Partida Rol por web

- No veo nada con este fango.- Declaro mientras voy a la orilla. Cuando llego, me siento y saco el agua de dentro de las botas, descalzándome.

Khargûl, pasando el bote hundido, adentrándote un poco más en el pantano, descubres unas ruinas que apenas sobresalen del légamo. Como si de puntas de dedos se tratase, aparecen pilares solitarios, pequeños arcos de mármol y muros húmedos con gárgolas sonrientes que te contemplan. Estás frente a una antigua entrada. ¿Adónde conducía ésta? Nada sabes, pero bajo el agua se pueden ver los restos de un camino de piedra que se adentra entre los antiguos edificios. Al seguirlo con la mirada, descubres que conduce hasta la orilla cercana. Allí termina en un arco de mármol del que aún cuelga una puerta desvencijada. Tras ella se alzan árboles oscuros.

Hago gestos con la mano hacia mis compañeros.

- ¡Venid! ¡Mirad esto! Ruinas... Ruinas antiguas...

Mi mirada sigue a Khârgul desde hace rato en su vaivén por el pantano. También lo sigo, a una distancia prudencial y andando penosamente por el barro con mis cortas piernas. Espero poder lavarme pronto los pies, esto es mucho hasta para mí.

Entonces el enano comienza a exclamar. - ¡Por fin algo! - Me acerco aprisa hasta él, primero emocionado aunque poco a poco, siento el peso de la oscuridad y los árboles que vemos al fondo. Como si eso fuera lo que precisamente hubiera hundido esos edificios hace mucho, mucho tiempo. 

Gracias a los dioses, Khârgul parece dar con algo y seguimos juntos el rastro hasta lo que parecen ser las ruinas desvencijadas de algún antiguo asentamiento.

- Vestigios del pasado- susurro acariciando las piedras desgastadas por el tiempo y la erosión- sólo los dioses saben los misteriosos secretos que guardan sus piedras.

Mis ojos parecen brillar con la excitación de quien se sabe ante un descubrimiento poco usual cuando nuestros pasos nos llevan hasta una puerta desvencijada sostenida por un arco de mármol.

- ¿Qué misteriosos tesoros pueden aguardar tras esa puerta? Balin y Oin debieron dar también con este lugar.

Farald, en algún lugar has leído sobre estas ruinas. Antaño fueron un poblado de hombres, una estación de paso para enanos viajeros que iban o venían de las colinas de Hierro y para mercaderes del sur y del este. Cuando el poder de los reyes del Norte se desvaneció, el poblado se abandonó, hasta que las ciénagas y el bosque se tragaron sus ruinas.

- Estas ruinas pertenecieron a los hombres de antaño- digo mientras continúo acariciando y examinando los restos- bajo el dominio y la guía de los reyes del norte. Hombres y enanos de las colinas de hierro se refugiaban entre sus muros durante sus travesías. Era un lugar de paso para caravanas de mercaderes, un punto franco en el medio del camino. Puede que Balin y Oin reconocieran restos enanos o conocieran las historias que hablan de este sitio y trataran de buscar refugio entre los restos de sus muros, especialmente después de la precipitada huida del troll.

Traspasáis el arco, evitando la puerta desvencijada, y os encontráis ante un estanque de aguas oscuras, rodeado de árboles altos y sombríos. Desde sus ramas, empezáis a oír multitud de graznidos de pájaros que no conseguís ver. Acto seguido, este ruido se apaga y es sustituido por el tañido lento y suave de una campana remota. Parece venir de lo profundo de las aguas. Pero eso es imposible, ¿no?

Acongojado por las ruinas y la oscuridad del ambiente, sigo a mis compañeros encogido y tapándome la boca con ambas manos. Miro a mi alrededor buscando, con la esperanza de no encontrarlo, algún movimiento extraño. Entonces el sonido de la campana empieza, haciendo el primer golpe que un escalofrío recorra mi espalda.

- Por las botas del rey Dain...- Murmuro entre dientes.- ¿Qué lugar maléfico es este?

Miro hacia un lado y hacia otro, pero sobre todo miro el lago oscuro, como perdiendo la vista en sus aguas.