todo lo que nos dan! Quiero que pidáis una bendición por el castillo y por vuestro padre, para que Los Siete guien su camino como hasta ahora. Acólito Eremiel ¿Nos acompañará? Quizás pueda enseñar alguna oración nueva a mis hijas. Recogió a cada una con un brazo y las estrechó contra su cuerpo. Estas jóvenes y puras almas necesitan toda la ayuda que podamos proporcianarles.
Agacho la cabeza y asiento a las palabras de Lady Olenna.
- Como desee, mi Señora - contesto a ambas peticiones al unísono.
Tras mostrar una más que cálida sonrisa a las dos infantas, me vuelvo hacia el altar de los Siete y una vez allí, extiendo los brazos hacia el cielo abarcando las arcadas y vidrieras que representan cada una de las facetas.
Solemnemente, comienzo la oración, un cántico a los Siete
- El rostro del Padre es fuerte y severo,
juzga certero el bien y el mal.
Sopesa las vidas, las largas, las breves,
y ama a los niños.
La Madre regala el don de la vida,
vela por toda esposa y mujer.
Su sonrisa dulce aplaca la ira,
y ama a los niños.
El fuerte Guerrero enfrenta enemigos,
nos protege siempre en el vivir.
Con espada, escudo, con arco y lanza,
él guarda a los niños.
La Vieja es anciana y muy sabia,
y nuestros destinos contempla pasar.
Levanta su lámpara de oro rutilante
y guía a los niños.
El Herrero trabaja sin descanso,
para nuestro mundo enderezar.
Usa su martillo, enciende su fuego,
todo para los niños.
La Doncella baila por nuestros cielos,
ella vive en todo suspiro de amor.
Su sonrisa bella da vuelo a las aves,
y sueños a los niños.
Son los Siete Dioses, nos hacen a todos,
escuchan tus ruegos al rezar.
Cerrad pues los ojos, os cuidan, niños,
cerrad pues los ojos, vuestro sueño velarán.
Solo cerrad los ojos, ellos os cuidarán
y vuestro sueño velarán. -
Lady Olenna dio un pequeño coscorrón a cada una de sus hijas que se habían quedado como dormidas y después se acercó su cabeza entre las de ellas antes de susurrarles.
-¿Se puede saber que estáis haciendo? ¿Acaso habéis dormido poco? Haced el favor de rezar con el Acólito Eremiel.
Esperaba que el muchacho no se diera cuenta del poco entusiasmo que sus hijas estaban poniendo en todo aquel asunto.
Arianna reaccionó de inmediato al golpe de su madre.
-Si mamá. Susurró.
Dio unos pasos hacia el Acólito y se colocó junto a él mientras iba repitiendo la oración que este iba pronunciando.
Pjntizada.
Termino la oración a los Siete acompasado por el ralentizado murmullo de las niñas Tully en su intento por seguir cada uno de los versos.
Una vez concluído, les muestro una sonrisa indicando que pueden volver junto a su madre.
- Lady Olenna - me dirijo a ella una vez sus hijas se colocan a su vera. - ¿Puedo ayudarle en algo más? -
Lady Olenna negó con la cabeza.
-No, muchas gracias, habéis sido muy amable y no quiero entreteneros más tiempo, seguro que tenéis obligaciones que atender. Me despediré de mis hijas, yo también tengo cosas que hacer.
Se acercó a las niñas despacio intentando no romper el ambiente íntimo y espiritual que se había formado en la capilla.
-Niñas, podéis quedaros a rezar más tiempo si queréis pero nada de jugar en el septo. Cuando terminéis salid al patio y atended vuestros deberes.
Dejó a las niñas con sus oraciones y se despidió del Acólito Eremiel haciéndole un gesto de despedida. Tras eso se dirigió a la puerta de salida.
/ Al patio de armas.
Asiento a Lady Olenna con una sonrisa y, una vez se vuelve y camina hacia la puerta, me pongo de cuclillas para hablar con las dos niñas.
- Y bien vuesas mercedes - digo divertido - ¿qué os apetece hacer? - susurro guiñando un ojo de complicidad ante la oferta de hacer algo distinto a ocupar todo el día con rezos.
Los niños son la bendición de los Siete, y deber de todo sirviente de los Siete es por tanto quidar bien de su bendición.
- Lady Olenna sale del Septo.
// Sale de escena: Lady Olenna. - Sigue en: Patio.
Vuelvo a mirar a las dos niñas intermitentemente.
- Bueno qué, ¿alguna sugerencia? -
Repito con la intención de divertir un rato a las hijas de Lord Tully con algún tipo de juego infantil.
Posteo de nuevo pues desconozco si Arianna y Tully son PJs o PNJs. Si alguien me lo aclara, y resultan ser PNJs, adelantaré la acción para pasar de escena.
-¿Que se puede hacer en un septo? Preguntó extrañada la niña mientras dejaba de rezar y miraba al Acólito. Creí que solo se podía rezar...
Pjnotizada.
-No digas tonterías Arianna. Soltó Lidya al escuchar a su hermana, temiendo que hubiera dicho alguna tontería, aunque realmente ella tampoco sabía que se podía hacer en un Septo además de rezar, así que permaneció atenta a la respuesta del Acólito.
Pnjtizada.
Sonrío ante la inocencia de las niñas.
- Se pueden hacer muchas cosas además de recitar las oraciones. En realidad, los Siete no sólo se sienten complacidos con ellas ¿sabéis?, también les gusta ver felicidad y pureza de espíritu en sus creyentes. -
Hago una estratégica pausa.
- Así que, ¿qué os haría felices ahora mismo? Jugar, ¿a que sí? Bueno, pues había pensado que podemos jugar al siguente juego: yo me coloco ahí de espaldas - señalo el altar - y cuento hasta veinte. Mientras tanto vosotras os escondéis. Una vez acabe de contar, me daré la vuelta y os buscaré. A la primera que encuentre, le tocará ir al altar y ser ella la que cuente mientras la otra y yo nos escondemos. Y así sucesivamente. ¿os apetece? -
Lidya miró al Acòlito y después a su hermana dudando de lo que había oído.
-¿Jugar a esconderse? ¿Aquí? No estoy segura de si es buena idea...
Estaba segura que esa sería una de las cosas que su madre no las dejaría hacer, pero si el propio Acólito era el que lo proponía supuso que no podría haber nada malo en hacerlo.
Pjntizada.
-¡Siiii! ¡Bieeen! Grito mientras daba pequeñas palmadas de alegría y tiraba de su hermana aprovechando su indecisión antes de que pudiera cambiar de opinión llevándola a donde el Acólito les había indicado. ¡Pero no mires! Le advirtió cuando estaban listas.
Pjntizada.
Pasan varias horas de diversión infantil entre las columnatas del Septo. Las niñas y yo jugamos al improvisado juego entre risas y alegrías que complacen a los Siete.
Por las vidrieras del Oeste, el sol poniente anuncia ya la llegada del ocaso.
Tras la última ronda del juego, llamo a las niñas con una sonrisa junto al altar.
- Bueno qué me decís, ¿os lo habéis pasado bien? A que sí - contesto yo mismo a mi pregunta mientras asiento - ¿Véis cómo la fé en los Siete no está reñida con la alegría y la diversión? Más bien al contrario. -
Me incorporo y mir hacia la puerta.
- Pero me temo que se está haciendo tarde y vuestra madre estará preguntándose dónde estáis. - Cojo a cada una de una mano y camino hacia la puerta con ellas.
- ¿Qué os parece si vamos a buscarla? -
/ Al Patio del castillo con las niñas.
El tiempo se le había pasado volando dentro del Septo, sobre todo una vez pasados los temores iniciales, aunque cuando el Acólito dio por terminado el juego le dio la mano obediente y le sonrió.
-Creo que vendremos a rezar más a menudo Acólito Eremiel. Me lo he pasado muy bien.
/Al patio.
Pnjtizada.
Arianna había disfrutado mucho de aquel rato, nunca había imaginado que ir al Septo a rezar pudiera ser tan entretenido, pero ya se estaba haciendo tarde y Eremiel no podía seguir jugando más.
-Vengaaa... ¡Solo un rato más! Insistió con la esperanza de que el tiempo de juego se alargara un poco más.
/Al patio, si no lo convence.
Pnjtizada.
- El Acólito Eremiel sale al Patio acompañado de las hermanas Tully.
// Salen de escena: Eremiel, Arianna, Lidya. - Siguen en: Patio de Armas.
PRIMERA MADRE, PRIMERA LUNA, AÑO 140 D.A.
POR LA TARDE.
- El Acólito Eremiel regresa al Septo.
// Entra en escena: Eremiel. - Procede de: Patio de Armas.