Partida Rol por web

Sueltas tu mano, con tan mala fortuna que la flecha no alcanza a la elfa oscura y se hunde en la pierna de Miriel. La muchacha grita de dolor y cae al suelo. Essir, aprovechando esta ventaja, levanta su cimitarra para acabar con ella. Con rapidez, desenvainas tu espada y te lanzas sobre la asesina, evitando que pueda matar a Miriel. Entonces te bates en solitario con la habilidosa elfa oscura.

-uPS...  perdona Miriel!!! - me lancé por instinto protector, sin darme cuenta de que probablemente sería lo último que hiciera con vida.

Malherido, las fuerzas te abandonan lentamente, a medida que pierdes sangre por infinidad de heridas. Tus piernas flaquean y caes de rodillas, incapaz de ponerte de nuevo en pie. La muerte te abraza con su frío contacto. Tu último y amargo pensamiento es saber que morirás aquí, lejos de tus seres queridos.

- TU AVENTURA TERMINA AQUÍ -

Ya me veía a esa loca masacrándome hasta hacer papilla mis restos (venganza por haberle tirado un frasco de aceite en el salón del trono)... O eso hubiera pasado si no hubiera sido una... PREMONICIÓN!! 

¿?Todo por fallar esa flecha?! Que hubiera pasado si no hubiera sido tan extremadamente torpe??... 

Sueltas tu mano y la flecha surca la habitación para incrustarse en la espalda de Essir. La elfa oscura suelta un agudo alarido de dolor y se vuelve para observarte con ojos inyectados en sangre. Al momento, eleva sus manos para realizar un encantamiento, pero desenvainas tu espada y te lanzas sobre ella antes de que pueda completarlo.

Malherido, las fuerzas te abandonan lentamente, a medida que pierdes sangre por infinidad de heridas. Tus piernas flaquean y caes de rodillas, incapaz de ponerte de nuevo en pie. La muerte te abraza con su frío contacto. Tu último y amargo pensamiento es saber que morirás aquí, lejos de tus seres queridos.

- TU AVENTURA TERMINA AQUÍ -

Sacas el Frasco de Aceite de tu bolsa y lo arrojas contra la espalda de la elfa oscura. Una llamarada de fuego la envuelve por completo y la mujer suelta un agudo alarido de dolor, aunque al instante realiza un sortilegio que hace que las llamas mueran bruscamente. Acto seguido, Essir, malherida y con los ojos inyectados en sangre, se vuelve para observarte con odio mientras se dispone a realizar otro encantamiento. Antes de que pueda completarlo, desenvainas tu espada y te lanzas sobre ella.

AJÁH!! LAS BRUJAS SE DERRITEN CON EL AGUA Y SE QUEMAN CON... aceite en llamas. Bueno, como todo el mundo. Estaba malherida! Yo también!!! Tal vez tenía una oportunidad, y Miriel me ayudaba!

Malherido, las fuerzas te abandonan lentamente, a medida que pierdes sangre por infinidad de heridas. Tus piernas flaquean y caes de rodillas, incapaz de ponerte de nuevo en pie. La muerte te abraza con su frío contacto. Tu último y amargo pensamiento es saber que morirás aquí, lejos de tus seres queridos.

- TU AVENTURA TERMINA AQUÍ -

Evitas la cimitarra de Essir y, con una última y desesperada estocada, hundes tu espada en su estómago. Un grito de dolor muere en los pulmones de la elfa oscura, mientras su rostro ceniciento se contrae en un postrero estertor. La mujer exhala un mudo gemido antes de derrumbarse sobre el suelo de la habitación. Mantienes tu espada sobre la asesina, pero no hay duda de que está muerta. Miriel se sitúa a tu lado, con el brazo herido y su rostro teñido por el dolor y el cansancio. Mientras, el Rey se incorpora y se acerca a vosotros.

-"Esta mujer es la culpable de las muertes de mis hijas." Dice, contemplando con horror el cadáver de la elfa oscura. Entonces, el lívido rostro del monarca parece reaccionar y su mirada se vuelve hacia la ventana. "Pero quizás sólo hayamos retrasado lo inevitable. Las murallas han caído y pronto los enemigos entrarán en palacio."

-"No podemos desesperar ahora." Niegas tajante. "Debemos luchar hasta nuestro último aliento." Añades y te dispones a abandonar la sala para unirte a Pendrais en la defensa de las puertas.

En ese instante, un tronar de trompetas resuena en toda la fortaleza. Por un momento piensas que se trata de otro clamor orko, anunciando el ataque final, pero hay algo en el tañido de las trompetas que despierta una súbita alegría en tu corazón. Te asomas a la ventana que da al oeste, y en la bruma del mediodía, ves aparecer un ejército de figuras a caballo.

-"¡Los refuerzos de Solak han llegado!" Exclama el Rey Edoar, mientras contempla extasiado cómo el grueso de la caballería irrumpe en la fortaleza y se une a los defensores. "Nuestras plegarias han sido respondidas. ¡Las tropas de Solak han venido en nuestro auxilio!" Exclama, mientras una lágrima de amarga alegría resbala por su rostro plagado de arrugas.

Desde la ventana, observas a los caballeros, que baten el patio de la fortaleza aplastando a los orkos y trolls, que han sido pillados desprevenidos dentro de los muros. En pocos minutos el ejército invasor es masacrado y los dragones negros son forzados a huir hacia el este. A tu lado, Miriel posa una mano sobre tu hombro y su rostro se ilumina con una fatigada sonrisa, mientras contempláis en silencio cómo el ejército de caballeros pone fin al asedio. Una vez termina la lucha, los defensores irrumpen en gritos de alegría y abrazan a los recién llegados. Varios soldados suben a las almenas e izan un estandarte, que ondea bajo el fuerte viento invernal, con las dos torres alzándose orgullosas sobre el dorado sol de fondo.

-"¡Por Stumlad, por Stumlad!" Claman los caballeros en el patio cubierto de cadáveres y nieve ensangrentada.

Tres días después de la batalla, los trabajos de reconstrucción continúan en la fortaleza. El rey Edoar se muestra muy agradecido por tu inestimable ayuda y ofrece un pacto de alianza a tu padre, un acuerdo por el que hombres y elfos lucharán juntos contra los ejércitos de orkos y dragones.

En la fría mañana del cuarto día se realizan los funerales por las princesas muertas. Un profundo silencio reina en el patio mientras los féretros de las dos muchachas son portados hacia las catacumbas de la abadía, junto a los cadáveres de todos los caballeros caídos durante la batalla. Un cielo gris ensombrece la ceremonia, mientras el viento inclemente del norte barre con fuertes rachas la fortaleza de piedra. Los cuerpos de los caballeros son llevados con todos los honores entre las estatuas de los antiguos reyes. El capitán Pendrais marcha al frente del séquito, el casco bajo el brazo y su semblante teñido de una rígida expresión de pesar. El rey Edoar y su hijo Adar contemplan el paso de la fúnebre compañía. A su lado, el abad Arianan recita unos versos encomendando el alma de los muertos a la protección de Korth.

Miriel y tú permanecéis en respetuoso silencio, horrorizados al ver la cantidad de hombres que perdieron la vida durante la lucha, una interminable hilera de jóvenes caballeros que desaparece en los subterráneos de la fortaleza para reposar junto a los antepasados de su Orden. Miriel te mira con una expresión de duda en sus ojos azules. Le respondes con un esbozo de sonrisa, en un intento de reconfortarla y hacerle ver que no todo está perdido, que aún hay esperanza y que quizás la alianza de elfos y hombres ponga fin a toda esta muerte y desgracia. La elfa asiente levemente, su rostro sereno y radiante a pesar de los sufrimientos de los últimos días, mientras contempla el paso de los caballeros que portan a sus compañeros caídos al interior de las catacumbas.

Al amanecer partiréis juntos hacia Shalanest. El rey Edoar te ha dado un mensaje para tu padre y debes cabalgar raudo de vuelta al hogar. Nunca habías deseado tanto volver a estar bajo el refugio de los árboles del bosque, o ver de nuevo a tu familia. Entonces sientes una punzada de temor en el corazón, al recordar la traición de tu hermano Gornahel, y sufres pensando en lo que puede haber pasado en Litdanast durante tu ausencia. Sacudiendo la cabeza, tratas de no pensar en ello y mantienes la compostura hasta que el último de los caídos desaparece en la oscuridad del subterráneo. Al instante, un centenar de trompetas estalla con un canto de plata, que resuena poderoso en la mañana y casi parece que pueda escampar los nubarrones que ensombrecen el cielo. Cuando el último eco muere, el rey Edoar se adelanta y habla al ejército de caballeros que forma a lo largo del patio.

-"Que suenen las trompetas." Proclama con voz potente. "Que su tañido recorra las llanuras y llegue hasta las montañas del norte. Así nuestro enemigo sabrá que nunca más nos encontrará indefensos, que la raza de los hombres no ha sido derrotada. Hacedlas sonar una vez más, por nuestros familiares caídos, por nuestros compañeros... ¡Hacedlas sonar por Stumlad! Éste será nuestro desafío."

Al apagarse sus palabras, de nuevo el sonido de las trompetas se impone sobre el ulular del viento.

-"¡Por Stumlad! ¡Por Stumlad!" Gritan al unísono los caballeros.

Miras al este, sobre el nevado paisaje que se extiende hasta el horizonte, y te preparas para el viaje de regreso a tu hogar. Una gran distancia te separa de Shalanest y los tuyos, pero estás dispuesto a recorrer las llanuras con premura.

- FIN DE LA AVENTURA -