Partida Rol por web

El Escudero mira muy serio a su maestro y le dice:

- "No pienso abandonaros, Ser Baltrigar, aunque me cueste la vida. Eso es lo único que no me podéis ordenar, mi señor." -

El gigante hace que su caballo se vuelva, enfrentando el lado de la calle por el que, sabe, se encuentra Sanguedor. Agita su descomunal arma, salpicando el suelo con la sangre, restos de hueso y cerebro de Bethan.

-Ahora qué, pregunta ese bastardo traidor -dice hacia Haudrey, casi en un murmullo-. Ahora qué.

Cicatriz desciende de su caballo, acercándose al cuerpo de Bethan que se convulsiona en el suelo sin control. Con su mano izquierda toma una daga de su bota y la entierra en el cuello del Caratorcida, abriéndolo de lado a lado. Luego toma del suelo uno de los escudos medianos de acero de los mercenarios que acaba de masacrar y regresa a su caballo, mirando ahora hacia Baltrigar.

-Tú dirás -dice de nuevo a Haudrey-. Ese perro mató a tu señor padre a traición. El otro perro de más allá, en cambio, es un capitán mercenario a quien hoy tenemos enfrente y mañana podemos tener a nuestro lado. Así que, tú dirás.

Y Caster desfigura su horrible rostro con lo que, quizá, sea una sonrisa.

El bastardo miró con desprecio, desde lo alto de su caballo, los restos de Bethan. No tenía por qué haber muerto hoy, y el muy idiota dejaba un bebé huérfano detrás, por haberse metido donde no le llamaban. Con un poco de suerte, aquello enviaría el mensaje adecuado al castillo. Con menos suerte, enviaría otro tipo de mensaje. Haudrey miró a Cicatriz cuando éste habló, suspirando levemente.

-Si Sanguedor no se mete en medio, no hay por qué ponerle la mano encima. Sabes para lo que hemos venido. Es el momento de escribir la última página de la historia de los Lefford, y se va a escribir con sangre. 

Sigo descansando, a la espera de que Cicatriz acabe. 

Acción: descansa y se aparta con su caballo a un lado para que Hardinald vea bien a Cicatriz y Haudrey haciendo una escabechina.

Si Cicatriz o Haudrey cargan a por Hardinald, Baltrigar se hará a un lado y no lo impedirá. Si cargan a por el propio Baltrigar, de momento no responderá a los ataques.

- Muchacho. - Dijo Baltrigar con tono admonitorio a su escudero. - Tienes un noble corazón, aunque sumas una visión emponzoñada por mentiras y malos consejos. Ojalá te hubiera conocido en otras circunstancias. -

El caballero negó con la cabeza lamentándose en silencio. - Aun no lo entiendes. Ese hombre de ahí, - comentó señalando en dirección a Haudrey, - viene a cobrarse lo que es justo. Yo maté a su padre a traición en un acto innoble y deshonroso. No hay nada que pueda justificar mi comportamiento por mucho que tu familia lo haya pintado de heroico. Y no voy a defenderme. Vuelve con tu tío. No tiene sentido pelear por alguien que quiere morir. - Las palabras del Caballero iban destinadas a un objetivo pero no sabía si lograría el efecto que quería.

- No puedes impedir que me maten si quieren, y no puedes enfrentarte a esos dos hombres tú sólo. Regresa con tu tío y vivirás. De lo contrario no me responsabilizo de lo que te pase. - Ojalá Hardinald atendiese a razones.

Baltrigar bajó la lanza apuntando al suelo y siguió esperando viendo como aquellos dos bandidos acababan con los últimos supervivientes de la plaza.

SER BALTRIGAR:

- Tirada de Diplomacia o Engañar. Dificultad 16.

CICATRIZ:

- Mi interpretación personal sería que no fallas por torpeza, sino que cuando le ves agonizar entre sus últimos estertores, con el cráneo destrozado y la garganta abierta y expulsando un surtidor de sangre, sientes que se agrieta tu férrea determinación, que tu corazón no es de piedra como piensas. Recuerdas las bromas, la antigua camaradería y por un instante tan sólo tu voluntad se derrumba. Sin embargo, agrandar la herida de la garganta abierta de Bethan para acelerar más su muerte era innecesario, tras el primer tajo en el cuello rápidamente se desangra y muere en muy pocos segundos.

Acción: Baltrigar descansa y se lamenta por la próxima muerte de su pupilo.

- "¡Vamos, Ser Baltrigar! ¡Vos sois mi mentor y maestro, no podéis desfallecer ahora! ¡Por los Siete, mi señor, no flaqueéis en este momento de necesidad!

¡No penéis por estos bandidos, pues son hombres sin honor y criminales, asesinos despiadados y...! ¡Ay!" -

El discurso del joven escudero queda interrumpido ante un tajo de espada del Bastardo Rencoroso, aunque no parece que el tajo haya penetrado la armadura.