Partida Rol por web

La Alianza Rota de Calebais

Escena I - Una Carta del Pasado

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03/02/2012, 21:19
Director

20 de abril de 1191
Mistridge, en Val Du Bosque

La tormenta azotaba el exterior de la alta torre de piedra, con ensordecedores truenos y deslumbrantes relámpagos dorados, como hacía décadas que no lo hacía tempestad alguna. Ni siquiera los más viejos del lugar, cuyas vidas habían sido prolongadas más allá de lo mundanamente posible, podían recordar algo así. Las gotas de lluvia caían desde el oscuro cielo nocturno como finas lanzas de agua, rompiéndose contra la gigantesca e inquebrantable torre, contra la roca elevada y tallada mágicamente por la maga que, años atrás, había desaparecido de la Alianza que había fundado. Su sucesor, y según los rumores, antiguo amante, observaba la tormenta a través de las vidrieras de la decimotercera planta de Mistridge. Su habitual gesto serio parecía tan esculpido en su rostro como lo estaban los cuatro dragones de piedra que ornamentaban la alta torre.

Grimgroth ex Jerbiton, primus de la más joven Alianza del Languedoc, dejó de prestar atención a la ruidosa tormenta, girándose hacia la gran mesa circular que dominaba la Cámara del Consejo. Las nueve pesadas sillas de su alrededor estaban parcialmente ocupadas por el resto de magos de Mistridge.

Allí se encontraba Félix Necromius, el pálido Bonisagus obsesionado con la muerte. Junto con Grimgroth, era el mago de mayor antigüedad de la Alianza. El nigromante se resguardaba bajo su deshilada túnica negra, visiblemente incómodo por la presencia del resto de magos, como si añorase su cripta de los niveles subterráneos de Mistridge.

También se hallaba Cicos Tremeri, un joven mago que había llegado a la Alianza solo unos meses atrás, procedente de un largo peregrinaje por Europa. Su clara piel y su largo cabello castaño brillaron con el refulgir de un rayo, mientras sus inteligentes ojos pardos observaban atentamente al resto de hechiceros.

Marlene Lemoine, la Verditius, era una de las dos mujeres presentes en la Sala del Consejo. Menuda y pelirroja, la maga había llegado a Mistridge un par de años atrás. La joven Alianza no desaprovechó la evidente utilidad de una creadora de objetos, por lo que Grimgroth aceptó su solicitud de permanencia sin demasiadas preguntas. Como casi siempre, Marlene se mantenía tranquila pero atenta, curiosa por saber a qué se debía la repentina reunión a la que habían sido convocados.

El antiguo aprendiz del primus de la Alianza también concurría al concilio. Dolfus ex Jerbiton era ahora un veterano mago, que había dejado tiempo atrás la alargada sombra de Grimgroth para labrarse su propio camino. Sin embargo, el hechicero percibía que su momento aún no había llegado, aunque en el fondo de sus profundos ojos melados podía percibirse que el hombre sentía que esa tormentosa noche todo podía cambiar a ese respecto.

Vulcris era la última hechicera asistente al consejo, y era obvio que se sentía tan molesta por la reunión como el propio Félix. De cuerpo contrahecho, su cabello grisáceo se hallaba tan enmarañado y empapado como sus propias ropas. El sanctum de la extraña mujer se hallaba en la azotea de la torre de piedra, al aire libre. Cuando la intensa tormenta se desató tres días atrás, Vulcris se mantuvo en su morada, a pesar de la fría lluvia y los cercanos relámpagos, como si nada de aquello le importase. En aquel momento, la fémina soltó un graznido, en respuesta a un trueno.

Sodales —la voz de Grimgroth era firme—. Os he hecho venir por un hecho que concierne no solo a la Alianza, sino a todo Val Du Bosque. Esta tormenta —su mano se alargó hacia una de las vidrieras— no es un evento natural, sino… mágico.

El Jerbiton comenzó a caminar alrededor de la mesa, con pasos lentos. Llevándose los dedos a las sienes, las frotó.

Han pasado tantos años, que todo el valle lo ha olvidado. Pero no nosotros, no los magos de Mistridge —se detuvo, agarrándose al respaldo de una de las sillas, entre Marlene y Dolfus. La pausa fue invadida por un cercano trueno, mientras el tintineo de la lluvia contra las vidrieras parecía incrementar su violencia—. Creo que el malhadado Jinete de la Tormenta ha regresado a Val Du Bosque.

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03/02/2012, 21:21
Director

22 de abril de 1191
Mistridge, en Val Du Bosque

Oren Alston, Denis de Sade y Beoval se hallaban en sus puestos, en la amplia garita de madera que se erguía sobre la única puerta de entrada de la pétrea muralla que rodeaba la Alianza de Mistridge, mientras la tormenta azotaba el lugar, con ensordecedores truenos y deslumbrantes relámpagos dorados, como hacía décadas que no lo hacía tempestad alguna. Mirando atrás, podían observar el exterior de la alta torre de piedra. Las gotas de lluvia caían desde el oscuro cielo nocturno como finas lanzas de agua, rompiéndose contra la gigantesca e inquebrantable torre, contra la roca elevada y tallada mágicamente por la maga que, años atrás, había desaparecido de la Alianza que había fundado. Incluso desde allí, los tres podían vislumbrar la luz que surgía de las vidrieras de la última planta. Según habían oído, los magos se habían reunido en la Sala del Consejo por petición urgente de Grimgroth, el líder de Mistridge. Tras tres días de ininterrumpida y terrible tormenta, ninguno podía imaginar qué asunto podría ser tan importante para la nocturna reunión. Un relámpago cruzó el aire en ese momento, iluminando los cuatro dragones de piedra que ornamentaban la alta torre.

Oren y Denis dejaron sus oscuros pensamientos para arrebujarse en sus capas, mientras esperaban la cena prometida. Los ojos levemente rojizos del arquero y los pardos del guerrero se cruzaron, recordando la noche en la que se habían conocido. Como ahora, una tormenta rugía sobre un encapotado cielo, aunque no tan estruendosa como la que tronaba sobre sus cabezas en esos momentos. Por motivos distintos, uno y otro estaban huyendo de una sociedad que no los aceptaba. A uno lo acompañaba un extraño goblin que contestaba al nombre de Burokt; al otro, su espada y una terrible carga en su alma. Juntos alcanzaron la torre donde, según se decía, vivían unos astrólogos apartados del mundo. Los astrólogos no fueron tales, pero a ninguno le importó. Al fin y al cabo, los magos, a pesar de sus extraños comportamientos y poderes, habían sido los únicos capaces de aceptarlos por lo que eran.

El caso de Beoval era tan excepcional como el propio chico. Cuando la tormenta estalló sobre Val Du Bosque, una expedición que regresaba a Mistridge encontró al enorme chico a medio camino del sendero que ascendía a la Alianza, desfallecido. Por suerte para él, fue trasladado a la Alianza, donde fue alimentado y sanado. A pesar de su juventud, el muchacho era más alto que ninguno en Mistridge, incluso que el enorme Denis de Sade. Fue aceptado como guardián, a pesar de que no conocía ni una palabra de occitano, por la intervención directa del capitán de los defensores de la Alianza, que vio su potencial.

Hoy tenemos sopa aguada —la aguda voz de Burokt, el goblin, trajo a los tres vigilantes de vuelta a la realidad—. Más aguada de lo normal, se entiende.

El pequeño ser de piel verdosa y ojos saltones entró en la garita, totalmente empapado. Con los brazos envolvía tres tazones de humeante caldo caliente, aunque era obvio que la fuerte lluvia había aportado algo de su frialdad a los cuencos de madera. Aun así, olían increíblemente bien.

Sí, es cierto, falta uno, pero esa maldita escalera de piedra estaba tan mojada que resbalé —se excusó el goblin, que endureció la mirada—. ¡Y yo no pienso quedarme sin mi tazón! —se defendió aunque ninguno había dicho nada.

Sin embargo, la posible discusión sobre quién se quedaría sin cena quedó relegada cuando, a través del amplio hueco que la garita tenía en su parte frontal, apareció una figura. Fuera quien fuera, venía solo, y a pie. Oculto por una túnica verdosa y una capucha que tapaba todo su rostro, se acercó a la entrada de Mistridge.

Salve, amigos de Mistridge —la voz sonó fuerte a pesar de la tormenta, y femenina. Era una mujer—. Soy Fresno ex Mercere, Boina Roja de la Orden de Hermes. Traigo un mensaje para los sodales de la Alianza. Es urgente… ¡y bastante me he empapado ya bajo esta interminable tormenta!

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04/02/2012, 10:27
Cicos Tremeris

Era la primera vez que Cicos acudía a un consejo en Mistridge, alianza en la que había sido recientemente admitido. Pese a que llevaba en ella un par de meses, desde que él había llegado aún no se había convocado ninguna reunión entre los magi. Seguramente, cuando él solicitó la incorporación a la alianza tuvo que haber algún tipo de decisión entre ellos, pero viendo la tensión existente entre algunos, le costaba creer que llegaran a estar de acuerdo alguna vez. -Ésta es la situación a la que se llega cuando hay tanta gente para opinar. ¿No sería más fácil que el magus más capacitado fuera el que decidiera, sin necesidad de perder el tiempo en convocar consejos? - pensaba algo molesto por acudir a la convocatoria mientras esperaba a que el primus Grimgroth hablara, pero inmediatamente se sorprendió a sí mismo por ello, puesto que no dejaba de ser una opinión que podría haber salido directamente de labios de su parens o de cualquier otro frater de Tremere. Un punto de vista que tanto había sufrido dentro de su domus y que le parecía odioso, pero, en cierto modo, asumible...

Ahora ya reunidos, una de las cosas que más le llamó la atención fue la diferencia de edades entre los magi del consejo. Podría decirse que algunos de los veteranos estaban ya bastante próximos a partir definitivamente hacia el Crepúsculo y que incluso algunos de ellos, juraría, estaban ya tocados por él. Por ello, de todas las alianzas por las que había pasado durante el último año, quizás era ésta la que más oportunidades ofrecía a magi recién salidos de la prueba de aprendiz: una alianza con recursos y donde se tendría en cuenta su lugar como magus.

Cicos no quería mostrar pasividad en ésta, su primera participación en el consejo. Aprovechó la pausa del magus Grimgroth para intervenir, en un latín fluido, el único idioma en el que se podía comunicar de veras con el resto del consejo: - Primus Grimgroth - aludió para captar su atención. - Ese Jinete de la Tormenta... ¿Se trata acaso de algún magus?

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04/02/2012, 11:31
Denis de Sade

Denis, al ver que el goblin traía sopa aguada con sus manos, hundiendo el pulgar en cada taza, prefirió ceder los honores de cenar esa noche a sus dos compañeros, aunque su estómago parecía que estaba en conflicto con el mismísimo Dios ya que esos ruidos que emitía por el hambre no parecían humanos.

El antiguo cruzado, al escuchar la voz de aquella mujer, no pudo evitar el ir y venir de imágenes en su mente de su fallecida mujer, Luisa, y eso que ya habían pasado varios años pero parece ser que ese amor era mas fuerte que cualquier cosa. 

El serio de Denis reaccionó ante la presencia de la mujer agachando la cabeza en señal de educación y respeto, pero no se atrevió a cruzar ni una palabra en ese primer instante ya que no lo creía conveniente. 

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04/02/2012, 11:52
Grimgroth de Mistridge

A veces olvido que no todos os habéis criado en Val Du Bosque... —el primus miró al Tremere, por lo que Cicos pudo ver sus dudas—. El Jinete es... bueno, depende de a quién escuches. Los campesinos de Javielle te dirán que es un demonio, mientras que al sur del valle todos creen que es un maligno hechicero. Nuestra biblioteca tiene algunos escritos sobre él, pero son... poco exactos. Por lo poco que dicen esas obras, sé que el Jinete aparece siempre en tormentas como éstas. De hecho, parece que las controla —Grimgroth ex Jerbiton siguió girando alrededor de la circular mesa, y sus últimas palabras sonaron tras el Tremere—. Respecto a tu pregunta, sodalis... no creo que sea un magus.

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04/02/2012, 12:54
Beoval

La lluvia incesante que martilleaba monótonamente el techo de la garita de madera había adormecido a Beoval, que hallábase recostado en una de las paredes de la estructura, absolutamente aburrido. "Hacer guardia, comer y dormir. Es lo único que hago últimamente", pensó el joven, rutina que apenas veíase alterada salvo por las ocasionales visitas a la biblioteca de la torre, donde había hallado un par de libros con ilustraciones de su interés, dado que el pobre no entendía el idioma en el que estaban escritos. De hecho, consiguió escamotear uno de ellos sin que el vetusto bibliotecario se diera cuenta de ello, y Beoval se regocijaba en aquella pequeña victoria sobre el gruñón personaje cada vez que se acordaba, o que el hombrecillo le tiraba de las patillas con sus huesudas y artríticas manos si se tiraba mucho tiempo zascandileando en el lugar, pues según decía el viejo: "Este sacrosanto lugar sólo está consagrado al estudio de los doctos y eruditos, y no a los bárbaros como tú" .

En estas encontrábase, en el regodeo interno de sus divertidos recuerdos, cuando le llegó el olor de la comida, y vio reaparecer al diminuto ser verdoso que acompañaba al otro guardián, sosteniendo varios tazones de sopa y chillando algo como siempre hacía el enervante ser, como si fuera una rata. De sus gestos y del número de tazones dedujo que no habría suficiente para todos y que el monstruíto ya se había agenciado uno de golpe, seguramente por el mero hecho de ser el que había ido a por ellos. Se espabiló de golpe, estiróse y, en el momento en que sus compañeros y el goblin giraban sus cabezas ante la aparición de una misteriosa figura a la puerta de la garita, lanzóse raudo y veloz hacia la mano de la criatura, arrebatándole uno de los preciados caldos y recuperando su posición sobre la pared, sentado con las piernas cruzadas ante él. Iba a empezar a comer, cuando se dió cuenta de que quizá parecería demasiado rudo ante el visitante, así que mirándola fijamente a los ojos hizó un ademán con la cabeza, una pequeña inclinación... y hasta allí llegaron sus modales y buenas maneras, pues sacó varios pedazos de pan que llevaba siempre guardados por su sayo y procedió a la ruidosa deglución de su sopa, mojando el pan en ella y sorbiendo ruidosamente, ajeno ya a la conversación que podría estar ocurriendo entre los demás. ¡Total, si no se iba a enterar de todas formas!

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04/02/2012, 14:39
Marlene Lemoine

&Marlene estaba soprendida de aquella reunión. Ya hacía dos años que estaba en la Alianza de Mistridge y era la primera vez que se reunía la totalidad de los Magos en Concilio. Sobre todo, considerando las personalidad de Felix y Vulcirs, con quienes había tenido menos relación.

No era que ella estuviera todo el tiempo fuera de su sancta, todo lo contrario...Estaba enfrascada en uno de sus tantos proyectos que la tenía obsesionada. Sabía que si lo lograba, podría ser la envidia de todos los Veriditus, y algo que sería un punto de inflección en sus creaciones. Algunas veces, viajaba en busca de materiales indispensables para sus ideas. Grimgroth lo sabía y le daba el visto bueno en casi todas las oportunidades. Era conciente que un Veriditus era una fuerza potente para cualquier Alianza, y Mistridge le ofrecía a ella todo un mundo de oportunidades y tiempo para sus diseños y proyectos...pero sospechaba que eso cambiaría...Problemas...

Sentada en una poltrona, sus cabellos rojizos se entrelazaban con cintas de varios colores estridentes, pero sus ojos verdes estaban despejados, y miraban curiosos a los presentes. Se cruza de piernas, y una serie de ruidos metálicos resuenan en la estancia. Tenía numerosas bolsitas cargadas en su grueso cinturón. A pesar de ser una muchacha menuda, se la veía siempre cargada. Algunas veces se la veía por los pasillos arrastrar pesados objetos de una manera casi histérica. Sus manos estaban cargadas de anillos con diferentes gemas, y varias magulladuras y cortes surcaban por su palida piel de espuma.

Escucha atenta la explicación de Grimgroth. Una idea surcaba su mente, que hacía que sus ojos parecieran más grandes y brillantes...Parece que estamos hablando de un Elemental, verdad?...

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04/02/2012, 14:56
Grimgroth de Mistridge

Un elemental —las palabras de Marlene fueron repetidas por el Jerbiton. Sus pasos resonaron en la sala mientras se acercó nuevamente a una de las vidrieras. Con los brazos cruzados tras su espalda, observó la tormenta, dando la espalda a los magos—. Un pergamino de la biblioteca de Mistridge apunta esa posibilidad: un elemental de aire, según el autor, que escapó al control de un Diedne siglos atrás —Grimgroth se apartó del ventanal, y miró al resto de sodales—. Sin embargo, el sesgo ideológico del escrito me hace pensar en que el odio a la antigua Casa envenenó el juicio del mago que lo escribió —sus serios ojos se detuvieron momentáneamente en Félix, y en Vulcris. El nigromante pareció ignorarlo, y la hechicera simplemente graznó por lo bajo. Siendo obvio que no obtendría nada de ellos, el Jerbiton miró a su antiguo aprendiz—. Dolfus, hijo mío... ¿qué piensas de esta situación? ¿Quizás son alucinaciones de un viejo mago y no estamos más que ante una simple tormenta?

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04/02/2012, 18:18
Oren Alston

En un rincón, sentado sobre un cochambroso taburete, Oren, al igual que los dos allí presente, se refugiaba en sus pensamientos "Menuda tormenta nos azota, ya van tres días así... seguro que mañana sigue igual". Aquella maldita tempestad mantenía a los tres dentro de aquella garita, aburridos. Su vista se paseaba por el lugar, no había demasiado que ver, pero menos aún que hacer. La conversación entre ellos era más bien escasa, por no decir nula, más no le importaba en lo absoluto pues, aunque quisiera, no encontraría nada que decir, además el silencio, a menudo, le resultaba más reconfortante que cualquier intercambio de palabras.

Unos pasos ligeros alertaron momentáneamente al cazador, que alzó la mirada hacia la entrada, pero rápidamente volvió a bajar la cabeza "Si que ha tardado...". El goblin hacía su entrada en el lugar, rompiendo la tranquilidad con su voz chillona precediéndole, como era natural en él -Burokt, podemos compartir un tazón, no tengo demasiada hambre así que con unas pocas cucharadas estaré satisfecho. Además ellos dos no tienen la culpa de tu torpeza...ni yo tampoco- Terminó en voz baja. A pesar de su proposición, sabía que seguramente acabaría quedándose sin sopa, pues rara vez el goblin sacrificaba algo para compartirlo con él.

Antes de que el verdoso ser pudiera responder, alguien apareció por la entrada de la garita. Esperó a que terminase de presentarse, y esperó aún más con la esperanza de que Beoval o Denis lidiasen con aquel desconocido. Pasó un par de minutos y ninguno hizo por dirigirse a aquella mujer. -Denis encárgate tú...-  Le dijo al cruzado, pero éste solo le devolvió una mirada triste y una leve negación con la cabeza.

Con un resoplido y evidentemente malhumorado Oren se levantó de su taburete y avanzó unos pasos hacia la entrada. El nombre de Fresno ex Mercere le sonaba, pero no recordaba cómo era su voz y bajo aquella capucha no podía comprobar su identidad -Quítate la capucha, no puedo verte la cara- fueron las únicas palabras, poco amistosas, que dirigió hacia la, por ahora, desconocida. 

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04/02/2012, 19:58
Fresno ex Mercere

Oren el Errante, tan desconfiado como siempre —clamó la mujer sobre la tormenta, para con un gesto enojado descubrir su cabeza. La fuerte lluvia mojó su corta melena castaña, mientras un brillo de enfado destelló en sus ojos. De un bolsillo de su túnica roja alzó un corto cetro—. Si has logrado ser capaz de aprender algo de los magos en este tiempo, sabrás distinguir el símbolo de los Boinas Rojas, explorador. Ahora, manda abrir esa maldita puerta o tendré que usar mi cetro contra esa dura cabeza con cuernos tuya.

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05/02/2012, 06:06
Beoval

El tono imperativo de la mujer puso a Beoval en guardia por un momento, "no me gusta que me molesten mientras como", así que levantó su cara del plato para mirar a Oren y preguntarle con un gruñido en su lengua vernácula : "¿Vinr?"; aunque luego recordó que el interpelado no conocía su idioma, así que añadió en todas las lenguas que conocía: "¿Companheiro?...¿amicus?" (sólo había podido aprender unas pocas palabras en latín, que se había dignado a enseñarle el maldito bibliotecario, por aquello de educar un poco a las bestias, pero aquélla era una de ellas)

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05/02/2012, 19:48
Dolfus ex Jerbiton

La sala ligeramente iluminada destellaba con los relámpagos que conseguían entrar por las ventanas, todo estaba dispuesto para desprender el aire de solemnidad que Grimgroth quería conseguir. Aquel formalismo por el que tanto habían discutido en el pasado.

Sentado en su silla Dolfus observó tranquilo la reunión en la que se hallaba, escuchó antentamente las aportaciones de los sodales, su carácter optimista le hacía pensar que tan grandes mentes hallarían la solución al problema. Los hechos iban surgiendo con naturalidad en el proceso de debate, las piezas estaban ahí solo había que unirlas solían decir los escritores de teatro.

La pregunta del primus escondía una trampa para su antiguo aprendiz, ambos eran conscientes de eso. Con esa idea en la cabeza el mago se dirigió hacia la ventana y miro la belleza de la tormenta, la irregularidad con la que el viento, los truenos y la lluvia pasaban ante los ojos del mago.

-Dudo que sean imaginaciones tuyas, la imaginación y tu nunca habéis sido muy buenas amigas-le respondió a su antiguo maestro, mirando por la ventana dirigiéndose a la lluvia, realizó un hechizo... Intellego Vim

Tras unos segundos de silencio dijo:
-Todo parece indicar que la lluvia es natural, no percibo nada mágico en ella-- les comunicó al resto para que empezasen a debatir de nuevo.

Con todo dicho Dolfus ex Jerbiton se quedó mirando a la ventana, el motivo de su reflexión nadie lo hubiera imaginado.
"Sturmaz, con eso se solucionará la tormenta" y acompañando a ese pensamiento, una carcajada.

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06/02/2012, 12:03
Oren Alston

Oren le indicó con un gesto a Beoval que siguiera comiendo. No pudo entender ninguna de sus palabras, pero que levantase su cara del plato, sin haberlo terminado aún, era sin duda un gesto de alarma.

Sin volver a dirigirse a la boina roja, caminó unos pasos hacia el lateral izquierdo de la garita y comenzó a girar el rodillo que retraía las cadenas que alzaban el rastrillo frontal. A continuación, emitiendo un largo suspiro y mirando a sus acompañantes, repitió la acción con el rodillo situado a la derecha, que alzaba el rastrillo trasero, dejando el camino libre hasta la puerta principal de Mistridge.

 

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06/02/2012, 14:06
Denis de Sade
Sólo para el director

Denis en cuanto vio que Oren empezaba a abrir las puertas puso una mano en la empuñadura de su espada, no sabiendo muy bien si era un acto reflejo o algo le decía que lo que allí ocurría esa noche, entre las luces de los rayos y lluvia intermitente no era una buena señal. Debo añadir que el templario aunque renegó de su cena voluntariamente no podía dejar de mirar penetrantemente a Oren y Beoval cada vez que sorbían sonoramente la sopa. 

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06/02/2012, 20:10
Fresno ex Mercere

La mujer cruzó el portón, nuevamente cubierta por la capucha.

Que uno de vosotros me escolte hasta Grimgroth ex Jerbiton —dijo seriamente. Entonces, miró atrás—. Que los otros estén atentos al camino... no me gusta esta tormenta... ni lo que trae con ella.

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06/02/2012, 20:13
Grimgroth de Mistridge

El antiguo Parens de Dolfus hizo un gesto despectivo al oír al mago: una de las pocas veces que abandonaba su seria mueca eterna.

Yo mismo comprobé si la lluvia tenía alguna particularidad, Dolfus. No me subestimes —su rostro volvió a ser de piedra. Con lentos pasos, regresó a uno de los ventanales—. Ya veo que Félix y Vulcris no parecen tener interés en el futuro del Valle, pero el resto... ¿qué me decís? ¿Qué postura creéis que deben adoptar los "alquimistas" de Mistridge cuando los campesinos de Javielle llamen a nuestras puertas, asustados, quizás con antorchas y picas?

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06/02/2012, 20:26
Félix Necromius

Déjalos que se acerquen a Mistridge —susurró Félix, con una voz sibilante—. No me vendrían mal algunos cadáveres para mis... experimentos.

La sonrisa del mago no iluminó su rostro, oculto por su oscura capucha. Era difícil discernir si bromeaba, o no...

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06/02/2012, 20:54
Dolfus ex Jerbiton

Dolfus había hecho justamente lo que su antiguo maestro esperaba de él, de ahí la trampa, y él por su parte había hecho exactamente lo que sabía que Grimgroth, la relación entre un un discípulo y su maestro siempre era extraña e indescifrable tal y como lo era el comentario de Félix.

Dirigió la mirada al primus y le preguntó: -¿Que se hizo la última vez que apareció el Jinete? , ¿Se alertó al jefe del consejo de Javielle?, Quizás no sea mala idea- -acabó añadiendo-.

Esperando la respuesta dirigió sus pensamientos hacía la idea de ver, con la excusa de ver a Joaquima,la actual Jefa del Consejo, la comedia que la asociación de actores itinerante de Toulose interpretaba al aire libre.

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06/02/2012, 21:59
Cicos Tremeris

- Si vinieran los campesinos culpándonos y con ánimo de enfrentarse a nosotros, habrá que dejarles claro y firmemente cuáles son nuestros respectivos sitios - espetó Cicos, con cierto desdén. - Ahora bien, ya sea un elemental o cualquier otro ser sobrenatural, quizás nos interese indagar en ello y, por tanto, terminemos ayudando a esos... campesinos.

Cicos realizó una pausa, considerando lo que acababa de responder y si había sido suficientemente claro. Por si acaso no lo había sido, continuó:

Creo, y espero coincidir con mis sodales de más experiencia, - miró secuencialmente a Grimgroth, Vulcris y Felix - que lo más beneficioso será investigar qué está sucediendo ahí fuera, no sólo porque los mundanos sientan de vez en cuando que sus superiores velan por ellos, sino también por las posibles alianzas, conocimiento o incluso vis que podamos obtener con ello.

El Tremere quedó más o menos satisfecho con su participación, con la curiosidad suficiente como para querer partir hacia la biblioteca cuando terminara el consejo y ojear los libros que hablaran sobre el Jinete de la Tormenta.

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07/02/2012, 01:10
Marlene Lemoine

Mirielh escuchó con atención los dichos de Felix. Hace mucho tiempo que estaba interesada en los experimentos de éste. Un nigromante era una persona interesante con mucho pesar. Pero sabía que no lograría nada aplicando sus artes para sacar información. Era un mago que estaba más allá, cada vez más cerca del Crepúsculo y más hermético que el resto.

Ahora bien, el resto poco se interesaban en las especulaciones de Grimgroth. Así que como Magos jóvenes y recién llegados, probablemente serían ellos los encargados en decifrar este misterio. Algo interesante pero que evidentemente quitaba tiempo en sus propios experimentos y creaciones...

Escucha atentamente a Cicos, y a Dolfus. Toma una de sus trenzas y se ponea a juguetear con ella. Emite un corto carraspeo de modo que capta la atención de sus interlocutores...Opino lo mismo que los sodales. Creo que habría que ver qué es lo que hicieron la vez que ocurrió lo mismo. A lo mejor, los libros de la Alianza nos puedan aportar alguna información al respecto la Maga medita un segundo...Así y todo, por más que el elemental controle de manera "natural" los fenómenos atmosféricos es un ser evidentemente mágico, y todos sabemos que la magia puede rastrearse, verdad?? dice pensando en voz alta...