Partida Rol por web

Juego de Tronos - Castillo de Aguasclaras.

Planificación y Tácticas.

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09/05/2014, 17:59
Director II.

- Sólo está pendiente la posibilidad de cambio de arma de Haudrey.

- Ya se ha cambiado el equipo y el ir a pie por parte de Armase.

- En principio llega ya el momento de las tiradas de dados.

- Recordad que una vez iniciado el combate se hace realmente difícil coordinarse o comunicarse, así que se acaban las tácticas y esta escena se queda sólo para comentarios, sufrimiento y morderse las uñas.

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09/05/2014, 18:22
Edder "Clavopié".

En ese caso me muerdo las uñas. Acabo de terminar dos exámenes y me encuentro con un plan de batalla. Yo iré a pie, como buen infante pesado; sólo espero conseguir algo de botín.

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09/05/2014, 18:24
Ser Madrigal Oakenshaf-Casagrande.

Con que no te tropieces con una rama, date con un canto en los dientes :P

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09/05/2014, 18:36
Cicatriz.

Bosques de Guarda Real.

Año 146. 

 

Los hombres resoplan, cansados y aturdidos por el calor y la humedad. Bromean entre dientes, evitando carcajadas y gritos, cada vez más cerca del lugar donde van a sangrar y, tal vez morir. De tanto en tanto la compañía se detiene en silencio, aguardando algo que no se produce antes de volver a marchar cuando la alerta se desvanece.

Uno de los hombres más jóvenes, casi un niño, avanza con cuidado sin dejar de mirar hacia sus pies. No presta atención a las bromas pronunciadas con voz queda, ni a las pullas y los insultos que sus compañeros lanzan unos a otros tratando de transmitir una falsa sensación de calma, de costumbre, de normalidad.

-La normalidad no puede matarte -recita para sí el joven Haudrey.

-¿Eso crees? -dice tras de sí una voz seca, profunda pero suave.

El muchacho se vuelve, alzando la mirada hasta casi sentir su cuello crujir por el esfuerzo. El hombre a su espalda es descomunal, el más grande que jamás hayan visto sus ojos. Recuerda al viejo Maestre Ammon cuando le hablaba de él. “Sangre de Ándalos, muchacho. Sin diluir”.

-No lo sé, Caster -responde Haudrey-. Pero eso decía el Maestre. Decía que los hombres invocan la normalidad para disipar sus terrores más profundos.

-¿Eso decía? -murmura el gigante-. A veces se me olvida que ese Maestre es más de lo que parece.

-¿Y qué parece?

-Parece alguien capaz de utilizar palabras más largas que mi polla hasta para decir que se va a cagar.

-Sí -dice Haudrey, dejando brotar una sonrisa-. Esdrújulas. Las conoce todas.

-Pues vete olvidando de ellas, niño. Esas esdrújulas vuestras hieren, pueden matar, pero mañana, al alba, no te servirán de nada. 

-Lo sé -murmura el muchacho, volviendo la mirada de nuevo al frente, la sonrisa quebrada.

De pronto siente un súbito peso sobre su cabeza cuando la descomunal manaza del jinete libre se posa encima.

-Tu escudo -dice Caster-. Te han enseñado a usarlo.

-Eso espero.

-No lo pregunto, niño. Lo afirmo. -El hombre mueve la siniestra al frente sin dejar de andar-. Mañana no combatiremos contra guerreros adiestrados. Esos cagarros andantes son bastante más hábiles con los cuchillos que con las armas largas que van a emplear contra nosotros. Se limitarán a golpear de arriba a abajo, como quien sacude un palo.

-Sí -Haudrey traga saliva, intentando arrastrar el extraño nudo que oprime su garganta. "Sólo que esos palos matan"

-Y la mayoría serán más altos que tú -Caster asiente-. Aprovéchalo.

-¿Cómo…?

-Ya sabes cómo, niño. Recuerda todo lo que has aprendido. Bien alto el escudo mientras machacas los bajos de esos hijos de cien furcias con golpes laterales de esa maza tuya. Cuando sientas un golpe, lanza dos. Si sientes carne, insiste e insiste hasta que la rompas sobre los huesos del desgraciado que tengas delante.

-Es la maza de Ser Baltrigar...

-Como si es la jodida maza del jodido Guerrero. Olvídate de dónde sale, y concéntrate en lo que es.

-Sí.

-No te separes de tu amo, niño. Ese Ser Trycian a veces se cree salido de un libro de caballería, pero sabe bien lo que se hace.

-Sí señor.

-No me llames señor, niño -dice Caster entre dientes-. Hoy tú, yo, y todos estos que sudan a nuestro lado somos hermanos.

-Sí señ… Caster.

-Vigila bien a tu Ser -prosigue el guerrero-. Asístele. Debes estar un paso por detrás, no dejes que nadie lo flanquee. ¿Sabes por qué acude al combate con todos esos colores sobre la armadura?

-Son sus colores -responde Haudrey. Luego recuerda unas palabras del Maestre “nadie hace nada por nada”-. Viste así para atraer la atención del enemigo.

-Eso es -dice Caster, asintiendo satisfecho-. Para esos cagarros de ahí delante, Ser Trycian es un jodido anuncio andante de promesas y riquezas. No tienen ni puta idea de lo que puede hacer con ese espadón suyo, pero te aseguro que lo van a descubrir pronto. Y lo más importante: a su lado tú serás casi invisible, aprovéchalo.

-Eso haré.

-Y los ojos, niño -dice el gigante revolviendo su pelo mientras acelera el paso-. Bien abiertos. Cuando todo empiece, esos dos ojos tuyos querrán cerrarse por su cuenta. Siempre es así la primera vez. Domínalos. Abiertos te serán más útiles que el escudo. 

Caster avanza, dejando atrás al muchacho. Sin dejar de andar, sin volverse, pronuncia unas pocas palabras al viento.

-Lo harás bien, niño.

Notas de juego

Ya sé que no es el mejor lugar donde escribir, pero bueno, no está de más inflamar espíritus e ir entrando en calor... XD

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09/05/2014, 19:09
[RIP] Ser Hadder Tully, Señor de Aguasclaras.

Yo sí pediría a Ser Baltrigar que le dejara la maza pesada, a no ser que sea demasiado pesada -no hay que olvidar que Haudrey tiene 16 años-.

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09/05/2014, 20:52
Director II.

- Con 16 años es todo un hombre.

- Si Ser Baltrigar está de acuerdo, entonces el Escudero Haudrey irá a la batalla armado con su maza pesada.

- Maza pesada: Arma Sencilla de una mano, tipo golpeadora. Daño 1d8 más bono de Fuerza. Crítico: 20/x2. No requiere Competencia con Armas Marciales, por lo que es un arma usual entre los Escuderos.

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09/05/2014, 21:03
Haudrey Ríos, el Bastardo Rencoroso.

Pues es toda una mejora, que agradezco de corazón. Y sí, el post mola, aunque está el problema de que en 146 ya son 16 años, aunque aún no haya cambiado la imagen. 

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10/05/2014, 08:26
Ser Baltrigar "el Traidor".

Como ya dije Ser Baltrigar está totalmente de acuerdo con prestar (o regalar si hiciera falta) su maza a Haudrey.

- Haz un buen uso de ella, chico. - dijo con voz solemne al joven.

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11/05/2014, 12:30
Ser Madrigal Oakenshaf-Casagrande.

Uff, no sé cómo irá esto, ánimos a todos :)

Jefe, en la escena del combate has puesto el link con el mapa para Din, Edder, Orsey y Dregg pero yo puedo ver el post también. No he mirado aún jeje, pero no sé si es un error.

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11/05/2014, 13:00
[RIP] Dregg "Ojotonto", Cazador.

¿Podemos seguir discutiendo tácticas y demás por aquí durante el transcurso de la batalla?

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11/05/2014, 13:09
Cicatriz.

Lo suyo es que no... A menos que los personajes estén cerca, vaya.

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11/05/2014, 14:28
Director II.

- Caster tiene razón. Tal y como ya comenté antes, está muy complicado comunicaros entre vosotros, a menos que estéis cerca.

- Ahora mismo esta escena se usa para comentarios ociosos sobre "cuanto daño me han hecho" o "me he cargado a uno". Pero ya pasó el momento de las tácticas.

- Recordad todos las normas básicas: Todos los posts en la escena de batallas con tiradas o declaraciones de acciones van marcados como Sólo al Director. Las tiradas de ataque y de daño no son ocultas.

- Finalizado el combate, es total y absolutamente obligatorio postear narrativamente el punto de vista del personaje, centrándose en sus pensamientos, emociones y sensaciones durante la batalla y no la visión global objetiva. Lo que queremos es la narración subjetiva.

- Ese posteo no se hace en la escena de combate. Será parte de la Viñeta XV actualmente en preparación y se posteará cuando toque en la escena "Lo que aconteció después".

- De momento se puede ir posteando en la escena privada personal de cada uno o en la escena de Preparativos.

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11/05/2014, 14:55
Ser Orsey Crakehall.
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Bueno, como estamos juntos y bien posicionados, supongo que podemos discutir la táctica a seguir.

Cuando empiece la batalla irán a por el desgraciado de Dregg, de modo que podemos quizá esperar un asalto antes de ir a por el bandido 17. Creo que luego deberíamos ir a por el 11 antes de que se una a la trupe de la fogata y llame su atención hacia nosotros, ¿qué te parece?

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12/05/2014, 20:59
Edder "Clavopié".
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No puedo permitir dejar sólo a un compañero, y necesito desesperadamente un arma. Te escribo este mientras ya he realizado mi tirada de ataque. XD

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12/05/2014, 21:50
Ser Orsey Crakehall.
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Supongo que cuando matemos al primero podrás saquear su cadáver en busca de un arma.

Notas de juego

Estoy desde el móvil, disculpa la brevedad xD

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21/05/2014, 21:54
Ser Orsey Crakehall.

La caminata fue de varios kilómetros y varias horas a través de un bosque denso y oscuro. A pesar de ser de noche, poca era la luz de luna que se filtraba a través de las copas de los altos árboles.

Algunos de los hombres tuvieron accidentes durante la travesía, pero no fue mi caso. Estaba realmente animado, motivado, con el pecho henchido. Mi primera batalla de verdad, y nada menos que la oportunidad de demostrar a todo el mundo mi valía; especialmente a ser Hadder, a quien quería demostrar que realmente merecía la mano de su hija.

La noche era cálida y la caminata fue dura, pero el cansancio no hizo mella en mí. Nada podía aplastar mi espíritu guerrero aquella noche. No entendía por qué Ser Trycian había traído su caballo, pues pensé que sólo sería un retraso y un estorbo, pero tampoco me importaba. Sin embargo, aquella fue la menor de mis preocupaciones cuando, al poco de llegar al campamento, uno de los inútiles hombres de Din se metió de lleno en la hoguera del enemigo. ¡En la jodida hoguera, de lleno a la boca del lobo!

Sin embargo, no todo estaba perdido. Intenté aprovechar la oportuna distracción, que en un principio pensé que acabaría con el factor sorpresa, para cargar sin piedad, maza y escudo en mano, contra el primer bandido que se cruzó en mi camino. Nunca olvidaré el sonido de su cráneo al partirse en pedazos cuando hundí mi maza en su cabeza, que se convirtió al instante en una masa informe de carne y trozos de hueso y cartílago. El bandido cayó muerto al instante, y mi satisfacción no tenía nombre. Esto era para lo que había nacido, e iba a disfrutar hasta el último segundo.

Pero mi alegría no hizo si no distraerme, sacarme por completo del combate, pues mi próximo ataque se convirtió en un fallo y no pude evitar el golpe de otra de aquellas sabandijas. El dolor se extendió rápidamente por mi cuerpo como veneno. Sentí el tremendo ataque incluso en los dedos de los pies, pues un calambre recorrió todo mi cuerpo. Sin embargo, disfruté aquella sensación. El dolor me hacía sentirme en el campo de batalla, demostrando que es mi lugar y para lo que valgo. El daño fue más que considerable, pero no iba a dejarme matar por semejante escoria. Pedí ayuda a Edder, el que estaba más cerca de mí, pues no conseguía recuperar el control de la situación e incluso estuve a punto de perder el arma en un mal movimiento.

Poco tardé en llevarme otra vida por delante, cuando al fin el dolor cesó un poco. Volví a gozar con el sonido de mi maza golpeando al bandido, sintiendo no sólo que estaba haciendo justicia, si no que cada bandido que me llevara por delante me llevaba un paso más cerca de la gloria, del lugar que merecía. Pero pronto me di cuenta de que seguía en la refriega, y que de nuevo me había dejado llevar. Perdí de nuevo la concentración, volviendo a fallar en mis ataques. ¿Qué me pasaba? Debía aprender a controlar mi adrenalina, pero en aquel momento supuse que era lo normal al cobrarte tus primeras vidas.  Sin embargo, pronto empecé a ponerme nervioso. Simplemente, no podía acertar, y cada golpe fallido no hacía si no ponerme aún peor. Era como si el fracaso me golpeara en la cara.

Finalmente, tomé aire, recuperé la concentración, limitándome a pensar en mi maza y su trayectoria en lugar de en Ser Hadder y mi gloria. Y de nuevo, hundí mi maza en la cabeza de otro de los bandidos.

Cuando al fin cayeron casi todos, y los demás empezaron a huir como las ratas, resoplé y me desplomé en el suelo. Cuando la adrenalina desapareció de mis venas, fui consciente de la gravedad de mis heridas.

Notas de juego

Espero que esto no se considere "narración" de la batalla, pues me he limitado a narrar los hechos para explicar el punto de vista de Orsey en ese momento.

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21/05/2014, 22:26
[OUT] Armase.

Pensamientos de Armase después de la batalla contra el campamento de Bandidos.

Desde que salimos del castillo el camino había sido tal como los dornienses solíamos decir: largo, duro y peludo. Enseguida tuve el convencimiento de que me había equivocado al no seguir mi instinto de coger a mi caballo Rochnar. Caminar con todo el equipo y los víveres era algo que ni siquiera en mis años de campesino había hecho. Al menos en la granja teníamos una mula que cargaba los mayores pesos. Esos hombres no tenían ni idea de marchar a través de la espesura con cargas pesadas. Si lo hubieran hecho tal como propuse en su momento, Orsey Crakehall no estaría gravemente herido.

Todo empezó cuando cruzábamos la maleza del bosque, intenté ayudar a Edder que caía por un terraplén, al final no sólo caí con él sino que acabé abandonado por mis compañeros, que iniciaron el ataque, saliendo al llano del campamento enemigo sin esperar a que todos estuviéramos preparados para ello.

Cuando entré en el campo de batalla sólo la mitad de nuestros hombres estaban inmersos en la refriega mientras los demás mirábamos desde la distancia, intentando llegar a equilibrar las fuerzas a la vez que luchábamos por combatir el cansancio que nuestro error de planificación nos había creado.

Sin duda yo hubiera hecho las cosas diferentes, pero sólo soy un soldado, con lo cual no tengo el privilegio de decidir, aunque por otra parte, tampoco tengo responsabilidad por esta chapuza.

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22/05/2014, 00:28
[RIP] Din el Forestal.

La ocurrencia de Ser Trycian, el comandante de esa expedición, de llevar a su caballo de guerra de las arenas le había costado a Din un esfuerzo extraordinario inasumible. Se había tenido que desvivir por salvaguardar al desdichado animal, de modo que no se pudo separar del grupo para colocarse en la posición planificada de antemano. Ni siquiera estaba muy seguro de dónde estaba el enemigo, aunque había tratado de mantenerse oculto el mayor tiempo posible.

La verdad es que el Forestal se encontraba cansado, y ni siquiera habían empezado aún... Sus compañeros estaban pegados a él. Les veía, pero ellos a él no. Tampoco divisaba al enemigo, aunque suponía que andaría muy cerca ya.

Desde una posición incorrecta, y en extremo fatigado, el Forestal trató de ubicarse en el bosque. Recordó que él se sabía mover por ese terreno mejor que nadie. Echó un vistazo al musgo en el lateral de uno de los troncos y avanzó hacia donde debía estar el campamento bandido.

No tardó en llegar al límite del denso follaje y pudo divisar el campo de batalla. Era un caos. Nada de organización. Y muchos de los hombres estaban desperdigados y horriblemente situados muy cerca del enemigo. Definitivamente no podía salir bien. Si volvía a descubrir un grupo tan numeroso de bandidos acabaría con ellos él sólo.

Vio cómo Ser Trycian espoleaba a su caballo y cargaba en medio de la formación principal de los bandidos que se acercaban a las tropas de Ser Hadder. Con el elemento sorpresa perdido, Din esperaba que al menos el haber salvaguardado al animal hubiera servido de algo. Sacó la primera de las flechas del carcaj y apuntó al bandido más cercano. Soltó el brazo acompañando a la cuerda y contempló cómo el proyectil se perdía medio metro a la derecha del bandido. 

Se maldijo a sí mismo por estar tan cansado y no perdió el tiempo en sacar un nuevo proyectil. Esta vez no falló y el bandido cayó con el pecho atravesado. Un tercer proyectil atravesó el cuello de otro bandido situado junto a Pik. Un breve intercambio de miradas entre ambos hombres bastó para el agradecimiento.

Pero no tenían tiempo para mucho más. Din se notaba cada vez más cansado y no sólo la fuerza, la vista también comenzaba a fallarle. En silencio maldijo al caballo de Ser Trycian de nuevo. Otro de los bandidos se acercaba peligrosamente a la posición del Forestal. Din disparó de nuevo. Iba a dar un buen uso a su arco en aquella batalla. Pero el proyectil falló de nuevo su objetivo. Tenía casi al bandido encima. Estaba sin fuerzas pero aun tenía trucos en la manga. El cazador retrocedió unos pasos ocultándose en la foresta y antes de que el bandido pudiera intentar perseguirle otro proyectil se ensartó en su ojo. Din sonrió pero reculó otro par de pasos.

Su corazón latía acelerado en exceso. Debía descansar. Por fortuna escuchó los gritos de victoria en el campo de batalla. Todo parecía haber terminado. Se preguntó cuántas desgracias tendrían que lamentar pues la organización había sido nefasta a pesar de lo cuidadosamente que habían planeado el asalto.

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22/05/2014, 01:02
Ser Trycian de Dorne.

La marcha a través de los bosques fue mucho más penosa de lo que esperaba a pesar de que estábamos preparados para ello. Soldados cansados, equipo dañado o perdido, efectivos perdidos en medio del bosque y mucho orgullo destrozado terminó siendo el saldo de nuestra travesía. Finalmente llegamos al campamento de los bandidos pero entonces me doy cuenta de que el resto de mis tropas están dispersas por el perímetro, lo que significa que será imposible coordinar un ataque que sea relámpago y contundente. Más aún, veo como Dregg se expone y los bandidos notan su presencia para comenzar a perseguirlo.

El brillo de la punta de mi lanza causa un reflejo de la luz del amanecer en el momento en que tomo la decisión de comenzar el ataque sin más dilaciones. Los cascos de Nostalgia resuenan en el suelo hasta que el sonido predominante cambia a la carne siendo atravesada por el acero. Mi lanza se ensarta en el pecho del bandido al que tomo desprevenido y que levanto con mi arma. Con desprecio sacudo mi lanza para que el cadáver caiga a un lado como la basura que es. Luego cargo otra vez contra otro bandido a quien atravieso el abdomen y lo rajo por un lado. Escucho los gritos agonizantes del hombre mientras sus tripas se desparraman por el suelo.

Los enemigos se aglutinan a mi lado lanzando torpes golpes con sus armas que esquivo o paro con mi escudo con facilidad. Veo que uno de los bandidos irá a perseguir a Dregg, por lo que le ataco con mi lanza mientras le grito:

 - "¿A donde crees que vas, miserable? Yo soy tu oponente."

Mi lanza lo clava sin matarlo pero llamando su atención como yo deseaba. Hago que mi caballo se encabrite y golpee con sus herraduras metálicas a un bandido delante de él. Las pezuñas y el hierro revientan la cara del bandido, lo que le mata instantáneamente. Guardo la lanza mientras muevo al caballo a una mejor posición para no ser del todo rodeado.

Un par de palos golpea mi cuerpo a pesar de mis defensas, lo que me hace reír de emoción y gritar arengas:

 - "¡ESO ES TODO LO QUE TIENEN PARA MÍ?"

Saco el gran espadón de mi espalda y con él lanzo un golpe que corta cuello y cabeza de un bandido, dejando sus hombros sanguinolentos unidos a un cuerpo muerto. Azuzo a Nostalgia y este se apoya en sus patas delanteras para golpear con ambas traseras. Sus coces golpean el pecho de un bandido y lo revientan. El hombre cae al suelo y comienza a ahogarse en su propia sangre para morir en un par de segundos más.

Los enemigos continúan atacándome pero son como niños luchando a la guerra contra mí. Acerco con las rodillas a Nostalgia contra el bandido que estaba herido y mi caballo, con su gran instinto y entrenamiento, muerde al bandido en el cuello, cercenando sus venas, arterias y traquea. La sangre mancha a mi corcel mientras el tipo lleva sus manos al cuello para caer de rodillas muerto. Luego Nostalgia se encabrita y golpea con ellas a un bandido. Las herraduras rompen su cráneo y este cae con los ojos blancos, sin vida. Lanzo un golpe con espadón ascendente contra un bandido a mi lado, que intenta defenderse cubriendo su rostro con ambos brazos. El filo de mi arma cercena sus costillas izquierdas, su esternón, su clavícula, ambos brazos y el hombro derecho. El enemigo queda reducido a varios pedazos cortados en el suelo.

Más ataques, pero solo más fallos. Al parecer estos imbéciles nunca habían luchado contra alguien con escudo, por lo que me divierto en matarlos rápidamente. Mi caballo se encabrita otra vez y golpea con sus coces a un bandido al que derriba muy malherido. El bandido cae de frente y mi caballo cae sobre él, reventando su cabeza como una sandía. Luego con mi espadón golpeo a un enemigo y golpeo en su cabeza, cortando su cráneo en dos, dividiendo su rostro de forma vertical.

Los enemigos comienzan a huir rápidamente de mí, por lo que muevo a mi caballo para seguirlos. Muevo a mi caballo por encima de los cadáveres de los enemigos, lo que es una maniobra arriesgada pero necesaria para alcanzar a los que huyen. Llego al lado de uno de ellos guiando a mi caballo con las rodillas y con mi espadón le golpeo la espalda de forma ascendente, lo que abre al hombre desde la columna hasta el hombro, abriéndolo en canal. Veo que el resto de los enemigos se están alejando rápidamente y, a pesar de saber que ya hemos vencido de forma definitiva, me encantaría matar a todos los bandidos para no dejar a nadie con vida.

Intento mover a Nostalgia pero no responde. Veo que está atrapado entre la maleza del lugar, por lo que me bajo de un salto y comienzo a soltar sus patas. Noto entonces que tanto él como yo estamos llenos de sangre desde la cabeza a los pies. Sonrío porque mi buen compañero no me ha fallado nunca y esta ha sido otra ocasión más en que ha demostrado su valía.

Escucho los ruidos de nuestra victoria y guío a pie a mi caballo al claro central para ver si aún están todos vivos pues la victoria ya es innegable.

Notas de juego

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22/05/2014, 12:16
Ser Madrigal Oakenshaf-Casagrande.

Madrigal se consideraba a sí mismo como un centauro, tan orgulloso estaba de su forma de controlar su montura. Caminaba cabizbajo, avergonzado por ir a pie a través del denso bosque, y miraba con una mezcla de envidia y admiración a su comandante, Ser Trycian, por tener, no sabía si el arrojo o la suficiente locura para llevar a su caballo por el irregular terreno.

Desde luego Madrigal no consideraba que sus aptitudes de monta fueran inferiores a las de un dorniense, pero no quería arriesgarse a defraudar de nuevo a Ser Hadder. Si tras acabar con unos mal pertrechados bandidos volvía sin su nuevo caballo de guerra, no sabía cómo iba a poder mirar a los ojos a su Señor. Tras una buena caminata en la oscuridad de la calurosa noche de verano, agradeció los sabios consejos de su Ser Hadder y de su padre.

Ensimismado en sus pensamientos apenas pudo reaccionar cuando sintió a Haudry caerse estrepitosamente. Al tratar de ayudar cayó al suelo por culpa de Edder con todo su peso sobre el escudo. Ahogó los improperios que le pasaron por la cabeza con tal de no hacer más ruido. Podía haberse roto la muñeca o algo peor, pero al menos el daño sólo había sido para su escudo. Su mal humor fue creciendo haciendo que se apartara de Edder lo más posible antes de que aquel torpe soldado acabara por delatar su posición al enemigo.

Tardó poco en lamentarse de no saber controlar mejor su mal genio cuando, tras lo que le pareció una interminable caminata por la densa maleza, se dio cuenta de que estaba perdido. Haudry no podía estar muy lejos, pero ni siquiera sabía si iba en la dirección correcta. Sintió como Hugin, su cuervo de plumaje negro y blanco, más parecido a una urraca, jugueteaba con los mechones dorados de su pelo.

- Amigo mío. Voy a necesitar tu ayuda.- Le dio un grano de maíz y le tendió su mano para que se posara en ella. El cuervo, obediente, hizo lo propio. Madrigal le susurró cariñosas palabras al oído y levantó el brazo para que, a su vez, el cuervo levantara el vuelo. Esperanzado en que Haudry anduviera cerca trató de que al menos pudieran ir juntos.

- Haudry, sigue a mi cuervo si puedes.- Siguió avanzando tratando de divisar el claro del bosque donde debía estar el campamento enemigo.

Dejó que Hugin emprendiera el vuelo. Lo vio desaparecer entre las ramas y se preguntó si sería capaz de seguirlo. Entonces el cuervo graznó y supo que había visto algo, indicándole la posición, así que se puso en camino. Esperaba que el cuervo no llamara demasiado la atención, después de todo, ¿quien se extrañaría del vuelo de una urraca al amanecer?

Allí estaba el claro, ya podía verlo. Y la batalla había comenzado. Tenía que darse prisa. Rezaba al Guerrero para que los bandidos no tuvieran arcos. Haudry le pisaba ahora los talones lo cual era bueno. A falta de su impetuoso escudero, Orsey, bien podía ayudarle el bastardo de Ser Hadder.

Una vez en el claro, fuera de la espesura del bosque, moverse resultaba mucho más sencillo. Se acercó raudo hacia uno de los bandidos y trató de golpearlo con la maza. No había sido lo suficientemente silencioso y el hombre esquivó su ataque. Madrigal pudo comprobar entonces de qué pasta estaban hechos aquellos maleantes. Se veía claramente que no estaban ni bien pertrechados ni entrenados. Sintió un poco de vergüenza por tener que enfrentarse contra semejantes rivales. Su siguiente ataque impactó de lleno en la cabeza del pobre hombre, que cayó inerte al suelo. Su rostro ya irreconocible no era más que una pulpa sanguinolenta. Otro bandido parecía acercárseles pero Madrigal consideró mejor reagruparse con los demás. Al menos eso fue lo que le hizo creer al inepto maleante.

- Reagrupémonos con los demás Haudry.- Parecía que Tarmall estaba teniendo algunos problemas.- Que sea él el que se nos acerque. - Le dijo señalando al bandido que se les acercaba desde el este.

Sin embargo, cuando estaban a mitad de camino se enfrentó a su perseguidor, sin darle apenas tiempo a prepararse. Su maza volvió a destrozar la carne y el hueso, esta vez en el costado, haciendo reventar las vísceras. El hombre cayó de rodillas y así se quedó unos segundos que parecieron eternos, hasta que finalmente cayó cual fardo en la tierra húmeda del claro.

- Ayudemos a Orsey y a Edder.

Su corazón palpitaba como un caballo desbocado pero aún tenía fuerzas para más. Su duro entrenamiento a lo largo de los años le permitía administrar sus fuerzas con sabiduría. Veía a los menos experimentados exhaustos o nerviosos. Se acercó a Edder tratando de impedir que le rodearan. Armase se había acercado también a ayudar acabando con la vida de otros bandidos.

- ¡Yo me ocupo de este! Edder, coge un palo de los caídos.- El torpe soldado había perdido su arma haciendo honor al mote por el que era conocido en el castillo de Aguasclaras. Haciendo un último esfuerzo lanzó su maza hacia el pecho del último bandido impactándole de lleno. Su caja torácica se hundió ante la fuerza del impacto, rompiendo el esternón y las costillas y agujereándole los pulmones. La muerte fue inmediata. Su largo pelo rubio estaba despeinado y manchado de sangre. Chorreaba sudor y su pecho se hinchaba y deshinchaba frenético. Aún podía dar más. Comenzó a perseguir a los bandidos que huían hasta que su comandante, Ser Trician, dio la voz de victoria. Ahora era momento para la euforia. Cuando se calmaran ya habría tiempo de reflexionar sobre la organización de la batalla.