Partida Rol por web

La determinación de Yume en el habla y lo rápida que había sido su decisión me deja un rato anonadada, pasmada y congelada. No me desagrada su cambio ni me decepciona aunque la sorpresa en mi rostro pueda llevar a confusión. Al contrario, me asombra y hace brubujear mi corazón con la belleza de ver una crisálida convertirse en mariposa.

Yume brilla como nada podría brillar en esta oscuridad, ni siquiera mi llama.

Agito la cabeza cuando mi amiga se lanza a estocadas contra el asesino declarado que tenemos delante. Y de reojo observo al presunto asesino que aguarda en la puerta sin hacer nada.

— Tsh Kora, que mal ojo tienes para los chicos —bromeo conmigo misma tanto por Kuro como por Hayato mientras la mano izquierda destapa el embrollo de la mano derecha—.

— Yume, sal —le pido, ruego y ordeno justo antes de destapar la obscurita que arde en mi diestra y en el mismo gesto busco con la mano que ahora ha quedado libre tomar su muñeca para ayudarla a empezar su huida de mi—. Te quiero mucho. Por favor, no desaparezcas.

Una de las sombras se aventura a lanzarse a por ti de un salto. Las otras dos se preparan para arrancar a correr detrás tuyo, con desesperación por alcanzarte.

Tras caer encima tuyo, te araña con sus afiladas y oscuras garras, rasgándote el brazo.

Tras percibir el inminente peligro, Vanitas materializa su antigua llave-espada para escudarse de los ataques de Yume. No obstante, la estocada consigue traspasar su defensa, acertando en el pleno los seis movimientos del combo. A pesar del limitado espacio, Yume se movía con fluidez, forzando a Vanitas a lanzar un hechizo Piro contra el techo de la cabaña, creando un agujero con la explosión resultante por el que salir al exterior. No obstante, antes de que pudiera salir, el hechizo Hielo+ de Yume se materializa, y enfría las piernas de Vanitas, además de lanzarle un par de carámbanos que le llenan de escarcha.

-¡Molesta inepta! Esto no cambia nada.

Vanitas se sumerge en el suelo, creando una mancha oscura que parecía deslizarse sobre la superficie de madera como si de una sombra se tratase. Tras un par de segundos, emerge de nuevo al lado del portal.

-Buen intento, pero ineficaz. Tendremos tiempo de luchar, por eso no te preocupes.

Es entonces cuando Kora realiza su gesto, mostrando un peculiar collar con una gran piedra negra de adorno. Vanitas se queda quieto, mirando a Kora.

-¿Una obscurita? ¿Tú? ¿En serio me amenazas con un collar? Ni siquiera sabes para que sirve esa cosa... ¡No me hagas reir, patética! No merecéis más mi tiempo. Adios, insectos.

Vanitas estaba a punto de cruzar el portal. La última acción era vital para evitar su huida.

Al ver a aquella sombra lanzarse sobre mi, supe lo que tenía que hacer. Fuí a interponer mi llave espada entre la sombra y yo,pero llegué demasiado tarde haciendo que me hiriera. - Mierda... ¿aún no he recuperado mis reflejos? - Entonces ví a las otras dos sombras lanzarse a por mí, traté de lanzar un ataque contra la primera pero fallé - Será mejor espabilar - Pero el segundo dió de lleno contra la última sombra dandole un par de golpes más con la llave espada, lanzandolo en el último golpe lejos, o al menos intentandolo. - Bien... Puede que no esté tan enforma, pero no dejaré que me supereis. - Sentencié finalmente poniendo

-Te guardamos la espalda, princesa...- Por alguna razón, esas palabras encienden una chispa de calidez dentro de mi pecho, incluso cuando Vanitas se esfuma a través de las sombras de la cabaña para escudarse de mis ataques. Como si, independientemente de las dificultades que me cerquen en el exterior, hubiera aparecido dentro de mí una seguridad que nadie pudiera arrebatarme. Tal vez haya perdido a mi Noche Eterna junto con mis recuerdos, pero tengo algo mucho más importante: tengo a Kora, a Kuro, e incluso, por alguna extraña razón, a Hayato. Son mis amigos. Esa razón es lo único que necesito para vivir o para actuar.

Y también, aunque pueda resultar incluso más complicado, confío en ellos. Tal vez no entienda todo lo que ocurre, pero creo que, como me dijo Kora en el misterioso Castillo del Olvido, todo va a salir bien. Y, por ello, cuando me coge de la muñeca y me mira a los ojos, asiento con la cabeza sin titubear. Sea lo que sea la "obscurita", si ella piensa que debe usarla y que yo debo permanecer al margen, no puedo sino retirarme uno paso atrás sin soltar su mano, manteniendo mi guardia con la llave espada por si tengo que protegerla de cualquier posible ataque.

Las dos princesas, la de la Luz y la de la Oscuridad... y, ocurra lo que ocurra, estamos juntas en esto.

Interpones tu espada contra las garras de la criatura. Consigues impactar parte del combo de golpes, dañando a la sombra que te había atacado. Esta acaba explotando, desintegrándose al acto después de recibir tus ataques.

La otra sombra no lo duda, se lanza también a por ti, con sus afiladas garras. Parecía querer vengar a su compañera.

Vanitas había conseguido esfumarse. El portal se cerraba tras de si, no sin antes mirar fijamente la obscurita que portaba Kora, frunciendo su ceño a la vez que los últimos atisbos del portal acaban por cerrarse.

Lo que antes era una amplia cabaña, se había convertido en un pequeño campo de batalla, pero ahora dicha batalla había llegado a su fin, con resultados inesperados para ambas partes. 

Vanitas había conseguido lo que quería, pero Yume no parecía afectada. Hayato siguió en guardia unos segundos, hasta que por fin, hizo desvanecer su llave-espada entre fulgores oscuros y lumínicos, y cesó en su posición defensiva para erguirse y acercarse al lugar en donde antes había el portal.

-Se ha ido.

El hombre se os queda mirando a las dos. Kora seguía manteniendo la obscurita en su mano. La reconoce, era el collar que una vez Rasheltex le ofreció, el collar que portaba el día de su supuesta muerte, el día en el que las sombras le engulleron.

-Supongo que tendréis muchas preguntas que hacerme... Y a estas alturas, sería absurdo tratar de esconderos las respuestas... Tenemos poco tiempo antes de que la organización mueva ficha. Pero antes de todo... ¿Porque tienes tu ese collar, Kora? ¿Sabes que es lo que tienes en la mano?

Hayato parecía centrar su mirada en la obscurita, con tez preocupada.

Rin parecía mantenerse al margen, apoyándose en el marco de la puerta de entrada, refunfuñando porque Vanitas había escapado, pero escuchando la conversación sin mostrar interés alguno.

Los niños sonrien, mientras todo a tu alrededor parecía difuminarse hasta desaparecer. Todo cuanto veias se tornaba oscuro, negro completamente. Engullido por la oscuridad hasta solo dejar una mancha negra que te envuelve por completo. Los niños fueron lo último en desaparecer, no sin antes decirte al unísono:

-No abandones nunca, Jace.

Los niños se desvanecieron y acto seguido empezaste a desvanecerte tu.

Como si de una pesadilla se tratara, abres los ojos tras un grito ahogado. Te había dado la sensación de que esa oscuridad era asfixiante, y que te había engullido por completo.

¿Realmente había sido un sueño?

Miras a tu alrededor. Te encontrabas en el mismo bosque sombrío de antes, con la única diferencia de que ya no notabas el ambiente cargado, ni siquiera unos ojos que te vigilaran. Fuera lo que fuera lo que acababas de experimentar, desde luego no había sido normal.

Decides avanzar por el único camino visible, en linea recta. De pronto, tres sombras salen a tu encuentra desde la oscuridad de los mustios árboles, con aquellos ojos amarillos saltones fijándose en ti. Estaban dispuestas atacarte, pues como buenos seres de la oscuridad que eran, no podía ser de otra forma. No obstante, la situación es bastante anómala. Raro era que te asolaran solo tres sombras, cuando por lo general sabías que viajaban en grupo por su reducida fuerza. Invocas raudo tu llave espada, dispuesto a enfrentarte a ellas. Se interponían en tu camino, y no estabas de humor.

De pronto, escuchaste una explosión en la lejanía. Los seres voladores salieron huyendo del lugar en bandada. Miraste a tu alrededor para ver de donde provenía aquel estruendo. Viste una columna de humo que provenía del bosque, en dirección opuesta a la que habías venido. Parecía como si algo estuviera quemándose, o hubiera estallado.

No era una columna de humo muy grande, pero si lo suficiente como para verla desde lejos. Calcularías unos 20 minutos de distancia caminando, y contando que deberías de entrar en aquel sombrío bosque, quizás algo más. Estabas en un mundo desconocido, ¿sería buena idea aventurarse a ver que había provocado aquella explosión?

Ves el sendero, bastante marcado por restos de tierra, que se adentra al bosque en dirección a la explosión. Quizás dentro del bosque el camino se complicara, pero parecía bastante recto.

Era cuestión de elegir, si explorar las ruinas de la ciudad, o adentrarse en el oscuro bosque. 

Esperé a la respuesta de las máscaras vacías que eran los niños que tenía enfrente, pacientemente hasta que me dijeran qué demonios estaba pasando, pero, sin haberlo predicho, el ambiente a mi alrededor se trastorna brutalmente hasta quedar en un amasijo de oscuridad y ecos reverberantes. Trato de zafarme de ahí, luchar contra la agonía que era volver a ser engullido por la oscuridad, pero nada de eso lucía útil, más allá de dejarme llevar por la incesante fuente opaca. 

No sé cuánto tiempo pasó desde que fui devorado por aquel foso. 

Sentía aún en mi piel la abominable sensación de pequeñas y viscosas manos palpando cada esquina de mi cuerpo, deslizando sus lúgubres partes hasta extinguir cada esquina de luz dentro de mí. Pero nada de eso seguía en pie, la oscuridad se había ido, y solo podía ver el denso bosque del que había despertado. Maldije mi suerte, sin embargo, algo en él había cambiado. No habían más ojos espiando mi mente, ningún mancillado vigía esperando a que mi ímpetu se desbordara, y el brillo blanquecino que se desplegaba por todo el ambiente era de lo poco que podía ver. Si es que aquello existía, y si es que la luna solo era un artificio vil de lo que reptaba tras de mí. 

No quedaba más opción que caminar por el único camino que quedaba, y rogar porque de nuevo, no cambiasen los telares y todo el ambiente volviera a trastornarse a su hedonista gusto. Seguí, sin dejar de pensar qué era todo lo que estaba pasando y qué se ocultaba tras el telón. No recordaba casi cosas puntuales, fuera de la destrucción de la realidad por Vanitas y la fatiga iracunda que me invadía, pero no tenía opciones además de seguir el camino y esperar a que las respuestas se abriesen por los cortes de mi arma. 

Y como no podía faltar, un amasijo de oscuridad se materializa frente a mí. ¿Simples sombras? Solo contaba tres, y no veía a ninguna más reptando por el suelo como les gustaba hacer. Algo de nervios sí que se pasaban por mis pensamientos, no era normal que sólo esas miserias se dignaran a atacarme sabiendo la desventaja. Bueno, tampoco es que fueran listas, pero usualmente no iban tan solas. No tuve más que invocar mi llave espada, que surgió de mi mano con un brillo plateado esperando a consumir la ira que tenía encima. 

Me abalancé sin pensarlo, un ataque despiadado a la primera, me deslizaría a la siguiente y dejaría que la última se quedara viendo sus últimos instantes. 

Jace embistió contra la primera sombra que tuvo enfrente, sin pensarselo dos veces. El golpe fue devastador, haciendo que la sombra saliera volando y explotara en oscuridad en medio del aire.

Las otras sombras decidieron abalanzarse sobre él.

No espero a clemencias, después de todo el rencor que se había acumulado dentro de mi alma, olvidé que existía la piedad o siquiera el estilo para combatir. Me abalancé sobre las demás sombras sin pensarlo, algunos ataques más deberían derribarlas en definitiva. Estaban cerca de mí, ni falta me hacía moverme. 

Ambas sombras se desvanecieron al recibir tus golpes con la llave-espada. La cadena de golpes bastó para quitarlas de tu camino. No parecían haber más enemigos, por lo que tenías via libre para continuar por el sendero.

Quería explorar la ciudad.

De verdad que quería, era como estar en casa pero a la vez no, en un lugar onírico y misterioso. ¿Habría pintadas en las paredes? ¿Cómo serían? ¿Habría libros? ¿Qué pondría en ellos? ¿Diarios, vestigios de la vida de esas otras personas? ¿Tendrían comida enlatada? ¿A qué sabría? Era toda una aventura llena de misterios y experiencias. Se moría de ganas de echar un vistazo.

Y sin embargo, dio media vuelta. Sí, Caerulea dio media vuelta, hacia el bosque, hacia el humerío, y echó a correr en la que creía sería la dirección que la llevaría al orígen de la explosión. No pensó que fuera nada belicoso, sino algún tipo de derrumbamiento, o algún motor o químicos que hubieran salido mal... Un accidente. Alguien podría haber tenido un accidente y necesitar ayuda, y que quizá ese alguien podría ser su prometido. Jamás podría perdonarse el haber ido a jugar y explorar mientras él necesitaba su ayuda. Ya habría tiempo de jugar después.

Respiro profundamente una vez exiliadas las sombras, mientras mi llave-espada se desvanecía de mis enrojecidas manos. Quizás la sujeté demasiado fuerte, con innecesaria dureza para tal actividad, pero mis sentimientos se interponían en mi propia lucha. Necesitaba aprender a manejar eso, no podía llevar a cabo mi búsqueda dejando que la furia me poseyera, cuan nocivo podía llegar a ser aquello para mi corazón. Seguí caminando, olvidando lo pesado que se sentía tener aquella sombra caminando libremente por mi subconsciente. Quién sabe, era posible que al final del día solo fuera yo imaginándome debilidades, tratando de forzar más allá de lo posible una fuerza que no existía, pero que pronto me haría falta. Resignado a seguir debatiéndome, continué el camino ensombrecido con la esperanza de encontrar algo que me llevara aunque fuese, lejos de este sitio.