Partida Rol por web

Había que reconocer que Walter era un tipo de principios. Sin duda tenía razón en cuanto a que nosotros no ejecutábamos prisioneros. Y en condiciones normales, yo mismo me hubiera horrorizado tan solo de pensar en hacer lo que propuse hacer. Pero, no estábamos en condiciones normales. De hecho, estábamos a mil millas de algo medianamente normal.

Una guerra entre fuerzas que no alcanzábamos a comprender. El Bien contra el Mal. Así, sustantivizado el adjetivo. Pero... si había logrado convencer a Ocon, ¿Quién era yo para oponerme? Seguía siendo un soldado, él estaba al mando, y si decía que blanco, por todos los demonios, pues blanco.

De acuerdo, señor... con su permiso, voy a revisar los camiones de los polacos.

Me acerqué entonces al primero de los camiones y, mientras abría el capó y tocaba un poco aquí y allá, entablé una conversación en mi rudimentario polaco con uno de los liberados sobre mis ancestros que, curiosamente, eran de Polonia.

En aquél momento no sabía muy bien qué hacer, mi intento de convencer a Walter para encerrar a los alemanes había quedado en eso mismo, un intento pero al menos la situación parecía calmarse, por el momento:-Steve, vamos a colocar esos cadáveres de las torres para hacer ver que no ha pasado nada, aunque habría que hacer algo con los tanques incendiados, el humo delataría lo contrario de lo que queremos aparentar.-comenté al ver que podíamos aprovechar el tiempo en hacer algo productivo:-Tampoco es mala idea dejar un guardia vigilando a los alemanes por si a Ocon se la acaba la paciencia y decide ejecutar a los alemanes antes de terminar.-añadí a continuación antes de acercarse hasta uno de los tanques incendiados y empezar a tirarle palas de nieve para apagar el fuego. 

Suspirando de alivio, Walter ve desbandarse a los soldados, cada uno a lo suyo. La revisión de los caminos de los polacos estaba en marcha, los ex-prisioneros con Ocon, Mike y Lieber estaban de camino a la fábrica. En una de las torretas ve a Brannagh, apuntando hacia el barracón donde están los alemanes. Walter alza la mano a modo de saludo.

Honestamente, no creo que les queden ganas de pelear, piensa.

Tampoco es mala idea dejar un guardia vigilando a los alemanes por si a Ocon se la acaba la paciencia y decide ejecutar a los alemanes antes de terminar.-añadí a continuación antes de acercarse hasta uno de los tanques incendiados y empezar a tirarle palas de nieve para apagar el fuego. 

-Tienes razón, Yakovlevich. Voy a decírselo a Vincent. ¿Sabemos algo de Sanders? También debemos vigilar el exterior. La fábrica parecía a punto de abandonarse, pero no tentemos la suerte.

-Y deberíamos establecer turnos para descansar -murmura sintiéndose agotado física y mentalmente.

Walter hace una pequeña recapitulación de dónde está cada uno de los hombres.

En la fábrica: Ocon, Franlyn y Mike.

En los camiones: Blachowicz.

En el campo: Yakovlevich.

En una torre, vigilando a los alemanes: Brannagh.

En el exterior: ¿Halcón?

-Pediré a alguno de los polacos que te echen una mano, hay que apagar todo.

-Vincent, por favor, eche un ojo a nuestros prisioneros. Llévelos algo de agua caliente y pan duro, que se apañen. En un rato iremos a relevarle. Brannagh le cubre desde allí.

-¡Halloway! Organice a unos polacos y que ayuden a Yakovlevich, ¡hay que apagar los fuegos! Intentemos no llamar la atención.

¿Dónde estará Halcón? piense Walter. Decide subirse a una de las torres de vigilancia, quiere tener una perspectiva de los alrededores.

-Vincent, por favor, eche un ojo a nuestros prisioneros. Llévelos algo de agua caliente y pan duro, que se apañen. En un rato iremos a relevarle. Brannagh le cubre desde allí.

El habilidoso jugador de cartas y acérrimo cliente de casinos e hipódromos fumaba pacíficamente frente a la barraca de los prisioneros luego de haber ayudado a Brannagh, Mike y los demás en la requisa de material de los prisioneros. Allí estaba, junto a Aaron, hasta que Walter lo convoca.

-¡Ahí voy!- responde, saliendo de sus pensamientos.

-Entendido. Agua y pan. ¿Nada de la sopa que prepararon los húngaros verdad? Creo que esa mujer había dejado todo preparado para el almuerzo de hoy antes de irse en los camiones – dijo al señalar a Szarlota, que al parecer cada quien les da un país de origen diferente según entendimiento.

-Bueno, como sea. Agua y pan – confirma luego de divagar sobre la comida de la cocina.

Se marcha a paso veloz.

-¡Halloway! Organice a unos polacos y que ayuden a Yakovlevich, ¡hay que apagar los fuegos! Intentemos no llamar la atención.

-oiga doc, Vincent fue a la cocina a buscar eso que le ordenó recién. Si quiere voy yo a darle una mano al ruso con eso del fuego. Solo que nadie quedara de guardia frente a la prisión de los nazis. – sugiere el cocinero de tiendas de campaña. 

El sureño estaba montando guardia junto a Vincent antes de las ordenes de Walter.

Los dos camiones realmente estaban en buenas condiciones por ser la herramienta más utilizada en la fabrica para transportar la munición adonde la línea de frente lo solicitase. Quizás necesitaban una semana completa en el taller para una buena puesta a punto pero así como estaban ahora podrían ir hasta España sin detenerse apenas para cargar combustible.

Incluso con ayuda de los “polacos” controlar el estado de ambos vehículos le llevó a Billy un tiempo considerable.

Aaron tiempo después se une junto a Boris en la tarea de apagar los fuegos de ambos tanques. Media docena de checoslovacos ayuda a los americanos en la tarea. Pues nieve y palas hay de sobra.

Incluso logran cubrir ambos blindados con mantas de campaña. De esas que se usan para armar tiendas y camuflar.

Franklyn, siguiendo a Ocon también ingresa en la fábrica junto a Szarlota y un par de hombres y mujeres que conocen la maquinaria de allí.

Finalmente Walter, luego de dar todas las indicaciones, se da cuenta que ha quedado solo en medio de la plaza. Ahora tendrá tiempo para él.

En ese ínterin gran parte de los “polacos” son convocados a trabajar en la fábrica, la cual pronto adquiere plena capacidad de producción.

-Oye, una pregunta si las balas que tenemos que hacer son de hierro ¿tendremos que fundir y forjar los proyectiles no? o ¿hay municion de hierro lista?. En ese caso el trabajo se podría complicar. Por suerte parece que los prisioneros liberados están dispuestos a ayudar.- Seguía caminando pensativo, y la lengua se le soltaba. -¿Realmente crees que deberíamos deshacernos de los nazis? Porque no me parece muy cristiano matarlos, acaso no se predica el perdón.-

No soy cristiano Mike. Soy quien die el golpe de gracia a la persona incorrecta. Y por ello ahora casi he olvidado el rostro de mi mujer y mis hijos. Solo soy una herramienta para un fin, y si debo rezar de vez en cuando es por algo justo. No por esos nazis. – responde el centurión, con inusitado cansancio en su voz.

-Veamos que hay aquí, para saber que hacer – contesta al joven soldado, cambiando el tema de la conversación y con ellos buscando concentración en la tarea actual.

-Mi querido amigo, no olvide que los nazis, a pesar de ser unos malnacidos, son también hijos de Dios, tentados por el demonio. No tengo inconveniente en matarlos en el campo de batalla si es necesario, pero ¿ejecutar prisioneros?¿Es un chiste de romanos o algo así?

-Si Frank. Un chiste de romanos. Uno de esos que se contaban en los baños comunitarios, antes de lanzar la mierda por la ventana en las calles de Roma – responde Marcus.

Luego, dentro de la fábrica el hombre había examinado con Mike las instalaciones para cuando el zapador llega con la mujer líder del grupo de prisioneros civiles y un puñado de personas que solían trabajar allí.

Al comprobar que todavía es funcional la fabrica, el centurión pasa a explicar lo que necesitan.

-¿Szarlota verdad? Mire, necesitamos algo como esto – explica a la mujer y le muestra un cargador de su Thompson que tiene munición especial.

-Es básicamente casi la misma munición que aquí fabrican, solo que tiene un porcentaje de hierro además de plomo. ¿Podrán fabricar algo así? Una cantidad suficiente como para abastecer a cien soldados. ¿Podrán? Es para matar nazis. – pregunta a la líder de los ex prisioneros.

Al oír la pregunta del centurión Szarlota y los demás se miran y sonríen. Finalmente podrán hacer lo que saben sin obligación.

-¿Matar nazis con hierro y plomo? Por supuesto. Antes de noche tendrán “munición mata nazis” – contesta la mujer con una amplia sonrisa.

De inmediato ella envía por todos aquellos con las fuerzas para trabajar y en poco tiempo la fabrica cobra vida con plena capacidad de producción. Al finalizar el día habrá cajas y cajas de munición especial.

Desde la torre donde estaba, con la "matraca" orientada hacia los boches formados en el patio como una disciplinada unidad militar, vio que alguien tiraba hacia las cocinas. Eso le abrió el apetito he hizo que su estómago resonara. Dio un silbido he indicó que él también quería, con un gesto de la mano, hacia su boca, para que fuera él otro de los damnificados por el reparto del "desayuno".

Cuando subiese le indicaría: - Olle, dile al "Doc" que hable con el jefe de los "boches" y que le pregunte por los sistemas de comunicación del campo ... y si no, que miren a ver si alguna de las radios de los carros han sobrevivido, para indicar a los nuestros que hay un campo de trabajo aquí y que dejamos... Y paró de sopetón. - Nada, que busquen las radios nada más. Estaba claro que la del carro que había "volado" ... no hacía falta ni mirar, pero del nuestro, que se había quemado un poco la parte de atrás ... igual ...

Tras eso se puso a mirar en derredor. Un vistazo a los prisioneros, un vistazo fuera de unos 60 a 90 graditos... y otro a los prisioneros, y así, ir haciendo la "vuelta entera".

Los camiones, como bien dijo nuestro narrador, estaban en aceptables condiciones. La jodida mecánica alemana. Se les podía acusar de muchas cosas a esos Klein Brötchen, pero los muy germanos sabían fabricar motores. Si. De eso no había duda.

Y como poco podía hacer por mejorar esas mecánica, me centré en el Kubelwagen, por si decidíamos usarlo nosotros para avanzar algo más rápido. No era bueno en matemáticas, pero creo que éramos nueve. Algo justos (o bastante) pero podríamos apañarnos en el automóvil.

Bien, mein Freund, creo que servirás para andar unas buenas millas…

Y tras darle un cariñoso beso al capó del coche eché a andar hacia la fábrica, donde esperaba poder echar una mano con la fabricación de las balas. Si mi presencia no era necesaria allí, y el bueno de Walter no estimaba preciso asignarme otra tarea, me echaría un rato en algún lugar calentito, todo lo que se descansara ahora daría sus frutos después.

Steve estuvo un poco ausente mientras enterraban a su compañero, había participado en muchas misiones juntos y enterrar a un amigo siempre era un momento duro en el que plantearse la vida.  Habían ganado la refriega  pero aquel era el precio que habían tenido que pagar y no sería el único.

Los nazis estaban controlados y Walker se afanaba en intentar que los polacos pagaran el favor de su liberación haciendo la munición que necesitaban.  Los refuerzos podían estar ya en camino y era el momento de prepararse para resistir si llegaba el caso, aunque sin duda era mejor pensar en salir de allí cuanto antes.

Steve con Jack se encargó de situar a los centinelas de las torres nuevamente en pide, sujetándolos como fuera posible a fin de que pudieran aparentar apostados en las torres vigilando normalmente.

Los tanques destruidos podrían ser otro problema tal y como indicaba Jack Los tanque no podemos ocultarlos pero si podemos cubrir con barro y paja los daños para que no sean visibles a simple vista, una buena capa de barro y paja puedes pasar por camuflaje.  

Cuando Walker se intereso por las torres Steve le acompaño, todo el terreno alrededor es arbolado y no se ve más allá de un puñado de metros lo cual limita en mucho su efectividad en defensa.  Por mi parte prefiero situarme oculto en el tejado más alto, es un sitio que me dará acceso a los 4 flancos y mucho menos previsible llegado el caso.

-Prefiero los chistes de polacos-dijo Franklyn contestando a Ocon-...con perdón, dijo mirando a la mujerona que les acompañaba. 

Definitivamente, la cosa no estaba mucho para chistes de ningún tipo. 

En el interior Franklyn echó un vistazo con curiosidad la maquinaria. No sabía más de lo justo en fabricación de munición, pero aquella maquinaria debería servirles. 

-Bien, supongo que debemos establecer turnos de trabajo. Siento tener que pediros esto después de lo que habéis pasado, pero necesitamos un trabajo rápido y profesional. Manos a la obra. 

Franklyn ayudó a distribuir el trabajo bajo el asesoramiento de Starlotza que parecía conocer mejor que él aquel trabajo. 

Junto a Steve montamos una serie de maniquíes con uniformes alemanes en las torres y le dejo para ir a apagar los tanques incendiados, donde Aaron se reúne conmigo, y un pequeño grupo de polacos. Divido a los polacos en dos grupos y mientras unos se quedan conmigo y Aaron mando al otro a apagar el otro tanque. 

Pasados noventa minutos de paladas, logramos apagar el tanque y cubrirlo de barro, ahora sólo emitía alguna mota de vapor blanco, que acabaría al cabo de un rato. Fui a echar un vistazo al otro tanque donde estaban terminando también. Los dejé descansar un poco y que comieran un trozo de pan mientras les explicaba lo que haríamos a continuación:-Vale ahora que no están calientes, vamos a cubrir los daños en los tanques con barro y paja, debemos aparentar que no les ha pasado nada, no debería llevarnos mucho tiempo por lo que podréis descansar un poco más cuando terminemos. De acuerdo?-les comenté en alemán para que no tuvieran problemas si les hablaba en inglés. Luego le expliqué a Aaron lo que les había dicho para que lo entendiera también. 

Dejé que los polacos terminaran de comer antes de volver al trabajo. 

-Yo tampoco simpatizo con los nazis, como comprenderás. Pero Walter me ha convencido, hemos de tratarlos de acuerdo a nuestras leyes si no no seremos muy diferentes a ellos. Y digo esto después de hacer cosas de las que me arrepiento y me arrepentiré más con el tiempo, pero en fin... la guerra.- Y así zanjó la conversación con Ocon para pasar al trabajo.

Mike quedó asombrado al ver la diligencia con la que se pusieron a trabajar. En poco tiempo la fábrica estaba a pleno rendimiento y pronto tendrían munición. ¿Suficiente? Mike no estaba seguro de cuanta iban a necesitar pero supuso que cuanta más mejor.

-Vaya, que celeridad. Si puedo ayudar en algo solo háganmelo saber.- Aquella gente acababa de ser liberada y era comprensible que quisieran marchar, le hecho de que se hubieran puesto a trabajar sin quejarse era de agradecer y Mike no quería permanecer mirando.

Después de comprobar el perímetro desde una de las torres y recibir el informe de Sanders -por supuesto, el francotirador tenía razón y dejó que tomara posiciones en el tejado-, Walter se encamina al interior de la fábrica. Se siente agotado, pero no puede dejar nada al azar, ni pararse ahora.

Los hombres se están portando estupendamente, el campo casi parece completamente operativo, como si no hubiera tenido lugar una batalla campal.

Se cruza con Vincent, que lleva las magras raciones para los alemanes. En algún sitio ha montado una improvisada cocina, pues le llega el olor de café recién hecho ¿De dónde demonios lo habrá sacado?

El cocinero le transmite el mensaje de Brannagh. Walter asiente distraido y lo anota mentalmente. Levanta el brazo en un gesto desmayado.

Una oleada de calor le golpea al entrar en la fábrica, ahora a pleno rendimiento. Se sorprende de lo rápido que la han puesto en marcha. Está claro que los polacos quieren marcharse lo antes posible. Se cruza con un par de ellos ociosos. Walter los detiene tomándolos del hombro.

-Subir a torres. Vigilar -dice despacio-. Somos pocos (*)

Los polacos asienten enérgica y diligentemente. Walter no termina de entender lo que comentan entre ellos, pero parece que van hacia las torres. Está demasiado cansado para comprobarlo.

Suspira al ver a Ocon dirigiendo los trabajos de las mujeres, tiene una conversación pendiente, pero le faltan fuerzas. Todavía parece que hay un par de horas de trabajo por delante y aunque preferiría acurrucarse al calor de los hornos, vuelve a suspirar y se pone en movimiento.

-Busquemos esa radio -dice recordando el mensaje de Brannagh.

Tiene que haber algún puesto de mando en algún sitio. Piensa que lo más probable sea un despacho en la fábrica, así que se toma unos momentos para buscar en el interior. De no encontrar nada, irá a inspeccionar los barracones donde se habían atrincherado los alemanes.