CASTILLO DE AGUASCLARAS: SEPTO DEL CASTILLO:
Sept:
Al este de la Casa Señorial se encuentra el Sept del castillo. Es un Sept modesto hecho de piedra. El Septón Eulocis da aquí sus sermones cada día del Padre, ayudado por el Acólito Eremiel. En el piso de arriba del Sept hay una habitación poco confortable donde reside el Acólito Eremiel. El Septón Eulocis tiene una habitación confortable en el primer piso de la Casa Señorial.
PRIMERA MADRE, PRIMERA LUNA, AÑO 140 D.A.
MEDIA MAÑANA.
- El Acólito Eremiel llega al Septo procedente del Patio de Armas.
// Entra en escena: Acólito Eremiel. - Procede de: Patio de Armas.
Como anoche, otra vez me encuentro paseando de arriba a abajo mascullando entre dientes ante la impasividad moral de los habitantes de este castillo. Como anoche, otra vez intento calmar mi sangre hirviente con el aire fresco, en este caso, del oscuro y vacio Septo.
Tras largos minutos dando vueltas entre las columnas y paredes, me acerco al altar y me pongo de rodillas frente al padre.
- Padre, perdónalos por sus pecados - comienzo para proseguir con una oración silenciosa.
No obstante, mi mente lanza ideas de acción más drásticas que meras oraciones.
- ¿Qué haria ver a estas gentes de poca fe el gran error que cometen al alejarse de lo único que realmente importa? La gente sólo aprecia lo que tiene cuando lo pierde... hmmmmm... -
Una imagen del Septo, este Septo, ardiendo recorre mi mente súbitamente.
- No... demasiado drástico. Tal vez como última opción... Sigamos pensando... -
Patrycia entra al septo acompañada de Lady Olena. Parece cansada y no tiene buena cara, presentando grandes ojeras y el pelo algo despeinado. Tras una corta inclinación de respeto, se dirige silenciosa a rezar junto a la Madre.
PRIMERA MADRE, PRIMERA LUNA, AÑO 140 D.A.
MEDIA MAÑANA.
- Lady Olenna y Lady Patricya entran en el Septo procedentes del Patio de Armas.
// Entran en escena: Lady Olenna, Lady Patricya. - Proceden de: Patio de Armas.
Me acerco silencioso entre las columnetas a las mujeres nobles que han entrado a rezar y aguardo pacientemente a que terminen sus oraciones de entrada.
- Mis señoras - comento saludando formalmente con la cabeza cuando se percatan de mi presencia - ¿Puedo ayudarles en algo? -
-¿No has oído nada? Ayer tras la ceremonia el altar de los Siete comenzó a arder, eso no puede ser buena señal. Susurró a Lady Patricya lo poco que sabía, aunque seguramente los rumores empezarían a circular pronto, un hecho así no pasaría desapercibido.
Olenna se arrodilló junto a su cuñada en los sitios que solían utilizar dentro del septo y comenzó a rezar a los Siete por la protección de su familia y el castillo. Cuando terminó se sentó en el banco y se quedó en silencio hasta que la voz del Acólito Eremiel hizo que se estremeciera. Llevó su mano derecha al corazón intentando sosegarse.
-¡Acólito Eremiel! ¡Me habéis asustado! No sabíamos que estabais aquí.
Patrycia se quedó sorprendida un momento, y luego esperó a terminar sus oraciones en silencio. Luego se acercó y se sentó junto a Olenna, mirándola a ella y al acólito - ¿Ardió? ¿Por qué? - responde sorprendida.
- Pido disculpas, Lady Olenna, no pretendia asustarla. - digo agachando la cabeza.
- Me temo que así es, Lady Patrycia, el Altar del Lago fué quemado hasta los cimientos. Unos pocos intentamos apagar el fuego, pero no todos los presentes estaban dispuestos a evitar el sacrilegio...- digo frunciendo el ceño en recuerdo a la negativa de ciertas personalidades que anoche aconsejaron en contra de apagar las llamas. - ... con lo que al final no quedó de él más que cenizas y madera quemada. -
Hago una pausa.
- El Maestre recogió muestras del altar, pero al parecer aún no se sabe nada de las causas que provocaron el incendio. - agacho ligeramente la cabeza y bajo la voz aunque soy consciente de que no hay nadie más en el Septo. - Pero las constantes muestras de falta de fe que he visto últimamente no hacen sino indicarme que el Altar a los Siete fué quemado a propósito... -
-No esperaba encontrar a nadie más, por eso me he sobresaltado, estáis disculpado Acólito Eremiel.
No hizo falta que le explicara a su cuñada lo poco que sabía del suceso de la noche anterior pues Eremiel se había ofrecido a explicarlo y él si que lo había vivido de cerca. No pudo evitar sentir un escalofrío con lo sucedido y un gesto de preocupación se asomó en su rostro con las conclusiones del Acólito.
-Pero... ¿Quien podría hacer algo así? Preguntó dubitativa. Al fin y al cabo en el castillo se conocían unos a otros y si alguien era capaz de profanar de esa manera un altar dedicado a los Siete Olenna no descansaría tranquila. Espero que vuestras sospechas no resulten ciertas, no me gustaría pensar que alguien intenta provocar a los Siete en nuestra contra. ¿Qué podemos hacer ahora para aplacar su ira?
Miró a su cuñada con preocupación, si las sospechas eran ciertas alguien estaba intentando hacer daño a los habitantes de Aguasclaras y sus esposos estaban a la cabeza.
- Uhm... - Patrycia parece pensativa un momento - Tal vez fue por eso que mi esposo fue llamado con tanta rapidez y no volvió en toda la noche. De todas formas, estoy segura de que Lord Tully hará algo al respecto. En fin... - Dice mientras se levanta - Creo que es hora de atender mis obligaciones.
PRIMERA MADRE, PRIMERA LUNA, AÑO 140 D.A.
PASADO EL MEDIODIA.
- Haudrey llega al Septo, acompañando a las pequeñas Lidya y Arianna, tras atravesar el Patio.
// Entran en escena: Haudrey, Lidya, Arianna. - Proceden de: Estancias privadas del señor feudal y su familia (pasando por el Patio).
-Sí, seguramente se estén ocupando de eso, sobre todo si las sospechas del Acólito son ciertas.
Miró al muchacho, que se había quedado ensimismado durante un rato sin decir nada, quizás pensando en alguna teoría sobre lo que había pasado.
Yo me quedaré un rato Patricya, estoy esperando a mis hijas. Mira, ahora llegan.
Lady Olenna se giró para recibir a sus hijas, aunque no fue a ellas a las que dirigió sus primeras palabras, si no al bastardo.
- Veo que te has tomado tu tiempo... Debes aprender a ser más diligente cuando se te pide algo jovencito.
Le reprochó. Ahora puedes irte a seguir con lo que quiera que estabas haciendo. Algo inútil o molesto probablemente. Masculló entre dientes.
Niñas, despediros de vuestra tía, habéis tardado tanto que no nos podrá acompañar más tiempo.
Mis ojos saltan rápidamente entre las hijas y el bastardo de Ser Hadder para volver a posarse primero sobre Lady Patricya despidiéndola silenciosamente con la mirada y finalmente caer sobre Lady Olena.
- La ira de los Siete no es algo que se pueda comprar o vender con único gesto, mi Señora. - Le digo humildemente. A continuación, pienso en voz alta. - Tengo el temor de que este rebaño se encuentre descarriado por pecados cometidos no puntualmente, si no a lo largo de los años. -
Hago una pausa.
- Creo que lo primero y más importante es hacer que quien quemó el altar del lago se arrepienta y pida perdón aquí en el Septo, ante los Siete que tan deliberadamente desacró con su villanía. -
Allí estaban... Tarde, y Haudrey lo sabía, pero no podía haber ido más rápido. Sin embargo, no tenía sentido contestar a lady Olenna, éso lo había aprendido hace mucho, por el buen hacer de la vara de la ama de llaves.
-Siento mi tardanza, lady Olenna. Si no necesita nada más, me marcho-dijo el chico, despidiéndose de manera formal, y dedicando una débil y casi imperceptible sonrisa a las dos niñas antes de salir de allí.
Al patio.
Patrycia hace una carantoña a cada una de sus sobrinas y sale al patio.
//al patio
- Haudrey sale al Patio, seguido poco después por Lady Patricya.
// Salen de escena: Haudrey, Lady Patricya. - Siguen en: Patio de Armas.