Partida Rol por web

Sanders fue saludando a cada uno de los hombres que iba encontrando mientras se acercaban, había sido una dura batalla y el encontrar vivos a sus compañeros era un regalo.  Tala se había llevado la peor parte y yacía muerto con múltiples heridas.  Steve asintió 

- Yo te echaré una mano

Permanecerían en aquel lugar el resto de la noche por lo que había tiempo para honrar a un hermando de armas. 

- Somos pocos y las torres son objetivos envidentes, es mejor que que levantemos los cadaveres de los alemanes dejando ver la cabeza y el casco para aparentar normalidad o dar un objetivo falso a los posibles atacantes. 

El oficial nazi se encontraba lustrando sus botas, tan absorto de todo lo demás que únicamente la llegada del doctor fue lo único que interrumpió su labor.

Escuchó con desgano al cabo, sin prisas ni peros de por medio, y cuando este finalizó recién ahí respondió con total naturalidad.

-La razón la tiene usted, por ser el vencedor. Y por ello mismo, y por su palabra y juramento hipocrático además de la Convención de Ginebra, debe respetar la vida de sus prisioneros. Especialmente la de mis hombres… - señala al atajo de niños y ancianos uniformados – y si aun así reclama sangre por sangre no me importa pagar con la mía a cambio. – finaliza para ordenar sus elementos de lustre a sus botas. Un trapo sucio y un frasco de betún americano.

Franklyn examina el garaje, evaluando rápidamente y sin entrar en detalles, para determinar los vehículos óptimos para salir de allí en caso de necesidad. Billy pasa por allí a dar una mano y opinión al respecto. Quizás luego deberían volver y dedicar algo de tiempo.

Poco mas tardes Steve y Boris llevan adelante el entierro apropiado para Tala. Luego de eso el ruso fue convocado para algo más.

Afuera Brannagh, con ayuda de Billy, Mike y Boris, revisaron a todos los alemanes y les despojaron de las pertenencias que no sean estrictamente personales*, para luego encerrarlos definitivamente en la barraca seleccionada para tal uso.

Una de ellas preguntó por qué seguían vivos:-Por que os necesitaban para hacer la guerra.-

-No nosotros. Nos matarían hoy, decir un nazi de traje y sombrero negro – responde un poco mejor en alemán la mujer, cuyo acento es notable. 

Señora -se dirige a la maestra, que parece lo suficientemente entera-, por favor, ayúdenos a preparar la comida. Yo debo atender a los heridos, si alguno precisa atención médica, pídala.

- Szarlota – responde la mujer que antes se había identificado como maestra escolar y extiende la mano al médico y a los demás. – Mujeres ayudar con la comida y vendas. Heridos no hay. Nazis no permiten heridos – contesta con cierto odio a los prisioneros alemanes. Especialmente por el oficial del parche, al cual más de un prisionero le ha lanzado una maldición.

Conforme recuperan energías los prisioneros ofrecen a los soldados su ayuda, para lo que sea, con tal de salir de allí pronto. Es un sitio que les recuerda constantemente los horrores que han experimentado.

Frank se incorporó esbozando una mueca de dolor.

-Los vehículos están bien. Servirán para escapar. 

Se limpió las manos con el primer trapo que tuvo a mano. Eran buenas noticias, pero no hicieron que sus compañeros se sintiesen mejor. Era más lo que había que lamentar que lo que había que celebrar. Pero pensaba que en esta situación cualquier buena noticia sería bien recibida. Si lo era, no se lo pareció.

-Bien...acompañaré a Doc. 

Quería ver como funcionaba esta matraca. La había visto "andar" en manos enemigas, pero, si se le escapaba una ráfaga, quedaría como un negado peligroso, así que su dedo quedó fuera del guardamontes, lejos del gatillo, para no tener un accidente. Ya no digo una ráfaga que hiriese o matara a nadie, sino que disparara a un montón de tierra y entonces, el respeto que pudieran tener los boches por estar una MG apuntándoles, se desvanecería.

Se quedó como apoyo, por si los soldados intentaban alguna.

Le hizo un gesto para el francotirador, para que se acercase y no quería que se le escuchara, lo que tenía que decirle.

Mike se disgustó al descubrir la muerte de Tala, áun más al darse cuenta de que les había ayudado y quizá, le debían la vida. Pero lo que hundió al joven soldado fue descubrir las fosas y ese montón de cadáveres esqueléticos. Abrumado por tal horror pudo sentir como algo se rompía en su interior. Ya no sintiera pena por aquel otro motón de cadáveres que había formado con la ametralladora, pero ahora incluso podría decirse que estaba orgulloso de haber quidato de enmedio a aquella escoria capaz de tales atrocidades.

Obedeció la orden de registrar a algunos prisioneros y, por supuesto lo hizo con brusquedad, para Mike aquellos soldados habían dejado de ser humanos, y con ello habían perdido cualquier derecho. Al registrarlos no encontró ningún arma nin nada que pudera ser considerado amenazantes, salvo un par de balas perdidas en algún bolsillo, eso le disgustó, ya que le hubiera gustado tener alguna excusa para deshacerse de ellos. Si encontró algun amuleto, o un recuerdo familiar y llamó la atenció una foto. En ella se veía a una hermosa mujer pero aparentaba bastante mayor por lo que dudó de si el alemán guardaba una foto de su madre o de su novia, a punto estuvo de preguntarle pero recordó que, realmente, no le importaba en absoluto.

Cuando oyó hablar al oficial aleman sintió nauseas:

-Si quiere pagar con sangre no me importaría ser el cobrador.- Dijo antes de lanzar un escupitajo al suelo.

Walter no se esperaba esa frialdad por parte del comandante de campo, por un momento pensó que era un hombre de honor, como había oído de muchos oficiales alemanes, no un mero carnicero.

-Sabe que no lo haré, herr Rheingold, pero no me tiente. Si esos desdichados -señala a su espalda- decidieran tomarse la justicia por su mano, no podría detenerlos. Ninguno de mis hombres levantaría un dedo para salvarlos. Pero soy un hombre de palabra y, aunque me pese, cualquier vida me es preciosa, pero, por todo lo sagrado, no me ponga a prueba.

Sin esperar un saludo que no llegará, Walter se gira bruscamente sobre sus talones, casi chocando con Mike y con Franklyn, que acababa de llegar. 

Ahora es consciente del problema que tiene entre manos.

-Voy a pedir a Vincent y Halloway que os releven (*). Luego, nos reuniremos al pie de la fábrica.

Luego, cuando se junten, les expondrá su idea. Es una situación que cree que deben decidir entre todos, pues trasciende a cualquier cosa para lo que les hayan preparado (**).

***

Una vez estén todos juntos, les dice lo siguiente:

-Estamos en una situación excepcional. No sólo por la misión que tenemos entre manos, sino porque somos responsables del destino de estas personas (los prisioneros) y de los alemanes (a parte del comandante, unos niños y unos ancianos).

Debemos decidir qué hacer con ellos antes de continuar y no es algo sujeto a la cadena de mando o a las reglas de la guerra. No podemos llevarlos con nosotros, no podemos dejarlos aquí. Son prisioneros y como tales debemos tratarlos.

Somos mejores que ellos, aunque las tripas me piden que les demos el mismo destino que reservaban a sus prisioneros, no es digno de nosotros. Encarnamos otros valores. Quiero verlos juzgados y colgados si así lo decide un tribunal, pero nosotros no somos quienes. 

Por otro lado, tenemos una responsabilidad con las personas que hemos liberado. Debemos asegurarnos que lleguen sanos y salvos a nuestras líneas.

Mi idea es que dos de nosotros los dirijan por donde hemos venido, hasta que estén a salvo... y se hagan cargo de los prisioneros. 

No veo otra solución, pero quiero escuchar todas las opiniones.

Después de que decidamos esto, Ocón, forjaremos las armas que necesitamos... y continuaremos hasta donde nos indiques.

Siguiendo la orden de Walter esperé junto al resto en la entrada de la fábrica para que nos comentara la situación y nos pedía nuestra opinión:-No veo mal lo de escoltar a los prisioneros liberados de vuelta a nuestras lineas pero de los alemanes, yo los dejaría encerrados dentro de uno de los barracones para que la policía militar se encargue de ellos. No arriesgaría la vida de nadie para escoltar a los alemanes como prisioneros de guerra sin una escolta del doble de ellos.-comenté seriamente dado que era lo que pedía:-Señor.-añadí dandome cuenta de que no había terminado del modo formal. 

Si me lo permite... - dije, interviniendo justo después de Boris tras el planteamiento hecho por Walter - ... estoy con usted y a la vez no, no se si me explico. Somos mejores que ellos, eso está claro, si no, hablaríamos su maldito idioma y no el nuestro. Es una opción, escoltarlos y luego tratar de recuperar el terreno perdido y unirnos de nuevo. Esto plantea un inconveniente, y es lo... extraño... de la situación. Es muy poco probable que volvamos a encontrarnos, e incluso de que contactemos con los nuestros. Estamos en terreno enemigo, señor.

Di una última y larga calada al piti que me había encendido justo al regresar del registro y finalicé mi intervención.

Por otro lado, dejarlos aquí sería, en cierto modo, arriesgado, por muy bien atados que pudiéramos dejarlos. Pero creo, con todo respeto, que es mejor opción. Bien separados, atados y amordazados. Los nuestros no deberían tardar más de dos o tres días, estos hombretones... esos arios superhombres podrán sobrevivir a ese, a esa... a ese mal menor. 

Y puede contar conmigo para lo que se tercie, ya sea de escolta ya sea de avanzadilla. Tengo buenas piernas, y además, encontré esto en la torre - dije mostrando la pequeña botella de aguardiente a la que ya le quedaba apenas un par de tragos, y no grandes, precisamente - y esto en la guerrera de uno de esos malnacidos - añadí en referencia al registro de los prisioneros alemanes y la cajetilla de cigarrillos con al menor doce pitos.

Y, tras devolverme el saludo el bueno de P. Sanderson, me encaminé de regreso a los garajes para una revisión a fondo de los vehículos.

Marcus ahora toma la palabra. En sus manos tiene su tommy gun y en un bolsillo puede verse dos cargadores de su arma.

-Las atrocidades que se han cometido aquí son mucho peores que todo lo visto antes. Roma “decoraba” sus carreteras con crucifixiones de los enemigos derrotados, pero esto es mucho peor- afirma al cargar su arma y amartillarla.

-Sus almas pútridas no tienen salvación y permitirles vivir tan solo se volverán un problema para nuestra misión. No podemos perder más hombres escoltando a estos asesinos a las líneas aliadas. Yo me ocupare, porque tampoco podemos perder tiempo sin fabricar munición especial. Zephon podría llegar en cualquier momento… - finaliza.

Entonces el centurión comienza a alejarse en dirección a la barraca donde se encuentran los prisioneros nazis.

Con el centurión tomando la iniciativa luego llega la vocera de los prisioneros del campo. Szarlota y los demás se habían cambiado de ropas, dejando los trajes de prisioneros a rayas en una pila sobre las tumbas abiertas para luego prender fuego y así cremar a sus compatriotas sin un entierro apropiado.

-Yankis. Nosotros ir al oeste. Dejar comida en la cocina para ustedes. Adiós y gracias. – anuncia la mujer a Walter y los demás, para luego coger una bicicleta e ir junto a aquellos que se encuentran lo suficientemente bien como para caminar.

El resto, los menos afortunados de salud, han subido a los dos camiones donde choferes designados comienzan a maniobrar los vehículos para salir de allí cuanto antes.

El cocinero regresa a toda carrera desde su puesto de vigilancia, dejando a Vincent solo con la tarea, para dar aviso de algo importante que acaba de descubrir.

-¡Hey! ¿Han dado los camiones a los polacos? ¡Se marchan! – advierte algo nervioso.

Frank se sentó con cuidado. Las heridas dolían. Bebió de su cantimplora un trago largo antes de hablar.

-No tenemos tiempo que perder.Encerremos a los prisioneros nazis. Si tenéis miedo de que puedan hacer algo, haremos guardias. Y respecto a los liberados, dejad que se lleven algún vehículo. Hay de sobra para lo que podemos necesitar. Hacemos las balas esas y nos vamos. Creedme, me encantaría quedarme a descansar hasta curarme por completo, pero creo que estaremos de acuerdo en el tiempo apremia. Mientas estamos aquí los amigotes de Satanás andan por ahí haciendo de las suyas.

Al hablar, mientras vigilaba con la MG a los prisioneros se acordó: - Ostias, es verdad, habíamos venido a hacer un tipo de balas especiales para no se ... se .... que mierda que quiere el "Romano". Frank se lo había recordado. - No dejéis que se marchen los prisioneros ... de los boches. Primero que nos ayuden y luego como regalo darle el vehículo que quieran. Que nos ayuden a hacer la munición esa que necesitamos.

Seguro ellos eran más diestros. - Dadles de comer, dejadles descansar y explicar que necesitamos para pelear con sus verdugos y carceleros. Seguro que intentan algunos ayudarnos, para poder pelear contra ellos. Seguro sabían manejar la maquinaria, no joderla como puede que nosotros lo hiciéramos e incluso, si lo hacíamos bien, ellos serían más rápidos. - Excusarse con que son balas para romper los blindajes de algo y las necesitamos para librar a más gene de otros campos. Igual en alguno de ellos había más gente, más vecinos o familiares suyos ... más inocentes en manos de aquellos cabrones. Ya empezaba a aflorar su "sangre natal" y el fuego que corría por ella.

El rugido de los camiones al arrancar ahoga las palabras que Walter iba a responder a Blachowicz, Walter comprende que ha perdido el control de la situación, si alguna vez lo había tenido.

-¡Aseguraos que no se llevan nada que necesitemos! -grita y echa a correr tras Ocon.

Walter lo alcanza a mitad de camino y lo agarra del brazo.

-¡Maldita sea, Ocon! -grita-. No voy a dejar que hagas de juez y verdudo de esos hombres, por muchas atrocidades que hayan cometido.  Si lo haces ¿en qué nos diferenciamos? ¿Dónde está el perdón y la redención que proclamó Cristo? -nota una vacilación en Ocon al pronunciar la palabra Cristo- Sí, ese mismo hombre al que atravesaste con tu lanza, si toda esta locura que hemos vivido es cierta.

Rodea al legionario inmortal y se interpone en su camino sin dejar de sujetarle del brazo.

-Estamos del lado de la luz, la luz no ejecuta, perdona, ofrece una posibilidad de curación. Si quieres matarlos tendrás que matarme a mí también porque no te lo voy a permitir.

En ese momento, Walter se da cuenta que no ha recuperado su pistola de manos de O'Connor.