Partida Rol por web

Sturnn volvió de la cantina a donde estaban sus tropas estacionadas. Adoptó posición de mando, y poniendo su mejor voz de sargento chusquero, se dirigió a sus hombres:

-¡EN PIE, PANDA DE SEÑORITAS! ¡TIENEN UNA CITA EN QUINCE MINUTOS Y NO LAS VEO MAQUILLADAS! ¡UNIFORME DE CAMPAÑA Y LISTOS PARA REVISIÓN A LA VOZ DE YA!

Buscó con la vista a Krugbarg y a McStreen. No habían dado señales de vida desde el aterrizaje. Ni siquiera estaba seguro de si habían desembarcado. Los localizó. - ¡ME CAGO EN VUESTRA VIDA, PAREJITA! ¡NISIQUIERA HABÉIS DESHECHO EL JODIDO PETATE! ¡MÁS OS VALE ESTAR LISTOS PARA REVISIÓN O JURO POR EL SAGRADO CULO DEL DIOS EMPERADOR SENTADO EN EL TRONO DORADO QUE HARÉ QUE OS CUELGUEN POR LOS PULGARES EN UNA ESPIRA DURANTE UNA JODIDA SEMANA! ¡¡¡MOVEOS!!!

Obedeciendo a las ordenes de Lukas y se pone en pie. Se alisa el uniforme de campaña para que quede impoluto sobre su cuerpo y se acerca a Lukas para quedarse frente a él, firme, esperando nuevas ordenes de su oficial al mando.

-Stabross presente, Señor, lista para recibir nuevas ordenes, Señor.

Al fin algo de movimiento que ya parecía que están allí por ocio.

Guilz presente y listo para la accion señor.... si es que esta existe en este planeta... dice el soldado mientras mira a su alrededor, deseando encontrar algo que le motive entre tanto desierto.

Fortuna escucha los gritos del que ahora seria su superior y se levanta mirandolo y poniendo su cuerpo firme.

-Venris lista para cualquier orden, señor!

Dijo unicamente, con una voz apagada al decir su apellido, cada vez que salia de sus labios recordaba lo mal que lo habia pasado junto a su hermano..o mas bien...alejada de él...aunque lo odiase, aun le echaba de menos. 

Los gritos del oficial no hacen mella en el Tecnosacerdote... más bien le incitan a moverse más despacio, pero sabe que es una forma de actuar... no hay desdén en las palabras aunque si detecta veracidad en la amenaza. Se levanta y se pone su indumentaria, la túnica roja con el signo del su orden junto con un símbolo de una cruz roja rodeada de dos serpientes.

Su voz llana y sin expresión suena fuerte

--"El Tecnomante Astaldo se presenta ante su oficicial. Mis habilidades están a su disposición."

Reimius, perfectamente uniformado, con la ropa bien planchada y perfectamente pulida, da un taconazo en el suelo bien sonoro, formando con pose rígida, como si su cuerpo fuera de madera. No dice nada, no hace falta. Su rostro dibuja una lealtad a prueba de toda duda, hacia el Imperio, hacia su unidad y hacia el Teniente Sturnn.  

Me levanto de un salto saludando

La verdad es que es cierto que el petate sigue sin abrir, recien llegados, demasiadas timbas que montar y demasiados novatos que desplumar para ocuparse de esas cosas, como mucho he podido pasar em unos ratos por la armeria y de paso jugar unas partidillas con uno de los encargados, y la verdad es que no tengo ninguna prisa por volver al frente, pero eso es mejor que no se sepa

Presente y listo señor! grito con mi mas animosa voz

Sturnn revisó con ojo crítico a sus soldados. Hombres y mujeres con los que había convivido los dos últimos años. Dio dos vueltas alrededor de sus soldados, perfectamente uniformados. Hombres y mujeres con los que hombro con hombro habían luchado.

Sacudió una mota invisible de polvo del hombro izquierdo de Stabross.

Hombres y mujeres con los que había sangrado.

Cerró la solapa del bolsillo camisero de Krugbarg.

Hombres y mujeres con los que había experimentado la dulce miel de la victoria y el amargo escozor de la derrota.

Retiró un pelo lacio del hombro derecho de Venris.

Hombres y mujeres con los que había reido, llorado, sobrevivido a todo lo que le había tirado la galaxia.

El tecnomante se ajustó el manto rojo según Sturnn observaba su alineación prácticamente -pero no totalmente - milimétrica.

Hombres y mujeres que se habían convertido en su familia.

La expresión de Kolhja seguía rígida como un tablón.

Sintió una punzada de orgullo. Aquella era su familia. Los observó en conjunto una última vez.

- ¡Por el trono, McStreen, súbete la jodida bragueta antes de que te vuelen el pajarito!

Definitivamente, era su familia.

Cuando observaste la nota, a priori no identificaste la secuencia numerica que llevaba escrita, solo entendiste, obviamente, el nombre que ponía

 "Karl J."

Pero tenías un trabajo que realizar, arengar a aquella tropa para uniformarlos, ponerlos de gala y subir a la audición.

Mientras les gritabas al más puro estilo Imperial, una idea se fue colando en tu mente... "tengo que meter esos números en la primera consola que pille de la colmena"

Todos salisteis del barracón, uno tras otro. Vestidos con el uniforme de gala de la 272. Chaqueta y pantalones negros, cordones con borlas de color rojo colgando de los hombros derechos y las costuras de hilo de oro. Todos llevabais la pistolera con la reglamentaria de gala pistola laser negra por completo con la bocacha roja.

Después de subir en grupos reducidos, los restos de la decima compañía llegaron a uno los pisos más superiores de la torre.

Sin duda aquella sala, aquella enorme sala, rivalizaba con muchos palacios de terra. El techo estaba a una altura considerable, hasta tal punto que no se veía por la intensa nube de incienso, que más bien parecía un clima artificial. Todo estaba lleno de columnas anchas, y en todas ellas, en toda su altura había globos lumínicos de colores dorados, los de más abajo con menor intensidad, pero iba aumentando gradualmente conforme ascendían.

Había decenas de querubines revoloteando por la estancia portando pergaminos e incensarios mientras sonaba un pequeño hilo musical de fondo.

Zakkai, junto con su unidad os esperaba uniformado como vosotros pero sobre sus vestimentas llevaba su armadura de caparazón dorada y adornada con diferentes tipos de águilas… dos rampantes a los costados y la imperial en el pecho, con las alas desplegadas. Giró sobre sus talones con el rostro erguido y hondeo su capa. Esperó tres segundos, lo justo para que estuvierais en posición y en formación y empezó a andar.

La música cambio, a tono de marcha militar, pero muy tenue, dejando que las botas y vuestros pasos sincronizados hicieran una melodía más propia.

Los nobles empezaron a asomarse entre las enormes columnatas observándoos con devoción algunos, otros con altanería, y los más paranoicos os miraban con temor.

El paseo, o pequeño desfile, como más os guste llamarlo, duró unos dos minutos. Aquella sala era realmente grande, y más a donde llegasteis y os parasteis. Las columnas desaparecieron y dejó paso a un estrado donde estaba el gobernador con su sequito… bueno, su ejército personal.  Fue fácil identificar al Astropata superior, a los altos mandos de los Arbrites, a un comisario y numerosos escribas. El resto de personas, de ostentosas galas se os escapaban sus rangos; ya podrían ser guardaespaldas, delegados, hijos de…, a saber. Pero hubo una figura, algo más escondida que el resto que todos, por verlo de pasada, otros, como Fortuna, que creció con él, llegasteis a reconocer, Un Inquisidor… “El” inquisidor hermano de Fortuna; Wolf Venris.

El silencio se hizo…

Y Zakkai lo rompió.

- ¡Se presenta la decima compañía de la 272 Imperator Custos! – Bramó con el pecho hinchado por el orgullo - ¡Yo, Shalom Zakkai, delegó el mando de la Compañía a la sabiduría y bien hacer del Gobernador Nihilius, elegido sabiamente por la cámara de gobierno de la grande y sagrada Terra! – se acercó hacía el estrado y dejo sobre una mesita dorada el bastón de mando que cada “Jefe” de compañía tiene. Todos sabéis que aquello es una pantomima, de todos es sabido que jamás un líder delega a sus hombres así como así, pero se hace para que los pomposos y nobiliares gobernadores se sientan más “a gusto” con su ego más hinchado como si cerdos de cría se trataran.

Nihilius alzó los brazos y sonrió con falsedad - ¡Bien hallados seáis! ¡Bienvenidos seáis! ¡Valerosos soldados del Imperio! ¡Soldados fieles a la luz del Emperador y de la sagrada Terra! ¡Os cuidare como si fuerais mis hijos, no temáis! ¡Es una colmena tranquila! ¡Sera como unas vacaciones para vosotros! – y rió mandíbula batiente mientras un coro de risas sarcásticas y forzadas fue naciendo de entre los espectadores.

La ceremonia duro una larga hora, con discursos vacios, resabidos y sin gracia… pero era la parte fea de las cortesías, luego vino la nueva.

En cuanto se acabo, se tocaron unas campanitas que fueron siguiendo a otras muchas así provocando un placentero tintineo que aprovechando la acústica de aquella enorme estancia recorrió y permaneció mucho tiempo sonando. En cuanto acabó aquel tintineo, varias puestas se abrieron, y empezaron a salir cientos de sirvientes empujando carros repletos de comida, fruta, dulces, carnes, pescados… todo tipo de platos y preparados de mil formas diferentes… era el momento de degustar aquella opulenta comida, pero solo era para los nobles.

A vosotros, la tropa, os condujeron a otra parte donde también había un banquete que devorar, pero no era ni un cuarto del que acababais de ver…

Uno de los médicos de la compañía, Shmuel Abner, se os acercó y os preguntó sin dar ningún rodeo - ¿Qué impresión tenéis?A mi me escama que no llegando a ser ni doscientos de una compañía de casi mil quinientos, nos envíen aquí ¿Os habéis quedado con la memez de las vacaciones? no se no se... - Shmuel era un buen medico, de echo de los mejores de la compañía, un tipo amable aunque a veces resultaba un poco cabrón. 

Justo en ese instante, lejos de vosotros, el comisario apareció por allí comiendo de vuestras mesas y observando por el rabillo del ojo

Los pasos de Fortuna se dirigian junto a sus compañeros, sus hermanos y familia. Sus botas reglamentarias eran pesadas, pero no le importaba, imponente camina hacia su destino. Sus ropajes de gala, bien perfilados y acomodados sobre su abrupto cuerpo por la batalla, le quedaba realmente bien, pero aquello no importaba. Tenian algo que hacer, ahora sabrian qué.

Su semblante, serio e irrompible, miraba cada rincon de la sala en la que se encontraban, miró los querubines que volaban sobre ellos, aquellas criaturas le daban grima, y un escalofrio recorrio su espalda al verlos. Intento girar su mirada, pero...entre la multitud de nobles, que se regocijaban en joyas y dinero, sin pelear, sin ganarse aquello que gastaban o comian, le parecia lamentable y cobarde. 

Cuantos de aquellos insignificantes criaturas habrian batallado alguna vez? NINGUNO. Su cabeza asi se lo decia, y su corazon lo sentia. Los adiaba y despreciaba por no hacerse merecer por el Emperador. Ni por luchar por lo que amaban...o ...¿Que mas dará? aquellos politicuchos solo sabrian decir..."Estas perdidas son un por un bien mayor". 

El vuestro propios, ¡RATAS!

Pero mientras blasfemaba y destrozaba a cuantos alli estaban en su mente, una y otra vez, sus ojos se cruzaron con los claros ojos de su hermano, oculto entre las sombras. No podia ser. La cara de Fortuna se desencajó al verlo. Al fin le veia de nuevo, ¿Porque siempre aparecia cuando peor tenia las cosas?¿Porque aparecia cuando su corazon mas le odiaba? Pero nada dijo la joven, sus labios cerrados y apretados de rabia, no articularon gesto alguno, su mirada lo decia todo.

Wolf...Venris...

Su ceño se frunce. Las palabras de Zakkai, y Nihilius, no llegaron a los oidos de Fortuna, su mente estaba enagenada con otra cosa...el odio a su hermano crecia en su corazon cuanto mas le miraba a aquellos profundos ojos, relajados y cansados. ¿Habia penado su hermano por aquellos años de separacion entre ellos? No, seguro que no, él era autosuficiente, y no era capaz de decirle ni buenos dias en los mejores momentos de su relacion.

Luego, los dirigen a otra sala, donde no disfrutarian de la compañia de los noblecitos pomposos. Mejor!. Cogió algo de la comida que le ofrecian  la tropa, mientras escucha a Shmuel y con un susurro acercandose un tanto a él:

- Yo no me trago lo de las vacaciones, y menos aun despues de ver al Inquisidor entre ellos

No diria jamas que era su hermano aunque todos lo supieran, pero...tambien sabian...el rencor de ella hacia él, la mala relacion que existia entre ellos, y de que delante de ella jamas deberian referirse a Wolf Venris, como su hermano.

-Vacaciones. Ja. En esta línea de trabajo, descansas cuando estás muerto, y a mí me parece que todavía respiramos. - Sturnn giró dos veces su bandeja metálica de rancho, y empezó a separar los distintos alimentos que componían la ración en secciones en la bandeja.

- Y la verdad, me gusta respirar. Es un hábito que tengo desde pequeñito, ¿sabes? Heh. - Sturnn empezó a comer desde la esquina superior izquierda, por orden, primero de izquierda a derecha y luego de arriba a abajo.

- Ademáf - Dijo con la boca llena, tapándosela con el dorso de la mano izquierda para evitar perdigonear a sus comensales - Dudo mufho que nof metan un fodido mef en una lanfhfadera para -tragó - darnos unas palmaditas en la espalda y dejarnos a nuestro aire.

No había dejado de controlar los movimientos del Comisario por el rabillo del ojo mientras hablaba. Lo último que necesitaba Sturnn era una bala explosiva de bólter en la nuca por carecer de la cantidad adecuada de lealtad ciega y fanatismo - Y como bien ha indicado Venris, - dijo señalando a su subordinada con el dedo índice sobre el cuchillo - no creo que tengan a un inquisidor de visita en la región. - Se abstuvo de mencionar el parentesco. Sabía que era tema vetado para la soldado y Sturnn respetaba las peculiaridades de su tropa

- Pero lo que nos depare el futuro se verá en el futuro, ahora mismo no vale la pena preocuparse por el asunto. - Dio dos vueltas a su taza metálica y dio un trago. -Ya ensuciaremos los pantalones llegado el momento. Heh.

Reimius marchó, como todos. Hizo lo que se le ordenaba, como todos, pero lo hizo como lo haría un autómata, sin ningún tipo de reacción. Desde pequeño, sabía que su sangre, la sangre de los Kolhja, era tan azul como los de aquellos pomposos, o incluso más. Hace tiempo, los Kolhja vivieron en un palacio de Terra, con todos aquellos lujos, pero de eso hace mucho tiempo, demasiado como para considerarlo siquiera como historia familiar. Un heredero rebelde inició lo que hace ya mucho tiempo es tradición en la familia, en su familia. Renunció a sus títulos, y se alistó como un recluta más en las filas de la guardia. Fue en ese momento, cuando la sangre noble de los Kolhja empezó a fluir de verdad en sus venas, y los hizo capaces de grandes cosas, una tradición solo ensuciada por su abuelo Augustus, comandante de los Catafractos de Volscan, traidor al Imperio, miserable y maldito por siempre. Un recuerdo borrado de la familia.

Bien sabía Reimius que sus derechos podían sobre todos aquellos pomposos y miserables bastardos que se hacían llamar nobles, pero no lo diría. La sangre y la estirpe no valen nada, si no eres capaz de sumar tu propia gloria a la de tu familia. Esos imbéciles solo se valían de estirpes antaño gloriosas para vivir por todo lo alto, usando la lealtad y la fe como herramientas para afianzar su poder y ganar tronos a millones. Si de Reimius dependiera, los purgaría a todos. Miró con asco al inquisidor, quien era incapaz de ver aquella herejía delante de sus propias narices. 

Tras la ceremonia vino el banquete, pero Reimius no probó bocado. Aquella comida le sabía a ceniza, solo el rancho de la guardia alimentaba su boca, su cuerpo, el resto, era alimento vacío, con el único propósito de cebar a los cerdos. No comió nada, no bebió más que agua. Escuchó los comentarios de Sturnn, y de Fortuna. 

-La guardia nunca tiene vacaciones. La guardia no necesita vacaciones. Nosotros luchamos, los que descansan son ellos.- Casi no pudo evitar soltarlo por lo bajo, con asco, como si escupiera cada palabra, mientras caminaba, de un lado a otro. 

Aunque Astaldo forma parte íntegra de la 272, aunque lleva la ropa reglamentaria, su túnica roja con los símbolos del Onisshia, de la iniciación hacia la Magos Biologis y el águila está por encima de todo... literalmente. Sigue a sus hermanos tranquilamente, observa a su alrededor... La estructura social y socio-económica de esta colmena está basada en un modelo feudal muy extendido por nuestro Imperio. No soy quién tenga todos los datos para valorar cómo está hecho, pero seguro que varios estadios y niveles de nobleza son eliminables del organigrama sin eliminar la eficiencia de la estructura.

Las palabras tanto de Zakkai como del Gobernador le sonaron pomposas e inútiles, pero se volvió a recordad que el no es el más adecuado para dar juicios de valor sobre la etiqueta. Ciertamente fue consciente de la presencia, disimulada, del hermano de la soldado Venris. Un dato a tener en cuenta.

Esperó paciente a que la ceremonia terminase, se fijó en todo y decidió intentar quedarse con las caras del mayor número de burócratas y nobles posible, siempre es útil.

Una vez ya en un entorno más amigable al anterior, se sentó con sus hermanos. La llegada del médico le pareció curiosa y se preguntó si había alguien en mal estado. El Comisario, sentado lejos, era un elemento a tener en cuenta... pero nada mas. Su voz monótona como siempre, salió de su boca despacio

--"Como ya he remarcado antes, y viendo toda la pompa y sobretodo, la presencia de tu hermano... Soldado Venris, me empieza a confirmar mis sospechas. Creo que estamos aquí por petición expresa del Inquisidor y que al Gobernador no le gusta nada dicha situación. Debemos tener cuidado."

Termina de hablar y mira directamente al Comisario. Es bueno saber cómo actuará

 Fortuna escucha las palabras del tecnosacerdote, y la palabra "Hermano" fue mas que suficiete para descontrolarla como una hiena hambrienta.

Se acercó frente al tecnosacerdote y con ambas palamas bien abiertas las apoyo con fuerza y con un sonoro y seco sonido en la mesa, haciendo que varios de los platos saltaran hacia los lados con dureza. Y su voz, tranquila, ahora se mostraba furiosa. Y com si de un gruñido se tratara habla muy clara a Astaldo.

ÉL, NO ES MI HERMNAO!

Gruñó, mientras respiraba con dificultad a causa de la excitacion, su ceño fruncido y su cara desencajada de odio daba miedo.

-Recuerdalo bien Astaldo, o la proxima vez no será la mesa la que sufra mi furia.

Se separa de la mesa, ofuscada por el dolor y el odio que la consumian, y coge una jarra con un liquido...ya importaba poco que fuera, vino, cerveza, agua de cañeria...todo le sabia a dolor.

Sturnn miró hacia el techo un segundo. Empezó a separar de nuevo las pilas de comida que se habían mezclado con la sacudida y en un tono neutro pero autoritario se dirigió a sus dos subordinados - Soldado Venris, recuerde donde se halla. Mantega la compostura, vuelva a su asiento, y termine su cena. Tecnomante, acabamos de aterrizar. Déjeme disfrutar al menos de una cena tranquila antes de empezar con teorías paranoides. - Se pellizcó el puente de la nariz - Después de la cena quiero tener ciertas palabras con ustedes dos.