Partida Rol por web

Clevor estableció su posición en la escalera, nadie subiría por allí mientras el se mantuviera en pie. La posición elevada era una ventaja que no dudó en aprovechar cuando el primer fragmento de hielo se acercó.

Con un golpe descendente provocó que su espada atravesara ruidosamente el hielo que formaba lo que parecía la cabeza, el cuerpo se desplomó mientras el encantamiento se desvanecía como rocío en la mañana. Quedaba otro más que venía detrás, el joven lo esperó listo para ponerle fin apenas diera un paso.

Tanto el pequeño Kellom como el bravo Clevor consiguen despachar a un par de enemigos, pero el combate dista mucho de haber terminado aún. Desde el norte de la sala, uno de los guerreros de hielo apunta con su brazo en dirección al gnomo. Seguidamente una descarga de aire ártico sacude a Kellom y Sombra. El gnomo, cuya apariencia envuelta en sombras, evita el impacto con un ágil movimiento pero Sombra no tiene tanta suerte y la arremetida gélida se adentra por todo su cuerpo, cubriéndo al pícaro con otra capa más de escarcha y helando sus huesos hasta el tuétano.

Sombra se encontraba exhausto. Aquel último impacto había sido demasiado. Decidió recuperar el aliento pasando a posición defensiva, si tenía suerte, viviría para contarlo.

Los carámbanos de hielo corrían por el torrente sanguíneo del mago actuando como pequeñas cuchillas que laceraban sus órganos desde dentro.

La hemorrágia era cada vez mayor y ésto tamibién contribuía a enfriar el cuerpo inconsciente.

Las gélidas criaturas siguen defendiendo su asentamiento con uñas y dientes, o carámbanos de hielo mejor dicho. Uno de los guerreros materializa una estaca helada, de un intenso azul helado, y la lanza contra Sombra. A pesar de que el pícaro está en una posición más defensiva, la estaca le alcanza y se queda clavada en su pecho, obligándole a caer rendido al suelo mientras se debate entre la vida y la muerte como su compañero tifling.

Los pequeños fragmentarios que subían del piso inferior lanzan su acometida. En la escalera derecha, uno trata de golpear a Clevor, pero el señor de la guerra bloquea el golpe con su escudo, que queda cubierto por una fina capa de escarcha. En el flanco izquierdo, el que estaba arriba intenta golpear a Travok, sin mucho éxito, mientras que el otro fragmentario se mueve rápidamente para acercarse hasta Kellom e intentar pillarlo con la guardia bajada, sin darse cuenta que él mismo ha descuidado su seguridad al pasar tan cerca del bravo enano...

El ataque que tenia contra el ser desprevenido fallo por mucho, pero aprovecho el avance para golpear a los dos que tenia en frente. Una vez derrotado se fue a por los cabecillas.

Kellom, mira ver si puedes socorrer a los caidos, animos nos defallescais, hemos llegado muy lejos para acabar en esta tumba fria. POR MORADIN!!!

Kellom se sentía totalmente agotado. Su derroche arcano y el esfuerzo físico le abrumaba. Sintió que necesitaba tomarse un respiro así que respirando con fuerza tomó una gran bocanada de aire y se preparó para continuar el combate moviéndose para localizar su nuevo objetivo maldiciéndolo.

Clevor no le dio una sola oportunidad al fragmento poseido que intentaba subir, apenas se movió de manera ascendente, su espada lo esperaba. Las escarchas volaron por los aires, y ese guerrero de hielo se esfumó con un apagado y glacial grito. Junto al torbellino de destrucción que era Travok habían podido contener a los que avanzaban escaleras arriba, solamente quedaban dos de aquellos seres de pie, no podían rendirse ahora, opr lo que exhortó nuevamente al pícaro ¡Escucha mis palabras Sombra, si no te levantas ahora todos en el gremio sabrán que eres un cobarde! esas palabras cargadas de autoridad lo comenzaron a traer desde la oscuridad. Muchas veces en situaciones desesperadas, las palabras amistosas no servían; la vida militar era dura y el cormyriano no conocía mucho más.

Tras esto lanzó un manotazo al cinto y tragó con presteza la poción que habían encontrado, sintiendo como su cuerpo recuperaba el calor y la fuerza.

Las duras palabras de Clevor parecen hacer efecto en el pícaro, que abre los ojos y saca fuerzas de flaqueza para sobreponerse al frío y al dolor.

La criatura más grande de las dos que quedan apunta al enano Travok con una afilada estaca de hielo recién creada y dispara. Pero el gélido proyectil se estrella contra el suelo, quebrándose en cientos de fragmentos diminutos e inofensivos a los pies del enano.

Los gritos de sus compañeros aceleraban el corazón de Sadrik que, débilmente, conseguía bombear sangre por su maltrecho cuerpo.

Posiblemente Sombra abrio los ojos y a continuación apreto el gatillo de su ballesta de mano, pero algunos dirían que fue en el orden opuesto y el pícaro disparo incluso antes de cobrar la consciencia. El proyectil iba dirigido a la criatura que luchaba con Travok. Sombra no se preocupó si le habia alcanzado, puesto que tenia el tiempo justo para ponerse de pie y alcanzar una posición mas estratégica.

El guerrero helado se aleja corriendo de Travok y conjura una nueva ráfaga de carámbanos que lanza contra el enano. Los fragmentos de hielo cubren casi la totalidad de la sala, pero tan solo Travok y Clevor sufren daño.

Kellom divisa a un objetivo al otro lado de la habitación. Con determinación corre dejando al warlord detrás y centra sus energías en este nuevo objetivo de hielo. Su cetro se mueve en el aire formando un círculo por encima de su cabeza. Su boca musita unas palabras y brotan de él un grito desgarrador que desentona totalmente con el aspecto del jovial gnomo. Un rayo féerico parte del cetro directo hacia el ser de hielo.

Despues del ataque del brujo, el enano avanzo hacia el guerrero de hielo con el arma en ristre mientras realizaba una plegaria.

Moradin, se testigo de mi hazaña, dame una porcion de tu poder para que entre en calor su fria alma.

La hoja del arma se impregno de fuego que aunque el ataque del enano fue torpe, empezo a desplazarse en el cuerpo del guerrero gelido, soltando una humareda al impactar dos elementos tan dispares.

Clevor cargó usando todas sus fuerzas contra uno de aquellos hechiceros de hielo, ésta vez Torm marcó su camino, haciendo que su espada brille y se incruste en el gélido cuerpo, provocando que salten cristales y vuele escarcha por los aires ¡Muere, por Torm, si es que tienes vida!