Partida Rol por web

Ya estaba fuera de su habitación, a riesgo de ser detenido. Pero sin poder investigar, nada era lo que iba a poder descubrir de lo que allí estaba pasando. Así que tenía que moverse y tratar de descubrir lo que pasaba en palacio. Su primer destino sería el salón de la chimenea, para desde un lugar oculto tratar de enterarse de algo. 

Si bajas al salón de la chimenea, pasa a la sección 42. 

Recorres el palacio esquivando a los guardias hasta llegar al amplio salón de la chimenea, iluminado con tonos ocres y danzantes. Varias antorchas arden en las paredes y tres candelabros de oro reposan sobre la gran mesa central, con el hogar encendido al fondo.

Por suerte llego hasta el salón y no fue descubierto. No se sentía nada tranquilo, si le encontraban fuera de su habitación iban a sospechar de el, y estaba allí como solicitante de ayuda para su pueblo. Por lo que cualquier error lo pagarían los suyos, y esa era una enorme responsabilidad que cargaba sobre sus hombros. Pero el no hacer nada, aquello tampoco le llevaría a ningún sitio. Algo estaba ocurriendo allí, algo que había hecho desaparecer a su querida amiga y que había envenenado a la princesa. 

Una vez en el salón, y tras esperar para estar seguro de que no había nadie cerca, se dirigió a la chimenea para inspeccionarla. 

Si examinas la chimenea, pasa a la sección 30.

Te acercas a la chimenea, cuyas ascuas aún relucen incandescentes, sin que encuentres nada de interés en ella.

Cuando te dispones a dejar la sala, escuchas los pasos de varios soldados que se acercan.

No parecía haber nada de interés, cuando ya estaba pensando en retirarse a su habitación, escucho que alguien se acercaba. Era muy peligroso moverse, por lo que decidió esconderse bajo la mesa. Puede que escuchase algo que le aportase algo de claridad en lo que allí estaba ocurriendo. 

Si te escondes bajo la mesa, pasa a la sección 137.

Con un rápido movimiento, te ocultas bajo la mesa. En silencio, aguardas mientras los soldados entran en el salón. Los hombres hacen un rápido registro y se disponen a salir.

Para cuando se dio cuenta de que eran soldados, y que estaban buscando algo, tan solo le quedaba tratar de mantenerse lo más quieto posible, controlando hasta la respiración. No quiere que le encuentren allí escondido, que podrían pensar, tan solo que era el culpable de parte de lo que estaba pasando. Y nada más lejos de la realidad, si allí estaba, era precisamente para tratar de conseguir algo de información, ya que estaba totalmente perdido.

Por suerte, tenían prisa y pudo mantenerse tan inmóvil como la propia mesa. Respiro aliviado, cuando les vio salir, replanteándose si merecía la pena correr tanto riesgo, cuando aun no había descubierto nada. 

Si el resultado es 6 o más, pasa a la sección 154.

Los guardias dejan el salón y se pierden por el pasillo. Una vez pasado el peligro, sales de tu escondite y te encaminas hacia tu habitación.

Te escabulles por el corredor y esquivas a las patrullas de soldados que recorren el palacio. Regresas a tu habitación, sabiendo que has estado cerca de ser capturado. Tras cerrar la puerta, te echas en la cama y tratas de conciliar el sueño.

Duermes un sueño intranquilo, plagado de pesadillas en las que enormes flores de capullos rojos se abren en el techo de la habitación. Forcejeas tratando de liberarte, pero las hebras de la planta, gruesas como sogas, atenazan tus brazos mientras sus pétalos se abren en una monstruosa garganta repleta de colmillos. Despiertas envuelto en sudor, jadeando debido a la horrible pesadilla. Es entonces cuando captas un débil aroma que impregna la habitación.

Tras lograr regresar a la habitación, estando en varias ocasiones muy cerca de ser detenido por la guardia, y lo peor de todo, sin la información que estaba buscando. Se sintió inútil, incapaz de encontrar a su amiga, y mucho menos de lograr una alianza para ayudar a los suyos. 

Con un ánimo muy bajo se fue a dormir, y tan solo tuvo horribles pesadillas, que le hicieron despertar cubierto en sudor. Y pudo notar un olor en la habitación.

Pasa a la sección 61. 

Reconoces el aroma como el peligroso veneno que emite la Etzua, una flor cuyas esporas son letales para quien las respira. Tomas medidas al instante para paliar sus efectos, cubriéndote el rostro con un pañuelo. Acto seguido, registras la habitación y no tardas en descubrir que alguien ha deslizado varias flores de pétalos rojos por debajo de la puerta. Al coger las plantas, compruebas que tu percepción era correcta, ya que se trata de Etzuas. Sin perder un instante, abres la ventana y las arrojas fuera. Entonces te quitas el trapo y respiras de nuevo con normalidad.