Partida Rol por web

Al ver la escena, la mente de Taddeus evaluó distintas estrategias en una fracción de segundo, la prioridad era liberar el brazo del hombre. Viendo que debía haber algo debajo de la bestia, la forma de incorporarse a la escaramuza fue intentando clavar la punta de su espada por debajo, hacia arriba, realizando, si lo lograba, un esfuerzo para levantar al reptil.  Si en los primeros instantes no veía un hueco para hacerlo, simplemente lo atacaría, de arriba hacia abajo, sobre su cabeza.

Ingresó a la batalla gritando para ver si llamaba la atención del animal.

- ¡Por Ashur!

Stella comenzó a cantar su adagio vivificador desde la orilla, entre los juncales rotos, mientras colmillo se azoraba ante el llamamiento de Alek. Las aguas no eran su medio pero sabía nadar y defenderse, así que sin ser capaz de lanzarse por si solo, abiertamente, hacia el enorme animal que se debatía en el agua, sí que se las apañó para atraer su atención del reptil, el que giró para tratar de encararlo, mostrando parte de su panza, más blanda, menos protegida, lo que facilitaba que el explorador alcanzase e hiciese mella en su blanco. El proyectil salió de entre sus dedos, liberando la cuerda del arco y alcanzando la verdosa piel de su blanco, perforándola, abriendo paso a un persistente reguero de sangre roja de un tono muy oscuro.

El gran reptil se removió violentamente ante la oleada de dolor causada por aquella inesperada saeta y los machetazos que ya le había propinado uno de los exploradores, liberando de su peso a un hombre pelirrojo que parecía inconsciente.

Taddeus, reconociendo el soplo euforizante de Ashur entre los versos de su compañera Stella, procedió a atacar a aquel saurio. Uno de los hombres que forcejeaban con la bestia, tras reconocer a los aventureros que habían  venido a ayudarlos al pueblo, se esforzó en poner a tiro la cabeza del cocodrilo, para que el paladín pudiese asaltarlo, al comprobar que ya se había liberado a su presa.

El guerrero consiguió asestar un buen golpe en la cabeza del animal, rematando el trabajo que entre los exploradores de Niom y Alek habían comenzado. El reptil dejó de forcejear, liberando a sus captores y su presa hundiéndose parcialmente mientras sus ojos se teñían del tinte de la muerte, un amarillo acuoso.

Los exploradores de Niom y los aventureros volvieron a un terreno más cómodo donde recobrar el aliento tras la violenta escaramuza. Uno de ellos golpeaba el pecho de su compañero caído tratando de que este recuperase el aliento, sin saber cómo proceder, peor logrando que finalmente escupiese una desagradable porción del pantano que le cubrió el ensangrentado torso, donde las aguas repugnantes de la ciénaga y la sangre del cocodrilo habían calado su ropa.

—Bueno, la cosa acabó bien —comento, cruzando los brazos—. Pero ¿qué diantres? ¿De dónde salió un cocodrilo tan enorme? ¿Hay más? Me preocupa sobremanera que haya más, no nos van a dejar investigar en paz.

—No, de verdad les estoy preguntando, ¿es normal que haya de estos en la ciénaga?

Alek se adelantó y recuperó su flecha del cuerpo del cocodrilo. Colmillo estaba todavía erizado, atento a más peligros. El explorador trató de calmarlo con una caricia en la cabeza, pero el lobo lo ignoró; no iba a bajar la guardia hasta estar completamente seguro que no había peligro, y tal vez ni siquiera entonces.

Después Alek se acercó a Stella.

- Tienes razón - le dijo - tuve suerte con el disparo, pero podría haber herido a los hombres. No estoy acostumbrado a pelear en grupo. - y casi de inmediato cambió el tema - Nunca había visto una criatura así, pero tampoco he vivido mucho en esta zona. Entiendo que sin depredadores que los cacen, los cocodrilos pueden vivir y crecer mucho... -

Se dirigió entonces a los hombres: - Uno de ustedes recibió una fea mordida, ¿están bien? -

Daba pequeños saltitos en la rama hasta dejarse caer planeando con sus alas extendidas hasta aterrizar en la orilla, esperando ser lo más cauteloso posible se acercó al objeto brillante y empezó a picotear intentando desenterrarlo. Esperaba ser lo suficientemente ágil para reclamar aquella extraña joya y salir volando antes de que lo que sea que hay en el agua decidiera reclamarlo a el.

Para alcanzar aquella cosa que brillaba sobre los lodos tuviste que volar sobre la laguna en la que habías visto aquel peculiar horror, así que realmente te esforzaste en aletear lo más rápidamente posible mientras eso SALÍA DE LAS AGUAS, rozando con su falsa mano las plumas de tu cola, o eso creías haber notado... No te ibas a girar para comprobarlo, no fuese que aquello te hiciese moverte más lento, facilitándole el atraparte.

Pero lograste alcanzar el fruto de tus anhelos cual urraca alcanzando su preciado tesoro brillante, mientras escuchabas un violento chapoteo a tu espalda cuando aquello se volvió a perder en las profundidades. Tomaste aquello con tu pico y tiraste con toda la fuerza que podías, liberando lo que parecía ser un aro de cordón del que colgaba algo más, pero estaba tan cubierto de
mugre que no podías verlo con claridad.

Conseguiste introducirlo en el agua de la laguna sin soltarlo, disolviendo el barro para descubrir un sencillo collar del que colgaba un medallón con una estrella de cinco puntas grabada en relieve, unido a su cordón por varias lentejuelas. Sete hacía extrañamente familiar... ¿No era como el de... Stella?

Los exploradores de Niom no se pudieron ni permitir recobrar el aliento, uno de ellos tomó una bolsa de cuero (empapada tras la lucha con el cocodrilo) y procedió a limpiar la fea mordida que había recibido del cocodrilo en su brazo izquierdo uno de los dos caídos. Su otro compañero se dirigió a vosotros con gesto realmente preocupado

- No... No era normal que bestias tan grandes rondasen por la ciénaga, pero este no es el primer reptil que vemos de estas dimensiones desde que comenzamos a peinar el pantano en busca de nuestros niños. Hasta ahora se mantenían alejados, pero parece que Zecín se le antojó como un bocado ineludible.- Trató de bromear, pero al ver la herida, al ser tratada, volvió a se consciente de su seriedad. - Vamos a tener que llevarlo a toda prisa al pueblo. Mi nombre es Rufort, soy el cabecilla del turno matutino de exploración de los pantanos. Ya iba a terminar nuestro turno cuando... Ya visteis lo que ha pasado. Desde aquella primera niebla han proliferado nuevas bestias y personajes por la ciénaga, hay un enano tétrico que, como los saurios, nos suele vigilar desde la distancia y una loca que parece recorrer los pantanos con una linterna dorada aún durante el día, aparte de señuelos, estos cocodrilos y medianos tétricos con máscaras. Tenemos nuestro cupo de tramperos y brujos del pantano, pero son más o menos fiables, al menos los conocemos y sabemos dónde buscar si sopechamos de ellos, pero es como si esta ciénaga fuese ahora un nuevo pueblo de horrores en sí mismo. Este no es nuestro primer incidente, cada día hay más encuentros que terminan en sangre. Sed más que precavidos si aún tras esto seguís teniendo la intención de explorar estás tierras.

Mientras hablaba buscó una rama en un mustio árbol cercano, como si pensase hacer un cabestrillo para el herido antes de partir de vuelta a Niom.

Con su premio en sus manos, o más bien en su pico, aleteo lejos de aquel lugar con el corazón acelerado por el susto. Había escuchado de los Reclamantes, pero nunca había visto uno y esta experiencia fue sumamente cercana. 

Desde el cielo ubicó a sus amigos mientras descendía para aterrizar en el hombro de Stella. En cuanto vea las singulares plumas púrpuras de su cabeza que destacan sobre su negro plumaje, lo reconocería de inmediato, portando aquel singular collar en su pico.

—Bueno, sí que estamos completos —comento con sorna—. Falta que digas ahora que la ciénaga tiene consciencia propia.

Cuando el pájaro de plumaje extraño se me posa en el hombro me doy cuenta inmediatamente de quién es.
—Ah, hola, Sam. ¿Encontraste algo? Por aquí supongo que estamos bien.
No puedo dejar de ver la herida horrible que le hizo el cocodrilo a ese, así que me acerco ya preparándome para entonar un salmo revivificador.
—¿Me permites?
Sin apoyar las manos porque me da asquito, las acerco a donde está lastimado mientras canto, esperando que así al menos deje de dolerle.

Sam se deja caer para aterrizar en el lodo, recobrando su forma original dejando un rastro de plumas negras que caen suavemente.

-¡Si! Mirad esto- extiende el collar a Stella - El símbolo es el mismo que el que tiene tu medallón... Creí ver a un niño sumergiéndose en la laguna, pero resultó ser un cebo para un Reclamante que habitaba en esa parte del pantano. Por poco me atrapa y el collar lo encontré semienterrado en la orilla, quizás pertenecía a una víctima de aquella criatura- 

Por momentos observaba los exploradores mientras hablaba, luego se giró a ellos. -​​​​​​-Deben ser los que se encargan de la búsqueda en el pantano... Vaya, esa herida se ve mal-

El colgante que había traido Sam era idéntico al que tenía Stella: mismo tipo de cordón, misma forma y color y materiales, la única diferencia apreciable, si uno se ponía detallista, era que tenía una lentejuela menos y tenía restos de barro inexistentes en aquel recuerdo que pendía del cuello de la bardo.

Taddeus reflexionó sobre lo que contó Rufort. Un enano tétrico y una loca con una linterna dorada. Sam mencionó un niño sumergiéndose en la laguna. Probablemente la misma persona. Se presentó y agradeció la información, y también les dijo que le parecía una buena decisión llevar a su compañero herido de vuelta. Luego se dirigió a sus compañeros.

- Creo que debemos investigar al enano, o al niño, que probablemente sean lo mismo. No parecía estar muy lejos según lo que dice Sam, y Rufort nos dice que está cerca de estas bestias cuando aparecen, creo que deberíamos intentar dar con él. Es la mejor pista que tenemos hasta ahora de sucesos extraños en el pantano. Por cierto, ¿que es un reclamante?

—Epa —tomo el collar con buen grado de sorpresa y lo examino—. Es una coincidencia potente, parece, pero me pone algo triste, viendo que hay más iguales ahora siento que ya no es tan especial.

¿De quién será? Se lo mostraré al abuelo cuando regrese a la ciudad, por ahora me lo guardo y ya me pondré a revisarlo mejor en la posada, cuando esté más tranquila. Creo que tengo una corazonada.

—Taddy, no creo que a ningún enano le guste que lo confundan con un niño, ¿o sería un niño enano? ¿A qué edad le empieza a crecer la barba a esta gente?

Se giró para mirar a Taddeus y luego a Stella, encogiéndose de hombros procedió a explicar. -Los Reclamantes son criaturas que habitan en los pantanos, lagunas o lugares de aguas tranquilas, nadie sabe realmente como son ya que se ocultan pacientemente en las profundidades. Pueden generar apéndices que adoptan la forma que quieran para usarlos como cebos y atraer a sus víctimas- ​​​​​​Hablaba agazapado y casi en un susurro agregándole ese tono de misterio a su relato, después se incorporó y con una amplia sonrisa continúo. -Cuando volé cerca del agua, uno de esos tentáculos salió de súbito y por poco me atrapa, pero nadie atrapa al buen Sam así de fácil, no señor- Se cruzó de brazos dándose aires de grandeza.

-​​​​​​-Seguro que ese niño que ví o el enano del que hablan era una de las formas de aquel señuelo... ¿No lo creen?- Indagó mirando nuevamente el medallón de Stella que casi se ocultaba en sus abultados pechos -​​​​​​-El medallón estaba en el lodo junto al agua dónde habitaba esa criatura, por eso creo que debe pertenecer a alguna de sus victimas-

—Claro, ahora entiendo por qué Taddy decía que podrían tratarse de lo mismo.

Noto la mirada de Sam y, con un gesto de enojo moderado y los ojos entornados, me echo de nuevo encima la manta que agarré en aquel campamento, me la había quitado para ver mi propio amuleto y compararlo.
—Es una pena, me hubiera gustado conocer a esa persona y preguntarle de dónde lo habría sacado.

Alek se había mantenido aparte, meditando el asunto. Según las palabras de Rufort, había más habitantes de lo usual en el lugar, y tal vez algunos de esos excéntricos lugareños, el enano, la bruja, o los medianos enmascarados, podría saber más.

- Tenemos muy pocas certezas - dijo al fin - pero puedo arriesgar algo: si queremos aprender más de este lugar tenemos que hablar con aquellos habitantes que estén dispuestos a eso y que no quieran devorarnos en cuanto nos vean. Y los seres que están dispuestos a hablar suelen buscar terreno alto para instalar sus refugios... -

Se rascó la barba y miró al cielo. Habían salido casi al medio día de la aldea y todavía era temprano, pero si encontraban un lugar seco más adelante podían hacer una pausa.

- A menos que sean lagartos, u hombres sapo. Dioses, todo lo que sé del mundo natural se pone a prueba en este condenado lugar - maldijo, con algo de humor - sigamos este camino y busquemos terreno alto -

—Venimos buscando una niebla que secuestra niños y ahora tenemos como para escribir una enciclopedia —añado al humor de Alek, que para ser sincera no me hace sentir muy del todo animada, más bien lo contrario.

—Y tengo hambre.

- De acuerdo, Alek, te seguimos. 

En el camino les comentaría sobre su sensación de que si bien creía que en la ciénaga había algo, ese algo era una pista, una ayuda o algo relacionado con los secuestros, pero el verdadero foco se encontraba en Niom. Ahora que se habían alejado lo veía más claro, y se decidió a compartirlo con sus compañeros.

Los exploradores de Niom llevando a su compañero herido, cuyo dolor había sido sedado por un nuevo canto del grimorio de Stella. Alek sugería seguir hacia delante en busca de terrenos altos, donde posiblemente los habitantes del pantano habrían instalado sus viviendas, aun así había que reconocer que al ser un terreno desconocido y de aspecto cambiante, podía ser peligroso jugárselo todo a sus increíbles dotes de explorador, iba a necesitar apoyo en este reconocimiento.