Partida Rol por web

Con el prácticamente indestructible caído Leonardo, Eco solo tenía que enfrentarse a Jake desde una posición segura. Esperaba haber contado bien sus balas. Rápidamente recargo su arma, haciendo volar el cargador gastado hacia un lado mientras desenfundaba con su otra mano, ahora libre, la segunda arma que portaba en el cinto. Salió de su cobertura de nuevo para hacer dos disparos rápidos sobre Jake.

Dos balazos más, uno lo esquivó con éxito y el otro le atravesó violentamente el hombro... Jake siguió sonriendo sádicamente mientras caminaba poco a poco hacia Eco

Eco no sonrió, pero sentía que las tornas habían cambiado. Preparó sus armas para una última acometida. Era consciente de que su maniobra era harto temeraria. Si fallaba se podía dar por muerto. Pero contaba con la ventaja de la resistencia inhumana a las condiciones más precarias. 

No podía fallar. 

Se asomó de nuevo y hizo tres disparos. Dos con su arma principal, y un tercero con toda la precisión que pudo concentrar en su otra mano. 

La primera bala estuvo a punto de rozarle, pero con un ligero movimiento Jake la esquivó.

La segunda bala ni siquiera se le acercó, Jake giró su cuerpo un poco mientras se acercaba a su único contrincante y esquivaba las balas.

Pero la tercera... Aquella tercera bala impacto de lleno en el pequeño, aquella tercera bala iba a ser la causa de su muerte, y la proclamación de Eco como Dómine de la Escuadra Rossencraft.

Lo... conseguí.- Dijo a la vez que caía al suelo, muerto... aún con aquella sonrisa en su rostro.

Eco apoyó un pie en los escombros. Los cañones de sus pistolas humeaban por el esfuerzo continuado. El cadete no respiraba pesadamente ni siquiera después del titánico esfuerzo al que había tenido que someter a su cuerpo. Sus reservas de energía se mantenían en niveles respetables. Bajó lentamente del montón de escombros y se acercó a los cuerpos. 

Disparó una bala a la cabeza a cada uno, por si acaso. Luego se acercó, uno por uno, a comprobar si realmente estaban muertos. Cuando se hubo asegurado enfundó las pistolas y esperó. 

Seguía pareciendo un niño, pero no le había costado nada "rematar" a sus compañeros. No dijo nada, no hacía falta. Pero no estaba contento con su rendimiento en el combate. Había luchado pésimamente, sus habilidades marciales estaban por debajo de las de los demás. Solo las circunstancias le habían ayudado, y aunque ese fuese su fuerte no se sentía satisfecho. 

Quizá aquel día tendría mejor suerte con la IA de ajedrez y podría pensar que había logrado algo realmente por sí mismo.