Partida Rol por web

Vergel radiante. Un mundo sin preocupaciones, donde la gente vive en paz y feliz, ajena a los acontecimientos que se ciernen sobre el. El portal se abre y os deja en medio de una gran plaza, e inmediatamente, una encandiladora fragancia a flores silvestres os llega. Un extraño sentimiento de calma os acoje por unos segundos. El portal se cierra detras vuestro. Aparentemente, la plaza estaba desierta, y el aroma a flores que os habia llegado, provenia del centro de la plaza. Habia un pequeño parque con muchisimas flores de diferentes colores, y su olor era magnificente.

La plaza es hermosa. Bancos blancos encarados hacia las flores, en circulos; farolas blancas y grandes, con una decoración de lo mas elegante; una fuente en medio de la plaza, con la figura de un hombre con tunica, mesandose la perilla y mirando como al futuro, en plan pensador. Y los chorros de agua caian de sus pies, frotando en unos pequeños platos, que cada vez se iban haciendo mas grandes, simulando los pisos de la fuete.

Desde donde estabais se veia a lo lejos el gran castillo que ya se veia desde el plano dimensional, pero a la vista era mucho mas hermoso de lo que aparentaba. Grandes torreones que se erguian alto en el cielo, un gran emblema de un corazon como símbolo eidético entre medio de las torres era claramente visible. Era blanco marfil, y de seguro que muy frecuentado y visitado. Por vuestro alrededor, veis que hay muchas casas. Y calles que parecens alir de la plaza y comunicar con lo que deberia de ser la ciudad. Una de esas calles era mas grande que el resto, parecia que llevara a la calle principal. En la lejania podeis apreciar que hay gente deambulando por dicha calle.

De repente, vuestros cuerpos se relajan de la tensión en la que estaban hacia escasos momentos, y algunos de vosotros caeis de nalgas al suelo exhaustos. El cansancio era claro, y las heridas, varias. Sabiais que el maestro habia muerto protegiendoos y cubriendo vuestra salida. Un sentimiento de tristeza os inquieta. 

Nada más cerrarse el portal de oscuridad, una dulce fragancia llega hasta mí, y la luz y la belleza del nuevo mundo se abren paso a través de todos mis sentidos. Respiro profundamente, mientras miro a mi alrededor. -Es... bonito- pienso, casi con extrañeza. -¿Estamos... a salvo?- miro a Kora, sin saber muy bien como actuar. Habría deseado que este lugar despertara alguna luz en mi memoria, pero esta seguía en blanco. Algo tambaleante, me siento en el suelo, tratando de recuperarme de todos los acontecimientos que han ocurrido desde que me desperté. -¿Qué puedo hacer ahora?-

Kora sonríe por un segundo ante la ternura del lugar fascinada por el castillo que se alzaba ante ellos.

No puede evitar soltar un suspiro de admiración antes de sentir un pinchazo en el corazón.

Le devuelve de soslayo la mirada a Yume y vuelve a poner los ojos en el castillo cuando ella desaparece de su campo de visión.

Alarga una mano hacía Faile sin mirar donde ésta palpa buscando el jersey de su prima, cuando finalmente da con él, se queda agarrada como tantas veces antes había hecho, tenerla cerca la reconfortaba, sin embargo, ese gesto ya no le transmitía el mismo sentimiento de protección que apenas unas semanas atrás cuando llegaron a ese lugar.

- ¿Y ahora qué? – pregunto al horizonte esperando que alguien le dijera cual debía ser el siguiente paso. - ¿Esperamos? ¿O vamos al castillo?

Aunque se negaba a reconocer que había unas altas probabilidades de que esperar a Rasheltex fuera una tarea inútil, la propuesta de ir al castillo fue un gran paso hacia la aceptación de lo que parecía ser la verdad.

Miro atonita a nuestro alrededor. Me sentia culpable y avergonzada de no haber podido hacer nada en aquella lucha... Era como si algo o alguien usurpara mi voluntad. Respiro profundamente, siento como mi prima me abraza. Correspondo al abrazo y le acaricio la cabeza, dandome cuenta de que su capucha de orejitas de gato estaba caida. Se la subo en plan burlón, quizás para intentar pensar en otra cosa que no fuera al maestro ensartado por la lanza de aquel encapuchado...

-Me parece buena idea ir al castillo...

Digo ante la idea de Kora. Era extraño, pues parecia como si hiciera eones que no hablaba...

Entrecierro los ojos ante la luz.

---Agh... ¿ por que no podemos viajar a mundos un poco menos luminosos?-  digo mirando a mi alrededor y viendo el castillo- Me parece increible como la gente se olvida de que acabamos de ver como asesinan al Maestro Rasheltex, pero bueno, vayamos al castillo si eso os hace olvidaros de él

Dicho esto, comienzo a caminar hacia el castillo.

Las palabras de Rin hicieron hervir la sangre de Kora, ¿de verdad se había atrevido a decir aquello?, o peor aún, ¿de verdad lo pensaba?

Kora muestra una sonrisa momentánea, forzada y sin dientes a su prima, sonrisa que indicaba que estaba a punto de actuar sin razonar.

Cierra el puño con fuerza y se voltea hacia Rin llevando su puño en dirección a la mejilla del chico, ciega por la ira momentánea que se había canalizado, por esas palabras, hacía su compañero.

Kora le golpeo con todas sus fuerzas, aunque en ese momento no eran muchas.

-  Rasheltex dio su..- su subconsciente le obliga a cortar esa oración - nos trajo aquí por algo. Vamos a averiguar por qué ya que él no vendrá a contárnoslo. – dice con rabia y con el puño todavía cerrado.

Yo no olvido nada. Nunca.

Respiró profundamente esperando que le ayudara a disipar ese enfado focalizado en Rin.

Discúlpate. Le ordenó su cabeza. No, no pienso hacerlo. Respondieron sus entrañas manteniendo la mirada clavada en Rin, más que por intimidar –algo imposible con esa capucha de orejas- para estar preparada a cualquier golpe en respuesta.

Recibo el golpe de lleno, la verdad es que no me lo esperaba, aun asi dirijo una mirada terrible a Kora, el fuago arde en is ojos de la misma manera que cuando estaba luchando contra aquellos encapuchados, doy un paso hacia Kora todavia empuñando la llave espada la cual  tiembla ahora mismo en mi mano debido a la fuerza que hago.

---¿ Que pasa? ¿ Acaso te sientes culpable por lo sucedido?- digo con voz terrible - Dices que no olvidas, pues no olvides esto, el Maestro fue asesinado por vuestra culpa, quizas si hubierais hecho caso a lo mejor estaria vivo todavia.

Levanto la cabeza y la miro con cierto desden.

---No olvides esto, los debiles son los primeros en caer, Kyura lo era y mira como acabó de él ya te habias olvidado ¿verdad?- digo sonriendo con malicia- Tranquila cuando muera otro seguro que te olvidas el anterior y te pones a llorar por el recien fallecido...

Tras esto me giro y me voy por un camino sin esperar la respuesta de nadie

Kora frunce el ceño extrañada por las palabras de Rin ¿culpable? ¿Caso a quién, eh Rin? ¿A tus amigos encapuchados? Quizás si TU hubieses hecho caso.

Kora empezó a agobiarse en sus pensamientos y apretó los labios para obligarse a no responder. No valía la pena y ninguno estaba libre de pecado.

Cuando Rin siguió su camino Kora llevó su mirada a su puño que seguía cerrado con fuerza a pesar de que lo había dejado caer a un lado de su cuerpo; al darse cuenta de ello lo abrió inmediatamente como si su propia mano le quemara.

Aunque Rin estaba muy equivocado respecto a Kyura, pues le era imposible olvidar como su compañero había sido engullido ante sus ojos por la oscuridad, había algo que había olvidado, o mejor dicho, algo que se había esforzado por evitar pensar: habrá un siguiente.

Se guardó las manos en los bolsillos de la chaqueta y también empezó a andar hacia el castillo.

Te das cuenta de que el amuleto que cogiste del cuerpo de Kyura desprende de nuevo aquella luz tenue

Al ver la escena entre los dos compañeros, tu mente tiene un flash de una escena de tu pasado. Debido a tu amnesia, dicho flash es muy breve y caes al suelo de rodillas debido a la presión de tu cabeza. Te cuesta recordar, pero consigues visualizar a un chico joven, de tu misma edad mas o menos, el cual primero aparece sonriendo a tu lado y luego muerto enfrente de tus ojos, con algo parecido a una de esas llave-espada de las que tanto has oido hablar. No sabes porque han venido ahora esos recuerdos, pero intuyes de que hay algo que te falta. Un objeto quizas... No lo sabes con certeza. Ahora mismo era todo muy confuso y estabas en el suelo

La mano del bolsillo derecho empieza a conducir un escalofrío punzante que le recorre todo el brazo y luego se apodera de su cuerpo.

¿Qué quieres? Le protesta al talismán que guardaba en su bolsillo.

Era la segunda vez que emitía aquella tenue luz, Kora se esforzó por recordar las circunstancias que rodearon la primera vez.

Recordó el mundo inexistente, a los dos encapuchados que no parecían llevarse bien y a los seres de afiladas garras.

Sintió el recuerdo del dolor que una de esas garras le había hecho, sacó bruscamente la mano izquierda de su bolsillo y se presionó el abdomen justo como había hecho en aquel momento.

¿Es esto? ¿Te alimentas de mi dolor?

Aunque aquella teoría no le satisfizo del todo, demasiado había tardado en brillar. No te preocupes, alguien sabrá de ti.

Kora dejó que el amuleto se escurriera entre sus dedos perdiéndose en su bolsillo a la vez que retiraba la mano fuera del mismo.

Junto los dedos de ambas manos y se estiró levantando los brazos por encima de su cabeza a modo de punto y final de esa actividad.

Vamos Kora, no le hables.

Si alguien pudiese leerme la mente pensaría que estoy loca.  Se aleccionó. Tenía por costumbre mantener diálogos consigo misma cuando necesitaba atar cabos, comprender o deducir cosas, y sobre todo, cuando no tenía nada mejor que hacer.

A pesar de sus esfuerzos por mantener la mente vacía siguió dándole vueltas al brillo del talismán.

¿Y si se trataba de una advertencia? ¿Y si había sincorazones cerca? Rin, al ir en cabeza por ese paseo hasta el castillo, sería el primero en toparse con ellos. Pensó en advertirle, pero no tenía ningún sentido hacerlo: ni era seguro ni le iba a hacer caso.

Vigilaré por todos. Terminó por decidir y apretó el paso para reducir distancia entre ellos y Rin. Al menos aquella pseudomisión la mantendría ocupada.

Con un súbito dolor, caigo al suelo de rodillas llevándome las manos a la cabeza, que me late como si me fuera a estallar. -¿Quién...?- me pregunto, incapaz de comprender lo que veo -¿Está... muerto?- Es tan duro ser incapaz de recordar. Sentir qué has olvidado algo importante, pero no saber qué es, ni siquiera quién eres. Pero me embarga una sensación desasosegante. Me cubro los ojos con las manos mientras todo remite a los pocos segundos, y trato de volver a ponerme en pie, desestabilizada, sin descubrir mi cara. -¿Por qué me ocurre esto? ¿Por qué?-

Cuando, finalmente, aparto las manos del rostro, veo a Kora alejándose hacia el castillo, así que comienzo a seguirla sin apresurarme demasiado, con la cabeza llena de dudas. Y es la única persona que se ha mostrado amable conmigo, y sin tener ningún otro sitio a dónde ir, permanecer con ella es lo mejor que puedo hacer.

- Tengamos calma, chicos. - dice levantandose, pues mientras sus compañeros se peleaban el estuvo observando el páramo. Con una mueca de rechazo hacia el aroma floral se tapa la nariz y se acerca a sus compañeros. - Desgraciadamente no pudimos hacer nada por el Maestro, pero pelearnos ahora solo provocará que vayamos perdiendo la vida uno a uno como ya ha pasado. Debemos mantenernos unidos y salir de esto. Parece que ahora mismo la única salida es el castillo... - Es como si la única salida sea meternos en la boca del lobo... - piensa mientras mira de nuevo el castillo - Vamos, levanta. - Tiende una mano hacia Yume para ayudarla - No deberiamos quedarnos mucho por aquí o nos alcanzarán. - Está claramente más serio de lo normal.

Mientras hablabais entre vosotros y justo antes de emprender la marcha hacia el castillo, escuchais unos gritos algo inusuales en una plaza desierta:

-"AL LADRÓN!!!! AL LADRÓN!!!!"

Cuando volteais la cabeza para ver de donde provenian esos gritos veis que, de una de las callejuelas que daban a la plaza sale un chico. Su larga y pintoresca bufanda roja ondeaba en el viento mientras él corría. Parecia estar huyendo de algo o de alguien. Dicha bufanda se descuelga del cuello del chico y sale volando hacia atras de él. El muchacho hace un gesto de volver a recogerla, pero justo entonces se vuelven a escuchar gritos:

-"No te escaparás esta vez!!!"

El joven, decidido, abandona su accesorio y vuelve a la carrera, dirijiendose peligrosamente hacia vosotros, pues mientras corría, estaba admirando algo, por lo que su vista no estaba puesta en vosotros. Sin darse cuenta y a la que baja la mirada, el chico tropieza con Yume, quien aun estaba en el suelo, cayendo cual largo era.

-Aaaaah!!!! Eso a dolido, maldición...

El chico estaba tumbado en el suelo, el golpe habia sido algo duro.

-Ay, ay, ay... -Se sienta en el suelo. -Oye, estas bien? Que hace alguien sentado en el suelo a estas horas de la tarde!? Por cierto, me llamo Lea. Que hay!?. -Sonrie y ayuda a levantar a Yume, quien ya estaba en el suelo.

Presta atención al callejon de donde habia salido, y rapidamente se levanta, espolvoreandose la suciedad del suelo.

-Maldición, ahi vuelven esos brutos!!! Tengo que irme, perdonad el infortunio!

El chico arranca a correr.

observo como el chico pelirojo sigue su camino dejando la banda en el suelo,sin mediar palabra,la recogo y me la guardo.

---Bonito accesorio...creo que lo conservare de momento ....

Miro al chico rubio con algo de duda y desconcierto, pero antes de que pueda siquiera reaccionar y levantarme, oigo unos gritos y siento un golpe en la pierna. -¿Qué...?- Parece que ya no soy la única que se ha caído. El desconocido me ayuda a ponerme en pie, hablando demasiado rápido como para que pueda seguir el hilo de sus pensamientos. -¿Lea...?- Otro nombre más que no significa nada. -¿Vuelve... quién?- Miro hacia el callejón del que acaba de salir el pelirrojo, mientras este escapa rápidamente. Todavía me duele la cabeza. No entiendo nada. -¿Vienen... enemigos?-

Sin prestar mucha atención cojo la bufanda y me la pongo por el cuello, podria haberla guardado en uno de sus bolsillos pero no tenia muchas ganas de que se arrugase.

---Parece ser que si, aunque veamos mas bien que está pasando...-digo con cierta indiferencia mientras espero que sea lo que sea se acerque.