Partida Rol por web

Farald, al acercarte al trol localizas la flecha que Jooy le clavó en el hombro. Sin embargo, otra herida llama tu atención en el cuerpo del trol. En la parte de atrás del muslo, unos centímetros por encima de la corva, asoma una hendidura. Al verla no te cabe duda: aquello lo ha hecho un hacha, y no ha sido la de Khargûl.

- Mirad esto- grito a los demás mientras de un salto me coloco cerca del muslo- esto es una herida de hacha- indico con las manos- y no es de las nuestras. Me temo que Balin y Oin también se encontraron con esta criatura antes que nosotros. Seguía viva así que no la mataron. Esperemos que eso signifique que escaparon. De todos modos, deberíamos seguir las huellas de esta criatura si no encontramos el rastro de los enanos, tal vez de ser así podríamos encontrar... sus restos.

- Vamos a ver- pienso- es obvio que el hecho de que el troll nos atacara aquí no quiere decir que fuera el mismo punto en el que atacó a los enanos.

Desciendo de un salto del cuerpo del Troll y me pongo a caminar y a observar en el terreno circundante, tratando de localizar cualquier pequeño detalle que pueda darme una pista de lo sucedido.

- No obstante, hemos seguido su rastro hasta aquí y puede que esta sea una especie de zona de caza de esta bestia, un sitio donde es sencillo emboscar a sus víctimas. Si los enanos toparon con ella por aquí cerca y consiguieron huir, debieron hacerlo sin tomar precauciones ni borrar el rastro por lo que es posible que todavía se puedan encontrar restos de su huida por alguna parte. ¡Ahá!

Aerandir, al explorar el terreno te percatas de que las huellas de los enanos se separan de la maraňa de la batalla y vuelven al campamento y, una vez allí, se encaminan de vuelta al río.

- Farald tiene razón. Hay una herida de hacha justo aquí, sobre la corva, y o yo me he vuelto ciego, o esta incisión viene por un hacha enana. Fijáos, la herida es ascendente, golpeada desde abajo. ¡Los enanos han debido pasar por aquí!

Me adelanto un poco, buscando algún rastro. Tardo un segundo en darme cuenta del dolor del brazo.

"Así aprenderás, tonto, que no puedes pelear a lo loco. Por poco no te destroza el trol. No vas a encontrar enanos vivos si te matan."

Y mientras le doy vueltas al tema del brazo, piso una rama... que ya ha sido pisada. Y al lado otra rama, enganchada en una raíz...

- ¡Mirad! ¡Ese rastro!

Khargûl, al explorar el terreno te percatas de que las huellas de los enanos se separan de la maraňa de la batalla y vuelven al campamento y, una vez allí, se encaminan de vuelta al río.

- Encontré un rastro. Rápido, ¡seguidme!

sin perder de vista la senda, llego hasta el campamento de nuevo, y de ahí al río.

- Así que volvieron al campamento. Quizá a coger sus cosas después de la batalla...- "¿Se habrán dejado algo, quizá?"

El enano parece encontrar de nuevo el rastro y se lanza hacia el campamento. Un momento de duda me dice que no debería fiarme de los instintos de un enano, más dados a la acción sin sentido que a pararse a pensar pero finalmente me decido y le sigo a la carrera, de vuelta a la playa.

- ¿Dónde esta ese rastro?- le pregunto- ¿Qué es lo que has visto?

Imitando al enano, trato de enfocar la mirada para buscar alguna pista que se nos haya pasado ahora que sabemos qué es lo que les pasó a Balin y a Oin en esta etapa del viaje.

Mascullo en voz alta.

- ¡No veo que puede encontrarse aquí! ¡Estamos ante un acertijo sin apenas pistas! Unos enanos volvieron al campamento tras un ataque antes de salir huyendo. La pregunta es: ¿por qué? ¡Nada encuentro, y cada vez me siento más frustrado!

Me siento con un golpe cerca de los restos del fuego.

- ¡Da igual! ¡Cuando los encontremos, nos dirán si esto es sospechas fundadas o delirios de un enano loco!

Sigo el debate mirando a mis compañeros según van hablando, sin saber muy bien qué aportar a la búsqueda. Los sigo de vuelta e intento encontrar algo por mi mismo. Me froto los ojos pues no consigo ver nada más allá de mis pies, mucho menos un rastro.

Aunque la búsqueda realizada por Farald es profunda y sus ojos albergan una sapiencia de la que poco escapa, nada nuevo encuentra de relevancia.