Partida Rol por web

Pase horas de insoportable aburrimiento en los muros, vigilando, o mas bien echando una mirada de vez en cuando. Salía del castillo por las mañanas para talar y transportar leña y madera para la carpintería, veía como se trabajaba en la carpintería, en la cocina, en la herrería y en las cuadras. Pero al levantar la vista al muro, uno solo veía a los guardias andar y dar vueltas, hablar y hablar, y solo podías pensar. Que bien viven, parecen que hace la misma función que los pavos. Disfrutar y comer, hasta que un día llegan problemas y tienes que luchar. Si tienes suerte vives otro día para volver a la rutina de siempre y si no se acabo. Pero ahora al estar en el muro, intentando mantenerme atento sin lograrlo, empezaba a entender que mi lugar eran los bosques, no los muros y las guardias pesadas e interminables.

Después de varias horas y guardias inevitables, por los hombres y compañeros que habíamos perdido, me dirijo a primera hora de la mañana al patio de armas para hablar con Darién piel de lobo, el forestal. Como no empiece a meter mas leña en el castillo vamos a tener problemas y si me quedo mas de guardia acabare por saltar por ese maldito muro.

Tarmall estaba molesto, no por la negativa del Maestre sino por lo entúpido que se sentía, claro que le iba a decir que no, él era un simple guardia, un plebeyo que además tenía no muy buena fama ¿Cómo o por qué iba a perder su valioso tiempo un hombre de la posición del maestre? Había decidido tirar la toalla después de esa negativa y lo habría hecho de no ser por su padre. 
Se despertó sobresaltado de una cabezada, no sabía que había soñado exactamente pero recordaba muy bien la imagen de su padre, mirándolo desde una posición más alta que él con ojos de desaprobación, primero la Vieja y ahora su padre, si seguía la cosa así acabaría teniendo miedo de soñar.

Se pasó toda su primera guardia dándole vueltas a las palabras del Maestre, le dijo que había más gente que podría ayudarlo pero no le dijo quién, hubiese deseado preguntárselo pero no lo hizo y ya era tarde para volver a molestarlo, eso no lo haría, no señor. Por más vueltas que le daba solo se le ocurría que un noble sería el indicado, pero eso era imposible, no iba a acercarse a nadie de alto linaje del castillo y menos con tal petición, el Maestre fue respetuoso y educado, uno de los nobles probablemente se reiría del pobre Tarmall "Pocas Ganas" no ni hablar, no era una opción, además, no recordaba ningún momento en el que un noble se le dirigiera más que para dar alguna orden, no eso no era un opción...

Lo único bueno que sacó al finalizar su primera guardia es que pensar no era bueno, si seguía así acabaría con dolor de cabeza así que se marchó al interior, daría una vuelta por la cocina y la sala común de los plebeyos, era hora de comer algo y esperaba alegrarse la vista, había llegado servidumbre nueva para sustituir a los que cayeron por la epidemia de gripe, algunas eran mozas de buen ver y comer con buenas vistas le parecía una buena manera de distraerse durante un rato.

Año 153 D.A. Mes 6. Un día cualquiera.

Mención a: Rolls, el Albañil y Jeremyed, el Herrero.

Hoy ha sido la reunión de Ser Hadder con Rolls, el albañil. Compruebo que todo marcha según lo previsto en la cocina y que no hay nadie ocioso. Me da igual que sea remendando calzas, pero no voy a consentir que nadie esté mano sobre mano. Me cruzo con Tarmall al que saludo con las mismas ganas que su sobrenombre. ¡Qué desperdicio! Yergo la postura, adoptando mi pose aprendida de Vesania y juego con la vara de roble herencia suya. Espero que entienda el mensaje implícito...

Antes de salir al patio, me tapo con el mantón, ocultando así mi pelo recién limpio. Lo sujeto con la mano izquierda, pues la diestra la llevo ocupada por la vara. Me paro unos instantes y oteo el patio. Acaricio distraída a uno de los lebreles y camino sin prisa, tratando de esquivar todo el barro que puedo. Saludo a quiénes me cruzo, pero mi atención está en enfocada en... Justo ahí. Saliendo de la herrería. Aprieto mi manto y el paso y avanzo hasta ambos hombres que aún conversan en la puerta. El trato con ellos no es difícil, pues nuestros orígenes y conocidos comunes en Aguasturbias facilitaron siempre la relación.

- Hola, señores. Da recuerdos a Aisa, Jeremyed. Rolls, ¿cómo va todo? 

Sonrío afable a los dos hombres.

Jeremyed y yo nos encontrábamos saliendo de la herrería, hablando sobre diferentes cosas, sobre nuestro día a día. Sobre futuros proyectos y otras cuestiones, cuando de repente, nuestra charla es interrumpida por una voz. Es Tanya que nos saluda. De inmediato sospecho porque está aquí. Ella sabía de mi reunión con Ser Hadder, estoy completamente seguro de que quiere saber como me fue, por lo que decido dejarme de rodeos y contarle. Al fin y al cabo es una buena noticia. 

- Hola Tanya, pues muy bien a decir verdad. Este ha sido un gran día y estoy muy contento por eso. Como tu ya sabes, hoy he tenido mi reunión con Ser Hadder. En la reunión, le he planteado la elaboración de un monumento en honor a lo caídos. Para de esa forma levantar la moral de todo por aquí y honrar la memoria de ellos. Ser Hadder se ha mostrado muy entusiasmado con la idea y le ha dado su total aprobación. Así que junto con el habilidoso Jeremyed, elaboraré el monumento. Es lo menos que puedo hacer para tratar de ayudar en está situación. ¿Qué opinas Tanya? ¿Te gusta la idea? 

Le sonrío amablemente a la espera de su respuesta. 

Al oir la noticia mis ojos se agrandan ligeramente y mis labios se abren lo justo para dejar escapar una apenas audible exclamación admirativa. Pero no más apreciativa que la sonrisa que se dibuja justo a continuación, iluminando mi rostro. Sin duda será algo que guste a la gente. Me acuerdo de Bresa y me digo a mí misma que reconocer y recordar así a su hijo será más llevadero. 

- Oh, Rolls, es una gran iniciativa. Te daría un abrazo, pero hay público- dejo escapar una risa cantarina-. Tal vez sea una carga añadida a lo que ya tenéis que hacer a diario, pero... ¡caramba, que me caiga un rayo en la testa si no es una excelente manera de romper la rutina! Tanta guardia...

Meneo la cabeza con cierto disgusto. Las privaciones, el frío, el trabajo añadido por la salida de tres hombres de armas del castillo que hace duplicar los turnos a los que han quedado. Sumemos el dolor de las pérdidas recientes y saldrá un puchero demasiado amargo. Repaso mentalmente las viandas. Debo hablar con Lady Arianna, pues a buen seguro que habrá que hacer una celebración, por modesta que resulte, del monumento.

- ¿Cuánto calculáis que os llevará tenerlo terminado?- pregunto incluyendo a Jeremyed también en la conversación.

Noto la expresión de nostalgia y alegría que se dibuja en el rostro de Tanya. Me alegra ver esa reacción, es una buena señal de lo que este monumento causará en los miembros de este castillo. O como prefiero verlos, en mi familia. Ahora más que nunca es necesario levantar el espíritu de todos. Este Castillo ha pasado muchas dificultades antes, pero siempre juntos hemos sabido salir adelante. Y esta no será la excepción. 

Tanya dice que me daría un abrazo, la idea me hace sonrojar un poco y suelto una pequeña sonrisa, inclino la cabeza en señal de que aprecio el gesto. 

- Me alegra mucho que te gustará la idea Tanya, espero que los demás opinen lo mismo. Una sonrisa se dibuja en mi rostro pensativo. Pues sí, sera una carga adicional pero la hago con todo gusto, así que no será ningún problema. En cuanto al tiempo, creo que nos tomará uno o dos meses para que este terminada a la perfección. ¿ No es así Jerem? le digo sonriendo a mi compañero de elaboración. 

Jerem sonrió con cierta amargura. Era de alabar el entusiasmo en aquellos aciagos días.

Aisa, está bien por fortuna y que dure. Yo podría por mi parte tener esas espadas en una semana, no requieren demasiada labor, no hay que templarlas ni colarlas a conciencia. Para el asunto del grabado en las hojas necesitaré que alguien me facilite una nota con las letras que tengo que marcar. En verdad que es una buena idea la que habéis tenido.

Lástima que tengan que morir nobles para ver monumentos... 

- No te preocupes Jerem, por suerte tengo esta nota, donde consta lo que debe ir en cada espada. Saco la nota de mi bolsillo, está un poco arrugada, pero sigue siendo bastante clara. Se la entrego a Jeremyed sonriendo y digo: - "Hombre precavido, vale por 2 " 

- Pues creo que es muy probable entonces que acabemos antes el monumento, le pediré ayuda a mi hijo. De esa forma lo que me tomaría un mes, me tomará dos semanas máximo.

Mi muchacho trabaja rápido, oh la juventud... a veces extraño esos días. Me concentro de nuevo dejando de divagar y le digo a Tanya: Pues entonces creo que estará listo a más tardar en 3 semanas Tanya. 

Tomo nota mental de lo que me cuentan Jeremyed y Rolls. Será un esfuerzo por parte de todos, pero cada vez me convenzo más de que será bueno para la gente del castillo.

- Si necesitáis ayuda adicional, decidlo. Tal vez pueda enviaros algunas manos para que hagan tareas menores que os alivien la carga.

Año 153 D.A. Mes 6. Un día cualquiera.

Mención a: Forestal Darién "Piel de Lobo" y demás forestales.

Después de los incidentes de ese día aprecie mas mi trabajo de leñador, durante un tiempo me dedique a conseguir leña y talar algunos arboles para prepararlos para la carpintería. Aunque habían varias cosas que me apetecía hacer y siempre que me quedaba por las noches observando el techo de mi habitación pensaba en muchas de ellas una y otra vez.

Había un bosque me siempre me daba curiosidad. Había escuchado todo tipo de historias absurdas y otras que podrían a ser reales, pero eso no hacía que me olvidara del bosque mas misterioso del lugar. Pero para ir allí solo, pues nadie me permitiría ir, tendría que estar preparado y algo entrenado. Seguramente solo era un bosque mas, pero si pudiera encontrar algún tipo de madera diferente ya estaría mas que satisfecho por ello.

Me acerque una de las mañanas a hablar con Darién piel de lobo, justo cuando salía con los chicos a patrullar los bosques y yo a talar mas arboles para hacer leña.

Disculpad Darién. Me acerco mientras pasaban por el patio para salir del castillo. Muchas veces me habéis ayudado y me gustaría ser de mas ayuda para vosotros en los bosques, no es que quiera hacerme forestal con mis años, pero si pudieses dejarme ayudaros alguna vez y aprender algo, os estaría muy agradecido.

Saludó con gesto descuidado a Tanya y se quedó mirándola mientras se marchaba sin que se diera cuenta, le parecía una mujer de buen ver y con un cierto atractivo exótico, pero esa actitud, como si llevara una vara de repuesto metida en el culo, hacía que perdiera el encanto. Tarmall culpaba de ello a la "autoridad" que tenía como ama de llaves, había gente a la que no le sentaba bien eso de tener algo de mando, por suerte para él no le debía ninguna obediencia, ella era una sirvienta y el un guardia y aunque ahora estuviese en "su terreno" no podía decirle nada aunque quisiera, él había hecho su trabajo así que se había ganado el derecho de descansar y llevarse algo a la boca, además, no estaba molestando a nadie.

AÑO 153: MES 7: Edder llega al castillo son Grwaidd Tully.

Cuando Edder llegó al patio del castillo Ser Madrigal entrenaba, montado a lomos de su caballo, junto con su hijo Maegor que que hacía lo propio a lomos de Greq. Saludó al soldado como se saludan aquellos que han pasado muchos momentos juntos charlando de cosas banales y que acaban teniendo una amistad con el paso de los años. Edder le hacía gracia desde que lo conoció, por su mote, y había acabado cogiéndole cariño.

- Un segundo pajarillo.- Le dijo a su hijo para que le disculpara. Con un bello trote, como flotando si su montura flotara en vez de caminar, Madrigal se acercó a Eddder.- ¡A las buenas! ¿Cómo ha ido el viaje?- Sabía que Edder había acompañado a Grwaidd en uno de las pocas salidas del Castillo que permitía Ser Hadder. Esperaba verlo llegar con su rostro afable y montado sobre el espléndido caballo que Madrigal había ayudado a criar para él.-¿Algún percance?- Sonrió jocoso pues de todos era conocido la fama de torpe del soldado.

Edder desmonta de su caballo, el cual parecía algo cansado por el viaje, le había exigido hasta donde el animal pudo para llegar lo antes posible. Ser Madrigal es el primero que se le acerca a saludarle y preguntarle por la suerte de los que habían viajado con él. Cualquiera estaría, cuanto menos, extrañado por que el soldado regresara solo, aunque el el rostro del "Clavopié" no mostraba estar lo suficientemente tenso como para dar una noticia severamente trágica.

Devolviendo el saludo a Ser Madrigal y a su hijo, Edder procede a responder lo que se le pregunta -Ha sido sobre la marcha, pero nuestro señor Grwaidd se ha accidentado rompiendose una pierna. Iré a informarle de inmediato a Ser Hadder- esperó un momento a alguno de la cuadrilla viniera a llevar su caballo al establo, he indicarles que le alimentaran y dieran de beber, pues debía estar sediento después de aquel recorrido.

Se despidió de los allí presente, incluso de su caballo y se dirigió prontamente a informar al señor del castillo.

El rostro de Madrigal cambió de inmediato cuando recibió por parte de Edder las malas noticias.

- ¿Y con quién lo has dejado?- Su pregunta sonaba a reproche pero rápidamente se dio cuenta de que Edder habría dejado en buenas manos al hijo de su Señor.- Espera, te acompaño. Tengo que hablar con Ser Hadder.

Ser Madrigal, no pareció quedar muy tranquilo luego de la noticia, tal vez no estaba al tanto de que Edder no había sido el único que viajó junto a Grwaidd  para salvaguardarle. -Oh, claro, ha quedado en buenas manos. Armase esta con él y esta siendo atendido  por Lumila y Soraya.- el soldado esperó a que aquello bajara la angustia del caballero.

Luego de esto, Edder se dispuso a emprender marcha, la cual detuvo para ser alcanzado por Ser Madrigal e ir juntos hacia donde se encontraba Ser Hadder.

Año 153 D.A. Mes 6. Un día cualquiera.

Mención a: Forestal Darién "Piel de Lobo", Vitel, Dinnas, Plumby y Brocelyn.

Estaba a punto de salir de patrulla con Dinnas, Plumby y Brocelyn, estaba de un humor sombrío y estaba esperando que una recorrida por los bosques aligerara mi animo. En eso nos asalto el joven leñador con una solicitud. Me lo quede mirando de arriba abajo, viendo que es lo que tenía para ofrecernos -Que dicen muchachos, ¿el leñador tiene madera de cazador?- solté con una media sonrisa petulante.

-Dime, ¿sabes como termino el último leñador que fue aprendiz de cazador? ¿Acaso no tienes miedo?-

AÑO 153: MES 7:

A pesar de ser su día de descanso Tarmall no estaba muy contento, no solo seguía dándole vueltas a lo que le dijera el Maestre sino que además corría el rumor de que Lord Hadder estaba enfermo y no de algo leve, no es que tuviera una gran relación con el señor del castillo, de hecho no tenía ninguna, pero gracias a él tenía una buena vida allí en lugar de estar trabajando día y noche en el campo con la espalda quebrada o vagabundeando sin rumbo y muerto de hambre, le debía bastante a ese viejo. Pero Tarmall había encontrado algo para distraerse en esos momentos en los que su cabeza pensaba demasiado, cuando quería distraerse iba a las cocinas o la sala de los sirvientes y hacía listas mentales de las mujeres del servicio, como, quién tenia mejores pechos, quién movía mejor las caderas, a quién se llevaría primero a la cama...

Se dio cuenta de que las listas casi siempre acababan igual, las hijas de Russ quedaban fuera, tanto por que las había visto crecer y les seguían pareciendo unas crías como por que su padre no era apodado el "Matatoros" por nada, y en los primeros puestos siempre estaban Sysa, la comadrona, Sarah, la costurera, y Tanya, la ama de llaves, las jóvenes tenían demasiada energía y poca experiencia sin embargo las viudas...

Tarmall comenzó a achacarlo a que hacía ya tiempo que no yacía con una mujer por la orden de cierre del castillo, pero cada vez encontraba más atractivas a las mujeres del servicio, Tanya "perdía puntos" por parecerle una estirada que gozaba dando ordenes, por el contrario Sysa cada vez le parecía más... bonita. De ser un buen hablador se plantearía decirle algo, un comentario, una broma... pero la verdad era que solo con unas monedas como intermediario era cuando se atrevía a soltarse con una mujer y esta no era de esas.

Y en esas andaba "Pocas Ganas", apoyado en la pared de las cocinas, masticando algo de pan, haciendo una nueva lista en la que Sysa volvía a quedar primera y pensando que el tratar con las mujeres sería más fácil con las monedas como intermediarias, entonces se le ocurrió una idea, una gran idea, al menos para él, un modo perfecto y digno para acercarse a aquella mujer, se irguió en el sitio y salió de las cocinas como si fuese el hombre más inteligente del castillo.

-Lo que hace un hombre por las mujeres- Se dijo Tarmall cuando terminó de colocarse la armadura, la recordaba más holgada pero seguía quedándole bien, al menos a él se lo parecía, y no haber olvidado moverse con ella, se golpeó un par de veces el peto y salió de su habitación en los barracones de la guardia. 

Iba con la mirada fija hacia delante, en su mente la gente lo miraba sorprendido al ver a "Pocas Ganas" con armadura completa paseándose por el patio y más se sorprenderían y comentarían al ver que se acercaba a la zona de entrenamiento del patio de armas, pero no le importaba, tenía sus motivos y el resto le daba igual, solo esperaba que hubiese alguien dispuesto a entrenar y aquel intento no se quedara en una perdida de tiempo golpeando un trozo de madera.

Año 153 D.A. Mes 6. Un día cualquiera.

Mención a: Forestal Darién "Piel de Lobo" y Dinnas, Plumby y Brocelyn.

Ciertamente Darién me agradaba, tenía un buen sentido del humor. Era los ojos y oídos en el bosque, si hacía falta, pero poco ve o escucha un leñador cuando es él, el que rompe el silencio del bosque.

-Se muy bien como acabo, y como no pienso seguir por esas sendas que él recorrió, no me preocupa la espada de nuestro señor, pues se que es para defendernos, son los peligros que pueden aparecer mientras talo un árbol o recojo ramas, lo que verdaderamente me quita el sueño. Digo con media sonrisa. Ciertamente no me gusto lo que le paso a Brosten, si a mi padre le hubiera ocurrido lo mismo no se que habría hecho, me gustaría pensar que seguiría un camino mas adecuado, pero ciertamente los 7 te guían por sus senderos hasta que llegas al ultimo de ellos. Si pudieras enseñarme algo lo que veas necesario, te estaré muy agradecido. Y bueno, siempre es bueno tener a alguien para apoyaros, aunque sea un poco, cuando los tiempos se vuelven mas peligrosos y hacen falta mas hombres. No creo ser de mucha ayuda, a no ser que le tire un árbol encima a algún criminal y este sea tan necio de no moverse. Comente finalmente con una carcajada.

El frío del invierno cae en forma de pequeños copos de nieve sobre mi torso desnudo pero mi sudorosa piel está tan cálida que no los siento antes de que se derritan. Llevo horas entrenando mi técnica con espadón contra uno de los objetivos de madera y el cansancio ya se ha apoderado de mí lo suficiente como para que el frío no represente amenaza alguna para mí, sobre todo por ser de Dorne y estar acostumbrado al frío de las montañas.

Apoyo mi espadón sobre el suelo y veo que uno de los hombres del castillo sale en camino al patio. No es otro que Tarmall, el famoso "Pocas ganas", que viene más ataviado para la guerra que para un entrenamiento. Sonrío al verlo y le hago señas para que se acerque mientras dejo mi espadón a un lado:

 - "Supongo que quieres entrenar de verdad si te has vestido así. Estoy aburrido de un muñeco inmóvil. ¿Quieres entrenar conmigo?"

Le pregunto más como un gesto que como una interrogante real, pues los verdaderos hombres no rechazan esa clase de invitaciones y él, por más conocido que pueda ser por su falta de entusiasmo general, sigue siendo un guerrero de Ser Hadder y tiene un honor que cuidar.

Tomo un espadón de madera de entrenamiento y le invito a tomar un arma de ese tipo para que nos entrenemos de la forma en que solo un oponente real puede hacerlo.