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Juego de Tronos - Castillo de Aguasclaras.

Feudo Aguasclaras: Orilla Azul.

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23/11/2013, 09:15
Feudo Aguasclaras: Orilla Azul.

ORILLA AZUL: NACIMIENTOS Y EFEMERIDES:

- Fundación: En tiempos inmemoriales (poco antes de la Conquista Targaryen), por un señor Tully rebelde (que se enfrentaba a los Hoare de Harrenhall).

- Año 78: Nacimiento de Probis, hijo del Mayordomo de Orilla Azul.

Notas de juego

// Entra en escena: Probis. - Procede de: Vientre materno.

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24/11/2013, 22:11
"Familia, Deber, Honor."

VIÑETA III: FEUDO DE VARL: AÑOS 48 A 78 DE LA DINASTIA TARGARYEN:

- La Casa Lefford, vasalla de los Lannister gana el control sobre la región, aposentándose en el Fuerte Varl junto al Lago Encharcado, pues Sept de la Bahía gana una gran influencia política en la zona. Los Tully, que habían apoyado fervientemente a Maegor, pierden mucho poder, aunque mantienen cierta presencia y algunos señoríos en la región.

- Sept de la Bahía: Se construye un espléndido Sept de piedra que domina el acantilado y la zona más alta del lugar. Su campanario avisa con sus campanadas cada vez que se avistan barcoluengos en la mar. También las campanas llaman a los fieles a la oración.

- Se construye el primer molino visto en toda la región, en Campotrigo.

- Los Tully fundan la aldea de Granja Clara hacia el Año 70. Las granjas construidas en esta zona resultan extremadamente fértiles, que con los años se vuelven famosas por sus excelentes cerdos. La pesca en el río es excelente.

- Orilla Azul es uno de los pocos pueblos de la zona que se mantiene incondicionalmente leal a la Casa Tully. El Mayordomo de Orilla Azul tiene un hijo en el Año 78, es bautizado ante los Siete con el nombre de Probis.

- Hacia el Año 59 comienzan a verse las primeras casas de lo que un día será Solaz del Soldado. Muchos de los dueños de esas casas son antiguos mercenarios, guerreros, soldados y cazadores de hombres. Desde Sept de la Bahía se predica contra la perversidad de estas gentes, cuya presencia es muy mal vista cuando van a otras localidades.

- Los Oakenshaf, una casa noble menor, prosperan enormemente en Casagrande. Se les tilda despreciativamente de caballeros-mercaderes por su riqueza. Los Oakenshaf se mantienen neutrales en las tensiones entre la Fe (con el soporte de los Lefford, y por tanto los Lannister) y los Tully (que tratan de recuperar el favor del Trono de Hierro a lo largo de estas décadas).

- Hacia el Año 62 se constata la presencia de un creciente pueblo en lo que un día será Casa Amable. Es la conjunción de colonos procedentes tanto de las Tierras de los Ríos, como de las Tierras de Occidente, e incluso algunos del Dominio. Las tierras son ricas y fértiles.

- En el Año 75, Ser Osmure Oakenshaf funda el pueblo de Corral de la Encina.

- Brom, un campesino de fuerza y carisma legendarios, funda la aldea de Cabaña de Brom en el Año 60.

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01/12/2013, 19:49
Feudo Aguasclaras: Orilla Azul.

- Año 101: Nacimiento de Din. Hijo de Phelis, nieto de Cohen.

Notas de juego

// Entra en escena: Din. - Procede de: Vientre materno.

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05/12/2013, 08:53
[RIP] Din el Forestal.

AÑO 101 DE LA DINASTÍA TARGARYEN: Orilla azul.

Cohen, abuelo de Din el Forestal y bisabuelo de Dhur, hijo de Din.

Phelis, padre de Din el Forestal y abuelo de Dhur.

Valeris, Danny y Mira, hermanas de Phelis y tías de Din.

Din el Forestal, padre de Dhur.

Por tradición no se permitía estar a los hombres en el interior de la casa mientras las mujeres daban a luz. Cohen y Phelis, padre e hijo, se turnaban para mirar hacia la puerta de su casa. En el interior se oían los gritos de la mujer de Phelis. Gritos potentes, desagarradores. El miedo perlaba los ojos de Phelis. Cohen, por el contrario, no. Había pasado por lo mismo cuatro veces, aunque ahora era ligeramente distinto. Sentía una emoción similar, pero distinta, iba a llegar al mundo su primer nieto.

Hacía poco que había amanecido, y aunque para ellos la vida estaba congelada en aquel instante, en el mundo real todo continuaba. La aldea poco a poco fue llenándose con los sonidos de la gente levantándose, yendo a sus respectivos trabajos, hablando, negociando... Y a media mañana los llantos de una nueva criatura hicieron que tanto padre como hijo se pusieran en pie de un salto y trataran de abalanzarse sobre la puerta de la casa.

Pero la puerta se abrió antes de que ninguno llegara a ella. Mira les miró con una sonrisa radiante en el rostro.

- Es un varón. - Anunció. Acto seguido se abalanzó sobre su hermano y se fundió en un profundo abrazo con él. - Tengo un sobrinito. -

Cohen se unió a sus hijos en el abrazo, también emocionado y controló sus ganas de entrar en la casa, cediendo el derecho a su hijo, Phelis, que debía ser el primero en entrar.

Era un día de gozo para toda la familia. Phelis, Mira y Cohen entraron en el salón. La comadrona estaba acabando de limpiar a la madre, ya tapada, y le enjugaba el rostro con un paño. La mujer no parecía haber sufrido ningún dolor a pesar de todos los gritos de la noche... y a pesar de las gotas de sudor que enmarcaban su frente. Su rostro estaba totalmente apacible mientras observaba con detalle el bebé que tenía en brazos. Miró a Phelis y con dulzura le habló:

- Ven. Tu hijo quiere conocerte. - Phelis se acercó con pasos tambaleantes.

Cohen miró a su mujer, había ayudado junto a sus otras tres hijas a la comadrona, y ahora todas las mujeres de la familia estaban ahí. Estuvieron unos segundos todos en silencio, hasta el bebé dejó de llorar. Todo mientras la comadrona acababa de recoger sus bártulos y marcharse.

- ¿Cómo se llamará? - Preguntó Cohen.

Su hijo miró primero al bebé y luego a la madre... - Din. Su nombre es Din. -

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05/12/2013, 09:52
Los Siete: La Madre.

NACIMIENTOS BAJO LA BENDICION DE LA MADRE:

- Año 104: Edder.

- Año 108: Caster.

- Año 110: Russ.

- Año 113: Bresa.

- Año 114: Tarmall, hijo de Trall el guerrero (guardia de Orilla Azul leal a la Casa Tully).

EFEMERIDES:

- Año 110: Con 18 años, Vesania Oakenshaf huye de un matrimonio indeseado con Bernadd, heredero de los Casagrande. Se traslada a Orilla Azul, donde Probis el Mayordomo le ofrece el puesto de Ama de Llaves de la casa señorial (en la que desde hace muchos años no habita ningún señor Tully).

Notas de juego

// Entran en escena: Edder, Caster, Russ, Bresa, Tarmall. - Proceden de: Vientre materno.

// Entra en escena: Vesania Oakenshaf. - Procede de: Casagrande.

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05/12/2013, 12:23
[RIP] Nana la Comadrona.

VIÑETA VI: AÑO 101 DE LA DINASTÍA TARGARYEN, ORILLA AZUL:

INTERACCIÓN: Mención de DIN EL FORESTAL

Nana tenía tres años. Era la segunda vez que la abuela Ulha la traía al pueblo. Dos señores esperaban en el exterior de la casa. Ninguno de los hombres las dignaron con una mirada. Las comadronas son seres invisibles. Nunca nadie les da las gracias. Nunca nadie repara en ellas.

Otra señora abrió la puerta, lanzando una mirada enigmática a la presencia de la niña. Antes de que Ulha tuviese que justificarse, una contracción y un gemido del interior bastó para que Danny se apartara y dejara actuar a la anciana. Su abuela tiró de Nana hasta el interior. La niña quería huir de los ruidos guturales que presagiaban un monstruo, pero la mano de Ulha tiraba con más fuerza. Al final no había monstruo, pero había algo peor.

La echaron a un lado, y quedó asustada... inmóvil como en un retrato, presenciándolo todo. No había nada que pudiese hacer. Se tapaba las orejas, pero seguía escuchando los gemidos. Cerró los ojos. Ulha no tenía que obligarla a ver. No esta vez. Que su nieta se fuese acostumbrando poco a poco. Además, ya tenía suficientes problemas: el maldito crío nacía con los pies por delante. Agarró, en la siguiente contracción tiró para ayudar a la madre. Una vez más.

Aquel parto duró una eternidad para Nana, pero lo peor de todo vino después. El desprecio, la invisibilidad de nuevo. El bebé ya había nacido. Ulha y Nana volvían a dejar de existir. La niña les escucha decir que llamarán al recién nacido Din. Nombre estúpido... Nana maldice a Din para sus adentros. Menuda experiencia más horrible acaba de vivir por su culpa. Sin abrir los labios, la pequeña se promete que jamás, bajo ningún concepto, llegará a llevar a un bebé en su vientre. Nana no podría estar más equivocada con la vida que venía por delante.

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05/12/2013, 17:58
[OUT] Bresa la Costurera, esposa de Russ.

Año 113. Orilla Azul.

Grise, hermana de Cohen, abuela de Bresa.

Mirka, hija de Grise, madre de Bresa.

Phelis, padre de Din, primo de Mirka

Din, hijo de Phelis, primo segundo de Bresa.

Ulha, abuela de Nana, comadrona.

 

- ¿Otra vez con eso, mujer? - Decía Phelis algo cansado. - Han pasado siete meses, te digo que aún no viene. Anda, coge el haz de trigo. No pesa mucho. Mirka renqueó hasta el haz llevando un canasto, y se agachó tanto como su enorme barriga le permitió.

-Te digo que noto al bebé moverse. Que viene ya, Phelis. - Dijo mientras dejaba el haz junto a los demás y acercaba más trigo al molino de mano que estaba usando su primo.

- Ja... Lleva viniendo tres días. - Phelis dejó el molino de mano y suspiró un momento, mirando a Mirka. - Mira, lo entiendo. Sé que estás muy enfadada por lo que ha dicho Brinhild, y en mi opinión tienes derecho a ello. Pero tenemos que hacer la harina antes de que se pase el trigo, o tu bebé no verá el próximo verano. No lo uses de excusa para pasarte el día en la cama lamiéndote las heridas de tu orgullo herido. - Acto seguido volvió a aplastar el trigo con fuerza, usando la pequeña piedra del molino.

- Phelis... Que te digo que viene ya. - Esta vez la voz de su prima tenía un tono diferente, un cierto temblor de miedo. Phelis la miró un momento. Estaba frente a él, el pequeño saco de trigo había resbalado de sus manos y se había caído a sus pies, esparciendo su contenido por el suelo. Un sueldo sembrado de maíz, regado de un rojo sangre que también cubría ya parte de la falda de Mirka.

- Por la Madre... - Phelis se levantó rápidamente y cogió a su prima en brazos, sacándola del cobertizo y corriendo como pudo los pocos metros que les separaban de la casa. Frente a la puerta un niño mordisqueaba un trozo de pan mientras cortaba algo de madera. - ¡Din, corre a buscar a la vieja Ulha! ¡¿Qué miras, niño?! ¡Corre! - Le gritó su padre mientras abría la puerta de la casa con su espalda, y entraba con la mujer en brazos. La tía Grise, madre de Mirka, había oído todo el griterío desde la cocina y ya estaba junto a la puerta cuando éste entró.

- Llévala a la cama, vamos - dijo con voz autoritaria, pero demostrando tranquilidad y control de la situación. Cuando Phelis dejó a Mirka, con todo el cuidado que pudo, sobre la cama, Grise comenzó a desnudar el vestido de Mirka y remangar la ensangrentada falta. Con un movimiento rápido de mano señaló la puerta y miró a su sobrino con fiereza - ¡Fuera! -

Phelis miró a Grise un momento. Tenía miedo y se sentía mal por no haber creído a Mirka - Pero... - Su tía no le dejó terminar. - Esto no es cosa de hombres. ¡La metiste para que el niño entrase y ahora tienes que salir para que el niño salga! ¡Largo, o no nacerá!

La lógica y la tradición le hicieron salir de casa. Al poco tiempo Din apareció con la vieja Ulha, montada en un burro cansado que llevaba su nieta Nana. Cómo había cambiado desde el nacimiento de Din, pensó Phelis, de ser esa niña que se tapaba las orejas ante los gritos de un parto... Ambas entraron corriendo sin saludar, y Din por su parte corrió hacia el campo en busca de Bjorn, el marido de Mirka, que llegó al borde de la histeria poco después.

Tras lo que pareció una eternidad, sólo rota por los gritos de Mirka, Ulha salió un momento y entró en la cuadra. Ante la atenta mirada de los dos hombres y el joven Din, salió de éste con el cuchillo de despellejar conejos y volvió a entrar en la casa, en silencio.

Bjorn contuvo la respiración hasta que vió a la anciana desaparecer tras la puerta, y por un momento, Phelis pensó que éste correría dentro de la casa. Pero no. Se arrodilló, y llorando, comenzó a rezar a la Madre. Phelis y su hijo se arrodillaron junto a él y se unieron a la plegaria.

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08/12/2013, 21:55
[RIP] Nana la Comadrona.

VIÑETA VII: AÑO 113 DE LA DINASTÍA TARGARYEN, ORILLA AZUL:

No hay partos fáciles. Mucho menos en invierno. Ulha y Nana habían conseguido salvar a la mayoría de los recién nacidos de Orilla Azul, una suerte que otras poblaciones no gozaron. Aún así, cada desventura era una derrota. Ulha lo sufría así. Y esas derrotas fueron haciendo mella en su voluntad, como el invierno hacía mella en su salud.

Ulha murió. Nana solo tenía quince años, pero ya sabía todo lo que los demás requerían de ella. Aún así, fue muy duro tener que asistir al primer parto sin su abuela. Esta vez el mazazo fue doble: murió hija y madre. El invierno no perdona. Tan desconsolada como Nana estaba el joven viudo, Gregory. Por una vez, Nana abandonó la invisibilidad que le proporcionaba su profesión. Se acercó. Lo consoló con unas sentidas palabras. Y aquel gesto fue el germen.

El invierno pereció al mismo tiempo que las penas. La llegada del calor coincidió con la esperanza y el amor de Nana y Gregory. Era un amor prohibido, que nadie sabía, que no respetaba lutos, que se ocultaba a los demás. Nana recibía las visitas de Gregory en su cabaña de las afueras. Y como suele suceder, Nana se quedó preñada. Gregory y Nana se casaron en secreto. Eran los ritos de los Antiguos Dioses, no necesitaban de Septón ni de la bendición de los Siete. Una boda secreta. Pero la tripa crecía, y había que decidir si hacerlo público.

Nana no quería ser una carga para Gregory. Conocía bien cómo traer a los niños al mundo, pero también cómo impedirlo. Eligió abortar. Nana tomó durante días una infusión de hierbas que había preparado. Pero no había en Orilla Azul otra comadrona para ponerse entre sus piernas con un anzuelo y quitarlo de dentro. Vinieron las fiebres, las infecciones... La muerte acechó a Nana durante varias semanas. Rezó a los Antiguos Dioses con devoción. Y tras una larga agonía, la placenta se pudrió y Nana pudo expulsar aquel diminuto cadáver de sus entrañas.

Nana sobrevivió, pero la Muerte había elegido quedarse dentro de su vientre.

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09/12/2013, 23:18
Cicatriz.

Escena VII.

     Un bebé aún no llamado Caster.

     Orilla Azul. Año 108 después del Desembarco del Rey.

 

     Los gritos de la mujer quebraban el silencio de la noche como chillidos de puerco en el matadero. Al otro lado de los cortinajes dos hombres de armas, los rostros curtidos por el frío y las cicatrices, los cuerpos doloridos por el peso de las piezas de armadura y el acarreo de armas, se miraban sin hablar.

     Por debajo de los gritos, una voz suave cantaba una vieja nana. Las palabras hablaban de suspiros, emociones, amor y esperanza, y los alaridos no interrumpían la cadenciosa letanía, cuya entonación correcta sólo se insinuaba. De pronto, un quejido violento interrumpió la nana, y la voz tranquilizadora se elevó.

     – Ahora empuja, mujer. Como si quisieras hacer el cagarro más enorme de toda tu vida.

     Uno de los hombres, el más alto, se aproximó a la puerta de salida del burdel, asomándose a la fría noche. Su compañero buscó un trozo de carne seca para mascar, llevándoselo a la boca. Después se levantó a su vez.

     – Sigo sin entender, Marcaw.

     – Ese niño puede ser mío –dijo el más alto. – Me he tirado a esa furcia varias veces por semana en los últimos dos años. He pasado más noches con ella que con mi propia esposa.

     – Eso es lo que no entiendo. Tu mujer…

     – Sé que es tu prima, Bizco, pero mi mujer es una imbécil. Su mente es tan yerma como su vientre. No ha sabido darme hijos.

     – Lo que sea que nazca ahí dentro, no es tu hijo. Y nunca lo será.

     El hombre alto se volvió. En su pecho había un extraño blasón, una Estrella de la Mañana de grandes dimensiones con las afiladas puntas parcialmente fundidas.

     – Mira, Bizco, eres un buen amigo. Pero lo que yo haga con el fruto de mi polla es cosa mía.

     – ¿Y qué es lo que vas a hacer?

     – Si es sangre de mi sangre, vendrá conmigo –dijo Marcaw, de la sangre de los Herlaw–. Si no lo es…

 

     Un alarido agudo se unió a los gritos de dolor de la mujer. La voz de la comadrona animaba y reía, y gritaba uniéndose a los chillidos de terror del recién nacido y los sollozos de su madre rota. Los dos hombres volvieron a mirarse a los ojos, hasta que el Bizco negó con la cabeza y salió a la noche.

     Fuera lo que fuese, aquello ya no le incumbía.

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10/12/2013, 11:08
"Familia, Deber, Honor."

NACIMIENTOS:

- Año 123: Nace Sysa, la hija de un granjero.

Notas de juego

// Entra en escena: Sysa. - Procede de: Vientre materno.

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12/12/2013, 01:57
[RIP] Ama de Llaves Vesania Oakenshaf.

VIÑETA VIII: AÑOS 117 A 124 DE LA DINASTIA TARGARYEN: Orilla Azul. Vesania Oakenshaf desempeña su trabajo de Ama de Llaves con eficacia bajo el mando de Probis el Mayordomo, por el que siente cada vez mayor devoción.

INTERACCIÓN: Mención de Probis el Mayordomo.

A Vesania no le hizo falta mucho tiempo para encontrar la vara de madera de roble. Todo lo tenía perfectamente ordenado como no podía ser de otra manera. Probis no esperaría otra cosa de ella.

El soldado, no más que un matón, se había entretenido en atar las manos de la pobre sirvienta a su espalda como le había ordenado ella. Sacó la vara de su funda y comprobó su equilibrio con un seco movimiento en el aire.

ZZZUUUUMMM

- Madera de roble de gran calidad. En cuanto pasen unos días y se te vaya el moratón no te quedará marca alguna. No se trata de desfigurarte sino de que aprendas una lección. La madera de roble es flexible, pero no se astilla, eso es lo bueno. - A medida que hablaba se paseaba por la habitación con calma, como deleitándose por tener la oportunidad de aleccionar a la joven sirvienta.

Cuando gesticulaba, la vara, flexible y dura, hacía zumbar el aire. Además, la madera de roble era un todo un símbolo que tenía gran significado para ella, cuyos valores se soportaban sobre profundos y resistentes pilares. Su padre estaría orgulloso de ella.

- Levántale la falda, pero no te sobrepases.- Lo que menos le gustaba era tener que depender de aquellos brutos para poder llevar a cabo los castigos. Si no le hubiera pedido a la Vieja ya tantos favores le pediría la fuerza de un hombre para hacerlo todo ella misma. El soldado se relamió los labios y levantó las faldas de la mujer, dejando al aire las sonrosadas nalgas. La mujer sollozaba asustada.

Con el paso de los años Vesania estaba convencida de que había hecho lo correcto al huir de Casagrande. La Vieja había sido misericordiosa con ella y había aceptado sus ofrendas a cambio de favorecerla de aquella manera. Muchos dirían que el precio que había pagado y habría de pagar era muy elevado. Pero ella estaba agradecida, con tal de que no ensuciaran su apellido.

- Toma. Ponle esto en la boca. - Vesania tendió un burdo pañuelo empapado en vinagre.

La sirvienta arrugó el gesto al oler el vinagre pero acabó abriendo la boca tras forcejear un poco.

- Mmmffff.

Impregnar el paño en vinagre era invención suya. El paño ayudaba a que los que sufrían los golpes no gritaran, pero para Vesania eso no era suficiente. Debían aprender a soportar con estoicismo el dolor que se habían producido ellos mismos al descuidar sus quehaceres. Si mordían con fuerza el trapo expulsaban el vinagre en él absorbido, lo que provocaba en muchos unas nauseas irrefrenables. Sólo aquellos lo suficientemente fuertes, mental y físicamente, aguantaban sin gritar y sin morder el trapo, lo cual era una buena señal.

Vesania permanecía impasible ante los gemidos de la mujer que se atragantaba con los efluvios que desprendía el trapo.

- Quiero que sepas que no disfruto con esto. - Mintió. Mintió a la mujer y se mentía a ella misma. Levantó el brazo que portaba la vara y lo dejó caer con un golpe seco.

¡PLAS!!

- ¡¡¡Mmmffff!!!!

El sonido de la vara de roble contra la carne blanda de las nalgas de la joven criada le producía casi tanto placer como el sexo. Al menos eso suponía ella, que desconocía los placeres carnales y esperaba que aquello no cambiara nunca. Afortunadamente el trapo cumplía una doble función y le libraba de soportar los chillidos que muchos eran incapaces de dejar de emitir ante el dolor.

¡PLAS!!

Ya llevaba varios años al servicio de aquel íntegro mayordomo que cada vez admiraba más. La Vieja lo había puesto en su camino, estaba segura. Tenían muchas cosas en común. Ambos habían perdido a la familia más cercana. Ambos gustaban de la simplicidad del seguimiento de unas normas perfectamente definidas y del placer que conllevaba su estricto cumplimiento.

- Sólo dos más. Pero quiero que entiendas por qué estás aquí, aunque ya lo sabes. No todos amáis el cumplimiento de vuestros deberes como yo lo hago y para esos casos estan los golpes de vara. No es nada personal, simplemente no quiero que vuelva a pasar. -

Vesania vigilaba con la mirada al soldado. Su entrepierna aparecía ya abultada ante las sinuosas curvas desnudas de la mujer y el tono rojizo que estaba adoptando la piel de sus nalgas golpeadas. Debía acabar rápido o no podría responder por el hombre.

- Has robado manzanas de las cocinas cuando ya se te dota de comida y techo en cantidad suficiente para el trabajo que realizas. Servir a un noble es un orgullo y así debes verlo, evitándo mancillar la confianza que depositan en ti. No debéis olvidar que yo siempre estaré vigilando, pues ese es mi trabajo. Los infractores saldarán la deuda contraida reponiendo el daño causado. Como eso no es posible en este caso, pagarás con dolor lo que has robado. - La sirvienta miraba a aquella mujer de rostro impertérrito y marcado con aquellas cicatrices que partían de donde surgen las lágrimas.

¡PLAS!

- Sólo uno más.

¡PLAS!

Cada golpe de la vara hacía más daño que el anterior hasta que el ardor era tan insoportable que deseabas morir. La muchacha apretó los dientes atragantándose con el vinagre. Le sobrevino una poderosa arcada que no pudo contener, echando por el suelo el contenido de su estómago a medio digerir. Entre los jugos gastricos se apreciaban trozos de dulce manzana.

- Parece que al final sí has podido reponer lo robado. - Vesania se dirigió ahora al soldado. - Desátala y que se vaya después de limpiar este estropicio... y no le toques ni un pelo. -

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12/12/2013, 22:41
Cicatriz.

VIÑETA VIII:

     INTERACCIÓN: Menciones de Phelis el Forestal y Nana la Comadrona.

     Caster, hijo de Marcaw.

     Aldea de Orilla Azul. Año 120 después del Desembarco del Rey.

 

     Un hombre desconocido se movía entre las sombras del interior de la pequeña casa de barro cocido y maderos donde vivía el muchacho en absoluta soledad desde que cumpliera su séptimo día del Nombre. El muchacho, ahora con doce días del nombre a sus espaldas, observaba sin ser visto en silencio desde el altillo que le servía al tiempo de leñero y lecho. En silencio y con curiosidad.

     Ahora el hombre, probablemente un ladrón nómada, curioseaba con un cucharón de madera el interior de la pequeña olla de hierro donde Caster guardaba unas gachas del día anterior. Sobre uno de los estantes cercanos descansaba un enorme escudo fabricado para el brazo de un hombre fuerte, regalo de su padre el día en que tuvo que echarlo de su hogar a causa de la esposa que no era su madre. En el centro del escudo alguien había pintado en rojo sobre plata una estrella de la mañana de singulares proporciones.

     El hombre dejó de agitar las gachas, escupiendo un gargajo al interior de la olla, y fijó su mirada en el escudo. Se acercó a él, murmurando un “mira tú por dónde”, y se aupó con la intención de bajarlo de su lugar en el estante. Lo atrajo hacia sí y lo acercó al tenue fuego del hogar donde se calentaban las gachas para poder ver bien el dibujo. El hombre sonreía con una boca sin dientes. No era mal botín para una mañana tan desapacible como aquella.

     Caster saltó con fuerza desde su escondite y cayó sobre la espalda del hombre. Pese a ser apenas un muchacho, su fuerza y tamaño eran casi idénticas a las del hombre que había violado su hogar; pero no estaba acostumbrado a pelear con veteranos, y no vio el movimiento fluido y fugaz con que el hombre empuñó una pequeña daga curva dando un enorme arco hacia atrás mientras caía. Algo muy caliente brotó en abundancia desde el lado izquierdo del rostro de Caster. Y éste enfureció.

———————

     –El niño se defendió.

     –No es un niño, Marcaw. Cuenta ya con catorce días del nombre.

     –Doce.

     –¿Tan pocos? –dijo Phelis, mirando al guerrero con asombro–. Parece mucho mayor.

     –Los de mi sangre somos grandes. Siempre ha sido así.

     –En cualquier caso, es responsable de lo que hace desde el momento en que guarda su hogar y trabaja la tierra.

     –Cerdos –dijo Marcaw en su tono seco habitual–. Cuida de mis cerdos. Mi hijo no es un jodido labriego.

     Phelis suspiró.

     –Ha matado a ese desgraciado –dijo después de unos segundos de pausa–. Ha hundido el borde del escudo sobre su cabeza las suficientes veces como para dejarla con el aspecto de una boñiga de vaca.

     –Lo sé –dijo Marcaw asintiendo con cuidado–. Lo he visto. Pero se estaba defendiendo. Hizo uso de su derecho.

     –Ese no es el problema, Marcaw. El Lord no lo castigará, tú y yo lo sabemos. Demonios, lo más probable es que haga que le regalen una hogaza por quitar de en medio a ese saqueador. Es… la gente.

     Marcaw se volvió hacia el Forestal, mirando fijamente a su antiguo compañero desde su imponente altura.

     –La gente. La gente –dijo el jinete libre en un tono de voz tan suave como estremecedor–. Lo que tú denominas “la gente” es un organismo informe y malvado, cruel y depredador. Voy a decirte lo que “la gente” va a pensar: “ese Caster, hijo de Marcaw, no se anda con bromas”. No me importa lo que piense la jodida “gente” ni lo que murmuren sus jodidas bocas.

     –Marcaw…

     –Y ahora te agradecería que me dejes ver a mi hijo y hagas traer a esa Nana para que remiende su rostro. O me abriré paso hasta él y lo coseré yo mismo.

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13/12/2013, 10:47
"Familia, Deber, Honor."

EFEMERIDES:

- Año 125: Ser Hadder Ríos recibe el señorío de Orilla Azul de su hermanastro Lord Hoster Tully. Se establece allí con su esposa Olenna Crakehall.

- Año 125: Se ponen al servicio de Ser Hadder: Probis el Mayordomo, el Ama de Llaves Vesania Oakenshaf; los jinetes libres Caster, Russ, Edder, y Trall el guerrero (el más veterano de los cuatro); Nana la Comadrona.

- Año 126: Olenna queda embarazada por fin, pero un ataque de bandidos le produce un aborto.

- Año 127: Din se pone al servicio de Ser Hadder.

- Años 127 y 128: Ser Hadder está furioso y lleva a cabo una campaña para exterminar a los bandidos, especialmente los que atacaron Orilla Azul. Din resulta fundamental para esta tarea.

- Año 129: Llevándose a casi todos los seguidores capaces de empuñar un arma, Ser Hadder asedia el Castillo del Lago Dorado cuando él y Din descubren que los bandidos están pagados por Ser Geor Lefford e incluso muchos tienen su base de operaciones en el Castillo. Deja atrás para proteger Orilla Azul y a su esposa a Trall el guerrero.

- En el Año 129, los mayordomos Casagrande de Casagrande se ponen en contacto con Vesania Oakenshaf, asegurando que siempre han sido leales a los Tully. Ser Hadder acepta su algo dudosa lealtad.

- Año 129: Lord Hoster Tully disuelve el asedio al Castillo del Lago. Ser Hadder negocia entregarse a su hermano a cambio de que ninguno de sus seguidores sufra represalia alguna. Todos los seguidores de Ser Hadder son liberados y regresan a Orilla Azul, pero el propio Ser Hadder Ríos es llevado prisionero al Castillo de Aguasdulces y encarcelado allí hacia el final del año.

Notas de juego

// Entran en escena: Ser Hadder Ríos, Lady Olenna Crakehall. - Proceden de: Castillo de Aguasdulces, Tierras de los Ríos.

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13/12/2013, 11:56
[RIP] Din el Forestal.

VIÑETA IX: AÑO 127 DE LA DINASTÍA TARGARYEN, ORILLA AZUL.

DIN, 26 años.

INTERACCIÓN: Mención de SER HADDER RÍOS, CASTER, RUSS y EDDER

Din recogió el carcaj lleno de flechas. Las había contado varias veces para estar seguro. Veinte. En la mochila llevaba otras veinte, bien envueltas y empaquetadas. No estaba seguro de si necesitaría tantas, pero era mejor prevenir.

Ser Hadder Ríos estaba en el centro del pueblo. Había llegado con cuatro de sus mejores hombres. Caster, Russ, Edder y Trall el guerrero. Din había oído hablar de todos ellos. Y de Ser Hadder también. Para el joven era toda una sorpresa que un noble se preocupara tanto por el pueblo llano. Y cuando Ser Hadder apareció para reclutar gente para expulsar a los bandidos de la región Din no se lo pensó dos veces.

Tenía su arco, su lanza a la espalda y un par de dagas. Eso junto a unas provisiones y un odre con agua, todo ello en la mochila, era lo único que le hacía falta para sobrevivir en los bosques. No dudaba que Ser Hadder le aceptaría para viajar con él y su grupo. Din era el que mejor conocía la zona. No era un guardabosques cualquiera, se había criado allí. Había vivido toda su vida en la zona y había viajado por ella bajo todas las condiciones climatológicas posibles. Había visto Veranos, había vivido Inviernos, e independientemente de la época y las condiciones, siempre había sabido cómo sobrevivir.

Además tenía sus motivos personales para embarcarse en esa misión. Tenía motivos personales contra todos los bandidos de la región. Y su odio haría que hiciera mejor su trabajo.

Llegó al centro del pueblo y allí los vió. Ser Hadder Ríos y sus cuatro hombres de más confianza. Comparados con la gente normal parecían espléndidos embutidos en sus armaduras y armados con armas de calidad y de metal, en lugar de cuchillos pobres o lanzas de madera. Din reflexionó que quizá no se integraría bien en un grupo así, pero cuando se tratara de perseguir, matar o ejecutar bandidos... suponía que ninguno de los presentes le pondría más fervor que él mismo.

Por todo ello fue el primero en dar un paso al frente cuando Ser Hadder pidió voluntarios para limpiar la región.

- Din, mi Señor. - Dijo adelantándose e hincando una rodilla en tierra con la cabeza gacha. - Conozco toda la región como si fuera la palma de mi mano. Puedo rastrear a esos bandidos, no hay lugar donde puedan esconderse o huir de mí. -

Permaneció en aquella posición esperando la aprobación de su señor, pues Ser Hadder gobernaba el feudo de Orilla Azul. - Además, aunque no soy caballero, sé manejar la lanza y el arco. – Indicó para que supiera que no iba a ser un obstáculo en combate. - Llevo mis propias provisiones y puedo encontrar agua y alimentos para todo el grupo en cualquier lugar al que viajemos de la región, por inhóspito que sea, mi Señor. -

Extrañamente aquel hombre inspiraba en Din cierta empatía, cierta lealtad. Pocos hombres nobles se preocupaban tanto por el pueblo llano, por los hombres que estaban bajo su mando o gobierno. Puede que Ser Hadder tuviera otros motivos, motivos personales. Pero Din los desconocía y le daban igual. Aquel hombre hacía lo correcto, si aceptaba a Din a su servicio le serviría de por vida.

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15/12/2013, 21:35
[RIP] Nana la Comadrona.

VIÑETA IX: AÑO 125 DE LA DINASTÍA TARGARYEN, ORILLA AZUL, HOGAR DE SER HADDER RÍOS:

INTERVIENEN: Lady Olenna Crakehall.

El primer invierno le arrebató a su abuela. El segundo invierno le robó a su Gregory. Aquel hombre había sido bueno, los dioses saben que sí. Había cumplido diez años de enlutamiento por su primera esposa. Los había cumplido a rajatabla. En alma, al menos. Su cuerpo fue para Nana. Y eso a pesar de que ella no pudo darle ni un solo hijo que le durase más de un año. Porque si los inviernos fueron duros para Nana, el verano que los separó fue un infierno en vida.

Las niñas nunca llegaban a nacer. Eran débiles. No soportaban la podredumbre de su hermano mayor, aquel cuyo cadáver quedó en las entrañas de Nana durante meses.

Los niños eran víctimas de una antigua maldición. Todos los varones nacían con malformaciones. Bicefalias, complicaciones respiratorias... La sangre de los varones estaba maldita desde los tiempos del Bosque de los Secretos, cuando las brujas se mezclaron con los descendientes del asesino.

Por el frío, por la enfermedad o por la maldición, Nana se había quedado completamente sola.

Un día vinieron los soldados a su tranquila cabaña y la hicieron caminar. Caminar hasta una casa tan grande como una montaña, o a la humilde Nana se lo pareció. Y así fue como terminó aquí.

La habían mandado llamar... los nobles con su linaje y sus joyas... y las sedas con las que tapan su desnudez, tan humana y tan plebeya que se avergüenzan de ella. Y a pesar que la mandaron llamar, la hicieron esperar en el corredor, hasta que las puertas se abrieron y Nana entró para ver a la hermosa Crakehall, más refinada, más de porcelana, con una belleza muy distinta a la de las brujas de Orilla Azul.

Lady Olenna Crakehall tenía un problema similar al de Nana. Nana no era capaz de parir un hijo. Olenna ni siquiera era capaz de concebirlo. Nana sacó una tartera de barro de su canasto. Lo destapó. Un ser negro nadaba en el agua. Nana lo cogió con la mano y lo alzó para mostrarlo bien.

Es un pez negro del lodo. Vive en el fondo de los ríos. Ahora se agita porque le falta el aire. Puedo introducirlo entre sus piernas, mi Señora. Él buscará la humedad para seguir respirando. Vivirá dentro de usted. Comerá de las imperfecciones de su útero. Y cuando el útero esté limpio, vuestro esposo podrá concebir en él.

Nana lo había usado para limpiar su propio útero en una ocasión, pero su caso fue tan grave que el pez salió de entre sus piernas muerto.

¿No está lista? No importa. Lo volveré a guardar. El pez negro esperará.

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16/12/2013, 20:06
[RIP] Ama de Llaves Vesania Oakenshaf.

VIÑETA IX: AÑO 125 DE LA DINASTÍA TARGARYEN.  Orilla Azul. Vesania Oakenshaf se prepara para ser presentada a su nuevo Señor, Ser Hadder Ríos y su esposa.

INTERACCIÓN: Mención de Probis.

Vesania llevaba un buen rato de pie, en el centro de sus estancias, sólo acompañada por la sirvienta que le había ayudado a prepararse para el gran día, esperando a ser avisada por Probis el Mayordomo. La pobre chiquilla ya no aguantaba más de pie sin tener que cambiar de postura, mientras que Vesania permanecía erguida e inmóvil como un tronco de un grueso árbol que resistía a los embates del viento.

Había estado esperando este momento durante largo. De nuevo la casa señorial de Orilla Azul iba a ser habitada por un caballero, aunque fuera por un bastardo. Eso la convenía pues afianzaría su posición allí. Se había labrado una buena reputación con el pasar de los años y, todo Señor, si era inteligente, sabría valorar algo así.

Sentada desde bien temprano junto al espejo de metal pulido de su habitación, se había quedado un buen rato observando las cicatrices que cruzaban la pálida piel de sus mejillas y que partían del lagrimal.

Lágrimas de sangre. Ya estoy seca.

Si no fuera por aquellas cicatrices se podría decir que era guapa. Las recorrió tocándolas con las yemas de los dedos. A pesar de los años que habían pasado seguía notándose la piel abultada y la sensación que le producía al tacto era, cuanto menos, incómoda. El pelo, largo y rubio, le caía formando bucles hasta los homoplatos. El reflejo del espejo no captaba el enigmático brillo de sus ojos ambarinos.

- Hazme un recogido que quede bien sujeto. Que sea sencillo- Le dijo a la sirvienta.

- Señora, ¿por qué no se deja el pelo suelto?- La muchacha tomó una porción del suave cabello y lo pasó entre sus dedos.-Tiene un pelo precioso y le favorecería. Cualquier homb...

- ¡Basta ya!- Cortó a la muchacha con un tono que no dejaba lugar a dudas. Sonaba igual de seco que los golpes de vara a los que era aficionada el ama de llaves.- Si quisiera burdos consejos de como engatusar a los hombres iría al prostíbulo a preguntar a las putas. Mantén tu lengua dentro de tu boca si no quieres acabar en uno de ellos.

- Sí, se-señora.

Se puso su mejor vestido, como la ocasión bien lo merecía. Sin embargo, tuvo cuidado de no mostrarse tan soberbia como para que la mujer de Ser Hadder Ríos pudiera mostrar reticencias hacia ella. No le costaba ahuyentar a los hombres. No le interesaban en absoluto. Huía de ellos y de sus sucias miradas. Por ahora había aguantado intacta y así esperaba que siguiera siendo de por vida. Se llevaría el honor de los Oakenshaf a la tumba.

Cuando sonó la puerta de su habitación apenas le salió la voz.

- Adelante.- Se sorprendió a sí misma nerviosa, por lo que ocultó sus manos detrás de la espalda. La puerta se abrió mostrando al Mayordomo Probis. No le interesaban los hombres, pero cuando el mayordomo le tendió el brazo para que ella lo tomara y caminara junto a él, su corazón latía desbocado.

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20/12/2013, 10:30
[RIP] Bethan "Caratorcida".

VIÑETA X: AÑO 132 DE LA DINASTÍA TARGARYEN, ORILLA AZUL:

El joven rocín iba al paso, cansado. No era el mismo con el que Bethan había huído de Solaz del Soldado. Ese caballo había muerto por una infección en una pata, solo porque Caratorcida fue demasiado poco cuidadoso y pagó a un herrero más barato y más torpe. Uno de los clavos fue torcido, y agrietó el casco. Lo que le había costado a Bethan este nuevo caballo era tal fortuna que el muchacho había aprendido la lección. Dinero ganado a costa de muchos pequeños trabajos como jinete libre. Sin embargo, aún no le había puesto nombre a su sucesor. En realidad le había puesto muchos, pero ninguno le acababa de convencer.

Cabalgaba pensativo buscando el próximo nombre de Hallamontes, que antes fue Refriega, y antes Astilla Dorsal, cuando divisó el fuego de las casas al fondo del camino. Espoleó a su montura y, según se aproximaba, Bethan empezaba a ver más nítidamente Orilla Azul y las tropelías que un grupo de hombres con cotas de mallas y pendón de... bueno, a Caratorcida nunca se le dió muy bien distinguir los símbolos de las distintas Casas.

Trató de ayudar a los campesinos de Orilla Azul. Su armadura de cuero pronto llamó la atención entre los mercenarios como alguien ajeno a su causa. Bethan les hizo seguirle, los llevó a una calle estrecha entre dos casas. Desde allí, no tendría que preocuparse de enfrentar a más de un par de ellos a la vez.

Había derribado a su primer jinete enemigo y haciendo caer de espaldas a un soldado de a pie encabritando a Hallamontes, cuando se abrió paso entre las filas enemigas la figura de Isaura Pyke. Con sentimientos enfrentados, Caratorcida hizo retroceder a su caballo un poco. Era lo más parecido que tuvo a una madre. También era la traidora que abandonó Trueno, haciendo más fácil la toma de la posada y la muerte (quizás captura, pero más posiblemente muerte) de la mayoría de compañeros del gremio, incluído Luthen.

En cualquier caso, la gente de Orilla Azul estaba siendo atacada. Embistió al galope, mientras que Isaura iba a pie, pero sin saber cómo, esa vieja zorra de las Islas del Hierro hizo un movimiento y Caratorcida acabó dolorido con la espalda en la tierra. Quizás sujetó de la alabarda y tiró para derribar al jinete. Bethan aún estaba preguntándose qué pasó. Hallamontes corría por la entrada opuesta del callejón, corriendo hacia las afueras con solo una silla de montar vacía sobre su lomo.

Caratorcida sintió el filo de una de las espadas clavándose en su cuerpo. Después, uno de los clásicos puntapiés de Isaura al mentón. Su vista se nubló y perdió el conocimiento.

Despertó en el interior de cuatro paredes de piedra. Quizás un sótano, o una mazmorra. Después vinieron los meses... o los años... de torturas continuadas. Según pareció entender Bethan de las preguntas que le hacían mientras le interrogaban, Bethan fue encontrado herido en la calle, capturado por Ser Hadder como uno de los hombres de Ser Geor Lefford que habían atacado Orilla Azul. Bendita sea Isaura Pyke, porque teniéndole a su merced solo dió una punzada no mortal para que el resto de mercenarios le diesen por muerto. Maldita sea Isaura Pyke, por el tiempo de sufrimiento entre hierros candentes y cera derretida.

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20/12/2013, 11:25
[RIP] Nana la Comadrona.

VIÑETA X: AÑO 134 DE LA DINASTÍA TARGARYEN, ORILLA AZUL:

INTERACCIÓN: Vesania, y mención a Arianna, Ser Hadder y Lady Olenna.

Vesania conducía a Nana por los pasillos de la casa. Olenna Crakehall se había puesto de parto de improviso, y los sirvientes no tuvieron tiempo de llevarla a sus aposentos. Sería un parto difícil. La preñada ya no era una jovencita. El ímpetu y la frecuencia con los que Ser Hadder la dejaba embarazada después de su estancia en prisión no hacían más que poner en peligro a una vieja yegua que, gracias a las artes de Nana, había prolongado su fertilidad.

Y ahí estaba Nana, siguiendo a aquella odiosa mujer. Si el dragón no viene a la montaña, la montaña vendrá al dragón. Atendería a Lady Olenna... ¿en una cocina? ¿En un establo? A la comadrona siempre le impresionó el tamaño de aquella casa. Después de tantos años al servicio de Ser Hadder aún había habitaciones en las que Nana no había puesto ni un pie.

Vesania abrió una puerta y se paró para dejar pasar a Nana. Entonces, un quejido de contracciones resonó en la casa.

Espere, señora Oakenshaf... Ese ruido viene del piso superior. ¿Seguro que Lady Olenna está...? ¡Aaaaah!

Sintió el empujón de Vesania para meterla dentro, y el ruido de la puerta a sus espaldas. Había sido encerrada en una pequeña bodega. Nana saltó hacia la puerta y golpeó tratando de abrir.

¡Maldita harpía! ¡Abre de una vez o te arrancaré los ojos y te los haré tragar! ¡Abre!

No abrió. Las siguientes horas fueron de aislamiento. Cuando encontraron a Nana, la hicieron azotar. Había sido llamada y no había acudido. Un crimen imperdonable, y más cuando Lady Olenna había tenido que parir sin atención, como una cabra en el corral. Afortunadamente, la pequeña Arianna había nacido sana. Para alguien como Nana, que había visto a sus propias hijas nacer muertas, era un pequeño alivio. Un pequeño alivio para el colosal dolor que la vara le hacía en la espalda arrancando trozos de su piel.

¡AAAAAAUUUCH! Me las pagarás, Vesania. ¡AAAAAAAH! Juro que me las pagarás. ¡AAAAAAY!