Partida Rol por web

-¡No huyas!- Vapte corrió unos pasos detrás del gnoll, persiguiéndole maza en mano. Pero la bestia corría más, y pronto Vapte no tuvo más remedio que rendirse y volver con el grupo.

Con una gran sonrisa, empezó a hacer estiramientos. A pesar de su evidente cansancio, sus viejas articulaciones parecían aguantar bien el trote.

-¿Ya estás... cansado? ¡Si solo ha... sido un entrenamiento!-exclamó sorprendida viendo a Torcuato sentarse, aunque ella era la primera que jadeaba al hablar. De repente pareció caer en la cuenta de que la mitad del grupo estaban sangrando y resoplando, especialmente Ivor. Se miró extrañada las manos.

-Oh... Ya no... tengo más.

Dejo escapar un hondo suspiro una mezcla de alivio, resignación y pena a la vez, mientras se acercaba a la anciana Vapte. La mujer la había curado dos veces, eso seguramente había significado un costo para sus poderes en el corto plazo. A cambio apenas había hecho nada. Su magia le había fallado cuando más la necesitaba.

-Yo… lo siento mucho… +murmuro, agachando la cabeza+ Lamento no haber notado a esos monstruos ni haber podido esquivarlos…  lamento ser tan inútil y que desperdiciaras tu magia en mí cuando ellos la necesitan más… +hizo un gesto con la mano hacia los valientes que habían luchado bien pero ahora estaban lastimados. Y ella que no había sido más que un estorbo estaba sana. + De verdad lo lamento.

Antes de irse a dormir, Torcuato Tort decidió usar su habilidad "Imposición de Manos" sobre sí mismo para poder sanarse un poco de todas las heridas que este había recibido en el combate y así poder dejar a los más heridos a merced de los que sí sabían el noble arte de la medicina y la sanación.

-No es necesario que os preocupéis por mi. -Indicó al resto del grupo antes de ponerse a descansar- Yo mismo me voy apañando por mi cuenta. Que alguien ayude a los más heridos...

Fui a recoger mi daga y mis flechas con gesto de enfado. Maldita emboscada, de dónde habían salido todos aquellos gnolls? Este bosque era peligroso. Teníamos que estar más atentos todos o la próxima vez quizás no tendríamos tanta suerte.

ok

Vapte recibió con curiosidad a Katia, pues tenía pinta de que algo le rondaba la cabeza. La mediana la escuchó con tanta atención que durante unos segundos parecía haberse quedado empanada... y de repente su gesto se volvió preocupado.

-¡No pidas perdón nunca! Es como dar las gracias: nunca hay que hacerlo.- afirmó con severidad, y miró a su alrededor con desconfianza. No a sus compañeros, sino más allá, al bosque. -Tienes suerte de que haya sido conmigo, pues nunca sabes a quien puedes decírselo por error... Ten cuidado.

Y tras su extraña advertencia, volvió a su buen humor de siempre.

-Además, no es tu culpa que esos monstruos fueran unos cobardes, yendo solo a por los débiles. ¡Hasta que seas fuerte, yo te ayudaré siempre! Y lo más importante, nunca te pediré nada a cambio.-La anciana no parecía ser consciente de lo que estaba dando a entender de Katia con sus palabras, pues a juzgar por su amplia sonrisa y energía, parecía creer que le estaba dedicando las mejores palabras de ánimo. 

-¿Quieres unirte a mis entrenamientos por la mañana?

Con la parte exterior de su mano, se secó el sudor de su frente. - Bueno, pues hemos sobrevivido, solo esperemos que no vayan a por más amiguitos. - se sentó a descansar un poco en el suelo, la verdad es que moverse tanto y tan rápido con su pesada armadura, no era tarea fácil.

Katia empezó a pedir perdón, a lo que Vapte le recriminó que no pidiera perdón, pero tampoco diera las gracias. - ¿Algún tipo de brujería extraña o pacto con tu Dios que te impide usar esas dos palabras? - inquirió curioso, antes de dirigirse a Katia. - Por mi parte si que creo que deberías dar las gracias por tener compañeros que te defiendan, pero no pedir perdón ¡todos tenemos nuestras fortalezas y nuestras debilidades! - comentó animado con una sonrisa. - Así que ya te daremos las gracias más adelante Kat.

Miró hacia Torcuato, alguien también muy anciano, aunque en años de tortuga. - Sinceramente, me preocupa que algún día Vapte se haga una sopa contigo. - alzó levemente los hombros. - Aunque por mera curiosidad, probaría el alimento, nunca he comido tortuga. - bromeó.

-¡Vapte!-gritó la mediana, a partes iguales indignada y asustada ante la insistencia del guerrero en dar las gracias, cada vez negando con más fuerza con la cabeza y agitando sus brazos.- ¡Vapte vapte vapte! ¡Kord nos protege y da fuerza!

Solo pareció distraerse cuando Aranor mencionó el comerse a Torcuato. La mediana se giró hacía ellos, mirándolos con los ojos llenos de curiosidad.

-¿Por qué te preocupa? ¿Es que está rica?

Aranor se sentó en el suelo de golpe cuando el ultimo gnoll salió huyendo. ¡Que dolor, por Mistra! Menos mal que se habia acabado aquello. Dejó caer su cara de alegre pilluelo y se le vio cansado y débil por primera vez. Un descanso ciertamente le iria bien.

¿Ni perdón ni gracias? El extraño consejo de la anciana no pudo sino hacer que una sonrisa le asomara en los labios, a pesar del malestar que sentía en su corazón. Que curiosa filosofía. Por otro lado, eso sumado a las amables palabras de Aldorth la confortaron aunque fuera un poco. Ya llegaría otro tiempo donde pudiera redimirse y ser útil al grupo, si, ojala.

-I-intentare estar lista cuando llegue ese momento. +murmuro por lo bajo, dejando que continuaran con las bromas tras la amarga pelea. Ella no se sentía de humor para eso. Pero apretó los puños y se sentó, esta vez cerca del fuego y en el centro del grupo, a meditar su resolución.