Partida Rol por web

Lady Martella os había solicitado encontraros con ella antes de que la Gala de la Exaltación comenzara, para conoceros entre vosotros y resolver cualquier duda sobre lo que esperaba de vosotros. El lugar de encuentro era El Higo Colosal, una cafetería cerca del edificio del Senado.

Los largos rayos dorados de la puesta de sol bailaban a través del interior ahumado de la cafetería, destacando panes, quesos y botellas de vino detrás del único mostrador. Martella bebía pausadamente de una taza humeante, vestida con un elegante pero conservador vestido, al menos según los estándares de Taldan. Un grillo de latón del tamaño de una mano zumbaba silenciosamente en la mesa junto a ella.

- Estoy tan contenta de que podéis uniros a mi esta noche -comienza. - Por favor, pedid lo que queráis: la mermelada de higos la hacen particularmente rica. Y sentíos libres de hablar en confianza. He tomado medidas para garantizar nuestra privacidad.

Junto a la dama Martella había una joven con un vestido igualmente bello y elegante, propio de la nobleza, de un profundo color verde como marcaba la tradición azlante. Portaba también numerosas joyas, todas ellas con una temática floral y natural.

Ella misma era de aspecto muy joven, hermosa y de mirada inteligente. Con una piel levemente dorada y su cabello castaño era claramente una nativa de Taldor. En su frente había iluminado un círculo de luz del tamaño de una moneda.

Como la dama Martella, ella también estaba con una taza humeante en su mano. Y con su otra mano acariciaba a un animal que descansaba sobre su regazo.

Aparentemente era un gato de un tamaño considerable, de color completamente negro y con un pelaje que se asemejaba a bruma oscura. Como su aparente dueña, lucía una marca brillante circular en su frente. Estaba con los ojos cerrados mientras la joven le pasaba la mano sobre el lomo, pero al entrar los abrió para observaros. No tenían ningún tipo de iris ni color en ellos, lo que lo hacía algo siniestro.

Os sonrió cálidamente al veros entrar, aunque desvió momentáneamente la mirada hacia el grillo cuando Martella mencionó que había tomado medidas para hablar con tranquilidad.

-¡Encantada! Por favor, permitidme que me presente, yo soy Victria Lotheed. Es un placer poder conoceros al fin, mi hermana ha guardado el secreto de vuestra identidad hasta ahora, y temo que mi curiosidad estaba a punto de estallar. -bromeó- ¡Por favor, sentáos! ¡Estoy deseando saber más de vosotros! Por cierto, permitidme que os presente. -posó la taza en la mesa y señaló con su mano al felino sobre ella, el cual ya había perdido el interés y volvía a estar recostado con los ojos cerrados- Él es Noctis, aunque no es muy hablador. Y ella es mi fiel ayudante Attia. -agregó señalando a una tercera joven que se sentaba junto a ella.

La joven aludida se levantó y os saludó con una inclinación de cabeza tras dirigidos una rápida mirada con sus ojos azules.

-Mi Señora es demasiado amable, tan solo soy una humilde esclava a su servicio. -dijo con una voz dulce y melodiosa- Es un placer conoceros. -agregó con una tímida sonrisa.

Vestía otro elegante vestido propio de la corte, aunque de menor calidad a los que portaban las otras dos mujeres en la mesa. La tela era de un vívido color carmesí, que hacía juego con su largo cabello pelirrojo y ayudaba a destacar su blanca piel. Pese a sus características físicas de herencia ulfen, su pequeña talla y corpulencia no correspondía a la de las mujeres del lejano norte. Portaba también varias joyas muy hermosas, aunque no llegaban a la altura de las de la nobleza.

Tras saludaros, volvió a tomar asiento en la mesa. Por el cómo se movía parecía que estaba más acostumbrada a vestir ropajes más prácticos y sencillos.

Finalmente todo le indicaba a Tyrius que no podría llevar ninguna arma y si habían problemas, tendría que tomar alguna que pudiera estar portando un noble, o un guardia. En efecto tendría que confiar en aquello, en que los guardias tendrían la inteligencia de ayudarles. Quizá por eso decidió que su vestimenta fuera a mostrar el símbolo de Abadar. Los ropajes eran negros, con la llave que simbolizaba a su dios tejida en la capa, que era de color rojo. Pensaba que así transmitiría la suficiente elegancia, así como solemnidad.

Cuando fue al encuentro de la noble, resultó que habían otras personas allí. Algunas de ellas eran también nobles o ricas. Primero el paladín hizo un saludo apropiado a Martella, para dirigirse después al resto.

- Encantado, Lady Victria y Attia. Les saludo a todas. Mi nombre es Tyrius Thell, pertenezco a la orden de Abadar, al que sirvo como uno de sus paladines.

Se fijó en que Victria se presentaba como hermana de Martella. Era curioso que la Lotheed le hubiera elegido como parte de aquél grupo, que imaginaba que tenía que ayudarla a sus fines los cuales aún no conocía del todo.

- Voy a ayudarles a enviar mensajes durante las celebraciones. Necesitaría que me describieran las personas a las que pueden ir dirigidos.

Ya que Tyrius no conocía lo suficiente a tantos nobles y prefería prepararse de antemano. El paladín se mostraba muy sereno y aunque no tenía toda la información de lo que iba a suceder, confiaría en la princesa y ya que hablaba bien de estas otras personas, también les apoyaría.

Abrí la puerta de la cafetería y tras recorrer con la mirada los rostros de la cafetería, me detuve en el rostro de Lady Martella y sonriendo me quite el sombrero y me encaminé hacia la mesa que ocupaba la noble, junto los que suponía que serían mis compañeros... 

A diferencia de las mujeres sentadas a la mesa, yo vestía unas botas largas de cuero, calzas de cuero negro, un jubón negro con filigranas bordadas en un color rojo, a juego con los guantes y las plumas de mi sombrero, ademas a mi espalda prendía una capa de color violeta, todo ello de la mejor calidad...

Con paso seguro me acerque hasta la mesa y salude con una educada inclinación de cabeza. -Un placer conocer por fin a mis compañeros... Soy Valeria Karthis... Un placer... Me senté a la mesa y viendo que este parecía ser un lugar con mas clase de los que solía frecuentar, decidí descartar la idea de pedir una cerveza y pedir un café en su lugar... -Bueno... ¿Estamos ya todos pues? Mire al joven que se había presentado como un paladín de abadar... -¿Un paladín queriendo meterse de cabeza en las intrigas políticas de la corte?... Eso si que no me lo esperaba... Aun así alegra saber que en cierta manera tenemos de nuestra parte al amo de la primera bóveda

Lirya acudió a la cita propuesta por Lady Martella ataviada de la manera más discreta que pudo y supo. Un vestido verde oscuro que le venía holgado, le gustaba ir ligera y aquellos endemoniados corsés no le martirizarían la piel. Un sencillo cinturón hacía que se dibujara ligeramente su femenina figura. Sus botas de viaje y un cuchillo convenientemente escondido en una de ellas completaban el atuendo. En la posada se había quedado a buen recaudo el resto de su equipo. Se sentía desnuda sin el frío acero de su gran espada en contacto con su cuerpo.

Entró en la sala, se sentó en una silla de manera desgarbada, poco femenina, y asintió con una medio sonrisa a todo lo que empezaron a hablar los allí reunidos.

Hola, mi nombre es Lirya.

Y punto. Eso fue lo máximo que se atrevió a decir en presencia de tanta gente desconocida. Y además por la manera de hablar de aquellos debían pertenecer a clases cultas y distinguidas de Oppara, y Lirya tenía la verborrea de un tocón en medio de un prado... Ninguna y cuanto menos hablase, menos posibilidades habría de que la cagase... Sabía que en aquellos lugares la palabra era peligrosa y un arma utilizada en terribles maquinaciones que provocaban disputas y que familias enteras cayeran en desgracia... Como la suya, pero ese dato no iba a publicitarlo ante unos desconocidos, que bien podrían traicionarla.

Lady Martella observó de forma aprobatoria vuestras vestimentas.

- Me sorprende gratamente no veros armados. Con la excepción de Valeria, lo cual tampoco me extraña -dijo de forma amable-. Es una muestra de confianza hacia mí. Aunque se permite ir armado al senado, las armas no van a ser necesarias para las misiones que os he encomendado.

- Quiero que sepáis que no os he elegido de forma arbitraria para las misiones. Tengo la certeza de que seguiré necesitando de este tipo de servicios. Si demostráis vuestra capacidad para cumplir con las misiones, y además os desenvolvéis bien en este tipo de eventos, ésta puede ser una relación a largo plazo.

- Pero centrémonos en esta noche. Yo también estaré en el senado, como invitada. Si pudiera tener una noche tranquila, sin que necesitéis acercaros a interrumpirme para resolver ningún problema, y así poder disfrutar de la Gala, sería ideal.

De una bolsa de cuero extrajo lo que parecían unos prendedores.

- Poneros este emblema en vuestra ropa. Yo llevaré este otro -os muestra uno como el vuestro, elaborado con mejor detalle-. Pertenecen al Senador Voritas y sus ayudantes.

Martella entregó a los nuevos agentes a su servicio unos emblemas de una serpiente dragón y un caballo, mientras les explicaba de qué se trataba:

- Estos prendedores están imbuidos con magia, y además de servir para identificar a su portador como ayudante de un senador, permiten la comunicación telepática de los ayudantes -miró a sus agentes- con el senador.

Tras una pausa, agregó:

- El linaje Voritas se extinguió hace ya un siglo. Sin embargo es habitual aprovechar prendedores extintos para, por ejemplo, los invitados a una gala que se celebra en el Senado. Más fácil de identificar por los guardias, y por los senadores y otros nobles como invitados.

- Me olvidaba de ti -dijo dirigiéndose a Attia, entregándole un prendedor.- Vas a necesitar uno para poder seguir sirviendo a Victira dentro del senado.

Aprovechó el momento en que se colocaban los prendedores para tomar su té, antes de proseguir.

- Aunque os he contratado por separado, tendréis más éxito si os apoyáis en lo que necesitéis. No es una competición: cada éxito es una contribución a que todo transcurra de la forma menos dañina posible.

De un pliegue de su capa sacó una carta sellada, mirando al paladín de la capa roja.

- Tyrius será mi ayudante principal. Mi mensajero en la Gala. - Dirigiéndose a Tyrius, le dijo mientras le deslizaba la carta sobre la mesa- Para empezar, necesito que entregues esta carta al Conde Orlundo Zespire. Tal vez lo conozcas, fue convertido a Senador en una Exaltación años ha.

- Valeria se encargará de indagar sobre cuál será el voto de dos senadores: el Duque Centimus y la Condesa Abrielle Pac. Dos nobles que se resisten a revelar su voto. Cuanto antes lo pueda averiguar, mejor. Luego ya os podrá ayudar al resto.

- Esta noche también estará como invitado en el senado el reconocido Barón Nicolaus Okerra. Mi hermana Victria tiene la difícil tarea de convencerlo de que abolir la primogenitura es la mejor opción para Taldor, antes de que la votación se produzca. Es suficiente con que sea minutos antes, por lo que tal vez al principio puedas ayudar a Tyrius si necesitara identificar a algún destinatario.

- Por último, debéis identificar a alguno de líderes más irracionales por el no, y Lirya, nuestra noble de las tierras del norte se encargará de hundirlo. Políticamente, me refiero.

Lady Martella os mira expectante.

- ¿Alguna pregunta antes de empezar esta prometedora noche?

Le gustó la idea de poder llevar consigo algún arma. Siendo un paladín, esperaba no despertar suspicacias al respecto. No había que descartar que se pudiera producir un ataque, un intento de asesinato o similar. Entendía por las palabras de Martella que iban a realizar una serie de misiones de naturaleza social, así que trataría de estar a la altura, pero sobre todo actuar como un protector de las dos hermanas. Ahora sabía que los Lotheed apoyaban a la princesa Eutropia, a la que deseaban poner en el trono. Se preguntaba si habían otras facciones haciendo lo contrario, lo más probable era que sí pues había nombrado a "líderes irracionales".

- Descríbanme bien al Conde Orlundo Zespire, yo llegaré hasta él en el menor tiempo posible.

El paladín deslizó la carta hasta colocarla delante suyo. Intuía que con esa carta intentaba ganar un voto favorable.

Le sorprendió el modo en el que se refería a Lyria, como una noble del Norte. Era algo inesperado pero también bueno pues parecía indicar que se comportaría con responsabilidad. Para el paladín eran importantes ese tipo de cosas.

- Las misiones están muy claras. Vamos a hacer todo lo que podamos, en cuanto entregue la carta volveré a vuestro encuentro.

Moverse por entre la gente para hacer una entrega tenía que ser algo fácil, pero la dama había dicho "para empezar" así que tenían que haber más de esas cartas esperando.

Ops! Aquel tema avanzaba muy deprisa para su gusto...

¿Telepáticamente? ¿Significa eso que el senador "oirá" todo lo que yo piense?

Mal negocio porque tenía cosas en mente para algún que otro noble de Oppara. Tenía un objetivo y no quería revelarselo a nadie aún... Y la única forma que conocía de hundir a alguien era bajo el peso de su espada...

Intentó que sus pensamientos no se dedujeran por su cara, pero en ese juego era una auténtica novata y a buen seguro se captaba su terror ante la perspectiva de un evento social...

Dadme un nombre, e intentaré arruinarle la vida. dijo con voz firme y seca. Se pellizcó el dorso de la mano a escondidas para evitar el temblor de pierna.

- El senador Voritas hace tiempo que murió. Yo portaré su prendedor. -dijo Martella a Lirya señalándose su prendedor más ricamente detallado-. Los prendedores son dispositivos de comunicación, no de control. No podréis evitar recibir mis mensajes, y podréis responderme telepáticamente tras recibirlos (1). Pero eso es todo. No podré acceder a vuestras mentes, ni vosotros comunicaros a voluntad conmigo. Supongo que los senadores los quisieron así a propósito, para no ser incordiados con mensajes telepáticos según fuera la voluntad de sus ayudantes.

Después de divagar sobre los prendedores senatoriales, Lady Martella cambió de tema:

- Como dije, no deberíais necesitar armas, y aunque no se prevé que esta noche vaya a ser diferente, prefiero ser cauta y proteger a mi gente. Bajo la mesa tenéis un saco con algunos elementos por si la situación se complica: viales de acero líquido (2), bochas de humo (3), polvo de ilusión (4), y estimulante de alma (5).

Tras explicar brevemente en qué consistían los elementos, bromeó sobre el último.

- Seguro que después de compartir toda la Gala entre gente de alta alcurnia os sentís como si os hubieran mordido varios vampiros.

Para terminar, os advirtió: - Ninguno de estos elementos están permitidos en la Gala. No forman parte de la tradición del porte noble, como lo son armas y armaduras. Sin embargo, son fáciles de esconder, por lo que os sugiero que las portéis como prevención.

Escuchó con atención la explicación. Los broches iban a ser de mucha utilidad ya que habría demasiado gentío allí reunido y podrían comunicarse mejor de esa forma. Que después comentara que armas y armaduras estaban permitidas le resultó tranquilizador, porque podría portarlas y estar preparado si algo fuera de lo normal acontecía. Iba a ser mucho mejor de esa forma pues de no contar con ese equipo se sentiría desvalido en caso de haber problemas.

Después, esos objetos extraños de los que hablaba llamaron su atención, pero al decir que eran ilegales el paladín pensó que no era muy oportuno usarlos.

- Yo no tengo interés en ellos, más que nada porque no estaría bien que los llevara. Quizás ese estimulante del alma sí, pues me parece algo más bien curativo.

Esa cosa imaginaba que se aplicaría tras una herida de un vampiro y no creía que una de esas criaturas fuera a estar presente en la celebración.

- Después de la gala tendremos que hacer un buen descanso, está claro. Parece que habrá que moverse muy rápido.

Debido a lo urgente de esas misiones, las cuales debían de ser importantes para que la princesa Eutropia ganara votos.

Tomando el broche entre mis dedos, mire con curiosidad el emblema de aquella familia ya desaparecida, tras lo cual enganché el broche a la solapa de mi jubón de cuero. 

Mire a Lady Martella cuando esta nos ofreció diversas herramientas "ilegales" para usarlas en caso de que hubiera problemas. -Por mi parte me parece bien... Es mejor ir preparados por si la situación se tuerce de alguna manera... Cosa que espero que no... Por mi parte no necesitaré el acero liquido... Le doy unos golpecitos con la mano a la empuñadura de mi arma. -Yo ya tengo compañera, y dado que la mayoría de nobles llevan armas de este estilo, nadie le dará demasiada importancia... Yo creo que con algunas brochas de humo y polvo de ilusión tendré mas que de sobra...

En cuanto a mi misión, no creo que sea demasiado difícil, por lo que si consigo averiguar la opinión de mis objetivos con rapidez, intentaré ayudaros a alguno de vosotros... Me quede un momento callada pensando en la misión que le habían dado a Lirya... -Espero que no, pero es posible que uno de los posibles irracionales sea mi padre... Suspiro levemente y miro a Lady Martella... -El esta empeñado en empezar otra gran campaña contra Qadira... Y sabiendo de las políticas de la Princesa, este estará en contra lo mas seguro

Victria miró con interés a Tyrius como se presentó como paladín de Abadar. Attia por su parte le dedicó un par de tímidas miradas.

-¿Un paladín del Juez de los Dioses? Me encantará intercambiar unas palabras más tarde contigo. -expuso con sinceridad- Cuando dispongamos de más tiempo, por supuesto. -agregó antes de prestar atención a las otras dos damas que entraron.

Las saludó cortésmente, aunque la aparente timidez de Lirya le hizo sonreír.

Tras eso escuchó a su hermana explicar las distintas misiones que cada uno desempeñaría aquella noche. Asintió con una sonrisa cuando le tocó el turno, pero permaneció en silencio para no interrumpirla.

Mientras, Attia tomó los dos broches que le tendió Martella, inclinándole la cabeza en agradecimiento. Le colocó el suyo a Victria y luego prendió el propio en su propia ropa.

Victria prefirió estar en segundo plano mientras los demás exponían sus primeras dudas sobre los broches, pero cuando su hermana respondió y les ofreció objetos claramente ilegales, su sonrisa se torció.

-Hermana... ¿Realmente crees que es necesario? Yo misma he sentido la necesidad de apuñalar a algún pariente durante alguna reunión, y por eso estoy segura de que estos objetos no están permitidos por muy buenas razones... -expuso en tono de broma pero con un gesto de preocupación. Luego hizo listado completo de los objetos mentalmente y la miró de nuevo con cara extrañada- ¿Acaso esperas que nos asalten unos vampiros o algo parecido durante la festividad?

Martella asiente con pesar ante el comentario de Valeria.

- Tu padre Valeria seguramente vote en contra, efectivamente. Tan sólo por conveniencia para su guerra con Qadira. La princesa, al igual que su padre, no apoyan esta guerra. Al menos no de la forma que desea el senador Karthis. Y una posible guerra civil por la Corona podría resultar en un victorioso Gran Príncipe mucho más proclive a la guerra. Lo que no estoy segura es si Karthis será uno de los líderes más influyentes por el no. Seguro que encontráis otros, si no deseas que tu padre sea el objetivo de la misión de Lirya, Valeria.

Ante las reticencias de su hermana por los objetos entregados, Martella mostró una ligera preocupación mientras explicaba la razón de proporcionar estos objetos para llevar durante la Gala:

- El imperio se encuentra en un momento frágil. A pesar de no ser salvajes, la seguridad a la que nos hemos acostumbrado los taldanos corre peligro de terminar y desatarse una situación caótica. No creo que ningún noble se atreva a cometer una agresión durante el Gran Día. Pero si sucediera, quiero que regreséis a mí sanos y salvos, con la mayor cantidad de información posible. Sobre todo tú, hermana, con o sin información. Por eso te pido que al menos lleves las bochas de humo, por si necesitas salir de una situación violenta.

Cuando prosiguió, los ojos le brillaban divertidos:

- El estimulante de alma no es para los vampiros realmente -dijo sonriendo, antes de continuar con voz baja.- A algunos nobles les gusta usarlo para otros menesteres más… mundanos, digamos. Tal vez os sirva para ganaros algún favor. ¡O para disfrutar de la vida! En estos casos siempre va bien contar con un caballero estimulado. Si os dedicáis a ello, acordaros de quien os dio el regalito, y no perdáis oportunidad de extraer algo de información para mí -terminó diciendo con un guiño de ojo a Attia.

Conforme le comentaban el propósito "secundario" del estimulante, Tyrius fue mostrando una suave sonrisa acompañada de desconcierto. Luego una expresión que ya indicaba que había cambiado de idea.

- Vaya, así que es algo más que un objeto curativo, me temo que no lo portaré entonces. Tampoco voy a tener que convencer a nadie, así que no tendría utilidad. Si para algo he de servir es para moverme rápido entre la multitud, eso lo haré bien.

Entendía además que lo del estimulante podía estar pensado para echarlo en la bebida de otra persona y que alterara su comportamiento, lo cual tampoco haría el paladín.

- Voy a ver si me da tiempo a recuperar mi equipo. Volvemos a vernos en la ceremonia.

Indicó dejando los objetos sobre la mesa. En cuanto le describieron el broche que identificaba al resto de la carta realizó una pequeña venia hacia las nobles y optó por marcharse, deseando poder acudir con armadura y espada.

- Queda pendiente nuestra conversación, Lady Victria. Espero que se produzca pronto.

Le comentó a la dama, quien había sugerido hablar más tarde. Se fue pensando en la curiosa experiencia que iba a tener hoy, siendo partícipe de tan famosa ceremonia. Lo haría bien y así tendría la oportunidad de trabajar codo con codo con los nobles que gobernaban Taldor, este reino otrora tan poderoso que posiblemente mejoraría si Eutropia lograba hacer los cambios que prometía.

Victria sonrió ampliamente a su hermana cuando le explicó el motivo por el que deseaba prestarles aquellos objetos.

-Comprendo tu preocupación, hermana. Pero aún así estaremos en un lugar seguro y vigilado. Como mucho algún noble se lleve algún guantazo por tener las manos demasiado largas... -agregó en tono de broma- Además, no puedo pasar por alto que sean objetos ilegales... si por el motivo que fuese alguien nos descubriera portándolos, conseguiríamos el efecto contrario al que buscamos durante ésta noche dando a la nobleza contraria a la coronación de la Princesa unos argumentos estupendos para tacharla de conspiradora o algo peor. -argumentó- Además... mi arte puede que no sea visto como prestigioso por nuestra familia, pero yo ni siquiera necesito... -se interrumpió para rebuscar en su cinto, y finalmente dejó sobre la mesa una saquillo- Ni siquiera necesito mi bolsa de componentes para estar protegida. -le dijo sin perder la sonrisa- Además, yo tengo a mi caballero de oscura armadura aquí mismo. -agregó alzando a Noctis entre sus manos. El felino, panza arriba, se esforzó en adoptar un porte digno pese a la extraña postura.

Victria depositó de nuevo a Noctis sobre su regazo y miró el saquillo sobre la mesa con expresión pensativa.

-Por cierto... ¿Los componentes de conjuros están permitidos? -preguntó, pensando que en realidad era mucho más poderoso permitir los componentes de conjuro y con ellos, el uso de magia, que cualquiera de los objetos que les prestaba su hermana.

Cuando su hermana explicó el uso alternativo que tenían los estimulantes Victria rio suavemente.

-¡Entonces sí que no desearía llevarlos! ¡Bastantes problemas me dan los hombres, incluso entre la familia! -bromeó.

Por otro lado no pareció entender el guiño que Martella dirigió a Attia, pues miró a ambas interrogativamente, aunque decidió no preguntar viendo que era una broma entre ambas.

Attia por su parte sonrió traviesamente cuando Martella bromeó con los estimulantes, y soltó una risa suave cuando le guiñó el ojo.

Se volvió para mirar a Tyrius y tuvo que hacer su mejor esfuerzo para no romper a carcajadas cuando éste reaccionó devolviendo rápidamente la ampolla a la mesa.