Partida Rol por web

El grupo de agentes de Martella salió de El Higo Colosal y se encontró con las calles abarrotadas de gente de lo más variopinta: aristócratas y plebeyos taldanos en sus mejores galas, y visitantes de todas las regiones. Se acercaba el momento culminante, y estaban en el barrio del Senado.

Cuando por fin llegaron a la entrada del Senado, vieron la cola que les esperaba.

Mientras que los senadores y otras personalidades entraban sin problema, el proceso para los ayudantes de senadores, aristócratas de menor importancia, y otro personal considerado "gente útil para gente que importa", era largo y tedioso.

La cola avanzaba lentamente, llevaría más de una hora hasta llegar al portón de entrada.

Mientras tanto, docenas de mercaderes intentaban vender de forma excesivamente entusiasta sus mercaderías a los aventureros y al resto de la fila. Un artista amenizaba la espera tocando su instrumento y entonando melodías conocidas en la región. Algunos empezaban a quejarse de la lentitud de la cola. Otros mencionaban su importancia relativa al senador o noble del que eran afiliados.

Como a unos 20 metros delante de la fila, a la altura de la cantante, una pequeña mujer parecía estar vaciando los bolsillos de los ayudantes más despistados mientras caminaba por entre la fila.

Estaba en la cola de entrada junto a mis compañeras, viendo con cierta exasperación lo lento que avanzaba nuestra fila... -Bufff... como siga avanzando así de lento la fila, habrán acabado las votaciones antes de que lleguemos a poner un pie en el Senado... Viendo como algunos mercaderes estaban por la zona vendiendo sus mercancías, alcé la mano para llamar la atención de uno de ellos, mientras el mercader se acercaba esquivando gente, mire a mis compañeras. -¿Os apetece algo de comer o beber? Me da que aun nos va a tocar esperar un buen rato en la fila. Por mi parte le señalé uno de los pasteles glaseados y una jarra de hidromiel que vendía el buen hombre, y saque dinero para pagar lo que había pedido yo y mis compañeras.

Noctis, que iba acurrucado en brazos de Attia, simplemente observaba el gentío a su alrededor.

Vio una persona interesante y posó su mirada sobre ella por más tiempo.

-Veo una ladrona. -dijo a Victria con una voz grave de hombre, a la par que le señalaba a la susodicha con una pata.

Victria suspiró cuando llegasteis ante el gentío que hacía cola.

-Al menos así daremos tiempo a nuestro rubio caballero a volver. -dijo con una sonrisa, tratando de ser optimista.

Attia estaba junto a ella, sujetando en brazos a Noctis, ya que el bosque de piernas se hizo demasiado denso y peligroso para éste.

Hubo un segundo de silencio incómodo, y rápidamente la joven noble trató de entablar conversación.

-Disculpa Lirya, ¿podría saber...? -se quedó callada en medio de la pregunta, y se giró hacia una parte más adelantada de la cola- Noctis ha visto a una ladrona. -explicó muy seria.

Lyria se aguantaba las ganas de salir corriendo de aquel infierno de gentío. En una abarrotada cola debían esperar para acceder a la gran gala y su paciencia se ponía a prueba.

Dirigía su mirada hacia ninguna parte cuando vio a una mujer sospechosa que parecía estar adueñándose de lo que no era suyo...

Apenas escuchó el comentario que la dama Victria había hecho mientras se acercaba rápidamente a la ladrona para cogerle la mano justo en el momento en que se acercaba a un bolsillo ajeno. Le apretó la mano con fuerza excesiva y le susurró

Yo de ti me largaba antes de que avise a la guardia... Ya has trincado suficiente.

-... -Victria se quedó helada cuando Lirya simplemente se abalanzó sobre la ladrona. ¿Nadie le había enseñado a ser sutil?- Attia, guárdanos el sitio, en seguida volvemos. Si véis a algún guardia, avisarle del incidente.

La joven sirvienta asintió nerviosamente mientras Noctis, en sus brazos, oteaba en busca de algún guardia cercano. Mientras, Victria aceleraba el paso para seguir a la norteña.

Ruda pero presta, la bárbara llegó hasta la ladrona y agarró con fuerza y precisión la muñeca de la ladrona en el momento justo en que se acercaba a un cinto. Aunque la ladrona intentó zafar, no pudo liberar su brazo.

El que iba a ser la víctima se giró al sentir el forcejeo a sus espaldas. La sorpesa y la confusión se adueñaron de su cara.

La ladrona decidió cambiar de estrategia.

- ¡Está bien, ya mismo vuelvo! No me volveré a escapar, lo prometo -dijo con cara de frustración inocente-. ¿Me puedes soltar ya la muñeca? Me haces daño -terminó, poniendo cara de sufrimiento y ruego.

Noctis identificó fácilmente a los guardas por sus colores verde y dorado de Taldor, y las insignias de león.

Vio que, aparte de los dos guardas del senado que paseaban a lo largo de la cola distraídos -y que habían marchado hacía ya un rato en dirección al final de la fila-, había otra guarda, varios grupos adelante, que parecía estar inspeccionando con detenimiento al personal de la fila.

Además, había al menos cuatro guardas a lo lejos, en la entrada. Y otros tantos ya en las escaleras del senado. Aunque tardarían en llegar. Eso si llegaran a moverse.

Estaba entregando el dinero por el dulce, cuando Lirya se lanzo a agarrar la mano de una joven, que instantes antes Victra había detectado como una carterista. Dando un mordisco al dulce, me acerque hacia la zona donde estaba ocurriendo el altercado. -¿Escaparte? Mas bien que te han pillado con los dedos muy largos... Miro a la victima de la joven... -Perdone señor... ¿Puede comprobar que no le falte nada?

La ladrona seguía ejecutando maniobras para librarse del agarre, de la forma más disimuladamente posible. Pero le era imposible zafar. Se estaba acercando gente y la situación se le estaba complicando.

- ¡Por favor! - lloriqueó.

Seguidamente se derrumbó en el suelo bocabajo, quedando alzada su mano apresada. Y se deshizo en un lamento sonoro que llamó la atención de los grupos cercanos, que todavía no se habían enterado de qué estaba ocurriendo.

El señor, que por momentos se iba agravando su cara de estupefacción, por fin reaccionó y revisó sus pertenencias.

- Todo en su lugar - dijo, encogiéndose de hombros, y pasó a mirar a la presunta ladrona que se lamentaba en el suelo.

Otro que estaba en el mismo grupo se acercó, la cara roja como un tomate.

- ¡Ey, pues creo que a mí me falta mi monedero! - exclamó preocupado mientras se tanteaba.

La artista aprovechó para acercarse al centro de atención que se había formado, y tocó un divertido tema para la ocasión, Unidos para siempre.

El jaleo llamó la atención de la guarda que andaba inspeccionando con más detenimiento al personal de la fila.

Los ojos escrutadores de la guarda cambiaron hacia los agentes de Martella. En particular la chica con el gato de otro plano. La guarda comenzó a dirigirse hacia el centro de atención que se estaba formando allí donde estaban.