Partida Rol por web

Parecía que por fin todo volvía a su cauce.

No sabíais exactamente que hora era, pero tampoco debería faltar mucho tiempo para que comenzase a amanecer. Tras vivir una experiencia así lo primero que se pierde es la percepción del tiempo: la tensión, el estrés, el miedo... pero también el dulce sabor de la superación personal daba aliento a continuar.

El objeto ahora estaba claro: huir de allí con toda la información que se había podido recopilar.

Por desgracia no se podía esperar un helicóptero pero la alternativa de los muelles era un plan B bastante idóneo. Ahora tan solo había que seguir las indicaciones para llegar hasta allí, ¿qué problema había ahora? el tiempo.

No sabíais realmente cuando se produciría la extracción y si ya ibais con retraso. Llegar hasta el centro de visitantes fue una tarea larga y no os podíais permitir tardar tanto tiempo o aquella isla iba a ser vuestra tumba.

John caminaba junto a sus compañeros con bastante buen humor, los tres que llegaron a la isla habían conseguido volver a reunirse pese a las circunstancia... ahora tan sólo tendrían que ir al muelle y subir al barco. Aunque teniendo en cuenta como se las gastaba aquella isla no debían descuidarse, por su parte estaba más que quemado de los saurios carnívoros y puesto que DH y él casi llegan a formar parte de la dieta jurásico que Rex, el cientifico se limitó a seguir el ritmo marcado por los militares ignorando cualquier distracción que lo desviase del camino original... el tiempo apremiaba, no debían restrasarse... el friki de los dinosaurios prefería no ponerse a pensar en que pasaría si el barco llegaba y ellos no estaban... no, DEBIAN llegar, lo harían... tenían que lograrlo.

Tras aclarar la situación, volvieron a caminar, esta vez hacia la vía de escape: los muelles. No sabían cuánto tardaría en llegar el barco, si ya estaba allí o si se hundiría por el camino. Pero para DH el mero hecho de poder escapar de la isla le insuflaba fuerzas para continuar. Faltaba poco para que amaneciera, lo cual agradeció, era una trampa mortal esa isla de noche. El viaje transcurría en silencio, en otras circunstancias se encargaría de amenizarlo contando algún chiste o broma, pero ahora no era el momento para ello. De hecho el propio John, dicharachero por naturaleza, estaba callado. Todos lo estaban. Llegaba la hora de la verdad.

Anastasia no respondió ante los chistes y agradables declaraciones de sus compañeros puesto que tenía una reputación que mantener. Pero, pese a todo, se alegraba bastante de estar de nuevo junto a ellos. En el fondo no eran mala gente y su presencia garantizaba mayores posibilidades de sobrevivir.

Bueno, no nos demoremos, debemos ir al muelle cuanto antes. Nuestros jefes se explican como el culo y han cerrado el canal de comunicación. Seguimos como antes, yo protegiendo la retaguardia y Hammer abriendo la marcha. Y una última cosa, procurad hacerme caso esta vez, tal vez os caiga como el culo pero tenéis que tener claro que mi objetivo es el mismo que el vuestro, volver a casa -declaró antes de salir.

Una vez en viaje la mercenaria cumplió su palabra y se colocó en la retaguardia con su rifle en las manos. Se notaba la tensión en el aire, especialmente ahora que habían experimentado los peligros de la isla...

Seguisteis el rumbo con miras a llegar a los muelles antes del amanecer, sin embargo a cada kilómetro que avanzabais antes os dabais cuenta que iba a ser una labor complicada.

Notabais ya en el cielo que el sol saldría dentro de poco ¿cuánto margen os dejaba aquello realmente?

Apresurasteis el paso como medida para paliar aquella falta de tiempo; sería toda una desgracia el pensar que después de todo lo que habíais sufrido y teniendo en vuestras manos lo necesario para resolver la misión con éxito, algo tan nimio y a la vez clave como el tiempo jugase en vuestra contra.

No sabíais si realmente teníais un ángel de la guarda a vuestras espaldas porque mientras seguíais el camino y cuando parecía que todavía faltaba bastante para llegar, un curioso edificio os hizo abrir los ojos como platos.

Junto al edificio había... ¡un vehículo! el cual tenía las puertas abiertas y las luces apagadas... ¿funcionaría?

John que estaba tan asustado como sus compañeros paró en seco cuando vio el coche, se quedó mirándolo entre sorprendido e incrédulo... con el tupe totalmente desmadejado y la respiración agitada por todo el esfuerzo que le estaba suponiendo avanzar por la isla a marchas forzadas.

Parecía demasiado fácil... tal y como se las gastaba la isla, era capaz de aparecer cualquier clase de saurio carnívoro. Quizás deberían proceder con precaución... pero no había tiempo.

- No perdemos nada por echar un vistazo- sugirió adelantándose para ver si estaban las llaves puestas- se nos echa la hora encima- continuó mirando el interior.

Anastasia observó el el vehículo debatiéndose entre lo que debían hacer. Finalmente, mientras el resto exploraba el vehículo, ella expresó sus dudas -Sin duda ese vehículo nos permitirá llegar antes a nuestro destino, siempre que esté en condiciones. Sin embargo dependeremos del buen estado de las carreteras y caminos, si existen, y no se como se comportarán los dinos ante el sonido del coche. Tal vez huyan pero me temo que seguramente atraiga a los más grandes...

Como ya ocurriera anteriormente, el tiempo se les echaba encima. Tenían que recorrer un buen tramo de la isla y el tiempo era cada vez más escaso. Entonces, como un regalo caído del cielo, encontraron un coche del parque junto a uno de los edificios secundarios. John se había acercado para examinar el interior del vehículo y Anastasia había dado la opinión razonable (o pesimista, según se mire).

-Tal y como están las cosas, si el coche está en buen estado, lo mejor sería utilizarlo. Cuando veamos que hay algún camino más complicado nos bajamos y continuamos a pie, pero necesitamos más velocidad y esta parece ser la única manera de conseguirla  –comunicó observando a los dos-. A mí me entrenaron principalmente para llevar tanques, ¿alguno sabe conducir bien uno de estos sin volcarnos a las primeras de cambio?

Tras una inspección podíais sacar una evaluación del coche: se puede usar.

Al menos eso parecían ser buenas noticias, pero no del todo puesto que el término "se puede usar" iba acompañado de unos pequeños detalles: si se le hacían un par de chapuzas.

Parecía que estos nuevos coches eléctricos eran un quebradero de cabeza. No había llave de contacto, tan solo un botón que al pulsarlo no hacia nada.

Si abríais la tapa del capó quedaría a la luz todo el "laberinto" mecánico, el cual quizás con un poco de mañana podría ayudar a la hora de hacerlo arrancar. ¿Quién sería el que echaría un vistazo?

Un gesto de duda se vislumbró en el rostro de DH. Aquel coche, uno de los últimos modelos, era diferente en el aspecto tecnológico a los coches típicos que se producían en serie. Este era de los nuevos, eléctrico y con ciertos "problemillas" a la hora de arrancarlo. Quizás se quedaban ahí vendidos si no conseguían ponerlo en marcha. 

-¡Perfecto! Ahora nos toca la clase de mecánica -ironizó contemplando el motor y la infinidad de cables enrevesados entre sí-. Sé que es una pregunta estúpida, pero... ¿tenéis buenos conocimientos de mecánica o sobre cómo arreglar un coche?

A pesar de lo que había dicho Anastasia John estaba convencido de que no podían dejar pasar una oportunidad como la que se les presentaba, por ser prudentes se arriesgaban a perder el barco, lo prioritario era llegar... sino lo hacían los saurios grandes se darían con ellos igualmente un banquete de homo sapiens... bueno en su caso un medio banquete, porque era más hueso y pellejo que carne... pero el caso es que no le apatecía contribuir de aquella manera a la ciencia. Así que sin perder tiempo y como respuesta a la pregunta lanzada por DH se apresuró a sacarse de uno de sus bolsillos unas gafas y levantó miró el motor del coche... con un poco de suerte podría arreglarse si localizaba el problema.

- Mi querido DH... ¿Para que queréis a un cerebrito como yo sino son para cositas de estas?... veamos que te pasa- le dijo al coche como si fuera capaz de escucharlo.

Anastasia pasó a un segundo plano, dejando que Hammer y especialmente John se ocuparan del coche. Mientras tanto ella, rifle en mano, se dedicó a explorar la zona cercana y vigilar que nada se acercara demasiado.

Nunca se sabe cuando pueden venir. Tal vez el olor de nuestras heridas los atraiga...

Tras una inspección en profundidad John pudo averiguar que había varias conexiones que estaban inutilizadas por culpa del desgaste. Incluso parecía que alguien lo había hecho a propósito en el pasado.

La buena noticia es que tenía arreglo, la mala es que había que ser un poco mañoso para que la "operación" no quedase en una simple chapuza.

Empalmar cables, limpiar obstrucciones y quizás un poco de suerte. Solo alguien que muy buena mano podría hacerlo ¿quién será el o la afortunada?

- Vaya... parece que alguien inutilizó el motor a propósito... esto tiene arreglo mirad- llamó a sus compañeros para que se acercaran y les indicó los cables- habría que arreglar esas conexiones... tan sólo hay que tener un poco de maña- se miró las manos- yo lo haría pero... me tiembla un poco el pulso- confesó algo nervioso, no quería cagarla

Anastasia suspiró ante la inutilidad de John. Cabeza sin manos no sirve de nada. Tal vez pueda ayudarte yo, solo índícame que tengo que hacer y me pondré a ello. Pero vamos rápido, no quiero permanecer demasiado tiempo en un mismo sitio -concluyó mirando la selva que les rodeaba, toda ella plagada de dinosaurios.

John se volvió rápidamente hacia Anastasia, si querían salir de allí debían ser rápidos y si eslla tenía la suficiente sangre fría para realizar las conexiones sin que le temblase la mano, él no tenía ningún inconveniente en cederle el puesto.

- Claro... - se apresuró a decir- mira... ¿ves aquel cable rojo? esa es la conexión que une el motor con el interruptor pero lo soltaron de la toma de contacto que está ahí- señaló el lugar exacto- con un par de empalmes aquí y aquí será suficiente- sugirió indicando con exactitud lo que debía hacer

John se había propuesto arreglar el motor, pero tras una primera revisión, las cosas no parecían tan fáciles. "Nada en esta isla es fácil..." Según comentaba, alguien había estropeado las conexiones del coche. Aquello ya era el colmo, que encima los propios trabajadores se hubiesen dedicado a alterar las instalaciones y los vehículos. DH cubrió a sus compañeros mientras ellos intentaban apañar los cables. 

-Sea lo que sea, daros prisa. Si veis que pinta para largo, nos largamos de aquí -dijo con un tono autoritario.

Tras asentir a los consejos e indicaciones de sus compañeros la joven se acercó al vehículo con las palabras de John en la mente. Empalmes en cable rojo, no parece demasiado complicado. Por primera vez la joven bajó la guardia y confió en sus compañeros de misión, aunque posiblemente fue porque no le quedaba otra alternativa...