Partida Rol por web

Lady Martella Lotheed se puso en contacto con cada uno de sus agentes por separado, y de forma discreta los contrató para infiltrarlos en el Senado en el Gran Día, y realizar una misión para ella.

Este contrato incluía una invitación a participar en la Gala de la Exaltación. Una oportunidad extraordinaria para que sus agentes se introdujeran en las altas esferas taldanas y mejorar su prestigio, relacionándose con personajes influyentes.

El pago por cumplir con la misión encomendada era de 150 monedas de oro, en mano, al día siguiente.

También podrían comprarse ropas adecuadas para codearse con los "barbados", la alta sociedad taldana. Les dio un crédito en su sastrería favorita, "El hilo que lo borda". Además les prometió joyería para embellecerse apropiadamente.

***

En uno de los múltiples templos dedicados a Abadar, Lady Martellla esperaba pacientemente a que Tyrius terminara sus rezos. Mientras tanto, se dedicó a contemplar el templo. Era amplio, muy bien cuidado y ornamentado. Abadar era el dios predilecto de la ciudad de Oppara y sus gentes se lo demostraban.

Cuando Tyrius por fin terminó, Martella se le acercó suavemente:

- ¿Me acompañarías en un paseo?

Caminaron en silencio hasta llegar a una parte del templo tranquila, donde Lady Martella le explicó a qué venía su visita:

- Tyrius, soy Lady Martella, de la casa Lotheed. Estoy buscando un cuerpo atlético para una tarea de apariencia sencilla, pero que no cualquiera puede cumplir de forma satisfactoria. Necesito un mensajero dentro del Senado el día de la Gala que pueda entregar mis mensajes rápidamente. Deberás abrirte paso entre la espesura de nobles, senadores, aduladores, ayudantes y guardias que habrá presente. ¿Te ves capaz?

- Acudo a tí por recomendación de feligreses de Abadar, quienes también creen que tienes aptitudes para dejar una buena impresión en aquellos a los que debas entregar o recibir estos mensajes. Esto me gusta, y me ha hecho decidirme por ti.

Lady Martella hace un repaso del potencial del paladín para la tarea.

- ¿Te interesa?

***

Lady Martella entró en la taberna donde Valeria estaba pasando el tiempo. Despachó educadamente a sus acompañantes y una vez estuvieron a solas se dirigió a ella:

- Mi estimada Valeria Karthis. Tengo entendido que no estás siguiendo los designios de tu familia, y que te has estado viendo a escondidas con ciertos extraños de mala reputación. También he oído que tienes un buen manejo de la ropera, felicitaciones.

- ¿Sabes? Me interesan ambas cosas de ti. Tu habilidad con la espada, y tu rebeldía contra el status quo. Supongo que eres conocedora de que se acerca el Gran Día, y el Senado votará sobre la Ley de Sucesión. ¿Te gustaría hacer algo por nuestro pueblo? ¿O piensas pasarte el Gran Día la Gala de taberna en taberna, mientras otros deciden el futuro de Taldor?

Tras asegurarse de que Valeria mostrara interés, explicó qué esperaba de ella:

- Te propongo el siguiente trabajo: el día de la Gala asistirás como ayudante del senado con otros agentes a mi servicio. Hay dos senadores que necesito que averigües cuál es su posición al respecto de la primogenitura, y cuáles son sus razones, sus argumentos al respecto. Aunque en unas horas su voto se hará público, quiero saber su voto con antelación. Si van a votar por mantener la ley, nos puedes dar suficiente margen de maniobra para asegurar que la votación salga por la abolición. Como conviene a Taldor. Supongo que estamos de acuerdo en este sentido.

- Los senadores son: el Duque Centimus y la Condesa Abrielle Pace. Yo estaré en el Senado para que me reportes tus averiguaciones.

***

Lady Martella recibió a su pequeña hermanastra a su llegada a Oppara.

- ¡Hermana! Me llena de gozo que hayas aceptado mi invitación. Ven, tenemos mucho de qué hablar.

Tras acompañarla a su mansión en Oppara, la alojó con buenas acomodaciones tanto para Victria como para su esclava.

Estuvieron hablando un rato, de todo: familia, estudios, amistades y... política.

- Entiendo tus preocupaciones, hermana. Pero es la mejor opción. Si conseguimos que el senado vote la abolición, Eutropia será Emperatriz por ley, lo que evitará derramamiento de sangre que sin duda ocurrirá en la situación actual en la que no hay heredero. Empezando por la misma Princesa, todos los nobles querrán ser Emperador. En vez de hacer la guerra para expandir nuestro imperio, tendríamos una guerra interna que nos debilitaría todavía más -resopla-. Sí, la Princesa es reformista, pero estamos estancados, necesitamos cambios para progresar. Y, mientras se atenga a la Ley, mientras el senado mantenga su función, mientras los nobles conserven su poder, seguiremos siendo Taldor. Lo único que cambia es el sexo de su emperador.

Tras una pausa, en la que pareció saborear el debate entre hermanas, Martella retomó la palabra:

- No sabía que te interesaba la política. Me gusta que así sea. Si quisieras quedarte aquí en Oppara conmigo... creo que disfrutarías del juego. La corte, el senado, los cafés... tendrías entretenimiento de sobra.

Martella se quedó mirando simpáticamente a Noctis. No transmitió ningún tipo de miedo por ese ser de otro plano de forma felina.

- De hecho, estoy pensando que ¡tal vez sea buena idea! Mi invitación era para que disfrutaras de la semana de fiestas previa al Gran Día de la Exaltación, pero si quieres puedes probarme tus habilidades políticas. No va a haber mejor momento. Y de hecho, tengo la prueba perfecta para ti -Lady Martella sonríe, divertida-: el Barón Nicolaus Okerra estará presente en la Gala. Probablemente hayas oído hablar de él, es considerado un héroe. Su posición es por el no, pero como no es senador, no afectara a la votación del Gran Día. Te reto a que lo hagas cambiar de opinión. Si lo consigues, extenderé mi invitación en Oppara a todo el tiempo que quieras quedarte, y me encargaré de que tengas un lugar relevante en la corte de Oppara. ¿Qué me dices, te gusta la idea?

***

Los Guardas Ulfen se abrían paso entre la muchedumbre a los gritos, haciendo lugar para alguna persona que debía de ser importante. Nadie se atrevía a rechistar a los bárbaros.

Lady Martella se puso a la vera de Lirya, quien los miraba con tanta atención que no percibió su presencia.

- ¿Amigos tuyos? - sonrió Martella. A continuación miró la ancha espada que Lirya llevaba colgada. - ¿Esa es tu espada? Vaya, tal vez tengas más fuerza que algunos de esos guardas.

- Y dime, ¿qué tal tu estadía en la posada La Falcata Exclusiva? ¿Estás cómoda? -Martella se la quedó mirándola acusadoramente. - Tal vez se te acorte un poco cuando el posadero se entere de que esa "invitación" por varios días pagados por parte de nada menos que de Lady Gloriana Morilla resulta ser falsa... a pesar de ser su letra y su sello lacrado...

Observó la reacción de Lirya.

- ¿Cómo me he enterado? Tengo mis métodos. Pero no tiene por qué enterarse nadie. Creo que nos podemos llevar bien, apuntas maneras -una sonrisa afloró en sus labios-.

- Verás, dentro de unos días, se celebrará la Gala de la Exaltación. Supongo que tu llegada no ha sido casual y estarás al corriente. Allí los senadores votarán sobre la abolición de la ley de primogenitura. Hay mucha división; algunos de ellos se aferran a la tradición, y no quieren votar por la abolición. Quiero que encuentres a un líder de los convencidos por el no, y lo desacredites. Extiende rumores que lo dejen en evidencia, haz que quede una mala impresión de él, ¡monta un escándalo si hace falta! Busca dentro del senado alguna forma de fabricar evidencias para que no quede ninguna duda. Lo que sea que se te ocurra, que llegue al máximo de oídos. No es necesario que se enteren todos ese mismo día. Lo que quiero es que un senador por el no, quede mal visto en la corte.

- Por supuesto no estarás sola, habrá otros agentes a mi servicio que estarán a tu lado. Eso sí, vas a tener que vestirte y arreglarte con vestimentas más adecuadas que... -miró a Lirya de arriba a abajo.- como se llame la ropa que lleves. No te preocupes; yo te lo proporcionaré. Todo. Si haces un buen trabajo, te ayudaré en lo que sea que busques -mira a los Guardas Ulfen, que ya se están alejando por la calle.

- ¿Qué me dices, estarías dispuesta a deshonrar a un "digno" senador de Oppara en falso? Hazme este trabajo, y me encargaré de que se te pague a ti, al posadero, y de que no se entere nadie de tu delito. Puede que hasta nos llevemos bien.

El paladín pudo ver a la alta dama aproximarse y presentarse ante él. Tyrius tomó su mano para besarla suavemente como correspondía.

- Lady Martella, es un honor conocerla.

Ser invitado a tan magnífica gala era una buena oportunidad de poder conocer un poco más de la nobleza, de la cual desconocía casi todo. Tyrius tenía un gran atractivo con excelente presencia. Siendo alto y atlético podría moverse bien entre la gente y tenía la suficiente educación como para mantener la calma. Así que ayudar a la noble no parecía tarea compleja. Además dado que recurría a un paladín, daba la impresión de que esos mensajes incluso podrían meterle en algún peligro, razón por la que recurriera a un luchador.

- Sí, acudiré con vos y llevaré esos mensajes.

Dijo manteniendo las formas, tan sólo curvando los labios levemente hacia arriba para resultar amistoso.

Luego esperó a que le diera la espalda para detectar el mal, simplemente por precaución.

Mire con curiosidad como Lady Martella despachaba a mis amigos, y se sentaba en la silla desocupada. Arquee las cejas y una sonrisa divertida afloro en mis labios al escuchar sus palabras. -Dicho así suena bastante peor de lo que es... No son mala gente... Simplemente, y al igual que mucha gente, no están contentos con la situación del país... 

Me incline hacia adelante escuchando con interés la propuesta de Lady Martella, y asentí con la cabeza cuando cuestiono mi interés acerca de su propuesta. -Si tienes alguna idea que pueda suponer un cambio positivo para nuestro país, tienes mi completo interés... Miraba a la mujer noble, mientras que esta me contaba cual sería mi cometido durante el día de la Gala. -Ya veo... Me quedé unos segundos pensativa intentando recordar que sabía acerca de dichos nobles... -No creo que sea muy difícil trabar conversación con dichas personas... ¿Y que hay de los otros agentes con los que trabajaré? ¿Puedo saber con quien voy a trabajar, o saber como los reconoceré durante la fiesta?

Cuando Victria bajó del carruaje, su hermanastra ya la estaba esperando. La saludó efusivamente y Victria le devolvió el saludo con una amplia y gentil sonrisa.

Mientras tanto, Noctis permaneció a los pies de la joven noble, mientras que Attia saludó con una educada inclinación de cabeza y una sonrisa mientras permanecía un poco más atrás, en segundo plano.

-¡Por favor, hermana! ¡El placer es mío de ser tu invitada! -le respondió con gracia- Te sigo, estoy deseando poder conversar contigo. -agregó con una renovada sonrisa ante la propuesta de dirigirse a hablar.

El grupo inició su marcha a la mansión mientras Victria parloteaba sobre el lugar y halagaba la decoración. Por supuesto, se deshizo en agradecimientos por su amabilidad al ofrecerles tan buenos lugares donde descansar.

Después de eso tuvieron la oportunidad de reunirse en una salita, donde se acomodaron y pudieron conversar tranquilamente. Victria propuso que Attia acompañase al servicio de la mansión para prepararles un té y que así fuese familiarizándose con las habitaciones y el lugar. A su vez, Noctis se sentó junto al lujoso sillón en el que tomó asiento su ama y comenzó a acicalarse como un gato ordinario.

Entonces pudieron hablar tranquilamente de varios temas cotidianos. Conociéndose un poco más, básicamente. Aún así, Victria seguía con la mosca detrás de la oreja. Estaba impaciente por descubrir el verdadero motivo por el que su hermanastra, que la había ignorado por tanto tiempo, la había invitado a aquel lugar. No obstante, lo tomó con calma e interpretó correctamente su papel de hermana querida mientras cumplían con el protocolo de dar vueltas al asunto y fingir que no habían intereses ocultos.

Attia volvió para servirles un té que ella misma había preparado justo cuando el foco de la conversación se acercaba a la política. Mientras la esclava servía una taza a cada mujer, Victria escuchaba los argumentos a favor de la princesa de su hermana mientras asentía suavemente con educación.

-Comprendo punto por punto tus explicaciones, hermana. -respondió cuando terminó Martella- Y hasta cierto punto estoy completamente de acuerdo. Sin embargo, y por favor dime si me equivoco... ¿acaso nuestro amado Emperador no podría designar a otro heredero diferente, de confianza y de su familia, si así lo deseara? De ése modo y tras el juramento de lealtad podría evitarse la posterior guerra de sucesión que nos llevaría al caos. -comentó con expresión distraída, como si lo que estuviese diciendo lo acabase de pensar en aquel momento, como por casualidad- Por otro lado, no me desagrada en absoluto el contar con una Emperatriz con ideas reformistas como la Princesa Eutropia. Pero he escuchado de algunas ideas muy atrevidas... y que incluso el pueblo comienza a estar agitado por ello... -agregó con expresión seria, aunque inmediatamente rechazó sus propias palabras con una sonrisa- Aunque claro, desgranar lo cierto de los meros rumores desde lejos de la capital... es uno de los motivos por los que deseaba tanto acudir a Oppala, hermana, para poder escuchar de primera mano las noticias. Ojalá los dioses me permitan sentirme tan tranquila como tú tras poder escuchar sobre nuestra amada Princesa en palacio. Os aseguro que nada me agradaría más que el bienestar de nuestro pueblo mejore conservando nuestra actual paz, y que nos fortaleciéramos en el proceso. -expuso con una encantadora y sincera sonrisa mientras tomaba su primer sorbo del té.

-Un té delicioso, mejor que el de otras veces. -dijo a Attia mientras le dirigía una mirada de lado- Veo que no habeis tenido problemas para adaptaros a la cocina.

Attia, a su vez, sonrió humildemente y se inclinó.

-Muchas gracias, mi Señora. Sin embargo el mérito aquí corresponde al excelente género y a la limpia y ordenada de nuestra anfitriona, la Dama Martella. -agregó educadamente mientras repetía su inclinación, ésta vez dirigida a la otra mujer.

Victria sonrió ampliamente a su hermanastra.

-Os aseguro que yo no he pedido a mi esclava que dijese ésas palabras. Mi querida Attia es una muy buena cocinera, así que en ésto confío completamente en ella. -le dijo mientras alzaba su taza- A tu salud, hermana, muchas gracias de nuevo por tu generosa acogida. -bebió un nuevo sorbo- Y por favor, después agradecería que me dijeras quién es tu proveedor. Si no es indiscreción, claro.

Tras aquel intercambio, Martella expresó su sorpresa ante el interés de Victria por la política. Ésta rió educadamente.

-¡Por favor, hermana! ¡La política es nuestro modo de sobrevivir! Especialmente desde... ya sabes. -señaló a Noctis con el mentón, que estaba lavándose la cara usando su propia pata como si fuese una esponja. El eidolon aparentó indiferencia ante la repentina atención sobre él, pero el modo en el que se irguió e hinchó el pecho no pasó desapercibido- Así que digamos que me interesa vivir. -bromeó riendo de nuevo y volviendo a tomar un sorbo de su té.

Entonces, con una aparente ocurrencia del momento, como si la conversación no hubiese guiada hasta aquel punto, la Dama Martella propuso un reto a Victria.

"Por supuesto él no es senador, pero su opinión será muy importante para muchos senadores. ¿Qué estás buscando conseguir exactamente, hermanita?" -pensó Victria mientras fingía digerir las palabras de su hermana- "Supongo que tendré que seguir su juego por ahora si quiero saber qué ocurre..."

-¡Es una oferta increíblemente generosa por tu parte, hermana! ¡Y para mí sería un gran honor poder reunirme a conversar con el Barón Nicolaus Okerra! -exclamó, con una sonrisa emocionada como la de una niña traviesa ante un juguete nuevo- ¡Por supuesto que acepto el reto!

- Excelente, mi querido paladín. Estoy encantada de tenerte a mí lado en esta causa. Pronto verás que es una causa justa, ésta en la que vas a participar. Espero complacer a Abadar con ella.

Lady Martella se retiró con satisfacción en su semblante. Tras un par de pasos, se giró:

- No olvides pasar por la sastrería para que te hagan un traje para la ocasión. Los círculos aristócraticos mejorarán con tu presencia. Nos volvemos a encontrar el Gran Día.

Lady Martella se alegró de oír la aceptación de Valeria:

- Me honra contar con la presencia de una Karthis, conocedora además del arte de la esgrima. Que se vayan acostumbrando a ver mujeres luchadoras entre los círculos aristocráticos.

- Nos reuniremos en el Gran Día, en el café El Higo Colosal. Allí tendrás oportunidad de conocer a quienes serán tus compañeros. Hasta entonces, mi bella espadachina.

Lady Martella salió de la taberna, saludando amablemente a quienes le habían "cedido" el sitio.

- Designar un heredero sería saltarse la Ley de Taldor, y sentaría un precedente peligroso. Sería insultar nuestra tradición. El senado quedaría relegado, y al perder fuerza, sería tentador para el nuevo emperador abolir el senado. Para así hacerse más fuerte, ya que lo necesitaría, porque fuera quien fuera el designado, despertaría envidias. En cambio, con la abolición de la ley de primogenitura, la designación sería por Ley, y la heredera sería de la familia imperial. Incluso aunque dé el poder a una reformista, me parece más estable que cualquier alternativa.

La conversación continuó, hasta que su hermanastra aceptó.

- Excelente. Verdaderamente excelente, nos vamos a divertir, hermana. Sin duda sabrás manejar la situación. Eso sí, ¡ni se te ocurra sugerirle al Barón Okerra tu solución del heredero mediante designación del Emperador! -exclamó risueña-. Él es un hombre de ley. De hecho, él escribió "La letra de la ley", ¿lo leíste? Quizá conserven un ejemplar en la biblioteca Lotheed. ¿Sabes quien consiguió varias copias para el señor Barón, para que enviara el libro a todas las principales casas nobles?

Lady Martella se señaló orgullosa a sí misma.

- Por mis venas no corre el poder arcano como al resto de la familia, pero me las ingenio con saberes que fui adquiriendo con paciencia y perseverancia. Mira, ven.

Martella llevó a Dama Victria a otra habitación en una parte más alejada de la casa, parecido a un taller. Con herramientas y materiales de todas las durezas y tamaños.

- Te voy a mostrar una copiadora de páginas. A partir de un libro, obtengo de cada página su contenido en una pieza a la que doy relieve. Luego utilizo esas piezas para replicarla en varias hojas. ¡Lo que le ahorré al Barón Okerra en escribanos! ¡Y encima quedaron con su propia letra, como si los hubiera escrito personalmente! Mi esclavo Anris no sabe leer, pero no hace falta. Le encanta jugar con la copiadora. Así que si algún día tienes pensado escribir un libro, tu hermana te lo puede hacer llegar a varias bibliotecas en cuestión de días.

- Ya sabes, si el Barón no entra en razón, recuérdale el compromiso de nuestra casa con la Ley. Que recuerde el favor que le hice con su libro.

Después de compartir el resto del día con su hermanastra, Lady Martella hizo un gesto de cansancio y antes de despedirse le dio unas últimas indicaciones:

- Esta semana de fiestas lo vamos a pasar bien, sin hablar de "trabajo" -sonrió.- y nos vamos a ir conociendo más, las dos ovejas negras Lotheed. Hasta el Gran Día. Además del reto que te he propuesto, quiero pedirte un favor. -Martella adoptó un rostro serio.- Como ya he manifestado, mi posición política es por la abolición, y estoy haciendo esfuerzos para que así sea. He contratado a tres personas para que estén durante la Gala apoyándome en estos últimos momentos antes de la votación. Nos vamos a encontrar el mismo Gran Día en un café para ultimar los detalles. Me gustaría que formaras parte del grupo, así hay alguien entre ellos en quien puedo confiar plenamente.

La orgullosa muchacha observaba como los ulfen pasaban ante su atenta mirada. Hace unos años su padre formaba parte de aquel cuerpo de élite que protegía a los débiles nobles de Oppara. Nobles que urdieron una conspiración para hacer caer a su padre y su casa... Lirya apenas tenía recuerdos de aquello, era muy pequeña, pero su clan no olvidó y se transmitió la historia a la manera de su pueblo.

Su ensimismamiento no le dejó percatarse de que una mujer se le había acercado demasiado y cuando habló dio un pequeño respingo. Le bombardeó a preguntas pero Lirya le dejó hablar. Había cultivado la capacidad de permanecer en silencio mientras otros hablaban y hablaban... hasta que le tocaba responder, y muchas veces no era con palabras...

-¿Ya? ¿Has acabado de cacarear? - una sonrisa burlona le acudió presta al rostro. - Los charlatanes como tú me hacen mucha gracia, porque solo hablan y hablan... y solo dejan de hablar cuando una espada como esta les rebana el cuello. - la amenaza poco velada se quedó en el aire.

- Soy una ulfen, y nosotros no nos arredramos ante nada ni ante nadie. Te ayudaré porque me conviene pero no por tus amenazas de intrigante. Y en cuanto a mi ropa.... no se qué tiene de malo pero supongo que para no llamar la atención tendré que disfrazarme. No hay problema.

Se quedó mirando a los ojos a Lady Martella. Era orgullosa y altiva, al menos de cara a la galería, por dentro era todo temores e inseguridades. Se movía en un terreno que no era el suyo, pero recuperar el honor de su padre merecía pasar por aquella y por cualquier otra prueba que le pusiera el destino por delante.

Victria meditó seriamente sobre la respuesta de su hermanastra.

-Tenéis toda la razón, hermana. -aceptó su derrota con una sincera sonrisa- Sigo teniendo mis temores, pero ya no mis dudas con respecto a nuestra bienamada Princesa Eutropia. -agregó asintiendo con firmeza.

Tras aceptar su propuesta, Martella volvió a animarse. E incluso bromeó. Victria rió suavemente.

-¡Por supuesto que no voy a proponerle ésa idea! ¡Ni a él ni a nadie tras nuestra conversación! -agregó con una nueva risa- ¿Él es el autor? ¡No pude echarle un vistazo! Me temo que alguien lo tomó prestado y no tuvo a bien devolverlo...

Victria alzó las cejas ante la afirmación de su hermana de haberse hecho cargo de la distribución de un libro de tan distinguida persona.

-Me intrigáis hermana, os sigo. -le respondió mientras se ponía en pie y caminaba tras ella. Attia las siguió en silencio, mientras que Noctis, que se había tumbado justo entonces, les lanzó una mirada desaprobatoria antes de levantarse perezosamente y seguirlas.

Cuando Martella le mostró la copiadora, Victria abrió los ojos sin ocultar su curiosidad.

-Había escuchado de artilugios semejantes, pero nunca había visto una con mis propios ojos. -comentó mientras se acercaba para verla de cerca. Observó los mecanismos y las formas con gran cuidado y respeto antes de girarse hacia su hermana- ¡Gracias hermana! ¡Realmente es fascinante! -respondió alegremente al ofrecimiento de copiar su libro si algún día llegaba a escribir algún libro.

El día transcurrió rápidamente mientras ambas conversaban animadamente, hasta que su hermana decidió dar por finalizado el día. Pero antes de irse le comentó que había reclutado a más personas para ayudarla.

Victria la observó seriamente antes de dirigirle una suave sonrisa.

-Esperaré nuestras futuras reuniones. Y el conocer a tan distinguidas personas elegidas por ti. Y por favor, permíteme agradecerte de nuevo la confianza que depositáis en mi persona. Os aseguró que os ayudaré en todo lo que me sea posible, y tal vez más.