Partida Rol por web

Vuestra misión os ha traído a un desierto inhóspito, donde los únicos árboles son meros troncos y ramas petrificados, donde las sombras cogen formas caprichosas... o no. Más adelante un viento levanta polvo y arena ocultando de vuestra vista vuestro objetivo, el perdido bosque de Kurama no Mori, donde esperáis cumplir vuestra misión. Pero para ello debéis encontrar la forma de desactivar el Genjutsu, si no queréis perderos en mitad de la tormenta de arena...

Jadeante y dolorido levanto la vista. Observo a mis compañeros, que no están en mejores condiciones que yo y aunque no tendría que ser, me siento mejor.
Dirijo de nuevo la mirada hacia la nube de polvo, donde está el bosque, aunque me cueste percibir su forma entre tanta arena.
Tengo claro que tengo que emplear mi Byakugan, aunque antes quiero tomarme un momento para recobrar el aliento. La carrera ha sido más dura de lo que esperaba. Así nunca conseguiré el respeto de mi Clan y menos de mi abuelo. Tengo que conseguir que se sientan orgullosos.
Tras la densa barrera de arena, apenas se puede dilucidar las siluetas de los árboles petrificados. Entre ellos, rápidos movimiento de sombras parecen darle un tono mas de peligro, si cabe, a toda la grotesca escena. Supongo que esos deben ser los efectos del Genjutsu que protege el bosque, pero hasta que no utilice mis ojos no podré estar seguro.
Vuelvo a dirigir la mirada a mis compañeros que también aprovechan para recuperar el aliento y me decido a vencer mi timidez:

Rikimaru, Kazu, una vez entremos en el bosque no podremos detenernos a pensar ni a pulir los detalles de la emboscada, así que este, podría ser un buen momento para hacerlo.
Tengo una táctica en mente que podría darnos un poco mas d ventaja, aunque tenemos que estar todos de acuerdo pues contrae riesgos.
Mi intención es la de conseguir que parte del grupo de Hana, me persiga através de este bosque. Para conseguirlo, simularíamos una ataque a un adorable anciano, que serias tu Kazu y a su guardaespaldas, tu Rikimaru. Ambos deberíais ir debidamente camuflados mediante una técnica de metamorfosis para no ser descubiertos.
Cuando los compañeros de Hana salgan tras de mi, Rikimaru reaccionara siguiéndome junto al grupo perseguidor, si solo se queda Hana, para curar las heridas del anciano, o permaneciendo con Hana si algún compañero suyo se decide a quedarse.
Kazu aprovecharía la ocasión de estar a solas con Hana, para despertar sus ojos, poniéndola en apuros.
Rikimaru aprovecharía la confusión de la persecución para utilizar los dardos, mientras yo utilizo mis ojos para huir entre las trampas.
Si la cosa se pusiera mal o vemos que se puede razonar con los perseguidores del otro grupo, bastaría con desvanecer las metamorfosis para que se den cuenta de que no corren peligro.

Me quedo atentamente mirándoles la cara, mientras les cuento mi estratagema. Parece como si hiciesen esfuerzos para no mostrarse sorprendidos tras el relato.

Como veréis, es una situación complicada y si no la queréis llevar a la practica o tenéis sugerencias aprovechad para hacerlas.

Kazu guardó silencio durante unos instantes, con los ojos cerrados y lo brazos cruzados.

-Supongo que a estas alturas ya no tenemos nada más que hablar, y sin riesgos no hay éxito. A menos que Rikimaru se le ocurra algo mejor...estoy de acuerdo con tu idea.

Los ojos del chico miraron al Nara,esperando una respuesta por su parte.

La contestación de Kazu me sorprende. Siempre hemos tenido nuestros mas y nuestros menos, así que esperaba algo de hostilidad por su parte, pero no. Aún no llego a comprender como es. Esta claro que necesitare estudiarlo mucho mas. No deja de sorprenderme. Somos tan diferentes...
Ahora solo falta Rikimaru. Se le ve pensativo, casi ausente.

El silencio de Rikimaru parece estar más relacionado con el origen de la barrera en sí que del hecho de estar de acuerdo o no con el nuevo plan de Shin. El Hyuuga se dispone a activar su extraño Byakugan, pero el Nara lo detiene antes, formando un sello antes de tocarle con tres dedos. Una vez usada la Técnica de Disipación, Shin comprueba que Kurama no Mori está semioculto por una depresión casi vertical y de forma vagamente circular. El terreno que lleva hasta la depresión es llano y ligeramente inclinado hacia abajo, dando el aspecto al lugar de un inmenso plato. Tras comprobar que no hay nadie más en la zona, Shin usa a su vez Kai con Kazu, y éste con Rikimaru para adentrarse en la zona previa al bosque. El cazador rubio sonríe para sí mismo cuando se imagina al grupo de Hana adentrándose de lleno en el Genjutsu, y perdiéndose en él.

Al llegar al desnivel previo al bosque el grupo calcula que el cortado debe hacer unos veinte metros de profundidad... una mala caída podría ser fatal, pero el terreno es seco y no faltan asideros para descender con seguridad, aunque a los amigos lo último que quieren en ese momento es más ejercicio.

Agotados, al llegar al inicio del bosque en sí el Byakugan de Shin les indica sin problemas el camino a seguir a través de una maraña de hilos atados a sellos escritos con el Kanji "Explosión". La intención de Shin, más que evitar activar las trampas, es dejar lo más intacto posible el lugar, para que cuando Hana y los demás pasen por este lugar no vean signos de actividad en la zona.

El lugar elegido para poner en práctica el ardid de Shin es el claro del bosque cercano al centro de él, por donde transcurre un río que parte de lado a lado el bosque antes de perderse en una gruta sin salida. Rikimaru opina que tal vez sea una buena idea preparar trampas para que cuando Shin haga alejarse a los demás de Hana y Kazu, los "perseguidores" caigan en las trampas. Ante las poco convencidas miradas de sus compañeros, el Nara enseña los dardos somníferos, insistiendo en que lo que quiere es usarlos. Este truco además les permitiría poder atacar o maniobrar a la vez que las trampas se activasen, en lugar de decidir si hacer una cosa u otra.

Me parece perfecto Rikimaru, le digo satisfecho. No podía apartar de mi mente el hecho de que salir corriendo con tres enemigos a la espalda es una misión mas que peligrosa, aunque el que me preocupa es Kazu.
Kazu, le digo con voz seria para que me preste toda la atención de la que pueda ser capaz... El papel mas importante de la trampa es el tuyo. Piensa que si todo sale bien, te quedaras a solas con Hana, y tendrás que ponerla en grandes apuros. Necesitaras de todos tus trucos así que prepárate...
Si Rikimaru y yo tenemos suerte y solucionamos rápidamente lo nuestro, vendremos a ayudarte pero no cuentes con eso. Estarás probablemente solo.
No quiero ponerlo nervioso, pues para eso se basta solo. Lo que pretendo es que sea consciente de la situación pues si el falla, todos fracasamos, y la misión es lo primero.
Ahora, será mejor que coloquemos las trampas. Suponiendo que ellos vengan por donde hemos pasado nosotros, mi huida debe ser hacia el lado opuesto, la torre, así que por ahí colocaremos las trampas con los dardos somníferos. Además, en ese ambiente oscuro, tu Rikimaru serás casi invencible.
Mi trabajo será el de apartar al grupo de Hana y dirigirlos hacia la torre, donde se les podrá hacer frente.
También tenemos que colocar trampas invisibles para que nos avisen de la proximidad del grupo de Hana. Después podremos descansar un poco hasta que lleguen.
Cuando lleguen al claro se tienen que encontrar a un bandido, yo, huyendo con un pergamino que eh robado a un pobre monje, Kazu, y su joven discípulo, Rikimaru.
Rikimaru tiene que hacer que Hana se quede con el monje, mientras el junto a los demás salen en mi caza.
Cuando Kazu este a solas con Hana se encargara de ponerla en peligro de muerte.
[B]Es necesario que todos estéis preparados para posibles contratiempos.

Kazu, con su fría figura que acostumbraba a mostrar a sus compañeros, asentía a las palabras del Hyuuga.

-Tranquilo, no me subestimes, sé muy bien lo que he de hacer.

En el fondo, sabía que las cosas podrían complicarse, y de una manera u otra, el cansancio podría ser decisivo durante la batalla,pero no dejaría que eso lo echase atrás. Estaba decidido, iban a hacerlo e iban a por todas.

Aunque tenga mis reservas ante la función de teatro que Shin ha preparado, sigo su plan como uno más del equipo. El primer problema lo encontramos a la hora de cruzar el río, que es demasiado ancho para cruzarlo de un salto, y sin árboles que poder usar de trampolín para llegar de un lado a otro: buena parte del día la recorremos subiendo al noroeste, donde los márgenes del río no han socavado tanto el terreno, y los árboles nos permiten cruzar. Seguramente podríamos haber cruzado el río a nado o usando Chakra para caminar por el agua, pero debemos estar al máximo de nuestras capacidades.

La lejanía de los árboles y la torre es nuestro segundo problema: los dardos somníferos deben hacer un gran recorrido desde donde están ocultos hasta el blanco, así que debemos tensar mucho los disparadores, y rezar para que sean lo bastante rápidos como para que los proyectiles no lleguen tarde a sus objetivos. Este inconveniente me resulta mucho más preocupante que todo lo demás, pero ahora es tarde para lamentaciones: la tarde está llegando a su fin, y aún tenemos que poner las trampas para detectar la llegada del objetivo, con suficiente antelación y distancia para que podamos preparar nuestra puesta en escena a tiempo.

La vista de Shin es vital en estos momentos, y el acierto a la hora de elegir los puntos claves donde poner los hilos y su funcionamiento nos dan mucha más confianza en que servirán a su cometido: cerca de nuestra posición, un hilo con hojas colgando se agitará cuando el grupo pise alguno de los hilos, tensando un segundo hilo conectado a la "alarma silenciosa".

Pero los problemas aún están lejos de acabarse. Llegada la medianoche, un aguacero amenaza con desmontar todas las trampas. Los hilos de la trampa de detección se agitan como si pasara un ejército a la carrera, y un silbido al otro lado del río nos hace pensar que al menos uno de los dardos se ha disparado solo por culpa del golpeteo del agua. Afortunadamente, Shin y Kazu me han hecho caso cuando les he dicho que se reserven un par de dardos por si todo saliera mal.

La noche pasa lenta y agónica tras el aguacero. Kazu y yo dormimos mientras Shin monta guardia, con su Byakugan rojo de apoyo. No ha servido de nada decirle que debe estar en forma para cuando llegue Hana, y me desmonta cuando argumenta que, en caso de que las trampas ya no funcionen, su vista es la única manera de detectarles a tiempo. Con todo, en la primera hora de la mañana una mano de Shin nos despierta en silencio, mientras que la otra señala las hojas en movimiento. La mirada de Shin está puesta en el Este, el mismo lugar que elegimos nosotros para llegar.

-"Vienen muy rápido", anuncia el Bunke con una sonrisa. Usamos la Transformación para convertirnos Kazu y yo en monjes, mientras que Shin tan solo se limita a ocultar su protector de Konoha, y saca de su túnica una extraña máscara de la que no nos había hablado nunca: la máscara se asemeja al rostro de un dragón negro. Una vez disfrazados, Shin y yo hacemos entrechocar las armas ruidosamente, sin más objetivo que atraer al grupo, mientras Kazu empieza su actuación de "monje vencido", arrastrándose y separándose de nuestra posición. En voz baja, Shin nos avisa que ellos también se han transformado, y que llegan con formas de animales.

Sólo nos faltaba eso: ahora tendremos que hacer más teatro para que vengan a "ayudarnos".

-"¡Aprendiz, no permitas que ese malnacido escape con el pergamino! ¡Debemos defenderlo con nuestras vidas...!" Grita el "monje" a pleno pulmón, con la esperanza de que salgan en nuestra ayuda. Miro por el rabillo del ojo nuestro campamento, ¡y sí, allí están! Cuatro ¿mapaches? alienados nos miran con sumo recelo.

Atento a los posibles movimientos de los mapaches, sigo mi actuación. Golpeo varias veces al joven monje, con contundencia pero sin provocarle daño, pues nuestra actuación tiene que parecer real... tendré que salir muy rápido hacia el río si quiero llegar a tiempo de lanzar las bombas de humo
El nerviosismo me retuerce las entrañas pero siento en mi interior como una pequeña parte me empuja hacia la acción.
Son tantos los cabos a atar que la incertidumbre inunda mi mente, pero que demonios, este no es tiempo de pensar, si no de actuar...
Cojo al joven monje con una presa y le digo susurrando... Tenemos que esperar a que se muevan y entonces huiré hacia el río. Buena suerte!!!
Dejo que se libere, dando un salto hacia atrás y recibiendo una patada en el pecho que aunque no fuerte me demuestra lo seria que es nuestra actuación.

Guiño un ojo a Shin, dando a entender que he comprendido lo que ha dicho, antes de proyectarle hacia el río de una patada con más empuje que verdadera intención de "impactar".

Pero el equipo rival parece que ha visto suficiente como para empezar a moverse, mucho antes de lo que esperaba. Me felicito interiormente al haberle recomendado a Kazu que tanto él como yo portemos en nuestros disfraces un gran símbolo de Konoha. Esperaba que eso les disuadiera de atacarnos gratuitamente, pero uno de ellos se precipita hacia nosotros a toda velocidad... y rezo a las Fortunas que sea a Shin al que se dirija!

El chico en cuestión no me suena de nada en absoluto, y miro fugazmente a Shin con un gesto de interrogación en la mirada. Es pelirrojo, de un rojo intenso, y está salvando los cincuenta metros que le separan de nosotros blandiendo una katana de calidad. ¡Y ninguno de los del equipo de Hana debía tener un arma semejante! ¿Qué está ocurriendo aquí?

Mi Byakugan me avisa de la llegada de un enemigo... Uno de los mapaches, con el pelo pelirrojo y una catana se apresura hacia nosotros, sin duda para ayudar al joven monje.
El nerviosismo del momento se pelea con las ansias de lucha de mi alma por lo que tengo que respirar un momento.

La carrera del pelirrojo parece tener un tinte menos suicida del que en un principio parecía, ya que tras el impulso inicial su carrera se mantiene a buen ritmo, pero mucho menos cegador que en el primer instante.

Tu atención vuelve hacia el punto de partida, donde hubo la explosión previa a la aparición del shinobi. ¡Los mapaches no están! Seguramente han aprovechado la confusión creada por su compañero para tomar otra dirección u ocultarse. ¡Pero debes mantenerte atento a la llegada del gennin de la katana, si no quieres tener más problemas! Te cambias de mano a Shikomizue, para sacar tu kunai, mientras sopesas qué vas a hacer con él.

El gennin recorre diez metros, quince, veinte... ¡¡ahora!! Lanzas el kunai sin más titubeos, y el proyectil acaba impactando en el desprotegido Ryumaru, que se lleva una mano incrédulo a la herida mientras activas el Shunshin no Jutsu para mantener la distancia, y acercarte al río.

¡¿Pero qué demonios está haciendo?! ¡Va a matarlo!

Aprieto los dientes y fulmino con la mirada al "enmascarado", mientras niego ligeramente con la cabeza.

-"¡Déjate de juegos y cumple la maldita misión, bakka!"- Susurro más para mí mismo que para Shin.