Partida Rol por web

Había intentado concentrarse en que no hubiera ningún enemigo, pero el grito de uno de los soldados que le acompañaba le sorprendió. Sus manos se aferraron mas al arma y miraron hacía la dirección que habían indicado. Aun estaba enfocando la mirada hacia el lugar cuando una voz al lado suya dio aviso de otro enemigo.

Cuando el federal desapareció de justo su lado los dedos de la joven temblaron un momento. Había sido una suerte que aun no hubiera puesto el dedo en el gatillo pues, si lo hubiese tenido ya colocado probablemente hubiera disparado una ráfaga por autoreflejo de sus manos.

Bajo el punto de gravedad  hacia el suelo intentando no pensar en como la persona que tenia a su lado acababa de desaparecer. Necesitaba una cobertura desde la que refugiarse y poder disparar. Allí estaba demasiado expuesta, mucho mas de lo que pensaba en un primer inicio, pues una vez habían empezado a disparar ya había visto los seis robot que avanzaban hacia ellos.

Con la mente fría mientras se sucedían los disparos por doquier, Tricia se prepara para buscar una ruta de escape haciendo unas señas a Craig. Parecía que esos robots no estaban muy interesados en el bando rebelde y no había tiempo que perder mientras la situación fuese esa.

Tricia sale de su cobertura y trata de mantenerse oculta a la vista de los federales mientras corre hacia el doctor. Sabe que su armadura ligera no ofrecerá mucha protección, pero ese hombre no podía acabar en manos del enemigo. ¿Listo doctor? Voy a pedirle ahora que haga un poco de ejercicio.

Escoltando al doctor y esperando la señal de Craig, Tricia mantiene a cubierto con su arma preparada esperando al momento oportuno para salir corriendo o disparar al primer federal que comprometa su escondite.

Aquello era una locura y por mucho que la adrenalina me invadiera ( y me gustara) aquello se escapaba de mi comprensión.

¡Solo soy una doctora! Me repetía a mi misma. Qué hago yo metiéndome en estos lios. Y lo peor de todo es que sabía como funcionaba todo y lo que tenía que hacer en todo momento. S¿ería realmente Kuato que se metía en mi cabeza, en mis recuerdos o era algo de mi que desconocía? Me daba miedo cualquiera de las dos opciones.

- La fuente...- Susurré para mi misma chasqueando la lengua. Después volví la vista al abuelo y al resto, que iban recogiendo armas nunca vistas.- Hay que marcharse de aquí cagando leches y volar este sitio.

 Dije llamando la atención de Tricia.

- Si tan solo...necesito mas tiempo...- Me llevé las manos a la cabeza, intentando alejar un incipiente dolor.-... debe de haber una salida... tengo que encontrar otra salida...

Esto se está convirtiendo en una auténtica locura. Tenemos tanta información que realmente ahora mismo no sé diferenciar los recuerdos de mi propia vida. ¿Hasta que punto puedo controlar esta tecnología marciana, o incluso a esos robots? Son increíbles. Son algo casi…místico. Algo desaparecido durante siglos. Tenemos que irnos. Tenemos que irnos ya y cuanto más rápidos seamos mucho mejor. Miller se acerca a mí, quiere escoltarme. Estoy seguro de que no adivina lo bien que puedo llegar a moverme y a pasar desapercibido.
- No perdamos ni un segundo. Digo a Tricia mirándola fijamente. ¡Aquí ya no hay nada para nosotros que no sea un agujero en el pecho, muchacha!
Tengo mis armas preparadas. Y por supuesto, mi infalible último recurso: mi apoyo incondicional.

Reeva buscó rápidamente una salida en la base de datos, antes de activar el protocolo de autodestrucción. Tenían una posibilidad de salir de allí con vida, pero iba a involucrar acercarse a la posición de los federales. Cerca de la entrada, por el largo pasillo de luz pulsante, estaba lo que buscaban: una forma de escapar de la mina mediante un largo túnel excavado por los antiguos marcianos. Ahora sabían como desbloquearlo, y sabían que pasaba cerca de la galería por donde ellos querían escapar. Tan solo haría falta un poco de explosivo para abrirse paso...

Los federales se pusieron a cubierto, y de hecho lo hicieron muy bien. Los robots estrecharon el cerco y dispararon sobre ellos, pero se habían atrincherado bien detrás de las piedras milenarias y devolvieron el fuego, alcanzando a uno de los autómatas más atrevidos. La joven Stingray se cubrió tras ellos y después de apuntar en dirección al robot más adelantado, ejecutó sobre él fuego de supresión en automático. El AR-25 no tenía demasiado poder de penetración ante la dura carcasa de aquellos robots, pero a diferencia de sus compañeros ella si pudo traspasar la armadura para hacer algo de daño... a costa de dejar mediado el cargador.

Minerva salió del "arsenal" con el fusil de rayos e inmediatamente se puso a cubierto con Gotrek, viendo como sus compañeros salían del nodo principal agachando la cabeza ante el intercambio de disparos. Las luces de energía de toda aquella ala se volvieron rojas, y sonaba algo parecido a una sirena que se repetía tras unos segundos. Era el protocolo de autodestrucción, y no tendrían mucho tiempo para entretenerse con los federales. Éstos vieron que el número de enemigos aumentaba, y no solo por los miembros de la resistencia que comenzaban a aparecer, si no por que más máquinas de guerra marciana se sumaban al combate.

La piedra retumbó cuando la monstruosa máquina, de más de cinco metros de altura, se acercó con sorprendente agilidad a la posición federal. Emitiendo un rayo de microondas concentradas, que traspasaba su cobertura como si fuera de papel. Fue algo pavoroso, pues en un instante se segaron seis vidas con la rapidez del rayo. Se desintegraron, casi sin más, en una nube de polvo (formada por materia carbonizada). Eso puso a prueba la tenacidad de los federales, un par de los cuales emprendieron la fuga saliendo de la cobertura.

No obstante, un grupo de cuatro apareció por el final del pasillo: eran los binomios a los que había llamado el robot federal, que se habían quedado en la retaguardia. Sin embargo, poco iban a poder hacer, y más estando al descubierto en aquel momento. La operación estaba siendo un desastre, pero... ¿Quien podría haber imaginado todo aquello?

Maldita sea, que pasa que se reproducen o qué? - dice Minerva en referencia a los Federales.

Nos tenemos que dar prisa, o nos quedaremos atrapados aquí - dice aferrando bien su nuevo juguete.

Al ver como estaba el panorama, no podía evitar resoplar..

No me digas que la salida es a través de cruzar esos robots gigantes y todos los federales? - dice con mal humor Minerva

Eso parece, Minerva. Ten cuidado con eso, parece capaz de destruir cualquier cosa. Tricia aprovecha la amenaza mucho más evidente de los robots para avanzar la posición hacia la salida y de paso, con un poco de suerte, quitarse de en medio a otro de los federales. Solo espera que después de los federales, ellos no sean los siguientes en la lista.

La mente de la muchacha no podía comprender lo que estaba ocurriendo, se suponía que era su primera misión, iba a encargarse de que los periodistas no entraran en la zona del conflicto. Como había acabado en las puertas de lo que parecía tecnología marciana antigua peleando con un robot que acababa de exterminar a medio pelotón era algo que no acababa de comprender.

Su mirada se dirigió a la salida durante un momento, dos de los federales habían salido huyendo, pero aquello únicamente haría de ellos un tiro fácil. Por no hablar de los que acababan de llegar. Miro durante un momento al robot con el que había venido, esperando alguna clase de orden, algo que hacer o como mínimo una explicación. Por desgracia lo había perdido de vista al tomar refugio.

Les estaban rodeando, dentro de poco no habría cobertura disponible donde guarecerse, sus manos temblaban ligeramente. Definitivamente aquello no era para lo que se había entrenado, pero tampoco había entrenado para quedarse parada y morir. Su mano izquierda se coloco en la parte delantera del arma y tan rápido como puso asomo parte de su cuerpo a la vez que apoyaba el rifle y apuntaba. Eran robots, lo lógico era no apuntar a la carcasa, algún punto débil tendrían.

No dispararía al último que había aparecido, aunque tenía una gran potencia de fuego confiaba en que tardara al menos un mínimo en recargar si seguía disparando de esa forma terminaría por sobrecalentarse o... bueno, no tenía que ser así era probable que a mayor tecnología menores fallos de ese tipo pero, como mínimo quería asegurarse de que no les rodearan del todo.

-Bien.- Una salida. Menos mal! -Mierda- Estaba cubierta por los federales.

De haber tenido doble personalidad esta sería una característica de padecerla, desde luego.

El bicho gigante nos ofrecía suficiente cobertura para poder escapar. y aún así no lo tenía claro del todo. Así que eche a correr cmo el viento entre la salva de disparos, intentando ponerme a cubierto en cuanto podía.

-Vamos, vamos! -Animé al resto.- Hay que irse! Esto va a volar por los aires!

Minerva intenta hacerse paso o ponerse a cubierto, junto con los demás, depende de la acción conjunto del grupo, luego la idea de disparar el nuevo juguete ya sea para hundir el pasillo detrás de ellos o para abatir a quien vea ,sea la amenaza mas cercana de los federales.

Si el resto del grupo, prefiere cruzar entre los federales, aprovechando que están liados disparando a los robots, esquivara con el resto de ellos, si ven que buscan cobertura para abrir fuego contra los federales, tomara esa acción.

Luego dispararía con la amenaza mas inminente de los Federales.

Doc sabía cuales eran sus prioridades: correr lo más rápido posible y esquivar todo el peligro que advirtiera. En ese momento se le ocurrió algo: tampoco tenía intención de matar a todos los federales, al fin y al cabo muchos eran personas haciendo su trabajo. Pero, ¿podría controlar a los robots lo suficiente como para interponerlos entre los federales y los rebeldes en huida?

El sonido de alarma se hacía cada vez más frecuente, y los nervios estaban a flor de piel. Los federales se estaban viendo superados, a pesar de que con gran destreza Julianne consiguió abatir a uno de los robots marcianos. El canal federal de comunicaciones rompía la estática cada pocos segundos: enviaban refuerzos, pero también ejecutaban el plan para aniquilar a los mineros en huelga. La pantalla de comunicación interna se llenó de caras desencajadas y gritos mientras las fuerzas especiales de la policía de Cohaagen ejecutaban lo que solo podía considerarse como una masacre en toda regla.

Minerva cubrió a sus compañeros mientras avanzaban de cobertura en cobertura, alcanzando a uno de los federales con sus disparos. A cubierto por las ráfagas de los robots, avanzó entre las piernas del gigante mecanizado mientras éste descargaba una nueva oleada de muerte y destrucción. El rayo de microondas evaporó a los federales que estaban a cubierto, y solo pudieron salvarse un puñado que no estaban en su trayectoria. BCD "sugirió" a Julianne retirarse, y salieron de la cobertura corriendo hacia la entrada de la galería. Por un momento, estuvieron a punto de cruzarse con los rebeldes, pero fue entonces cuando el gran robot disparó por encima de sus cabezas, tratando de cortarles la retirada. Pesadas rocas cayeron sobre el autómata federal, que hizo lo que pudo para no terminar aplastado bajo ellas. Julianne quedó noqueada cuando una piedra la golpeó con enorme violencia, y que estuvo a punto de quebrar su casco.

Minerva y Gotrek pasaron junto a aquellos dos federales, que se habían convertido en los únicos supervivientes de aquel ataque. Las funciones del procesador de BCD fallaban, y el sistema IFF no reconocía a los rebeldes como enemigos, aunque él sabía que teóricamente si lo eran. Iban a dejarlos allí tirados, por que a enemigo que muere, puente de oro... Pero entonces Reeva, que pasó por allí, recibió una de sus "comunicaciones" con "el jefe".

-Ellos son muy importantes -dijo- Hay que sacarlos de aquí.

Gotrek cogió a la chica, pues no había mucho tiempo para pensar, mientras el robot les siguió renqueante. El instinto de autoconservación se le había activado, como si el ego y la consciencia comenzaran a abrirse paso entre la programación. Los rebeldes le miraron con desconfianza, y él se deshizo del arma que tenía entre las manos. Actuó como un humano que quería salvar la vida, y no terminaba de entenderlo muy bien. ¿Que importaba su vida electrónica?

Monakar activó la frecuencia que reveló la entrada secreta: un largo pasillo tubular descendente, por el que se adentraron. Cuando el último de ellos penetró en el lugar, la "puerta" se cerró y los refuerzos federales que llegaron al pasillo unos segundos más tarde, solo se encontraron a los robots marcianos disparándoles con fuego de supresión.

Corrieron todo lo que pudieron, hacia... no sabían muy bien donde. Las luces de sus linternas se agitaban arriba y abajo con la carrera, y las respiraciones se hicieron nerviosas. Los que más corrían debían pararse de vez en cuanto, atronados por el sonido de la alarma, procurando no dejar a nadie atrás.

Cuando todo parecía perdido, llegaron a un extraño lugar, cubierto de runas marcianas. Un orbe, con un extremo abierto, sobre una pista de energía que formaba un raíl central. La doctora entró allí inmediatamente, indicándoles que le siguieran. Una vez dentro de la estructura, que era del tamaño de un camión, activó con la mano un pulsador con la forma de la palma de un marciano. El transporte se energizó y comenzó a recorrer el largo y profundo túnel a gran velocidad.

Treinta segundos después, la pirámide de Cydonia, uno de los mayores yacimientos de turbinio del planeta, explotó con estrépito. Su detonación provocó una luz cegadora, parecida a una deflagración nuclear, y la consumición del turbinio creó primero un cono de implosión que rompió la pirámide en pequeños trozos, para luego esparcirlos por la llanura a gran velocidad. La explosión final provocó un terremoto de gran magnitud, que afectó a todas las arcologías de la zona, seguido de una lluvia de fragmentos de roca que dañó las cúpulas y mató a algunos inocentes.

Y después, el silencio. Un silencio como el que nunca habían escuchado. Marte había quedado conmocionado por aquella explosión, como nunca antes lo había estado. Cientos de vidas se habían perdido en la pirámide, y los cimientos del sistema colonial amenazaban con tambalearse.

Para bien o para mal, habían cambiado el statu quo en el planeta rojo.

A pesar de la explosión, el sistema de transporte marciano subterráneo siguió funcionando. Lo hizo al menos hasta el final del túnel, que moría en una de aquellas plataformas. Fin de la línea, pues el túnel no proseguía más allá. A diferencia de la pirámide de la que venían, aquel sitio estaba destrozado. ¿Lo había provocado el terremoto? No lo parecía. Aquello tenía pinta de estar así desde hacía milenios.

Pesados obeliscos tapaban la salida, que estaba llena de cascotes. Alguien se había asegurado de que aquel lugar quedara sepultado para los restos. El GPS apenas daba señal en aquel sitio, pero revelaba que estaban debajo de la ciudad de Cydonia. Encima, posiblemente, estaban las infectas cloacas que discurrían por debajo de Venusville.

Sin embargo, habría que llegar primero hasta ellas.

Y allí, en el silencio de aquel lugar inhóspito y oscuro, sintieron el peso de la roca sobre ellos. El peso de la reflexión y la culpa. ¿Que habían hecho exactamente?, ¿Habían provocado un desastre natural de enormes proporciones?, ¿Y todo para qué? Habían salvado información alienígena y a dos federales, y no estaba muy claro que ellos no les fueran a traicionar en cuanto pudieran.

El futuro pintaba caótico y oscuro. Pero estaban cerca de casa, y con un poco de esfuerzo y explosivos, quizá pudieran regresar. ¿Les recibirían como a héroes o como a genocidas?

Minerva miró con seriedad a aquellos dos federales, tanto a la chica como al cyborg.

Habéis tenido suerte de que os lleváramos con nosotros, no entiendo porque nos han ordenado salvarlos, en las manifestaciones, solo disparáis sin mirar a inocentes, niños, mutantes o mujeres.. - dice con rabia y rencor.

Habéis tenido mucha suerte, portaros bien y llegaréis de una pieza, no es una amenaza, es una advertencia.. - dice mirando fijamente a los dos.

Vigilar sus acciones , si se pasan de listos, incapacitarlos.. - dice a los que quedaban de su equipo.

Luego mira a ver la situación, si tenían que salir de ahí, deberán de hacerse paso con todo lo que tenían encima o de camino. Debería de observar la zona, para saber mas o menos por donde poder salir, si se diera el caso.

Tricia seguía con su arma en la mano, mirando con dureza a los dos federales. Uno de ellos era un cerebro de lata que podría dar muchos problemas dependiendo de sus lealtades programadas. ¿Tú, tienes dispositivo de localización? ¿Radio? ¿Algo que delate nuestra posición? Reprimiendo una patada, aprieta los labios y mira en dirección a la otra federal. No parecía más que una cría entusiasta que se había unido a la aventura de velar por el orden público. Tricia sintió arcadas al reconocerse a sí misma en la joven, los mismos ideales, los mismo sueños... truncados violentamente. Su altivez la llevó a tratarla condescendientemente, aunque con un nudo en la garganta. Así que Cohaagen los está reclutando ahora recién salidos de la incubadora. Normal, aún no conocen las atrocidades de los federales y son más maleables.

La mirilla se enfoco en la junta de la pierna de uno de aquellos robots marcianos y presiono el gatillo una ráfaga salió disparada desde su arma que consiguió impactar en un punto propicio haciendo que el robot se desplomara. Siempre había destacado por su puntería, aunque la hubieran teniendo más tiempo haciendo mantenimiento del armamento en vez de con prácticas de tiro, estas nunca le habían resultado dificultosas. La felicidad de aquel tiro duro poco y no por el peligro que la rodeaba, si no por los mensajes interrumpidos el canal federal. ¿En que se estaba convirtiendo aquello? Debía pensar que todos aquellos eran terroristas pero... ¿Era realmente posible?

Julianne miro a su alrededor intentando ver cuántos compañeros quedaban justo cuando aquel laser del robot grande volvió a hacer presencia. Era imposible, pensaba que aquello tendría como mínimo un tiempo de enfriamiento, no podían enfrentar esa cosa con aquellas armas. No tuvo mucho tiempo para pensar en ello pues una orden llego de su compañero provisional, aquel robot estaba dictando retirada.  Volteándose y con la cintura baja para mantener la cobertura empezó a correr hacia donde habían indicado. Su cuello se giro un momento para ver quienes habían sobrevivido por el momento, justo en ese instante un nuevo haz de luz ilumino la cavidad. No tuvo tiempo a reaccionar, no acabo de ver quienes quedaban vivos, únicamente sintió un punzante dolor en la cabeza antes de desplomarse sobre el polvo del suelo de aquella gruta.

De pronto empezó a notar cierto vaivén y un dolor en la parte inferior de las costillas. Notaba como en la parte superior de su nuca, bajo el casco, algo caliente la envolvía. Sus ojos empezaron a abrirse lentamente para ver la parte trasera de alguien. Alguien que corría por lo que parecía un pasillo. "¿Habían llegado refuerzos? ¿Que había ocur...?" Sus pensamientos fueron interrumpidos antes de caer una vez más en un estado de semiletargo. La cabeza le dolía demasiado para pensar aquello y sus ojos se cerraron una vez más.

Empezó a escuchar una voz, parecía estar lejos, la sensación era parecida a la de escuchar algo bajo el agua. Sus ojos se abrieron ligeramente sin saber que encontraría, la cabeza le daba vueltas, las suficientes como para tardar unos momentos en que sus ojos se adaptaran a la luz de la sala. Su sorpresa fue enorme al encontrar no a federales, si no a un grupo de terroristas.

Sus rodillas se flexionaron e intento tomar distancia en un inútil intento pues, al primer movimiento el dolor de la cabeza se hizo más punzante. Sus manos izadas en un primer momento para intentar encontrar su arma de la cual había sido despojada, se dirigieron directamente hacia su cabeza por el dolor. Sus pensamientos y movimientos no eran lógicos en aquel momento, sin pararse a pensar que haría el enemigo desabrocho el casco dejando caer a un lado el objeto que la había salvado la vida.

Su pelo cenizo por la poca radiación solar obtenida en su lugar natal se hizo presencia junto con un montón de pelo tiznado de granate. Su mano se dirigió directamente a la herida. Aquella era la razón del dolor, el calor y el mareo. Después de taparlos durante unos segundos, como si aquello fuera a provocar que el dolor decreciese empezó a mirar a aquellas personas que la rodeaban.- ¿Quienes soi...?- Su frase no acabo pues su vista acababa de toparse con el robot, bastante más dañado que un simple golpe en la cabeza.- ¡¿Que le habéis hecho?!.- Exclamo como si ellos fueran los causantes del estado de su compañero.

Fue entonces cuando recordó el derrumbamiento de piedras.  BCD-0045MC iba delante de ella. No, no habían sido los terroristas los que le habían dejado así. Sus ojos se entrecerraron recordando lo que había ocurrido. Desde los robots marcianos, hasta los canales de comunicación de la masacre perpetrada por los federales.

Uno de los terroristas empezó a hablar, era evidente que éramos cautivos suyos, nos habían salvado, pero la razón aun era un incognito. La mujer empezó amenazar con que cuidáramos nuestras acciones. Julianne, con la boca seca únicamente fue capaz de asentir.

La siguiente mujer empezó a preguntar al robot si tenía algún dispositivo de localización. Su mente intento pensar en el comunicador que ella misma portaba, ni si quiera recordaba si aquellos trastos tenían localizador pero por el momento no diría nada. No sabía exactamente lo que querían aquellos tipos y... Demonios, parecían haber sido los causantes del ataque de aquellos robots.

Ambas mujeres parecían criticar las actuaciones los federales. "¿Es que no se daban cuenta de que únicamente intentaban mantener la pa...?" Por su mente paso una vez más las ultimas emisiones de comunicación. ¿Realmente aquello era para mantener la paz? Aquellas personas eran terroristas, había visto en los medios todos los atentados que habían hecho y como querían tomar Marte para que las colonias exteriores empezaran una guerra contra la federación.

No sabía que pensar. Se suponía que la federación era el ideal de paz y prosperidad, pero desde que había llegado a Marte no había visto más que desigualdad y crueldad. Tanto por parte de los terroristas como por parte de las propias fuerzas federales.  Su boca aun seca se abrió durante un momento para responder. Ellos tampoco se habían quedado cortos en atrocidades pero... Aquel comentario no arreglaría nada, al igual que los actos de los terroristas o de los federales.

 Su boca se cerró. No sabía que decir, no sabía que pensar. Todo lo que había pensado antes de llegar a Marte se había ido desmoronando poco a poco y lo último que había visto hacían que se cuestionase todo lo que pensaba que era la federación.

Me mantuve callada mientras veía como todo se desmoronaba a nuestro alrededor.

Era como ver desmontarse un castillo de Naipes muy viejo y caro. Tan caro que solo minar lo que había allí, el turbinio, habría proporcionado mucho valor en créditos. Pero ni yo era minera, ni los que nos perseguían eran del comité de bienvenida de Marte. Solo era un médico en un guerra que no había empezado. Maldito Cohagen.

Puede que nos hubiéramos salvado de aquello, por los pelos, pero a que precio... Así que mientras veía como el efecto mariposa de nuestras decisiones tomaba forma física a nuestro alrededor, eché un vistazo a mis nuevos compañeros "rebeldes forzosos." Tan solo cuando el transporte se paró comprendí que los nos hacía humanos era precisamente eso, apiadarnos del resto. Incluso de un Robot Policial. Genial, ¿porque narices son tan importantes estos dos? Malditas visiones...

No pude evitar un gesto algo malhumorado cuando las jefas se encararon con ellos. Tampoco se lo podía reprochar. -Un respiro, ¿vale?- Me acerqué hacia la chica y me agache a su lado, de cuclillas*. Mi ojos refulgieron con su brillo naranja fluorescente y hable despacio para no alterarla.

- Soy la doctora Reeva. - Levanté las manos hacia su cabeza, despacio y las puse sobre su casco para quitárselo. -Tranquila, solo voy a ver si esta bien, ¿vale? No voy a hacer nada raro y...- pare de  hablar según le quitaba el casco y dejaba su rostro al descubierto.-... pero si solo eres una niña!- Susurré confundida. ¿Ahora reclutaban a menores en la policía?

La hice un pequeño reconocimiento rápido y resolví que solo tenía contusiones leve.-¿Estas bien? Solo estas algo conmocionada. Una herida superficial. Pero si te encuentras mal o algo si...si ves que no puedes continuar... - La miré fijamente.- Tenemos que irnos. No podemos esperar mucho y parece que tendremos que escalar- Miré hacia arriba.- ¿ Como lo ves? ¿Centurioniana? ¿Marciana?- Pregunté con una sonrisa cálida.

Así sería Reeva y sus ojos de ser real XD

Todavía me costaba creer que aquella maravilla tecnológica fuera ahora un caos de escombros que nosotros mismos habíamos destruido. Me sentía tan... mal. Había intentado salvar toda la información posible, pero haber destruido la pirámide era una pesada carga en mi conciencia. Aquellos fantásticos robots marcianos, sepultados bajo escombros y restos de turbinio, aparecerían en mis sueños en más de una ocasión. Estaba tan absorto en mis remordimientos que aún no había reparado en nuestros nuevos compañeros: una niña muy pertrechada para la batalla y un robot de combate urbano. Ninguno estaba en sus mejores condiciones: la muchacha solo estaba consciente unos cuantos segundos y parecía volver a desmayarse cada vez que intentaba moverse por ella misma. Cuando vi que la doctora atendía a la chiquilla caí en la cuenta de que yo tenía mi propio paciente. Me acerqué al robot para examinarlo.

La joven parecía bastante confundida, pero no llego a hacer ningún gesto cuando la mujer se presento. ya había realizado un gesto intentando alejarse antes, y había provocado un mareo que no quería repetir. La palabra doctora había tranquilizado un poco su ser pero las palabras pronunciadas después no le gustaron.- No soy tan joven.- Respondió con un ligero tono de molestia.- Dentro de poco cumpliré los cuatro añ…- Su frase se interrumpió mientras cambiaba la idea de años centurionianos por terrestres.- Casi tengo diecisiete años terrestres.- Dijo mientras dejaba a la mujer examinar el golpe. Si bien el calendario de la federación solía guiarse por años terrestres, no era extraño ver como muchas personas consideraban un año lo que tardaba su mundo natal en dar la vuelta a la estrella que orbitaban. En el caso del hogar de la centurionana, poco mas de cuatro años y medio terrestres.

La mujer siguió hablando, era posible que simplemente quisiera calmarla y posiblemente lo había conseguido pues, al haber hecho referencia a su edad había podido dejar de lado sus pensamientos sobre la federación y los terroristas. Finalmente la conversación acabo con una pregunta.- Centurionana, de Ceres.- Respondió mientras ponía una mano en la pared rocosa para ayudar a levantarse.- Creo… creo que puedo.- No había quedado muy claro si se refería a poder escalar o a poder mantenerse en pie, pero parecía que el golpe que había afectado al equilibrio de la muchacha parecía estar calmándose poco a poco.- ¿Me puede explicar alguien que ha pasado? ¿Donde estamos?