Partida Rol por web

Sam se despidió de Stella comentándole que en cuanto terminaran irían con ella.

Mientras se acercaban a la casa del alcalde Sam saludó a la gente con cordialidad, aunque su carácter solitario le invitara a no querer establecer ningún tipo de amistad. Una vez que iba bajando las escaleras y escuchando al anciano fue haciéndole algunas preguntas que le interesaban: - Señor Geoff, ¿tenía su padre algún libro o papel para aquella invocación?, ¿utilizaban una vestimenta para esa ceremonia y objetos particulares para ello? 

Sam tomó entonces la vela ante la invitación de Alek de que encabezara y manipulara aquel objeto mágico que parecía una vela... La paseó por el sótano sabiendo que allí se había practicado algún tipo de magia que había despertado o invocado aquel mal que sobrevenía con la niebla. Entonces se concentró en ver a través de la vela todo aquello que podía revelar aquel sótano.

- ¿Y ese tal Zorn vive?, ¿dónde está su cantina y su casa? Comentaba hasta que algo hizo que cortara la conversación, algo pasaba, algo estaba sucediendo con respecto a la vela que hacía que aquello no fuera bien. 

Tras encender la vela y esperar a que esta comenzase a surtir efecto, fue Ewant el que contesto al druida, comentándole que Zorn dormía en la misma cantina donde ellos estaban viviendo durante su estancia en el pueblo, él dormía en la primera planta, junto a la cocina, mientras que sus huéspedes dormían en el primer piso o las cuadras, dependiendo de sus gustos o poderío adquisitivo, peor estas reflexiones se vieron interrumpidas cuando los ojos asilvestrados del mediano pudieron ver cómo todo se tornaba carmesí al otro lado de la llama de la vela mágica.

Había una figura embozada justo enfrente de ellos, era difícil precisar si era una imagen del pasado o estaba allí en ese mismo momento. De su capucha sobresalía una peculiar flauta o algún tipo de instrumento de viento que los aventureros nunca habían visto, de la que brotaba una inquietante melodía.

A sus pies reposaba un saco cuyos pliegues se movían a gran velocidad, hasta que lo que quiera que hubiese en su interior asomó para encarar a los aventureros: era un bebe de pocos meses, que tan pronto como vio a aquellos intrusos comenzó a crecer de tamaño, hasta tener que encorvarse, cuando su espalda alcanzó el techo del sótano, mientras se veía forzado a ponerse a gatas.

Aquella amenaza ya no parecía una visión, pero era difícil precisar qué podían pretender aquellas figuras, Ewant extrajo su espada y no se demoró en encararse con aquella amenaza, como si considerase que un ataque rápido podía ser la mejor opción ante aquella abominación. La punta de su arma alcanzó la mano del monstruoso infante, que se dirigía directa hacia él, haciéndole un corte en la palma que reposaba bajo sus rollizos dedos. Ante esto, la melodía de fondo subió su volumen y velocidad, haciendo que el crío se removiese violentamente, creciendo aún más. Al mover uno de sus brazos alcanzó al sobrino del alcalde, elevándolo desde el suelo hasta hacer que golpease con su cabeza las tablas del techo, antes de caer secamente sobre el suelo empedrado de la estancia.

Sam vio cómo un tercer brazo de sombras se formaba tras la figura del flautista, asomando sobre su cabeza y yendo directamente hacia él.

- ¡No consuman la vela! - gritó Alek mientras se abalanzaba contra la figura encapuchada.

Cuánto era real y cuánto una ilusión, no podía saberlo. Mas tenían que descubrir la verdad detrás de ese ritual siniestro y tal vez no tendrían otra oportunidad.

El explorador saltó contra el misterioso músico, tratando de arrebatarle la flauta o, en su defecto, quitarle la capucha para revelar su identidad.

Sam viendo el horrible espectáculo enarboló su báculo para atacar a la sombra que parecía ser la causante de todo aquel dantesco escenario.

Taddeus había estado concentrado en la visión, y lo que en un principio pensó que era una figura del pasado, pronto comprendió que era un ser que estaba allí mismo. Instintivamente se quiso interponer entre el atacante y el alcalde.

Alek se avalanzó hacia la figura encapuchada, tratando de detenerlo, silenciarlo o desenmascararlo pero uno de los brazos de aquel infante se interpuso en su trayectoria. El brazo derecho del explorador se hundió en aquella carne sonrosada, como si de una enorme masa de pan o formación de barro se tratase, quedando adherido y dejándose arrastrar por la inercia del movimiento de aquella criatura. Su amorfo brazo se elevó bajando contra el suelo, golpeando contra el mismo a su presa, como si de un niño pequeño arrojando su juguete contra el suelo se tratase. Tras el impacto, Alek quedó libre de aquella singular presa, pero el golpe le había dejado bien magullado.

Sam, dejando la vela encendida a un lado, en el suelo, se lanzó a por el mismo blanco que su compañero, el explorador, se había propuesto: la sombra embozada, que dirigía hacia él aquel fantasmagórico y oscuro tercer brazo. Consiguió alcanzar a su blanco pero aquel apéndice que brotaba de las tinieblas, a su espalda, trataba de aferrar la cabeza del mediano, el que ya comenzaba a notar cómo sus pies se separaban del suelo.

Taddeus trató de interponerse entre aquella descerebrada criatura que reptaba ocupando una buena parte del sótano y el alcalde, vio como esta no tenía miramientos en zarandear y zurrar a su compañero el montaraz como si de un harapo se tratase, pero ni tan siquiera eso logró impedir que siguiese con dirección al anciano, que trataba de alcanzar a su sobrino para ver en qué estado se encontraba. El brazo izquierdo de la mole alcanzó la espalda de Geoff, peor más que aplastarlo, pareció el cuerpo del alcalde con la base de su puño, era como si su substancia se tornase en maleable y pegajosa al tocar otros cuerpos. Como hicera con su compañero unos segundos antes, la criatura elevó al anciano hasta el techo antes de dejar caer su mano, en la que este estaba pegado, contra el suelo. 

Geoff pareció desprenderse de su captor mientras emitía un lastimero chillido, pero posiblemente aquel ataque le podía haber dejado más herido de lo que aparentemente estaba. En su movimiento, la criatura alcanzó de lado el espadón del paladín, quien quedó desarmado, viendo cómo el pomo de su arma asomaba desde la carne del hombro de la criatura.

Sam atacó al tercer brazo de sombra con éxito aunque este se revolvió envolviendo su pie con su brazo oscuro... Sam sin ponerse a cubierto solo queriendo destruirla como guardián del bosque siguió atacando a pesar de exponerse a los ataques de aquel brazo oscuro.

Alek se limpió la sangre de la boca y se incorporó. Sam parecía estar en ventaja contra el encapuchado, así que el explorador trató de ayudar a Taddeus. Se acercó hasta el infante gigante y trató de sacar la espada de ese cuerpo pastoso.

Taddeus vio como su acción fracasaba y la criatura dañaba al alcalde. Frustrado por no haber podido evitarlo, atacó a la criatura como pudo.*

El sinuoso brazo fantasma, tras el golpetazo que el druida esté asestado al sujeto embozado, se irguió sobre la cabeza de este y descendió cual ave de presa, atravesando el cuerpo del mediano, que sintió un profundo frío, aferrándose a sus huesos, pero Sam consiguió deshacerse de la molesta sensación en unos segundos, aprovechando que aquella extremidad trataba de alcanzar la vela que habían dejado en el suelo.

Alek se abalanzó hacia el extraño infante monstruoso, tratando de alcanzar la empuñadura del espadón de Taddeus, y sus dedos consiguieron tocar su objetivo, pero aquella masa de carne frenética se movió repentinamente, descargando su peso sobre él. La empuñadura seguía estando a su alcance, pero estando bajo el peso de aquella criatura, se arriesgaba a que esta intentase machacarlo contra el suelo.
 

Sam vio como la sombra correspondía con un débil golpe quizás dolorida por el golpe dado con su bastón... Aprovechando aquel momento de confusión o debilidad Sam siguió golpeándola... pero esta vez su golpe fue demasiado débil como para poder golpear a aquel maligno ser en forma de sombra.

El tentáculo de humo que servía como apéndice para aquella mano fantasmal, se agitó junto a Sam, cuando este trató de sacudirlo sin llegar a alcanzarlo, era como si aquello se solidificase y se volviese gaseoso una vez más en el lapso de pocos segundos. Y debía de haberse vuelto a solidificar, pues tomó la vela entre dos humeantes dedos, apartándola del alcance del mediano, volviendo hacia la espalda de la figura embozada, de donde había salido.

En ese mismo instante, Taddeus intentó atizar a aquella sombra, formando con sus dos puños un cuerpo contundente, similar a una maza, los elevó sobre su yelmo y los descargó sobre el brazo que huía hacia el encapuchado que lo había invocado, dejando caer la vela a los pies de este último.

Alek, incrustado contra el suelo, bajo el peso de la enorme bestia que había atizado sin clemencia al alcalde, recibió un fuerte golpe en la cabeza, notando el cálido tacto de la sangre derramándose desde su coronilla, entre sus cabellos, peor aun así consiguió alcanzar con las puntas de sus dedos la empuñadura de la espada de su compañero, el paladín, no costándole en absoluto retirar el arma de las carnes del monstruo, quien emitió un desagradable lamento cuando de la herida que aquel filo descubría comenzó a brotar un abundante chorro de sangre.

El montaraz logró tomar el hierro sagrado entre ambas manos, lanzándoselo de vuelta a su blindado compañero.

La figura encapuchada se agachó para tomar la vela del suelo.

Taddeus agradeció a Alek con un rápido asentimiento. Ahora que tenía su espada intentó cercenar aquel tentáculo que estaba ganando la contienda. Elevó sus brazos y trató de atinar al ser en un momento que fuera sólido. Tal vez fuera una cuestión de suerte, pero confiaba en que Ashur guiara su golpe.

El día recién empezaba y Alek ya podía ver que iba a pasar el resto lamentándose de sus maltratados huesos.

Sin embargo, juntó lo que le quedaba de fuerza y se arrastró tratando de recuperar una posición ventajosa. Vio la vela entre los tentáculos y trató de reaccionar con rapidez.

Viendo que la sombra iba por la vela actuó rápido queriendo cogerla antes que su enemigo, y alumbrar así su faz tras la capucha para discernir quién era.

Taddeus alzó la cabeza en gesto de agradecimiento para Alek, al tiempo que este lograba alcanzarle su espada, esperando que su yelmo hiciese un buen trabajo traduciendo el movimiento realizado en su interior, pero sin mediar palabra se giró para tratar de asestar una buena tajada a aquel pavoroso brazo fantasmal, y, si, Ashur guio su brazo: consiguió alcanzar a la extremidad justo cuando esta volvía a ser sólida. Aquella cosa trataba de ocultar la vela robada entre sus gaseosas volutas, pero esta se escurrió entre sus huesudos dedos al notar el daño causado por el hierro consagrado del paladín. Este último, a su vez, notó el impacto directo del monstruoso bebé descargando sus dos manos, enlazadas, entre sus hombros, haciendo sonar su casco como si de una campana se tratase, pero aun así no le causó daño alguno.