Partida Rol por web

La joven vacila. Hay una duda que la carcome, porque más allá de su inutilidad en combate quizas alguna mínima ayuda pueda dar. Pero es difícil encontrar hueco para preguntar lo que realmente le importa… ¿Donde está Yugoki-sama?

Finalmente no obstante llega a una decisión consigo misma. Demostrar su valor también es importante.

-Lo mismo me quedare, si no les molesta.- acota con fuerza en la voz, para darse confianza. De seguro él estará bien. Y a diferencia de lo que paso con el ronin, esta vez no sera un estorbo...

Con ella son 6 los que están dispuestos a salir a luchar junto a Nana y dar lo mejor de si… o morir en el intento.

- Hai, Chomei-sensei. Suzue -dijo girándose hacia la joven heimin- Ayuda con los preparativos para la evacuación

Sus obligaciones estaban claras, pero mientras hacían los preparativos, lucharía junto al resto. Se acercó a Nana; quizás pudiese hacerse con un arma mejor antes de volver a la lucha

- Nana-sama, ¿hay algún arco que pueda utilizar, o todo lo que hay aquí es de lo que disponemos?

Era evidente que ella se debía ir, sino, sólo era un lastre, pero no se movería de ahí hasta que su amo no le diera las órdenes, habían heridos, y había que trasportarlos. Se puso de pie, y asintió, aun tenía lágrimas entre sus largas pestañas,  y terminó de atender las heridas, con lo más rudimentario que tenía, y con los manteles  les dijo a las sirvientas que habían, hicieran transportadores para los heridos,  usando las base de las mesas.

Se acercó a su mano, y jaló de sus ropas.

- amo... tenga cuidado...- murmuró, al borde de las lágrimas, si él faltaba ¿a donde iría?. 

Las palabras de Chomei llegaron directo, aún más que una fleche bien apuntada, Hiroto ya se había comprometido en aquel viaje el cual el Sensei Grulla había aceptado al igual que Togo-Sama. Asintió sin más, pero agrego en consecuencia – Cual es el camino más seguro?- pregunto.

Aun sujetaba a la Kakita con la ayuda de Daidoji, el torniquete se había aflojado con tanto movimiento, y la adrenalina comenzaba a mermar y con ello el dolor se hacía presente, obligándole a cerrar los ojos por un instante. Su respirar se agito un poco pero tras dos profundas inhalaciones pudo aplacarlo por algún tiempo.

Togo-san se aproxima y mira a sus discipulos. Rapidamente libra la carga de Kakita, por el simple hecho de cargar a la joven con ambos brazos, sin la menor delicadeza a su estado. 

- No hay tiempo para esto. Lo mismo que dijo Chomei-san va para ustedes. Ganen tiempo y retirense. Este, no es el escenario de nuestras luchas. 

En tanto los demas que se retiran comienzan a organizarse tras los sirvientes, que sin duda saben a donde irse.

La mujer sacude la cabeza seriamente.

-Hay arcos en el almacén, y también armas de repuestos en los cuartos no utilizados, pero están cerrados y ya no hay tiempo de ir a por ellos. Pero si tienes armas en tu habitación, Daidoji-san... podemos hacer algo.

Rápidamente traza una estrategia en su mente. Después de todo, es una general…

-Nos dividiremos en 4 grupos. Yasuki y Kuni, iran por el lado izquierdo, el pasillo de los jueces. Uno protege mientras el otro ataca con su magia. Yo ire por el centro con Setsuko-chan. Cubrirás mi espalda mientras luchamos. Daidoji y Hiroto, irán por la derecha, el pasillo de los huéspedes. Así podrán buscar sus armas en los cuartos, uno se arma mientras el otro defiende, y luego atacaran por ese flanco. Por último, Lanei-sama, os encargo a Mukashino-sama. Quedaos aquí y vigilad las entradas. 

Quizás no sea lo mejor prescindir del poderoso monje, pero la seguridad del Daimyo es vital… Y en esta superioridad numérica, nada asegura que alguno no logre superarlos. Finalmente mira a Bayushi Togo y a Chomei.

-Los demás se retiraran por la biblioteca... Los sirvientes conocen la combinación de la estatua que lleva al sótano. Me temo que no hay espacio para bajar suavemente a los heridos, tendrán que pasarlos de mano en mano. Una vez abajo, les guiaran al corredor de escape ¿Esta entendido?

Junichiro asintió, conforme al plan que había trazado la samurai; era un consuelo que aquella competente mujer estuviese al cargo de la protección del lugar.

Asió la lanza; sin su arco, sería aquella arma la que le serviría para combatir. Miró los cuerpos de los caídos, y reparó en uno de los ashigaru. Su armadura era más o menos de su talla y le valdría perfectamente. Arrebatarle la armadura a un enemigo caído y usarla él mismo sería visto como una ruptura de protocolo por los allí presentes, especialmente tratándose de una armadura heimin, pero dado lo acuciante de la situación, bien valía un poco de vergüenza a cambio de más posibilidades de salir de allí con vida y éxito, así que se dispuso a despojar al caído de su armadura y vestírsela... 

-Bien - Respondio Hiroto - Iremos a por sus pertenencias en primer lugar Daidoji-san - Se coloco contra uno de las paredes y con fuerza ajusto el torniquete de su hombro - Estoy listo - Miro a su Sensei y luego tras una escueta reverencia apra todos tomo camino junto a Daidoji.
 

El resto también expresan su acuerdo. Kuni ayuda al Yasuki a ponerse su armadura de campeón, el regalo que le quedaba por recibir y ahora va a estrenar. En tanto, los sirvientes se ocupan de los heridos, cargándolos entre dos. El grupo tampoco queda desprotegido del todo, ya que tanto Kin como la Kitsune se niegan a abandonar a sus amigas. Suzue tendrá que ir con ellas y confiar.

Luego, los grupos se separan… con rumbo a su destino incierto. Afuera todavía hay gritos y sangre. Es hora de unirse a la canción de la vida y la muerte.

Los grupos avanzan con cautela a las distintas entradas, seguidos por la mirada distante de Mukashino hasta que salen de su alcance… Pronto están en los arcos que dan a su destino.

El patio es un mejunje de combatientes, pero a la tibia luz de las lámparas puede verse claramente diferenciados, a los guardias Suzume del resto, principalmente ashigarus y hombres con túnicas monásticas disfrazándoles. Una carreta, la cual porta una figura con cierto aire sagrado, probablemente una Fortuna, ahora yace abandonada en medio del patio. Lo que sustentara, yace roto y semi-desparramado, como si algo hubiera salido de ahí…

Resulta obvio que los Gorrión están siendo superados. No solo por el número, que a fin de cuentas podrían manejar, sino por quienes hacen la diferencia… En concreto hay tres figuras, que portan katanas y armaduras samurái. El más visible, sin duda un León.

- MUERTE A LOS PAJAROS! MUERTE! +azuza a sus hombres con voz potente.

Con ojos lánguidos se despide de su amo, y le vuelve a rogar que tenga cuidado, era al único que tenía, y ahora, que se separan, se daba cuenta de lo sola en que se encontraban, pero como un buena sirva,  asintió a las órdenes que daban, y aunque era una joven menuda y sin mucha  fuerza, ayudó a cargar a los heridos, sobre todo a la joven Kakita, aún se preguntaba si su estado sería distinto si ella hubiera intervenido antes.

Hiroto observo la sutuacion y se preparo, esperaba salir vivo de esto, pero tambien necesitaba atencion medica cuando todo esto terminara.

Suzume Nana entra al combate como una verdadera general, cargando sin vacilar sobre un maton, perteneciente a un trio que acosa a uno de sus hombres. De un solo tajo despacha al sujeto, cortando armadura y espalda al tiempo que lo envía al suelo. Setsuko se mantiene detrás de ella, sujetando el palo como un bokken o al menos intentándolo, atendiendo a la idea de defenderla antes que hacerse una heroína…

Yasuki por su parte, todavía usa el tessen, y sale por el pasillo. Se coloca justo frente a Kuni, de modo de cubrirlo completamente mientras extiende los abanicos… listo a defenderlo. Puede ver como uno de los samurai destacados del enemigo lucha con un guardia, abriendo un tajo que el Suzume apenas logra contener... tal es la fuerza con que llega. 

En tanto algunos valientes salen a contener el enemigo, el resto con los heridos van a la biblioteca, pasando por la sala de arte. Al llegar alli, ves que en la sobria estancia un sirviente manipula la unica decoracion, el enorme samurai de madera. Tras un instante, este comienza a abrirse! Concretamente, se adelanta y ladea a la derecha, dejando entrever un modesto hueco y unas escaleras empotradas.

Togo-sama te entrega su carga, al tiempo que llama otra sirvienta. Es la joven Kakita... Siendo de tu tamaño, entre dos mujeres pueden cargarla sin demasiado esfuerzo. 

-Bajare primero y me la pasan.- anuncia.-Con mucho cuidado......

Hiroto siguió avanzando, siempre manteniendo una posición defensiva ante cualquier ataque, si obtenían las armas quizás serian rivales para quienes atacaban. Pero todo cambio cuando el León ataca, el por qué pronto golpeo la mente del Escorpio. Fue ahí que la concentración se perdió y un poco del dolor volvió a él con gran saña.

Junichiro tenía que llegar a la habitación para coger su arco; su intención no era entrar en combate ahora mismo, sino deslizarse por el campo de batalla y aprovechar el caos del combate para pasar desapercibido y alcanzar el pasillo de los huéspedes.

En tanto los jóvenes bushi primero buscan el arma de Daidoji y este se hace con su arco, otro de los líderes, de armadura leonina, avanza. Su hoja se alza y con un violento tajo, despacha sin piedad al bushi Suzume que Nana había acudido a salvar.

- Nadie vivirá…+gruñe con voz ronca teñida de odio, al matar al muchacho. 

Pero sus palabras chocan contra la voluntad de los guardias, quienes recobran su valor al ver a su generala aparecer. Un sentido KIA!!!! Surge de todas sus gargantas al contratacar, y muchos de los asaltantes son heridos, e incluso uno de los ashigaru cae muerto.