Partida Rol por web

La situación era más complicada de lo que parecía, habían pillado a una mujer explorando los bolsillos ajenos. Lirya se la había acercado para hacerle desistir de sus intentos... Pero lo que la norteña había pensado que sería una manera discreta de solventar el asunto se había convertido en el foco de toda atención...

Jajajajaja, jajajajaja

Una risa nerviosa empezó a entrarle sin saber muy bien qué era lo que le hacía tanta gracia... Todo el mundo la miraba pero no podía parar de reír... Y cada vez con más fuerza... Hasta que empezaron las carcajadas. Tan grande fue el ataque de risa que le dio que acabó revolcándose en el suelo sujetandose la barriga para evitar que le estallase....

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

Noctis señaló con una pata en la dirección en la que se encontraba la guardia más cercana y miró a Attia.

-Guardia. -dijo simplemente con una grave voz de hombre que no se correspondía a su aspecto o tamaño.

Attia, que se encontraba buscando a algún soldado cercano justo en aquel momento, observó en la dirección en la que le indicaba el falso felino. No tardó en notar los colores verdes y dorados del uniforme, y en que la guardia dirigía su atención hacia ella.

Aprovechó el momento para hacerle señales en dirección a Lirya y a su señora.

-¡LADRONA! -exclamó alzando la voz, intentando hacer uso de sus conocimientos en canto para poderse hacer escuchar por encima del gentío- ¡DESE PRISA! ¡HAN ATRAPADO A UNA LADRONA! -le insistió dando un par de saltos y señalando reiteradas veces en dirección al conflicto.

Lirya había logrado complicar bastante las cosas... en cuanto comenzó el escándalo, la gente se había cerrado en torno y ahora Victria continuaba luchando para abrirse paso entre ellos.

-Por favor... dejen paso... por favor... -iba repitiendo alternativamente mientras se escabullía cómo podía.

Finalmente consiguió alcanzar a Lirya y a su captura. Previsiblemente, la ladrona intentaba crear más caos con el que poder escabullirse, y Lirya parecía haber entrado en un ataque de risa histérica.

Victria le puso la mano en el hombro.

-Tranquilízate. -le dijo a su compañera mientras dirigía una mirada mortalmente seria a la ladrona que se retorcía en el suelo en vano- ¡Más vale que digas la verdad, ratera! ¡Pues habéis sido hayada en pleno crímen! -comenzó a decir en voz alta, tanto para ella como para la gente que se amontonaba alrededor- ¡Debéis saber que os hayáis en presencia de la dama Victria Lotheed, y que soy usuaria de artes mágicas! -anunció- ¡Poseo formas muy desagradables de evitar que escapéis de vuestro justo castigo, así que si no queréis terminar peor parada, confesad y entregaos en paz a las fuerzas del órden que ya se aproximan! -le expuso en un tono autoritario, aunque en realidad no sabía si se acercaban o no guardias- ¡Empezad por devolver sus posesiones a éstas inocentes personas! -agregó señalando el fajín de la ladrona.

Desde su posición, arqueada bocabajo, había estado estudiando una salida para escabullirse entre tantas piernas. Cada vez se acercaba más gente, y necesitaba salir de ahí.

El gentío que la rodeaba estalló en furia. Justo a tiempo, se le presentó la oportunidad que estaba esperando. El exabrupto de risa de su captora había aflojado la presa sobre su muñeca.

La ladrona interrumpió su llanto fingido.

Con un rápido y calculado movimiento, liberó su mano, giró su cuerpo sobre sus articulaciones, encarándose a la parte de la fila opuesta a donde habían sido alertados los guardias. Y rodó por entre las piernas de los que se había apiñado a su alrededor. Hasta incorporarse de un salto para salir del tumulto, corriendo hacia la calle.

La cantante terminó abruptamente su canción hilarante con una sonrisa de aprobación en los labios.

Untó sus manos en grasa, y acarició su instrumento mientras deleitaba a su público con una nueva canción: Farewell.

Mientras la cantaba, la artista empezó a retroceder, inclinándose a modo de saludo, cual actriz al finalizar una obra de teatro.

Hasta llegar al otro lado de la calle, momento en que dio media vuelta y aligeró el paso.

***

En el lugar donde antes había estado la ladrona, se había formado un charco grasiento y resbaladizo. Apenas visible, pero quienes estaban sobre él sintieron cómo su pisada perdía firmeza.

La guarda del senado, alertada por Attia, rápidamente llevó a sus labios un fino tubo acabado en una bola. Al soplarlo, produjo un pitido agudo que llamó la atención de una pareja de guardas de la ciudad que estaban calle adentro.

- ¡Guardias! ¡A ellas! - gritó, señalando a la ladrona y a su compinche.

Tras unos instantes para asegurarse de que los guardas habían identificado correctamente la orden y los objetivos, la guarda continúo caminando hacia el lugar del tumulto.

Se acercó hasta el borde del charco grasiento, desde donde trató de tranquilizar a las potenciales víctimas del robo.

- No se preocupen, caballeros. Nuestros guardas darán con las ladronas y sus pertenencias serán recuperadas. En este momento, mantengan la calma y no hagan movimientos bruscos. Están siendo víctimas de un conjuro para hacerlos caer si lo hacen.

Hizo un ademán para que se acercara un guardia de los de la puerta. Luego se dirigió al grupo que había identificado y por unos momentos capturado a la ladrona.

- Gracias, valientes. ¿Cómo os llamáis? - Preguntó, sin saber bien a quién dirigirse de las tres que habían parado a la ladrona. Quería preguntar a la captora, pero su risa le perturbaba. Aunque parecía que ya estaba perdiendo fuerza (o histeria) - ¿Te encuentras bien?

Por fortuna la masa de gente no había sido demasiado densa, de modo que Tyrius a los pocos minutos ya podía ver su destino. Caminaba con paso rápido, ahora mejor preparado gracias a su armadura, por si las cosas se ponían mal poder actuar como defensa de las damas. Se sentía mucho más seguro de esa forma.

Para su sorpresa, al llegar hasta la entrada había otro alboroto, con una escena protagonizada por unas ladronas además de un charco de grasa. Viendo allí a sus compañeras, hubo de acercarse.

- ¿Estáis bien?

Indagó antes de hacer nada, pues entendía que iban a preferir entrar cuanto antes para realizar esas importantes misiones en beneficio de la princesa. El paladín no se iba a alejar de nuevo de su objetivo salvo que ahora hubiera desaparecido un objeto que lo mereciera.

- En este día puede pasar cualquier cosa.

Como que una "maga" se dedicara a robar justo en la puerta, lo que era todo un despropósito para su ordenada mente.

Distraída por el repentino ataque de risa de mi compañera, vi como la causante del alboroto y la que suponía que había hechizado a mi compañera iniciaban una retirada bastante bien orquestada... Habían llenado de grasa el suelo bajo los pies de mis compañeras, por suerte la zona donde me encontraba estaba libre de grasa, podía haber iniciado la persecución de dichas ladronas, pero sin embargo, a pesar de que sabía que eso no era correcto, a ese noble ese robo quizás suponía una pequeña molestia, sin embargo a esas dos chicas podía suponer comer durante días... Había estado bastante por las zonas bajas de Oppara, y había podido ver como eran las cosas, y mientras que ellas no hubieran dañado o matado a nadie, no iba a intentar capturarlas, a su parecer habían jugado muy bien sus cartas y eran chicas astutas... 

Conteniendo una pequeña sonrisa, me gire dejando de lado esa persecución y me centre en ayudar a mis compañeras y al resto de afectados del conjuro, a salir de la zona de grasa. 

Mire a Tyrius, el cual se acercaba hacia nosotros. -Si, estamos bien... Creo que ha sido un conjuro lo que ha afectado a Lirya... Magia de bardos...

Victria torció el gesto del rostro cuando vio que el suelo se llenaba de una masa viscosa y resbaladiza. Reconoció de inmediato el conjuro de grasa, lo que le indicó que la ladrona contaba con ayuda... pero peor fue al ver que mientras la grase se extendía en el suelo, la ladrona se liberaba fácilmente del agarre de Lirya y escapaba rápidamente entre la multitud.

La joven Victria frunció el ceño y llamó mentalmente a Noctis.

<< Persigue a la ladrona y deténla, no debe escapar con las posesiones de los demás invitados. >> le ordenó mientras la guardia del senado llegaba al lugar y les preguntaba por sus nombres.

-Perdone un momento. -dijo Victria mientras junto a ella parecía rasgarse el aire y se materializaba una pequeña hada de no más de dos palmos de altura. Portaba un arco a medida y un carcaj de diminutas flechas en la cintura. Revoloteó a su alrededor mientras desprendía una luz intensa.

-¡Hola jefa! ¿En qué puedo ayudar? -preguntó la hada alegremente con su aguda voz.

Victria señaló a la ladrona que cada vez estaba más lejos.

-Detén a ésa ladrona como mejor veas, e intenta señalar tu posición con tu brillo para que los guardias puedan atraparla. -le indicó la noble, con lo que la hada salió volando como una flecha en dirección a la ladrona- ¡Y no afectes a terceras personas en el proceso! -le gritó Victria mientras la hada se alejaba.

Victria suspiró y miró a la guardia de nuevo.

-Espero que os pueda ser de ayuda para atrapar a la ladrona. -le dijo mientras se alisaba el vestido y recuperaba su sonrisa encantadora- Mi nombre es Victria Lotheed. -agregó con un saludo formal- Y por favor, no es necesario que nos tratéis como valientes... es el deber de todo buen ciudadano el ayudar a cumplir la ley dentro de sus posibilidades.

Justo entonces llegó el paladín. Un poco tarde, pero no era culpa de él.

-Estamos perfectamente. -le contestó con una sonrisa. Entonces alargó los brazos hacia él- Por favor, ¿me alzas y apartas de éste charco? No me gustaría resbalar y manchar mi vestido.

Noctis saltó repentinamente de sus brazos con un simple "Debo irme" como toda explicación, por lo que Attia quedó confusa en el lugar, viendo cómo la ladrona huía del lugar y sin entender por qué nadie se movía para perseguirla o el motivo de las risotadas de Lirya. ¿Había sido un malentendido quizá? Por la reacción de la guardia, no lo parecía... y además su señora invocó a una hada para perseguir a la ladrona.

La joven se quedó inquieta en el lugar, al fin y al cabo Victria le había pedido que guardase el sitio... no obstante no perdió ojo a lo que podía ver desde el lugar. Dando saltitos en más de una ocasión para evitar que otras personas le tapasen la escena con la cabeza.

- ¡Excelente! No les vendrá mal a mis chicos tener una luz indicadora. - dice divertida.

En ese momento llega corriendo el guarda al que había llamado.

- Ayuda a las damas a salir del charco. Luego encárgate de averiguar qué pertenencias han sido robadas, y de que las recuperen los legítimos dueños una vez vuelvan con ellas los guardan que han salido en busca de la ratera.

Al oír esto, los que ya se saben víctimas de hurto rodean al guarda con dramáticas reclamaciones propias de damnificados.

Habiendo dado las instrucciones pertinentes, la guarda se gira hacia vosotros.

- Por favor, permitidme aunque sea que os agradezca vuestra ayuda ahorrándoos la hora de cola que os aguarda. Es lo menos que puedo hacer. - Os hace un gesto para que la acompañéis hacia la puerta del senado. - Acompañadme, por favor.

- Magia de bardos. Tratando de conseguir algo valioso y luego perderse en la multitud.

Estaba claro el propósito de aquellas mujeres, lo que sucedía era que la guardia ya había reclamado que se ocuparía del asunto, de manera que el paladín seguiría cerca de Martella. Al ver a Victria alargando los brazos, curvó levemente los labios para después asistirla, tratando de ayudarla a superar el espacio resbaladizo del suelo. Miró después hacia atrás, observando la pequeña hada. Por alguna razón recibió una señal en su mente, pretendiendo quizás recordar algún suceso largamente enterrado en su memoria.

Tras recibir vía libre, Tyrius echó a caminar, pensando ya en adentrarse en el lugar para admirarlo antes de que comenzaran las tareas que Martella quería asignarle.

Noctis corrió a toda velocidad, esquivando el bosque de piernas pero sin perder de vista a su objetivo.

En cuanto llegó a la altura de la ladrona, la sobrepasó de un salto y se situó frente a ella, agazapado en posición de ataque, con las orejas hacia atrás y agitando la cola nerviosamente.

-Dame una excusa para comerte. -le dijo en tono amenazador.

Mientras tanto, la hada también llegó a la zona revoloteando y brillando.

-♫ Te atrapé-eee ♪ -cantó con voz traviesa mientras la señalaba y una onda mágica salía disparada hacia ella, no obstante, la ladrona no pareció ser afectada- ¡Ups! ¡Dame un momento, que lo vuelvo a intentar! -exclamó con su vocecilla chillona y juguetona la hada.

La ladrona sintió un ligera desorientación, la vista se le nubló por unos instantes, y cuando volvió a enfocar se encontró con un gato de otra dimensión delante.

Instintivamente, saltó hacia un lado para esquivarlo, rodando hacia un lado de la calle, chocando al levantarse con varios transeúntes.

- ¡Dejadme! Soy inocente - declaró, mostrando las palmas de las manos vacías a sus perseguidores.

Demostrando un buen entrenamiento, la ladrona había logrado deshacerse de su robo entre los transeúntes. Pero su habilidad no fue suficiente para escapar del escrutinio del gato.

Estaba aterrada. Sentía la mirada del gato y era como si pudiera mirar dentro de ella.

La mirada de Noctis no se apartó de ella. Se mantuvo frente a ella, agazapado y con las orejas atrás, en una pose de estar a punto de saltar sobre ella en cualquier momento.

-Acabo de ver cómo lanzabas la bolsa entre la multitud. -le dijo con el mismo tono que había utilizado antes- Mi señora no ha pedido que te entregue viva. Recupera los objetos y entrégate o me ocuparé yo a mi manera. -agregó.

La hada continuo con sus órdenes iniciales y volvió a lanzar un Aturdir a la ladrona.

-Gracias por esperaarrr~~♥ -le dijo felizmente la hada con su aguda voz mientras lanzaba su conjuro, al ver que volvía a fallar hizo un puchero- ¡Pero no te resistas! -exclamó destelleando en el aire.

El paladín alzó una ceja al ver el modo en el que actuaba el gato de Victria. No sólo hablaba sino que parecía tener ciertas aptitudes extra. 

- Guardias por favor, detengan a la muchacha.

Era una lástima que una joven estuviera dedicando sus esfuerzos al robo cuando podía estar intentando algo mejor. Tyrius tampoco creía que tuvieran mucho tiempo para aquello y prefería que los guardias cumplieran su cometido.

- Si recuperas la bolsa te tratarán mejor.

Indicó a la chica a ver si dejaba de guiarse por mentiras y trataba de enmendar el error que había cometido.

Los guardas por fin llegan y apresan a la ladrona, que no ofrece resistencia.

- ¡Ratera! Ya eres nuestra. Ahora, suelta lo que has robado.

- No mientas, o lo lamentarás. Vamos, ¿dónde están las monedas? -dice el otro mientras empieza a cachearla y arrancarle ropa sin pudor en busca de la mercancía robada. - !¿Donde las has escondido?! -grita, ansioso.

- ¡Contesta! -le increpa el primero, arreándole un puñetazo en la barriga que la deja sin respiración.