Partida Rol por web

El irlandés, al ver que la discursión con el "Romano" se disparaba, y no era cosa de permitirle al "Romano" salirse con la suya, la ametralladora se desvió ligeramente. Igual no era necesario, y si era inmortal, puede que esto le hiciera daño, pero poco más....pero sabría que nosotros estamos con los nuestros.

De todas maneras ... fue un desvío momentáneo, mientras la bronca perdurase.... y tampoco perdía el ojo de los alemanes capturados.

- Maldito Romano resentido....no jodas la marrana ahora.

Las palabras de Walter hicieron recapacitar a Mike, se miró sus manos que, sucias y agarrotadas por el frío, temblaban. Debía apartar ese odio insano que sentía. Estaba de acuerdo con Walter y una ejecución no le haría sentir mejor.

Por otro lado comprendía que los prisioneros quisieran irse pero recordó el motivo que les había traído a la fábrica. Tenían que fabricar munición y cualquier ayuda sería bienvenida, cuanto más armados y preparados estuvieran mejor.

-Yo creo que deberíamos encerrar a los soldados en el lugar donde estaban sus prisioneros. O´Connor tiene razón, a los liberados, despues de haberles rescatado, debemos hacerles una última petición, que nos ayuden con la munición que, al fin y al cabo es lo que nos trajo aquí.-

-Bien-asintió Lieber-si es posible, serían de gran ayuda.

Lo cierto es que aunque aquella gente no parecía que estuviese como para hacer nada, parecía lo más razonable. Con su ayuda podrían acelerar los trabajos y tener lista una cantidad de munició suficiente como para reabastecerse.

-Venga, pues. No perdamos tiempo. 

Franklyn se dispuso a cortar el paso a los prisioneros que ya estaban dispuestos a marcharse y les dio el alto levantando la mano. 

-¡ALTO!-.

-¡Maldita sea, Ocon! . No voy a dejar que hagas de juez y verdudo de esos hombres, por muchas atrocidades que hayan cometido.  Si lo haces ¿en qué nos diferenciamos? ¿Dónde está el perdón y la redención que proclamó Cristo?  Sí, ese mismo hombre al que atravesaste con tu lanza, si toda esta locura que hemos vivido es cierta.

-Estamos del lado de la luz, la luz no ejecuta, perdona, ofrece una posibilidad de curación. Si quieres matarlos tendrás que matarme a mí también porque no te lo voy a permitir.

-Por el simple motivo que nosotros pronto no estaremos aquí. Estaremos lejos, muchos kilómetros al norte. Y para cuando eso suceda Zephon podría dar con esta instalación y obtener información por la fuerza interrogando a los nazis que dejemos encerrados aquí. No podemos darnos el lujo de dejar a los nazis encerrados aquí o enviarlos a las líneas aliadas por donde avanza Zephon y los suyos. Es dejar mucho al azar.- se detiene para dar esa explicación, algo cansado de dar tantas vueltas sobre el asunto.

-Está bien, está bien. Aquí aguardo hasta que proponga una opción que no involucre a nuestro enemigo y estos nazis. ¿Qué tiene para proponer? – pregunta al doctor.

Franklyn se dispuso a cortar el paso a los prisioneros que ya estaban dispuestos a marcharse y les dio el alto levantando la mano. 

-¡ALTO!-.

Los dos camiones detienen su marcha a poco menos de un metro de Franklyn. En el primero de ellos, del lado del acompañante, se asoma por la ventanilla la mujer al mando provisorio de la columna. Es Szarlota.

-Amerricanos… ¿Venir con nosotros o qué? Irnos antes que refuerzos nazis lleguen. No tardar. – advierte al soldado agotado luego de tanta acción.

Apenas estuve ausente unos minutos, ¿qué se tarda en echar un vistazo bajo el capó de un par de camiones? Joder, y al regresar, parecía haberse precipitado todo.

Entre Ocon y Walter parecía haberse levantado un muro, parecían dos pistoleros bajo el sol de mediodía, enfrentando sus conciencias. O'Connor estaba posicionado junto a Walter, con la temible ametralladora dándole poder a la pose. Mike y Franklyn parecían mediadores, aunque sin demasiada convicción.

Era fácil adivinar el motivo de la disputa. Los alemanes.

Ey, chicos, esperad... señor, si me permite intervenir - dije, colocándome junto a Walter, mirándolo a la cara y dándole un poco la espalda a Ocon - sabe que le respeto, hemos luchado juntos ya un tiempo, es un buen hombre y eso no va a cambiar. Pero... siento decirlo pero Ocon tiene razón. No estamos en una batalla normal... hace ya que eso quedó atrás. La prioridad es fabricar las balas y largarnos, cuanto antes. Si dejamos a esos monos atrás y los encuentra el Demonio ese, los puede convertir en tipos inmortales, y ya viste lo que nos costó eliminarlos. En cualquier caso, ya estamos jodidos. La incursión esta no estaba autorizada, nos hemos adentrado en territorio enemigo, yendo por libre. Cuanto menos nos harán un consejo de guerra. Si encima dejamos atrás a esos nazis y acaban liándola... lo siento señor, Walter, no lo podemos permitir.

Miré al resto, y luego me centré de nuevo en Walter - Señor, a mi también me horroriza, pero no hay alternativa.

Franklyn - dije ahora, mientras me acercaba a Lieber que le había dado el alto a los polacos - esos camiones no nos son necesarios. Podemos coger el Kubelwagen y alguna motocicleta. Diles a los polacos que les echaré una mano para poner a punto los camiones y que no los dejen tirados, pero deben ayudarnos antes a fabricar las balas. Por las buenas, no olvidemos el calvario que han pasado y el que aun les queda. Pero, si no se prestan, creo que deberíamos avisarles de que los camiones se quedarían aquí, bajo nuestra custodia.

Regresé de nuevo junto a Walter, que seguía rumiando mis palabras.

Bien, señor, usted decide...

La situación empezaba a salirse de madre cuando Ocon, quiso ejecutar a los nazis, en parte como venganza de polacos, en parte para evitar que pudieran decir nada al enemigo. De mientras los polacos empezaban a marcharse en los camiones pero les necesitábamos para poder fabricar la munición con la que combatir a los demonios.

Había que decidir bien el siguiente paso por que podría desencadenar una serie de acontecimientos que ninguno queremos:-Me temo que tienen razón, cabo. Entiendo su moralidad y su juramento como médico pero en este caso tiene que actuar como un oficial del ejército y pensar en esto como tal.-comenté dando a entender que conocía y entendía las posturas de Walter y Ocon:-Pero si quieres acabar con ellos, podemos hacerlo sin necesidad de malgastar munición. Corrígeme si me equivoco, Walter, pero si les clavamos un cuchillos en la base del cráneo servirá, no?-añadí a continuación señalando mi propia parte trasera de mi cabeza:-Podemos hacerlo si somos capaces de convencer a los polacos que se queden y nos ayuden a fabricar la munición.-dije al final. 

-Por el simple motivo que nosotros pronto no estaremos aquí. Estaremos lejos, muchos kilómetros al norte. Y para cuando eso suceda Zephon podría dar con esta instalación y obtener información por la fuerza interrogando a los nazis que dejemos encerrados aquí. No podemos darnos el lujo de dejar a los nazis encerrados aquí o enviarlos a las líneas aliadas por donde avanza Zephon y los suyos. Es dejar mucho al azar.- se detiene para dar esa explicación, algo cansado de dar tantas vueltas sobre el asunto.

-Está bien, está bien. Aquí aguardo hasta que proponga una opción que no involucre a nuestro enemigo y estos nazis. ¿Qué tiene para proponer? – pregunta al doctor.

-¿Y qué información va a obtener ese... Zephon? ¿Qué un grupo de locos americanos ha hecho una incursión más allá de las líneas enemigas? -Walter mira por encima del hombro de Ocon, Blachowicz y Yakovlevich se acercan hacia ellos. Continúa tratando de razonar con Ocon.

-Lo que propongo es ceñirme a la doctrina de ese dios al que reverencias y ser mejores que los demonios que quieren acabar con el mundo. Poder mirarnos al espejo, Ocon...

Cuando llegan los dos soldados, el legionario sonríe, como si supiera lo que va a pasar.

Walter los escucha detenidamente y su rostro va demudándose, siente un escalofrío que le recorre todo el cuerpo, pero sus tripas siguen diciendo lo mismo. Se yergue mirando desafiante a Boris y a Billy.

-El ejército de los Estados Unidos no ejecuta prisioneros ni comete crímenes de guerra. Nuestras órdenes quedaron invalidadas cuando las líneas quedaron arrasadas, hemos hecho lo que cualquier combatiente, dañar al enemigo, pero no vamos a matar a sangre fría a esos hombres... y esos niños -Walter recalca la palabra, recordando la mirada aturdida de los chavales confinados en los barracones este-. Antes prefiero liberarlos -murmura con un deje de desesperación, luego alza la cabeza-. Es mi última palabra, tomaremos la mejor decisión operativa que no implique asesinatos.

-Resolvamos primero la fabricación -decide de pronto. Es mejor que tengamos algo más que hacer, parecen implicar sus palabras-. Vamos a explicárselo a los polacos. 

Sintiendo la misma incertidumbre que si liderara un asalto a una trinchera enemiga, ¿lo seguirías los hombres?, Walter se encamina hacia la puerta donde se aprestan los prisioneros. ¿Cómo demonios les va a pedir que fabriquen munición de hierro puro? ¿Qué van a pensar?

-Gracias Billy, de momento aún sé cómo tratar con una señorita-contestó Frank antes de volverse hacia la mujer que se había asomado desde el primero de los camiones-Claro, Madmoiselle. Pero no quisiera yo que el camión les dejase tirados en un páramo nevado. Permítame que los revisemos y ustedes a cambio podrán hacernos un favor a cambio de eso y de salvarles la vida. Y luego nos marcharemos, ustedes a casa y nosotros a seguir matando nazis ¿de acuerdo? Mientras, no tienen nada que temer. Ya ha visto cómo nos las gastamos con esos come salchichas ¿verdad? Pues hale, den la vuelta y lo hablamos ¿si? No tenemos tiempo que perder. 

A pesar de su habitual tono socarrón, Frank permanecía con sus manos aferrando con fuerza su subfusil. Sabía que esta gente se encontraba en una situación desesperada y podía ser imprevisible. La tentación de acelerar y pasarle por encima existía y se debía encargar de disuadir a aquel que lo pensase de hacerlo. 

Walter avanza con paso firme hasta la entrada, apoya ligeramente la mano en el hombro de Lieber.

-Gracias, Franklyn -susurra.

-Señorita -comienza el cabo-. Hay mucho terreno copado por los alemanes. Les indicaremos el camino que creemos más seguro hasta las líneas aliadas, además, revisaremos los vehículos para asegurar que funcionan correctamente, pero necesitamos su ayuda.

-Necesitamos su experiencia para fabricar ciertas... -Walter duda un momento- Cierto equipamiento. No les llevará mucho tiempo. Creo que nos permitirá asestar un golpe duro a los alemanes, por favor.

Walter había convencido a Mike. No mataría a aquellos prisioneros. Pero ahora la prioridad para todos estaba clara, fabricar las balas. Y tenían que darse prisa, si lo que decía aquella mujer era cierto tendrían que volver a lidiar con los nazis y puede que los refuerzos les superaran. Ya estaban intentando convencerles.

Por su parte Mike tomó un poco la delantera y comprobó las instalaciones, esperando que las  negociaciones cuajaran quería comenzar a trabajar.

-¿Y qué información va a obtener ese... Zephon? ¿Qué un grupo de locos americanos ha hecho una incursión más allá de las líneas enemigas? ... -Lo que propongo es ceñirme a la doctrina de ese dios al que reverencias y ser mejores que los demonios que quieren acabar con el mundo. Poder mirarnos al espejo, Ocon...

Zephon es un Grigori, un ángel caído. No olvide doc lo que Imperius hizo al meterse en sus mentes, pues Zephon pese a no tener sus alas todavía conserva sus habilidades celestiales. Por eso mismo estos alemanes de aquí –señala la barraca donde se encuentran encerrados- son un cabo suelto.

Okey, como quiera. Solo que luego de fabricar la munición que necesitamos tendrá que decidir el destino de los nazis. Voy a revisar la maquinaria de la fábrica. Que no se haya dañado durante el combate. –

Y habiendo soltado sus conjeturas el centurión se pierde de vista dentro de la fábrica de ladrillo y acero.

Mike sigue los pasos del centurión hacia la fábrica mientras la mujer escucha atentamente a los americanos y luego ordena al conductor apagar el motor del camión. Luego baja del vehículo y se aproxima a ellos.

-Fabrica servir para balas. ¿Qué querer fabricar? – pregunta con curiosidad

-Tiempo no sobrar. Si ser munición poder fabricar mucha en pocas horas – añade…

Franklyn sonrió a la señorita, dándole a entender que había dado en el clavo.

-Balas. Muchas y de un tipo especial. Y es cierto, el tiempo no sobra, así que pongámonos a ello de inmediato y le diremos cómo.

De vuelta apoyó una mano en el hombro de Ocon. 

-Mi querido amigo, no olvide que los nazis, a pesar de ser unos malnacidos, son también hijos de Dios, tentados por el demonio. No tengo inconveniente en matarlos en el campo de batalla si es necesario, pero ¿ejecutar prisioneros?¿Es un chiste de romanos o algo así?

Lo sabía. Sabía que ese campurriando de monte arriba no le defraudaría. Sabía que haría lo que tenía que hacer. - Por eso lo he mandando con "Doc" y a parar a los "Polsky". Se sentía satisfecho mientras se recolocaba, orientando la MachinenGunen... Maschinengewer o como se llamara aquella "Segadora de Hitler", hacia los Prisionero de Guerra con uniforme del Reichsadler ".

Mike acompañaba a Ocon, como él, había pensado que era buena idea ir revisando la fábrica para ponerla en marcha cuanto antes.

-Oye, una pregunta si las balas que tenemos que hacer son de hierro ¿tendremos que fundir y forjar los proyectiles no? o ¿hay municion de hierro lista?. En ese caso el trabajo se podría complicar. Por suerte parece que los prisioneros liberados están dispuestos a ayudar.- Seguía caminando pensativo, y la lengua se le soltaba. -¿Realmente crees que deberíamos deshacernos de los nazis? Porque no me parece muy cristiano matarlos, acaso no se predica el perdón.-