La calma vuelve lentamente a la vieja mansión y tras el estruendo sólo se escucha la tormenta.
Había sido rápido, un fuerte tirón al ver que se desplomaba el suelo bajo Theresa para atraerla hacia él, tal vez de manera bruta, pero con la única intención de salvarla de una caída que podía resultar fatídica.
Abrazó a la chica mientras permanecía pegado a la pared, como si temiera que ese derrumbe se extendiera a su posición, esperando a que la relativa calma llegara al ático antes de soltarla lentamente, pendiente todavía del suelo.
¿Estás bien? – Intentó caminar, todavía pegado a la pared, abriendo la puerta por la que habían entrado para buscar la seguridad de las escaleras rígidas.- Vamos, esto no es seguro. Ya me lo agradecerás luego.- No sabía qué había pasado con el resto, esperando que estuvieran en otro lugar y no bajo los escombros.
Rob no salía de su asombro. Lisa y él estaban indemnes tras el estrepitoso derrumbre de los pisos superiores. Llenos de polvo, claro, perplejos, paralizados. Al menos él. Abrazó a la chica para darle cobijo entre sus brazos, o para sentirse él mismo seguro. El atizador no lo había perdido, y ahora se aferraba a él y al calor del cuerpo de Lisa como sus dos armas para enfrentarse al Mal que anidaba en esta casa y que quería devorarlos.
-No te saldrás con la tuya -aseguró, con tono arrogante y seguro. A medias.
El estruendo fue ensordecedor. Apenas me dio tiempo a ver cómo el maniquí estaba a punto de agarrarme del tobillo para arrastrarme con él mientras todo a nuestro alrededor se desplomaba y yo no era lo suficientemente rápida. Cuando creía que ya era el fin, Carlo hizo muestra de unos reflejos que nunca hubiese imaginado para salvarme. Me abracé a él con fuerza, con la respiración agitada, quedando los dos pegados, frente a frente, en uno de los pocos resquicios que el suelo no había devorado. Respiré profundamente, sintiendo que mi corazón se me iba a salir del pecho después del tremendo susto. Estando tan cerca del chico, cualquiera podría pensar otra cosa. Y, si las circunstancias no fueran tan complicadas, tal vez ese fuera el caso. Ante su pregunta, asentí enérgicamente, sin dejar de abrazarlo.
—Te debo una, Carlo —dije, llamándolo por su nombre de pila por primera vez, aún un tanto paralizada y conmocionada por lo ocurrido, intentando esgrimir una sonrisa sincera en su dirección—. Acabemos con esta de una vez y larguémonos de aquí —añadí, acompañándolo escaleras abajo para comprobar cómo estaban los demás.
Y de repente surge aquel derrumbe y no puedo evitar el hecho de ir a estar entre los brazos de Rob que al parecer estamos ilesos por aquel incidente. Sea lo que sea que ha llevado a esto, nos da a entender que si no encontramos respuesta alguna la casa nos lleva consigo. Por ello aún entre los brazos del deportista, lo miro a los ojos por un breve instante y percibo su valentía, ese coraje innato que tiene.
—Juntos—digo sin dudar y después le pregunto por mis compañeros—. ¡Chicooooos! ¿Están bien?
Iba a comenzar a subir las escaleras, pero se cae el mundo...
ahora paso
Cacacacarlo? Thethetheresa?
En ascuas estamos
Aparecí en ese momento en el que las voces reclamaban nuestra presencia junto a Carlo, bajando las escaleras, con el susto aún en el cuerpo y el rostro serio, fruto de la tensión. A pesar de que dibujé una ligera sonrisa por verlos a todos ilesos, poco tardé en centrar mi atención en el estropicio del recibidor. El caos era palpable, con infinidad de trastos desperdigados y los restos de suelo ahí abajo. En cuanto me percaté, mis ojos se clavaron directamente en la figura del maniquí inerte que yacía entre los escombros sin mostrar signos de vida o movimiento.
—¡Sí, estamos bien! Ha sido un milagro no haber caído junto con ese —ladeé la cabeza en dirección a mi "amigo" de madera—. Pero no nos confiemos, no creo que permanezca ahí tirado por mucho tiempo. ¿Habéis conseguido abrir la puerta del sótano? —inquirí, bordeando al maniquí para situarme cerca de la trampilla—. Vamos a tener pocas oportunidades de acabar con esto. Hay que darse prisa.
Espero que se aposente el polvo y cese el estruendo sin atreverme a moverme, esperando que cualquier cosa me aplaste. Es un milagro que no haya nadie herido, parece que esta casa se propone matarnos como sea.
-¿estáis todos enteros?, ¿que ha pasado ahí arriba?-
Una polvareda inunda la casa tras el derrumbe del techo.
Acabemos, la estructura del resto de la casa puede haberse visto co-comprometida. No se muy bien como lo conseguiguiremos, pe-pero ya iremos improvisando.... o acabaremos devorados como el pobre individ-duo del armario
Y la herida se me va a gangrenar si no conseguimos salir pronto
Me da por fijarme en la maqueta de la casa... ¿hubo algun cambio cuando se derrumbó el piso superior? desapareció tambien de la maqueta?
Quizás sea por el estrés, el alcohol, el polvo aspirado en el derrumbamiento, la escasa protección de su ropa frente a la lluvia que le ha calado hasta los huesos u otras causas. El caso es que Carlo comienza a encontrarse mal y apoyarse en la pared, mientras baja las escaleras.
Estábamos todos bien. Menos mal. -¿Un tipo en el armario? -Rob se alarmó. Más. Abrazó con fuerza a Lisa. Cuando se dio cuenta, se separó un poco de ella- Perdona.
Miró a Thess. -Sí, la hemos abierto, de momento el maniquí sigue ahí abajo. Sin moverse, esperando, supongo. Eh, Carlo...
Se dio cuenta de que algo no andaba bien con él. Corrió hacia el chico, que lo veía caerse escaleras abajo, para sujetarlo- Eh, tío, qué te pasa, qué tienes.
Suspiré con dejadez ante las preguntas de Jade, no había tiempo para explicaciones.
—Es demasiado triste para contarlo —me encogí de hombros—. Digamos que el suelo del ático estaba hecho pedazos y ese maniquí se ha encargado de destrozarlo del todo. Cuando salgamos os haré un croquis si hace falta —comenté haciendo gala de mi habitual ironía y jactancia.
Para entonces Carlo estaba mareado o qué sé yo, tenía mala cara. Quizá tendría el estómago revuelto de tantas cervezas que se había metido entre pecho y espalda. Me acerqué un momento hasta su posición, ayudándole a sentarse en uno de los escalones.
—Descansa aquí. Ya has hecho suficiente por ellos... y por mí —acaricié su rostro brevemente, con cierto cariño, antes de desviar la vista al deportista—. Rob, tú y yo nos encargamos de mantener a raya al de ahí abajo mientras los demás abren la puerta y averiguan el modo de terminar con esta maldición. ¿Vale? —no lo dije en el tono de una pregunta, sino en el una orden.
"Si es que se puede" —murmuré para mí misma, preparándome para bajar.
Miro algo alucinado al maniquí. ¿Sería posible que ese engedro sintético hubiera podido reventar el suelo? ¿qué no podría hacer con nosotros. Comernos, como al del armario.
Los compañeros llaman la atención sobre la indisposición de carlo. Le tiendo la capa, ahi abajo solo me iba a estorbar y a el le puede ayudar a retener el calor. Se debe estar congelando con ese traje de animadora tan gracioso, aunque va tan pedo que igual el alcohol lo mantiene vivo.
El plan de Theresa parece bueno. Memorizo en la maqueta la disposición del sótano por si vamos apurados de tiempo y asiento con la cabeza. Estaba listo para bajar cuando la malota y el quaterback abran camino. Antes necesitamos el esfuerzo de 6 para conseguir simplememte encerrarlo. Ahora son dos. Y Lisa, Jadse y yo entraremos en el santuario...
Si esto fuera un arcade tras esa puerta nos esperaria el jefe, que es mas poderoso que el resto, que los maniquies que le sirven. Genial, tenemos al jefe para combatirlo entre Lisa, Jade y yo, y encima yo estoy herido, no me atrevo a mirar la herida pero estoy seguro que llega a verse el hueso y si no me retuerzo de dolor es porque las tijeras seccionaron casi todos los nervios de la zona. Me hubiera gustado hacer antorchas pero no habia mas aceite y no podemos malgastar el de la lámpara.
Pero la suerte estaria de nuestro lado. Como siempre.
El sótano está total oscuridad. No se escucha ningún ruido, pero sabéis que el maniquí os espera.
El tramo de escaleras sólo permite que bajéis de uno en uno.
De pronto oís varios sonidos procedente del salón. Varios crujidos, como si el maniquí que cayó del ático tratase de moverse, con el mismo éxito que tendría un hombre con las piernas rotas. Se detiene, resignándose a lo evidente. Su cuerpo artificial está demasiado maltrecho.
Un golpe os sobresalta. El maniquí del jardín golpea el cristal -sin romperlo - y pega su rostro al mismo desde el exterior de la ventana. Os vigila.
El abrazo de Rob me reconforta y me encanta que sea así, más quisiera estar en otra situación disfrutando de esto, sin miedo, sin derrumbes ni maniquíes locos que nos atacan por todos lados. Por esa razón tras enterarme que Carlo no está muy bien, hago una mueca de pena y escucho la propuesta de Theresa, lo cual asiento conforme.
—Jade, Igni, los sigo. Es hora.
Y ya decidida a ir con los chicos, me acerco a Rob antes de que vaya con Theresa y le doy un dulce beso en los labios mientras lo miro a los ojos.
—Habrá más cuando terminemos con esto.
Sin decir nada más, avanzo a paso firme con mis compañeros. El maniquí loco nos observa y el otro algo le sucede, pero no me entero demasiado. Ahora me toca seguir a Igni junto a la morena.
-Vamos a ello y a terminar con esto de una maldita vez. -Asiente, con determinación fingida hacia Thess. No las tiene todas consigo, pero tira de él que es una estrella del deporte, un tipo que todos creen echado hacia delante. Y no va a demostrar lo contrario. -Los tenemos acorralados -bromea, con una sonrisa de cinismo y confianza.
Dejan a Carlo que descanse y repose mientras ellos inician su descenso a los infiernos. Se ve entonces sorprendido por el beso de Lisa. Le sabe a miel, y su promesa de encuentros futuros le hace devolvérselo con algo más de ímpetu.- Muchos más.
Y, en fin, allá abajo está, iluminando con la linterna del móvil las tinieblas del agujero donde se han metido y empuñando el atizador, su amigo inseparable. Me siento como Indiana Jones profanando una tumba,
Motivo: atisbar en la oscuridad
Tirada: 2d6
Resultado: 7(+4)=11 [1, 6]
He lanzado por físico para ver en la oscuridad y estar alerta.
Motivo: Defensa Rob
Tirada: 2d6
Resultado: 8(+4)=12 [4, 4]
Motivo: Ataque maniquí
Tirada: 2d6
Resultado: 6(+5)=11 [5, 1]
Ubicación: D1. El sótano.
La puerta que lleva al sótano, tras el pequeño rellano que hay tras bajar sus estrechas escaleras, está cerrada con llave.
Traspasada dicha puerta, y como han averiguado observando la maqueta, hay una bodega. Los botelleros se encuentran tapando los muros.
Rob desciende el primero, atento a cada mínimo cambio y a cada ruido.
El inconfundible sonido del crujir de las articulaciones del maniquí se escucha con claridad. La criatura avanza con rapidez hacia el deportista con intención de estrangularle.
El atizador, en manos del joven, se interpone entre él y su atacante, evitando sufrir daño y dando tiempo a que los demás desciendan al rellano del sótano.