Partida Rol por web

El Mayor asiente, en respuesta a la propuesta de Walter.

-Desde luego. Hay material suficiente.- responde brevemente.

-Iré a formar a mis hombres- añade y saluda, de manera militar, al sanitario.

Luego el oficial al lado de la puerta habla hacia el interior, dando órdenes fuertes y claras que depongan sus armas y se formen en la “plaza” de la fábrica. Es decir, donde ambos antes hablaban.

Cuando ambos líderes de cada bando terminan de hablar el oficial germano realiza el saludo miliar y se vuelve hacia la barraca donde sus hombres aguardaban la resolución de la rendición.

El Mayor, al lado de la puerta habla hacia el interior, dando órdenes fuertes y claras a sus subordinados para que depongan sus armas y se formen en la “plaza” de la fábrica. Es decir, donde ambos antes hablaban.

Posteriormente una docena de alemanes se forman y aguardan instrucciones. Ninguno lleva objetos encima, más que el uniforme y otros con el uniforme a medias al ser sorprendidos durmiendo. Todos han dejado las armas en el pórtico de las barracas.

La mitad ayuda a mantener en pie al resto, porque hay algunos heridos que apenas pueden caminar por sus propios medios. Y frente a ellos el oficial aguarda por las instrucciones de Sanderson.

¡De puta madre, gracias señor! - dije, en un quedo susurro, mientras señalaba al Todopoderoso y tomaba en mis manos la preciosa botella de aguardiente que el soldado alemán me había dejado en herencia. Salvo eso, en la "atalaya" no había nada más. La ametralladora que O'Connor me había pedido solo que - solo que ¡joder! Aquí arriba está bien, pero a cuerpo en pie será más un estorbo que otra cosa.

Aun así me la cargué al hombro y descendí, asegurándome bien de que la botella estaba fija, asegurada, a salvo, escondido de modo prudente bajo la casaca. Cuando llegara el momento de los tragos ya repartiría, a la salud del Kartofeln hijo de puta.

Entré entonces en la cabaña donde Boris cuidaba de Franklyn, el cual ya estaba consciente, menos era nada.

Hombre, Lieber, me alegro de verte entero, chaval - dije, acercándome hacia el herido y peinándole un poco el pelo, en un gesto cariñoso que solo los que se juegan la vida en el barro bajo el fuego enemigo saben de su importancia - toma, bebe un trago - añadí, tendiéndole la botella de aguardiente - si, a la mierda con la prudencia, el sigilo, y el guardar para más tarde...

¿Donde está O'Connor? Le traigo un regalito - y en ese momento mostré la ametralladora pesada que me había traído desde la torre dejándola apoyada en la pared, junto a la puerta.

Walter eleva la voz para dar algunas órdenes, esperando sonar lo suficientemente marcial.

-Doherty, Holloway, Riley, escolten a los prisioneros hasta aquellos barracones -señala el pequeño edificio de madera situado más al este, que el Sturmbannführer Rheingold ha identificado como la enfermería-, que lleven allí a todos los heridos. Les atenderé lo antes posible, en cuanto aseguremos el lugar. 

-Yakovlevich, que se reúnan los demás, hay que asegurar el campo. Necesito un enlace con los prisioneros liberados, nos ayudarán a asegurar el lugar. No quiero ningún desmán ni ninguna venganza -eleva la voz para que Rheingold pueda oírlo-. Se respetará escrupulosamente la convención de Ginebra.

Mike asiente con la cabeza y sale rápidamente para cumplir la orden.

Realmente la guerra lo estaba cambiando, se sintió totalmente indiferente al ver a los prisioneros heridos pero no les trató mal. Dió por hecho que se ayudarían entre ellos y rifle en mano les dió indicaciones para que se movieran. Realmente seguía sin fiarse por lo que mantuvo cierta distancia. No se mostró amable, no quería parecerles blando. Chapurreaba alemán mientras les indicaba dónde debían dirigirse.

.-La verdad es que eso ha sido épico.-dije y tras escuchar la orden, miro a Mike que se mueve obedeciendo las ordenes y me dispongo a ir a buscar primero a Brannagh, Lieber y Billy para poder llevar a Lieber a la enfermería pues era el que más lo necesitaba en ese momento. Tanto yo como Bran podíamos esperar un poco para ser atendidos por Walter:-Venga vamos a llevarle a la enfermería.-dije tras llegar a la torre donde estaban ellos:-Ya habéis oido a Walter no podemos hacer nada contra los alemanes así que vamos a obedecer.-comenté mientras cargábamos a Lieber hasta la enfermería. 

.-Billy puedes ir a hablar con los prisioneros liberados yo iré a buscar a Tala y a Steve y nos organizaremos con ellos para cubrir el complejo.-comenté mientras fui a buscar a Tala y a Steve. 

Steve permaneció en su posición hasta que finalmente los alemanes depositaron las armas y tras un último vistazo parecía que no había ninguna nueva amenaza.  El especialista sonrió al ver que Boris salia en su busca ya que tenía la seguridad que no le encontraría.

El peligro había pasado y Halcón levanto el vuelo finalmente saliendo de su última posición, los demás pudieron verlo mientras se acercaba por en el flanco este justo en la línea de visión donde estaban reunidos.

Parece que después de todo lo hemos logrado

-¿Entones es verdad?-dijo Franklyn-¿Hemos ganado?

El soldado no daba crédito. Cuando había caído inconsciente, pensó que todo estaría perdido. Entonces despertó en un lugar cerrado donde varios de sus compañeros estaban atrincherado para esperar lo que pensó que sería su destino fatal, acorralados por el enemigo. Pero al parecer la situación era muy diferente. 

Alguien le traía una "matraca" y munición. Era como si Papá Noel hubiera llegado ya.

No hay mejor "acicate" para los prisioneros que ver una ametralladora, preparada para abrir fuego sobre ellos, si se descantillaban lo más mínimo. - Seguro que se portan bien "Nena", seguro que se portan bien. Así que mientras agrupaban a los prisioneros, les amontonaban y ponía bajo custodia, él preparaba la nueva adquisición y la preparaba para abrir fuego si era menester.

Ya había dado "Doc" las órdenes, y él, como especialista, no estaría en el grupo, pero tenía que apoyarles en las maniobras y situaciones en las que se empeñaban.

Mientras recapitulaba. No había podido contar cuantos boches había segado con la ametralladora coaxial, pero, el volar un "Pantera" con otro "gatito" similar era digno de mención. Estaba satisfecho consigo mismo, pero se sentía feliz de que hubiera terminado la batalla y no hubiera que lamentar ningún muerto entre ellos. Entonces preguntó: - Olle ¿Y el "Romano" donde está?

Habiendo concluido el combate, y con la capitulación de los alemanes, el grupo pronto asegura el campo de trabajo y para el amanecer Oldingham es de ellos.

Las noticias no son pocas, porque siempre existe un precio que pagar.

Tala fue hallado muerto en la torre suroeste. Un disparo en la cabeza dio fin a su vida, para terminar reposando sobre el cadáver del guardia original de la torre. En su corta, pero intensa, defensa con la ametralladora de la torre el americano originario había logrado dar tiempo a Walter y a Mike para que estos se refugiaran en la fábrica de municiones.

Aaron y Vincent habían logrado su cometido de liberar a los prisioneros, solo que temiendo lo peor para la misión habían huido con las casi ciento cincuenta personas hacia el bosque para luego Vincent regresar a dar apoyo desde el interior de una barraca de prisioneros. Desde allí atacó al pelotón que mantenía a raya Mike con la MG42; hasta que Brannagh antes de abandonar el tanque capturado logra destruir al otro Panther. Desde allí solo fue cuestión de presionar y presionar a los alemanes para que los elementos restantes se refugiaran en su barraca y aceptaran la rendición impuesta por Walter. El tanque capturado y los ataques de Halcón fueron una carta inesperada para los defensores nazis.

Los prisioneros son en su mayoría de Europa del este, de los países anexados por el Tercer Reich. Polacos, Húngaros, Yugoslavos y otros países satélites que Rusia invadió poco después. En su mayoría civiles opositores al régimen Nazi, políticos, intelectuales y soldados mutilados cuya amenaza es nula para el campo de prisioneros.

-¿Por qué Nazis dejar vivir?- Pregunta una mujer escuálida y maloliente con su precaria habilidad del idioma ingles. La mujer era maestra escolar.

El odio a sus captores por parte de los prisioneros tiene sus justificaciones. De casi dos mil prisioneros en los últimos meses, y con el avance de los Aliados, la mayoría de ellos –judíos- fueron ejecutados o simplemente encerrados hasta la muerte por inanición cuando la munición empleada era un gasto que no se podían permitir. Debían fabricar munición las veinticuatro horas al día para abastecer el contraataque y la “derrota definitiva” de los enemigos.

Incluso al momento del rescate los prisioneros llevaban meses sin un poco de agua para asearse y tan solo unos gramos diarios de pan rancio y sopa aguada de patatas.

El horror autentico son las fosas a cielo abierto que se encuentran en la parte trasera de Oldingham. Allí arrojaban a los muertos de cada día y a aquellos que eran fusilados ante el menor desacato o reprimenda. No había ningún miramiento, ni interés, por preservar las vidas de los prisioneros.

 

Tumbas comunes. Enormes tumbas pobremente cubren los cientos de cadáveres apilados unos encimas de otros. Una sola fosa común a medio cubrir devela los cuerpos de prisioneros, hombre y mujeres de todas las edades, tan delgados que podrían ser esqueletos andantes si aun vivieran. Mugrientos, desnutridos, calvos parcialmente por enfermedades y quien sabe que más. Todos allí yacen, en sus pijamas de rayas, a la espera del siguiente alba donde los guardias (o tal vez otros prisioneros) terminen la tarea de enterrarlos.

De no ser por la inanición y las enfermedades los prisioneros habrían logrado escapar cuando, semanas atrás, la mayor parte de la guarnición fue llamada al frente de batalla y reemplazada por novicios y reservistas con nula capacidad de combate. Incluso con las oportunidades habrían sido abandonados a su suerte cuando los nazis huyeran, al anticipar la llegada de los liberadores.

En el garaje se contabilizan dos camiones de transporte y carga Henschel, un kubelwagen y dos motocicletas. Finalmente un sd kfz 11, un camión semi oruga, descansa por siempre bajo una lona al necesitar reparaciones en el eje delantero. Los demás vehículos son funcionales.

Finalmente el conteo de armamento es suficiente para equipar a un centenar de soldados para toda la guerra y más. Hasta las provisiones que pudieran necesitar se encuentran al alcance en los depósitos. El caso del combustible es poco y nada. Apenas para abastecer uno de los vehículos del garaje y rodar cien kilómetros a lo sumo.

El ultimo en aparecer es Marcus/Ocon, quien habiendo eliminado a la mayoría de los guardias del lado sur había subido a la torre sureste para dar cobertura con la ametralladora de allí.

Al ver la masacre que había tenido lugar allí, Frank se descubrió la cabeza y aún en su maltrecho estado, dedicó una oración por las almas de aquellos pobres infelices, incluida la de Tala, su compañero caído en combate. Dados los medios con los que contaban, la ofensiva había sido un éxito, pero eso no podía evitar que lamentara cada pérdida.

Luego se dedicó a supervisar los vehículos que había en la zona, si disponían de combustible, etc. Les podrían servir de gran ayuda en lo que les esperaba por delante. Luego tendrían que ponerse con lo de la munición, pero le tranquilizaría asegurarse de que tenían un plan de escapada en caso de que los nazis pasasen al contraataque, que no tardarían en intentarlo. 

Sonreí a Steve al verle con vida, puesto que desconocíamos el estado del resto del equipo una vez que nos separamos antes del asalto a la fábrica. Descubriendo que Tala había sido abatido y que ya no contaríamos con su apoyo, decidí sacarlo de su lugar de descanso para enterrarlo en otro lugar:-Quien me ayuda a enterrar a nuestro amigo?.-dije mientras cargaba el cuerpo del compañero abatido. 

Una vez hecho el último adiós al compañero caído era momento de organizar algunas guardias y descansar antes de decidir qué hacer a continuación:-Walter ha ordenado hacer guardias y asegurar la fábrica. Vamos a organizarnos. Steve por qué no subes a una de las torres de la entrada y vigilas des de allí hasta el relevo?-le comenté al francotirador para ver si podía hacerlo. Viendo que Lieber se había metido a inspeccionar vehículos, cosa buena para poder utilizar uno para más adelante, me acerqué hasta Billy para ver cómo se encontraban los prisioneros liberados. Una de ellas preguntó por qué seguían vivos:-Por que os necesitaban para hacer la guerra.-le contesté en alemán, viendo la dificultad que tenía para hablar en inglés:-Hablaré con nuestro oficial médico para ver qué os podemos dar de comer. En el estado en qué os encontráis incluso la más poca cantidad de comida puede haceros más mal que bien. Tened un poco de paciencia.-añadí a continuación. No era experto en medicina pero mi madre era profesora de biología en la universidad y me explicó lo que conlleva un estado de inanición. 

Jamás. Es decir... nunca, nunca jamás, ni en el más optimista de los desenlaces contemplados hubiésemos barajado si quiera la posibilidad de completar con tanto éxito la suicida empresa de atacar una "base" enemiga con solo un puñado de soldados, cansados y mal alimentados. Pero así fue. No solo lo logramos, sino que las bajas sufridas fueron mínimas. No por ello dolían menos, joder, no me malinterpreten, quería a Tala como a un hermano, pero... estábamos en guerra contra un monstruo. Un monstruo que comenzaba a devorarse a si mismo.

El caso es que ahí estábamos. Todos juntos, reposando y pensando en los siguientes pasos.

Por los muertos ya no podíamos hacer nada. Era duro. Muy duro. Si queríamos salir con vida de aquí y sobre todo, con posibilidades de completar la misión que se nos había adjudicado, debíamos mantener la cabeza fría y pensar con objetividad. Había armas de sobra como para un regimiento. Debíamos seleccionar quienes estaban en mejores condiciones para asignarles la tarea de defender la fábrica y custodiar a los alemanes hasta que llegaran los aliados. Como mucho, sumar uno o dos hombres a nuestro escuadrón, y hacer las balas que habíamos ido a hacer. Luego... salir perdiendo el culo de allí.

Comí algunos restos que guardaba como oro en paño en uno de los bolsillos del uniforme y tras darle un trago al aguardiente (que cedí a uno de los líderes de los polacos para que lo distribuyera entre los suyos) me dirigí hacia el parque móvil. 

Lieber ya se encontraba allí, por lo que pude hablar con él.

¿Cómo lo ves, Franklyn? ¿Están todos operativos? ¿Y ese Sonderkraftfahrzeug... se podrá arreglar el tren delantero? - pregunté, a la vez que me arrastraba para evaluar por mi mismo el estado del eje de la dirección del semioruga.

Salí de debajo y negué con la cabeza - mierda... sin herramientas precisas, no creo que podamos repararlo... una pena. ¿Los otros bien? Creo que deberíamos pasar todo el combustible a uno de esos camiones, si los caminos estuvieran bien merecería la pena apretarnos en un Kubelwagen, pero... con tanto barro... acabaríamos atascados.

Expresé mis pensamientos en voz alta, solo por eso... aun no sabía cual opción sería la mejor una vez nos largáramos de allí. Tampoco sabía exactamente a donde debíamos dirigirnos, distancia ni tiempo. Era todo una jodida locura.

Después de acomodar a los alemanes en sus nuevos alojamientos, Walter se da de bruces con la realidad al ver regresar a Vincent y Halloway acompañados de una multitud. Aunque algunos grupos de presos se habían dispersado por los alrededores, la mayor parte acompaño a Halloway cuando éste regresó a la fábrica.

Organizar aquel campamento podía ser todavía más difícil que tomarlo. El precio había sido menor del que esperaba... el pobre Tala, pero no podía hacer nada por él. Ya habría tiempo para el remordimiento y la pena, al fin y al cabo, él había dispuesto el asalto. Los vivos le necesitaban. 

-Hablaré con nuestro oficial médico para ver qué os podemos dar de comer. En el estado en qué os encontráis incluso la más poca cantidad de comida puede haceros más mal que bien. Tened un poco de paciencia.-añadí a continuación. No era experto en medicina pero mi madre era profesora de biología en la universidad y me explicó lo que conlleva un estado de inanición. 

-Sí. Deben rehidratarse poco a poco y rehabituar al estómago a ingerir alimentos. Halloway prepara purés, echa todo lo que haya, pero cuécelo bien y prepara raciones pequeñas... Señora -se dirige a la maestra, que parece lo suficientemente entera-, por favor, ayúdenos a preparar la comida. Yo debo atender a los heridos -habla despacio para que pueda entenderle, se señala el brazalete con la cruz roja-, si alguno precisa atención médica, pídala.

Luego, se dirige hacia el improvisado hospital para atender a los compañeros heridos, a los alemanes y a los prisioneros (*).

***

Las horas pasan lentamente mientras Walter hace todo lo posible por atender a demasiadas personas, agotado, cuando ha terminado el último reconocimiento, sin haber probado bocado, Boris le comunica el hallazgo en la parte trasera de la fábrica. Lo encontraron al buscar un lugar donde enterrar a Tala, pero prefirieron no molestar al doctor.

Walter contempla las fosas ya cerradas, la que queda medio llena a cielo abierto y el otro foso vacío, ominoso, esperando u macabra carga.

-Malditos hijos de puta -barbota entre dientes el doctor. Boris lo mira sorprendido, es la primera vez en toda la guerra que lo escucha maldecir, aunque no es para menos, viendo el macabro espectáculo que se despliega ante sus ojos. El médico entiende ahora las miradas y los cuchicheos de los prisioneros.

Con una nube rojiza sobre los ojos, Walter se encamina a los barracones donde están los alemanes, en su camino se cruza con Brannagh. El especialista se sorprende cuando Walter se detiene, se lleva la mano a la cartuchera y le entrega su arma.

-Guárdala, O'Connor. Podría matarlo.

Después continúa hasta enfrentarse a herr Rheingold.

-¿Es eso honor militar? ¿Con qué derecho invocó usted respeto para sus hombres? ¿El mismo que les ofreció a esos pobres desgraciados? -el tono de voz del doctor se eleva aguzándose para hacerse audible desde la fábrica-. Malditos sean su raza superior y su demente führer. Debería dejarle en manos de esos pobres cadáveres andantes para que les destrozaran. Deme una razón para que no lo haga, maldito hijo de perra.

Entendía a "Doc". Me entregaba el arma para no comenter la locura de terminar en un Juicio por vete a saber qué, cometido por un arrebato de ira o de locura tempora. - Si Jefe. Le contestó por lo bajo, como si fuera un secreto entre ellos.

- Ostias, el Romano a aparecido. Se sorprendió al verlo hacer acto de presencia.

- Bueno chicos, vamos a organizarnos. Entonces ordenó: - Billy y Boris. Cada uno a un extremo de los prisioneros. Todos los boches, de rodillas, con las piernas cruzadas y sentados sobre los talones. Manos entrelazadas en la nuca. Brannagh, con la ametralladora preparada en un flanco. Los alemanes formados en dos filas. - Mike, saca uno a uno de la formación, regístralo, saca todo aquello que pueda ser peligroso, y si tienen fotografías o algo que no sean familiares, haz un montón.  Streve no estaba bajo su competencia, así que no le podría ordenar así como así, pero esperaba que regresases y apoyase al "Jefe". - Frank, acompaña a "Doc" hasta que termine con sus interrogatorios. Luego alzó la mano, para llamar al "Romano". - Vente anda vente, ayuda a Mike con los registros. Cuando terminasen con esto, podrían empezara tomar descansos, relevándose. Habían dos soldados a los lados, pero, seguro que la ametralladora era un buen "adorno" para que los boches se portasen bien. Entonces se dio cuenta. Tala Lewis estaba .... Se dio cuenta porque el compañero rezaba por él. Eso le hizo ser consciente del peligro que habían corrido. De lo humanos y frágiles que eran o podían llegar a ser, sobre todo sin percatarse de ello. - ¿Esto es el valor?¿Arriesgarse sin darte si quiera cuenta de lo que puede pasarte, sin ser consciente, sin pensar en ello, sin si quiera saberlo? JODER QUE MIERDA ES EL VALOR. Pensaba para si, apostado tras la culata de la cosa que era capaz de escupir más balas en un momento del mundo.