Partida Rol por web

Eira se adentró en las ruinas sin titubear tras no ver nada en un primer vistazo. Ubbe, al verla, la siguió. 

El corredor se extendía varios metros hacia delante, iluminado por la tenue luz de dos filas de viejas antorchas. El suelo estaba lleno de manchas de sangre. Unas de un rojo más vívido, otras de un tinto casi negro. 

El corredor les llevó hasta una estancia más o menos grande, con cuatro columnas sujetando el techo y un par de puertas a cada lado. Lo más llamativo de la estancia era la enorme pila de cadáveres en diferentes etapas de descomposición. A saber que era peor. Las vistas, el olor el enjambre de moscas que zumbaban a su alrededor.

Ubbe siguió sus pasos sin decir nada ni proponer otra ingeniosa idea. No sabía si eso le alegraba o inquietaba.

Avanzaron hasta llegar a una sala lo suficientemente grande como para que hubiese alguien. Pero no había nada más que una gran pila de cadáveres en descomposición. Eira arrugó la nariz en una mueca de asco, mientras se tapaba cualquier orificio por el que pudiese pasar esa olor con la mano.

En esos momentos, en esa sala, se sentía como un blanco fácil. Miró a su alrededor, buscando indicios de vida. -¿Dónde está?- murmuró con la boca todavía tapada, dificultando la transmisión del mensaje con claridad.

Ubbe avanzó detrás de Eira. No para deleitarse, que lo hizo, sino en respeto al buen desempeño e iniciativa que estaba mostrando la joven. 

Llegó a la sala. Su primera reacción fue taparse la nariz con una mano mientras se abanicaba con la otra. 

-Joder, que puta peste- No pudo evitar quejarse.

Se acercó a la montaña de cadáveres y saco su hacha para ayudarse a inspeccionarla. Para asegurarse de que efectivamente estaban muertos. Uno de ellos cayó rodando... Y se puso en pie. 

-Eira- Avisó a la joven. -En guardia- 

-No podías dejarlo durmiendo, ¿verdad?- preguntó visiblemente irritada. Ahora perderían tiempo en la pelea, además de tener que destaparse la nariz y la boca para poder pelear en condiciones.

Eira se preparó para la batalla, tratando de dosificar el aire para respirar el hedor lo menos posible. Cuanto antes acabasen con ese muerto, antes podrían proseguir y dejar atrás ese nido de mierda.

-Mejor cargárnoslo ahora a que luego nos pille por la espalda- Sonreía. -¿Algún problema con el olor, princesita?- Preguntó provocatívamente. 

Sacó su arma y fue rápidamente a atacar al zombie

Eira fue la primera en atacar, golpeando al muerto viviente con su arma. La sensación era rara... El cuerpo estaba duro, sin embargo, cortó la carne con suma facilidad, dejando una herida abierta que no sangraba. 

El zombie trató de golpear a la paladín. Sin embargo, esta no tuvo problema para esquivar ese lento y torpe ataque. 

En ese momento entró Ubbe blandiendo una de sus hachas en un tajo descendente, propinándole otro buen tajo que sin duda habría acabado con un humano corriente y moliente.

Pero el zombie seguía en pie.

-¿Acostumbrado a este maloliente perfume, bárbaro?- le espetó de vuelta, entrecerrando los ojos.

Aunque Ubbe se lanzó al ataque, Eira fue más rápida. Miró triunfal cómo su ataque atravesaba sin problema la putrefacta piel del muerto viviente. Sin embargo no sangraba ni parecía sentir dolor. Cuando el hacha de su compañero impactó, la joven dio por concluida la batalla. Pero nada más lejos de la realidad. Apretó los dientes con rabia. La batalla duraría más de lo que habría querido.

-¿Nunca has peleado en una ciénaga? En comparación esto es un campo de flores- Bromeó. El bárbaro parecía estar pasándoselo en grande con la misión. 

Volvió a atacar al muerto, en esa ocasión, dando un doble tajo en cruz. 

Eira conectó el golpe, descargando un segundo tajo contra la bolsa de carne. Esta se tambaleó, pero seguía en pie. Trató de agarrar a la paladín. Sin embargo, volvió a fallar, la chica era más rápida. 

Llegó el momento del bárbaro. Con un par de tajos en cruz a la velocidad del rayo, troceo al zombie, finalizando el combate.

En esa ocasión, no había sangre que limpiar. 

Tras guardar su arma, dio una vuelta por la habitación.

-Somos dos. Y hay dos puertas. ¿Sabes lo que significa? ¿No?- Se cruzó de brazos. -Recuerda lo que dijo el Rector: No te extralimites. Si la situación es complicada, ponte a la defensiva y no arriesgues- 

Su tono era de preocupación. Y era sincero.

Una vez más, Ubbe daba por finalizado el combate, esta vez con el cuerpo del cadáver hecho trizas.

Eira guardó también su arma y asintió pensativa a su pregunta, confirmando que sabía lo que significaba. En otras circunstancias habría propuesto ir juntos e inspeccionar primero una habitación y posteriormente la otra. Mas sabía que el tiempo corría en su contra y debían actuar deprisa, aunque eso significase separarse.

-Llevaré cuidado- se irguió con serenidad y avanzó hacia la puerta de la izquierda.

Asintió con la cabeza como respuesta a Eira. Acto seguido fue hasta su lado y puso una mano en uno de sus hombros. -Qué la suerte te sea propicia y tu espada sea certera- Sacó algo de su bolsa, unos tres frascos. -Y llévate esto. Te sacaran de algunos apuros- 

Ubbe se fue por su lado. Tú por el tuyo. 

Empujaste la puerta, que cedió con cierta resistencia y un sonoro crujido. Al otro lado, se extendía un largo pasillo, que a voz de pronto no parecía tener nada de interés más allá de dos filas de antorchas que apenas alumbraban. Al fondo, podías ver cómo el pasillo doblaba a la izquierda.

Agradeció el gesto del bárbaro y su presente con una tenue sonrisa y unas palabras que, al menos para ella, resultaban de apoyo. -Que los dioses nos sonrían.

Atravesó la puerta. Le extrañó no ver nada más que un pasillo mal iluminado. Decidió avanzar con cautela hasta el final del mismo y asomarse para ver qué le esperaba tras girar la esquina.

Empezaste a avanzar por el corredor en total silencio. Hecho sorprendente teniendo en cuenta la armadura. 

No parecía haber nada de interés. La luz tampoco ayudaba a ver demasiado bien. Giraste la esquina y... Nada. El corredor seguía en linea recta hasta otra puerta...

Consiguió avanzar con el suficiente sigilo como para evitar el ruido de su armadura. Así que tomó nota y procuró andar de la misma forma durante lo que le quedaba de recorrido.

El pasillo que se abría hacia su izquierda continuaba sin mayor problema, finalizando en otra puerta.

Eira hizo una mueca. Un pasillo extraño, separado por dos puertas. ¿Por alguna razón? Intentó agudizar sus sentidos para tratar de advertir trampas, así como tratar de percibir algo más allá de la puerta: respiración, gruñidos, pasos, voces...

Después abriría la puerta y afrontaría lo que fuera que le esperase.

Al fijarte mejor en las paredes, pudiste observar varios grabados bastante desgastados por el tiempo. Detenerse para tratar de interpretarlos sería una perdida de tiempo, pues tus conocimientos de historia antigua no eran los de un erudito. 

Llegaste a la puerta. Antes de abrirla, decidiste aguzar el oído, pudiendo escuchar una conversación entre dos hombres. Que discutían airadamente sobre que clase de muertos eran mejores, si los esqueletos o los zombies. Cada uno exponía las ventajas del uno sobre el otro. 

Que si uno era más ágil, que si el otro más duro... Y la discusión no parecía llevar a nada. 

Tras oír las voces, Eira procuró ir con cautela. Mejor pasar desapercibida y evaluar la situación.

Cuando intentó abrir la puerta, las bisagras comenzaron a chirriar más de lo que le hubiese gustado. Pero no sería para tanto, ¿verdad?

Abriste la puerta con cuidado... Que chirrió igual o más que la anterior.

En la sala, una especie de dormitorio, viste a dos acólitos, quienes te miraban sorprendidos. 

Cultista A -¡Eh tú! ¿Quien eres ¿Que haces aquí?- 

Cultista B -Espera, esta es la oportunidad que ver que es mejor. Si los zombies o los esqueletos.

Cultista A -¿Aun con eso? Pero es cierto... ¡Al ataque!

Cultista B -Si, ¡Al ataque!-

Con sus palabras, un zombie y un esqueleto salieron a tu encuentro. 

Muy a su pesar, el chirrido de las bisagras era demasiado fuerte como para pasar desapercibida. Nada más traspasar la puerta se encontró con los dos nigromantes.

-Los esqueletos, por supuesto- reconoció mientras se preparaba para el ataque. -Al menos no apestan.

Un zombie y un esqueleto aparecieron, Eira no sabía muy bien desde dónde, pero alzó el escudo para protegerse de los ataques de los no-muertos mientras preparaba su ataque con la espada.