Partida Rol por web

Junichiro asintió, y se agachó para mirar a la muchacha. Le tendió la mano, y trató de parecer lo más afable posible

-  Este sitio no es seguro. Ven con nosotros y todo esto terminará rápido, te lo prometo.

No dice nada. No parece conciente, permanece con los ojos abiertos sin pestañar y la mirada ida. En realidad, solo su levisima respiracion y el color de su piel, dan señales de vida. Es probable que ni siquiera los perciba... por ende no responde al Daidoji. Que hacer, preservar el decoro y no tocarla, o cargarla sin miramientos?

Junichiro negó con pesar

- Pobre criatura; me temo que está completamente ausente. Ni siquiera parece que nos esté oyendo. ¿Que podemos hacer?

 Con sentimietos contrapuestos, el magistrado señala la lanza del ashigaru que diestramente matara Daidoji.

-Lo dejo en vuestras manos... Si por mi fuera, pondria su seguridad por encima de todo. Antes, seriais tan amable de pasarme ese yari? Lo usare como baston. Debemos irnos...+apremia el Mantis..

Junichiro cogió el yari y se lo pasó al Mantis. Acto seguido, se agachó e intentó coger a la muchacha en brazos. No era muy decoroso, pero la compasión era otro de los preceptos del Bushido.

- Tenéis razón; no podemos dejarla aquí.

 Con Yoritomo a cuestas, mitad sobre el improvisado baston, mitad apoyado en Kuni, y la aturdida joven en brazos de Daidoji, abandonan la casa del desdichado Hirohisa en medio de la noche... La luz de la lampara que ha traido el Cangrejo les alumbra la senda, y por suerte logran recorrer el trayecto sin mas tropiezos.

Al llegar a la posada, esta aun sigue abierta, como la dejara Kuni hace poco mas de una hora. Sin embargo, adentro no hay nadie, o eso parece... 

De entre las sombras de uno de los cubiculos, surge el anciano Ninsei, con una taza de te en la mano.

 -Veo que la senda no ha sido facil para ti, Anzai-kun... +suspira, viendo al malherido magistrado, aunque evidentemente alivado de que siga vivo. Les extiende la taza para que beban algo, mientras mira a la muchacha en brazos de Grulla+... mientras que para otros ha sido grata, pareciere. Es una bella joven la que ahi llevas, Daidoji-kun... puedo preguntar por que?

El Daidoji inclina la cabeza respetuosamente ante el anciano

- No es lo que parece, honorable sama. Esta joven es la hija del maestro carpintero, el cual me temo que ha resultado mortalmente herido en una traicionera emboscada. La muchacha ha quedado en estado de shock y es incapaz de articular palabra o moverse, y como no creía digno de un samurai dejarla sola en la casa ni permanecer más tiempo en la morada, he optado por ponerla a salvo en el pueblo, aunque haya tenido que llevarla de esta manera.

Anzai asintió lentamente a Ninsei-Sama:

- No he sido digno de sobreponerme a las heridas recibidas... Debi haber cumplido mejor mi deber, Ninsei-Sama. De haberlo hecho, Hirohisa-Sama hubiera sobrevivido y nosotros habriamos acabado antes con los bandidos. Pero saldre de esta, y los erradicaré, hasta el último compinche, sin descanso... Puedo jurarlo.

Junichiro miró a Anzai

- No os atormentéis tanto, Anzai-sama. Fuisteis vos quien hirió de gravedad al líder de los bandidos, a pesar de vuestras heridas.

 Escucha el intercambio de palabras y las explicaciones de ambos bushi con atencion, sonrriendo al terminar estos... aunque es una sonrrisa compasiva, no de humor.

-La noche ha sido complicada para todos, ya lo veo... Por ende, lo mejor ahora sera que se retiren descansar. Creo que la joven podra dormir con Daidoji-kun, asi estara mas a salvo...+indica, alzando las cejas levemente, para luego continuar+ Con el alborear de Amaterasu nos reuniremos con los demas para ver que hacer a continuacion. 

El anciano les invita con un gesto a ir hacia las habitaciones, poniendose el mismo a la cabeza para guiarlos

Junichiro agradeció que fuera de noche, porque en ese momento su cara había enrojecido considerablemente.

- Bueno... si vos creéis que es conveniente... Buenas noches entonces

Entró en la posada y subió a la joven a su habitación.

Junichiro subió a su habitación con la joven aún en brazos. Se quedó parado en la puerta unos segundos.

- ¿Y ahora que se supone que tengo que hacer? Esto no me lo enseñaron en la escuela Daidoji...

Miró a la joven, y creyó que lo mejor era dejarla en la cama. La acostó y procuró taparla para que no cogiera frío; el dormiría apoyado en la silla. Normalmente escribía en su diario antes de dormir, pero los acontecimientos le habían dejado demasiado agotado. Se quitó la armadura, dejándose puesta la ropa que llevaba debajo, se sentó en la silla y se apoyó contra una pared, esperando quedarse dormido.

El futon que debias ocupar es el destino de Suzue, la cual ciertamente no esta dormida, al menos que pueda dormir con los ojos abiertos... simplemente sigue conmocionada. Por otro lado, tu habitacion es compartida con el "simpatico" Doji Chomei, el cual por suerte esta dormido... Seria interesante su reaacion, la cual probablemente veas en la mañana, cuando encuentre una joven heimin durmiendo casi al lado.

Por tu parte no te queda mucho mas que sentarte en un mullido almohadon o en el mismo suelo, contra el muro. Toda la posada esta en silencio, salvo los pequeños ruidos que hacen los Mantis y el Kuni al irse a acostar... Mañana se vera. Por hoy, el sueño no tarda mucho en vencerte.

Amaterasu da su rostro al mundo, algo pronto para algunos, tarde para otros...Poco a poco, los samurai van despertando y algunas cosas sucedidas durante la noche van haciendose visibles.

Los Bayushi aparecen en el comedor tranquilos y con expresion meditabunda. Los Grulla estan acompañados de una hermosa joven heimin. Los Unicornio y Cangrejo se ven serenos, aunque las ropas de Kuni muestran señales de rasgaduras y cortes, asi como sangre. Ni hablar las de Shiba y Anzai, el ultimo de los cuales se une apenas, ayudandose con un yari a modo de baston, y apoyandose en el brazo de su anciano sensei para caminar....

 Ohayoo gozaimasu, mina-san!

Saluda de buenas maneras a los demás y con algo de efusividad, es evidente el descanso profundo del unicornio.

Junichiro baja de su habitación, con la joven hija del maestro carpintero en brazos. Mira a su alrededor, buscando un sitio donde dejarla. Decide dejarla tumbada junto a una de las mesas. No puede evitar sentir una profunda tristeza por la joven; ¿se iba a quedar así para siempre?

- Buenos días, honorables señores. Iuchi - sama y Kuni - sama, ¿puedo pedirles un favor? La joven aún sigue en estado de shock, y no ha comido ni bebido nada desde ayer. Está empezando a preocuparme de verdad. ¿Creen que pueden usar sus talentos para hacer algo por ella?

Higetora, sentado con la espalda contra la pared, tomando un frugal desayuno, observó al Daidoji alzando ligeramente su jingasa, a la vez que una de sus cejas. - Me temo que, si bien mis talentos pueden ayudar a remediar los males de la carne, no pueden hacer mucho por aliviar los males del alma. Esa clase de dolor necesita algo más que una sencilla plegaria a los kami.