Partida Rol por web

Barril había dedicado sólo un suspiro a las conspiranóicas ideas de Analista, tras lo cual se había desentendido del asunto. Una vez determinaron que no había mucha voluntad de ir a ver al ranchero, dejó al resto de los Mandos charlando y se dedicó de pleno a las labores del campamento. Se ocupó de poner los estafermos reunidos para que se pudieran colocar en un campo de maniobras de manera adecuada, se aseguró de que hubiera agua en los barriles y se fue a dormir satisfecho, pensando en levantarse al alba para tomarle el pulso al campamento y al pueblo.

Lo hizo así y charló un rato con algunos de los hombres, viendo cómo se desperezaba el día. Echó un ojo a la tienda del Aprendiz Oscuro, preguntándose si habría puesto alguna guarda mágica cercana, pero no se decidió a comprobarlo. A la hora del desayuno ya estaba completamente pertrechado, aseado y pendiente de coger una buena parte del rancho. Había observado la guarnición del pueblo con interés en este par de horas buscando ver qué tipo de movimientos hacían los soldados allí presentes.

Saludó a Frontera, que estaba en la olla como era habitual.

─ Frontera, ¿qué manjares nos has preparado hoy? Añadiré unas gachas con agua y compota, si no te importa; creo que nuestras reservas de compota eran más bien vastas. ─

A LA MAÑANA SIGUIENTE.

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Si bien la guardia en sí había sido tranquila, en el sentido de no haber habido ningún tipo de problema... no había estado exenta de... digamos... "dificultades". Tal vez el cansancio acumulado, tal vez que por un momento se sentía en paz y parecía que los fantasmas de la noche no iban a visitarle... el caso es que cerró los ojos; apenas un segundo, un suspiro, un parpadeo.... lo justo y necesario para perder el equilibrio de la inestable torre de vigilancia a la que se había encaramado, por llama a ese andamiaje de algún modo digno, y estar a punto de pegarse un soberano costalazo.

Tuvo suerte, pues el susto le activó del todo, y pudo cambiar su reparto de peso a tiempo y no caer; la consecuencia inmediata de aquello, es que se pasó el resto de la guardia mucho más despierto de lo que podría esperarse. Y no, no es un mero asunto de negligencia, sino de naturaleza humana... Los turnos centrales de la noche, en época de frío, es sabido que son propensos a causar este tipo de situaciones, si estás inmóvil en el mismo lugar. Para la próxima vez, pensó, usaría algún truco como ponerse algo doloroso bajo un pie.

También pensó,.. que no era tan mala idea que las torres fuesen tan endebles... así sería imposible que nadie se quedase accidentalmente dormido en ellas. Pero no dejaban de ser un peligro....

Tras el cambio de guardia, se pudo retirar para descansar el resto de la noche, pero no tuvo un sueño tranquilo... o sea, lo que ya resultaba norma en su caso, pero le sirvió para que el cuerpo, por lo menos, recuperase energías y la herida, poco a poco, fuese terminando de curarse; ahora apenas se podría catalogar como arañazo profundo. Al poco de despuntar el alba, el Campamento recobró vida, y como el resto, Cielo se despertó para empezar una serie de rutinas que, independientemente del lugar, le habían inculcado..: Ordenar su tienda, higiene personal, alimentación, hidratación, y listo para recibir órdenes.

VIGÉSIMO NOVENO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 2, DÍA DE LA LUNA.

HORA: AVANZADA LA TARDE. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. ESTÁ REFRESCANDO.

A pesar de que agradecía la oportunidad de hacer guardias, pues cualquier cosa era mejor que estar en mi tienda tumbada mirando el techo, aquella había sido especialmente desgarradora, pues la posición en la torre y la compañía de Frontera durante unos minutos me habían recordado en demasía a Galdan, al muro en el que dibujé para Loor, y a las noches de innecesaria vigía mirando los campos donde la batalla tuvo lugar.

En todas estas noches sin dormir en condiciones, siempre tomaba la decisión de dejar de darle vueltas a cosas que ya no tienen sentido ni solución, y entonces me tranquilizaba y me quedaba dormida, pero al despertar los recuerdos seguían ahí, y volvía a pensar.

Esta noche no había tenido ese consuelo, y sin embargo, había dormido y despertado con la sensación de que por fin daba un paso hacia adelante. Me había quitado un peso de encima, aunque no tenía muy claro cuál.

A LA MAÑANA SIGUIENTE.

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

La guardia fue de todo menos tranquila, trepar a aquellas torres y mantenerse en lo alto era un riesgo que absurdamente podría darles más de un disgusto, sin duda arreglar aquellas enclenques estructuras debía ser una prioridad y así lo diría a la mañana siguiente.

Pero lejos de acabar allí el turno de guardia hubo algo que solibiantó al infante, le pareció ver un animal que se hizo presente para después desaparecer cuando pestañeó observando de nuevo.

La mañana siguiente trajo de nuevo la luz, hacía frío y así sería al menos hasta que el Sol tomara altura.  Grito se acercó a la cocina a por algo de comer y observando a Barril hablo con él.

Cabo, dudo que esas torres aguanten una noche más con el trajín de hombres subiendo y bajando para las guardias.  Sería conveniente reforzarlas durante el día, a ver si puedes conseguir talar algunos buenos troncos pues la leña también escaseará pronto.  Mientras tanto podríamos adecentar el campo de entrenamiento.

Tas aquella petición matutina y mientras se llevaba algo a la boca prosiguió.

He tenido una noche extraña, por un momento me pareció ver cómo aparecía un animal ante mis ojos, sólo duró unos instantes y quién sabe si fue cansancio o brujería.

A LA MAÑANA SIGUIENTE.

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

La noche había transcurrido sin novedad, al menos eso parecía cuando tiempo después de salir el sol nadie había dado la voz de alarma ni había aparecido muerto.

Palomita se aseo rápidamente y se dispuso a desayunar antes que nadie, aprovechando que su guardianes había sido la penúltima y cuando vio aparecer por el  campamento al cabo Barril se aproximó a él.

Buenos dias señor, parece que hoy tendremos un día frio, creo que voy a hacer que los novatos se acostumbren a las temperaturas, jeje.

Se la notaba algo nerviosa - Durante mi guardia vi algo extraño, señor, habia un rebaño de cabras, pero una de ellas, parecía especialmente....maligna. Me miró con unos extraños ojo amarillos pero no hizo nada mas. Es bien sabido que mi fuerte no es la vigilancia y mis ojos y mi mente puede haber jugado una mala pasada, pero os lo digo por si alguien mas os habla de algo similar.

A LA MAÑANA SIGUIENTE.

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Tras el desayuno y aseo vespertino, Lombriz holgazaneó por el pequeño grupo formado por Grito y Palomita, con la oreja atenta a lo que decían. No iban desencaminados, pues Lombriz también había creído ver o escuchado algo relacionado con cabras.

-Es cierto, a mi me lo pareció también, lo de las cabras, lo que pasa es que yo las vi durante un instante nada más, no no, las escuché y me parecieron cabras, así que es posible que algo nos estuviera vigilando anoche, cosa que no me parecería rara en este país tan oscuro- Se rascó la nuca y sonrió amistosamente -Pero no oscuro como tú, Palomita, digo oscuro de oscuridad de la noche, no 'Oscurecido' como raza, jeje-

Lombriz sabía que Palomita era una guerrera excepcional, con mucho renombre y peso dentro de la compañía, pero su aspecto dulce y frágil evocaba un extraño efecto en el k'hlata, como si tuviera que ser amable con ella y cuidarla. Una tontería como un elefante de grande, pero así era.

-Segundo jefe- Se volvió hacia grito -Quizás para el tema de las torres pueda intentar hacer algún plano, no se porqué ni como, pero me han venido a la mente extraños conocimientos sobre...- Se quedó en silencio, quieto como una piedra, y al poco volvió en sí

-Pues no conozco la palabra, pero es un conocimiento sobre como hacer cosas- Abrió los brazos y se encogió de hombros -Cosas como lanzadores de piedras, para cubrirse de las flechas, sistemas de evacuación de aguas y todo eso ¿'Injeñería'?- Volvió a encogerse de hombros -Sí, puede que sea esa la palabra, así que lo dicho, quizás pueda pensar en como mejorar las torres, pero me temo que no tengo la destreza para construirla por mis medios, quizás 'Astillas' sea capaz-

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Frontera vio a Barril acercarse mientras estaba ante la olla removiendo las gachas del desayuno.

—Ah, Cabo Barril. Siempre puntual para el rancho —se atrevió a bromear con el orondo oscuro, pues normalmente él mismo reconocía su pasión por la comida y no solía ser fuente de conflicto para él—. Pues tenéis suerte de que este aquí con el desayuno y no en la enfermería. Anoche casi me caigo de la torre y me desnuco. Esas cañas se mueven tanto que para cuando llegué arriba me mareé. Suerte que me agarré y la estructura aguantó.

Frontera relató el casi-accidente probablemente con demasiada exageración. Sí, se podía haber caído, pero es probable que sólo se hubiera hecho algún rasguño o se hubiera lesionado una pierna. La altura de las torres no era tal como para una caída grave de verdad.

—Para el desayuno buena ración de gachas, tal y como pedís, y dos tiras de carne en salazón. Hasta que no nos aprovisionemos más no podemos ponernos estupendos con las raciones —dijo encogiéndose de hombros—. Pero compota si que hay mucha. He dejado unos cuantos botes ahí en una mesilla para que os echéis la que queráis. Con moderación...

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

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Caracabra fue junto a Ballestero, el Segundo de los Hostigadores. El jorobado atendió cada una de las palabras que le iba diciendo el K’Hlata – “ Sí, puedo caminar pero no podré realizar esfuerzos.” –

- “De acuerdo, me vendrá bien reposar y recuperarme.” -  era una buena noticia que fuera a la tienda de los heridos – “Te ayudaré en todo lo que pueda Ballestero, cuenta conmigo.” – le dijo mientras hacía caso a todas las directrices que marcaba el segundo del pelotón de los hostigadores.

No tardaron mucho en ponerse manos a la obra, debían delimitar la zona del campamento y la organización de las tiendas de campaña. Caracabra ayudó a Ballestero a indicar los lugares y dar las directrices al resto de la compañía para ir plantando las tiendas e ir formando la nueva zona de campamento.

Caracabra dedicó su tiempo a ir informando a cada uno de los presentes su ubicación en el campamento.

Finalmente llegó la noche y Caracabra fue a la tienda de los heridos para descansar, en el momento que le tocó la guardia fue al puesto para luchar contra su propio ser y no quedarse dormido, le dolía mucho el costado y no podía centrarse como a él le gustaría en vigilar todo su alrededor, su cabeza daba latigazos y estaba más atento en mantenerse despierto que en su guardia.

Al amanecer Caracabra se aseó lo mejor posible y desayunó un poco, luego buscó a Ballestero.

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Asintió a Caracabra. Mientras desayunaba, preguntó a Ponzoña: ──Señor. Capitán me dio permiso para explorar los alrededores hoy. Con Caracabra. Hay que arreglar las torres: parapetos de paja, braseros de cerámica o de metal, escaleras... Anoche casi se matan algunos.  Indómito, Guepardo y Tarado saben hacerlo. ──Él había estado en blanco casi toda la noche, y escuchó las maldiciones. ──Hay que devolver un par de ollas al botín que tomó Reyezuelo siguiendo mis instrucciones. Sirvieron de braseros. Devolverlas limpias.

──No tenemos campo de entrenamiento. Nos han puesto un barril con agua. Hay que rellenarlo.

Estaba comiendo tasajo seco. Masticaba aquello con una paciencia implacable. Luego tomaba otro bocado y así, como si fuera el tiempo royendo las montañas.

El informe estaba completo.

──¿Órdenes?

Mientras engullía de manera metódica y masticando apenas su desayuno (su primo Lagrimita siempre le decía que masticara bien porque así engordaría menos, pero eso era un chorrada como un templo) Barril escuchó los diferentes partes que volaban de acá para allá. Cabras malignas y torres peligrosas, una noche más en el seno de la Compañía. Apuró su escudilla la cual lavó abundantemente con agua, y de la cual bebió antes de desechar el restante.

─ Ah, gracias Frontera, tus desayunos son lo puto mejor. ─ Luego devolvió su atención al resto. ─ Bueno, bueno, no nos comamos las pollas todavía. ¿Cabras malignas? Suerte tienen esas cabras de que no les echara yo el guante según tengo la coquilla de abollada, por dentro. ─ Cuando acababa de hablar, el grueso Cabo se agarró la pieza metálica de la entrepierna de manera explícita en una broma habitual en él.

Miró de reojo brevemente a Palomita al acabar la chanza. Su joven sobrina era de la antigua Caballería, y seguro que no se bromeaba así con el estirado del Teniente Rompelomos. Pero ahora estaba en la Infantería y tendría que ver cómo eran las cosas de verdad en la sucia boca de la tropa. No es que crecer en un campamento de mercenarios no te hiciera oír unas diez burradas por minuto, pero la chica parecía algo apocada en su conversación, que no en su manejo de la espada, como ya habían comprobado de primera mano.

─ En cuanto a esa mierda de torres, que de momento no las usen hasta que no sean seguras. Palomita, trata de que Astillas las eche un ojo y las mejore, no quiero que nadie se rompa la cabeza trepando en la oscuridad. Si tú sabes de esas cosas échale una mano, Lombriz, y si no a lo que te diga para asegurar las torres. Y si no se consigue, pues para leña y a otra cosa; pero eso que lo decida el Capitán.

En cuanto a la madera, Grito, es un tema pendiente para la charla con el Inquisidor. Además tenemos que ir a ver al ranchero, tenemos pendiente el cobro en caballos y el vagón. ─

EL fornido Oscuro trató de localizar al resto de los Mandos con la mirada, por si quizás tenían algo que comentar antes de la reunión con Serpejo. Ir con un frente común siempre era recomendable. También buscó a Varecnae con la mirada. Dudaba si el joven arcano tendría su rancho o pediría raciones a la Compañía. Y al momento le asaltó una duda.

─ Oye Chamán Rastrojo, a ti te sigue tu grajo, Mago Serpiente se ha hecho amigo de un ofidio; este tal Varecnae, ¿no se llevará bien con alguna cabra en particular? ¡JO, JO, JO! ─ Tras la repentina hilaridad, Barril pasó de nuevo a la eficiencia. ─ Por cierto, el primero que aviste al Inquisidor Serpejo acercándose al campamento, que me avise. Y sobre el asunto Zon-Culón, se convierte en tema a no tratar mientras el Inquisidor esté en nuestro recinto, ¿está claro? Comunicadlo a los demás con los que habléis. ─

Barril pasó su casco por las miradas de los presentes y más allá, tras lo cual se dirigió a dar una vuelta para evaluar cuánto trabajo quedaba por hacer aún.

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DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

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Si Sabueso dormía al ras, Gobaldet hacía algo parecido, sólo que con una esterilla y una manta, porque tienda tampoco tenía. Empezaba a pensar en la necesidad apremiante de agenciarse una. Pero bueno, ahora era un desposeído, y al menos tenía algo. La noche de guardia para él, trascurrió en una aburrida y ensimismada reflexión. Al parecer, la vida del soldado era mucho de tediosa rutina combinada con pequeños y escasos instantes de locura desenfrenada, sangre, violencia y muerte.

Esperó que lo último ocurriese lo menos posible. Aún tenía fresca en la memoria la sensación de destaparle la tapa de los sesos a ese pequeño engendro en la escaramuza de los caminos. Eso lo hizo recordar que aún debía trabajar en los escudos, pero ya sería luego. Una vez terminó su solitaria guardia, se fue a dormir junto a Sabueso, y despertó en la gélida mañana.

Saludó con un movimiento de cabeza seco, producto de la ensoñación y el frío, a Sabueso. Luego, se desperezó conforme se erguía y se encaminó a las letrinas para vaciar la vejiga. Contó con haber ganado tiempo levantándose tan temprano, y tras mear, fue a lavarse un poco antese desayunar.

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MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

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Sabueso despertó al alba hecho un ovillo, y tapado con su capa. Hacía frío, pero sin la humedad de la lluvia que calaba hasta el túetano y empapaba la ropa, se soportaba bien. Una pequeña muestra más de devoción. Se incorporó, dolorido de estar toda la noche encogido de frío y recordando las criaturas de la noche que le miraban desde fuera del círculo de luz. Ojillos amarillos flotando en la oscuridad, que no había visto, pero sí había sentido en su piel.

Gobaldet estaba a su lado. Le hizo un gesto de saludo, y Sabueso se lo devolvió con un casi imperceptible asentimiento y empezó a moverse, en su ritual matinal de estirar en frío hasta sentir que los músculos se iban a partir como cuerdas. Luego se aseó con agua helada.

Se preguntó si aquel día entrenarían, cavarían en las letrinas o ambas cosas. Lo que fuera que ordenaran, Sabueso estaba dispuesto. ¿Qué otra cosa podía hacer, al fin y al cabo?

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Lombriz y supongo que para el resto. Hasta donde yo recuerdo es mi derecho el otorgarles un nombre a los nuevos reclutas, no de ninguno de vosotros, así que estaria bien que recordarais, que se llama Gobaldet hasta que se gane un nuevo nombre, y así debereis de dirigiros a él.

La mirada de Palomita ardía. No había levantado la voz, no había variado el tono ni el timbre de sus palabras, aun así resonaron en el campamento, parecía que todo el mundo se había callado en ese mismo instante, y de repente todo volvió a ponerse en movimiento. La mujer se sabía en un mundo de hombres, pero bien harían sus compañeros en no menospreciarla por ser mujer.

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Miro a Palomita mientras me pienso si hablar o no. Finalmente me inclino de hombros y decido por abrir la boca. Yo también vi las cabras, y algo más. Vi como una de esas cabras se ponía de pie. Es evidente que por la distancia no pude distinguirlo bien, pero no es difícil distinguir unos ojos amarillos que están a la altura de una cabra y de repente llegan a una altura similar a la de Campaña.

Barril aún estaba cerca cuando un tono serio llamó su atención. Observó de reojo el comentario de Palomita con respecto a Astillas, para luego dirigirse a Lombriz.

─ Joder Lombriz, siempre liándola. Y yo que al oírte llamarle así creía que Palomita ya le había puesto apodo... Bueno Palomita, no pasa nada. Aunque tu privilegio es ponerle un mote, otra cosa es que cuaje; eso es lo realmente complicado, de ahí que el Sargento Instructor tuviera que captar bien cómo ven los demás a un tipo, más que guiarse por su sana creatividad. Es la única manera de que el asunto fragüe, no sé si me entiendes.

Pero en virtud de no alterar la paz, Gobaldet por el momento, ¿oído? ─

Luego el obeso Oscuro siguió a sus asuntos.

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Nada más despertar lo primero que Reyezuelo vió fue a Ballestero, por lo que se tocó casi instintivamente sus abalorios con los dedos. Amuleto bueno anula amuleto malo, que no se me vaya a pegar la mala suerte, por las dudas. Se dijo, aunque ya no sabía qué pensar de su segundo. De a poco el aprendiz de Analista se iba volviendo cada vez menos supersticioso gracias a sus actividades, pero le costaba ignorar las desgracias que rodeaban al idonita y que parecían dar razón a los rumores que corrían sobre él hacía tiempo, como la tienda de heridos llena de hostigadores y la terrible lesión de Ponzoña nada más ser designado como su Segundo, al igual que la posesión de Piojillo en su momento. ¿Maldición o casualidad y falta de sueño? Se preguntaba mientras lo oía.

Ballestero le comunicó que los hombres habían estado calientes en sus puestos durante la noche, con su impronta tan particular e inquietante para hablar y hacer contacto visual, pero era algo a lo que el castor ya estaba acostumbrado. -Siempre es bueno empezar el día con buenas noticias.- le asintió.

Tuvo intención de hablarle del tema que venía preocupándole desde la batalla, pero fue abordado por Caracabra primero, por lo que el castor entonces fue a agradecer a los sanadores, prácticamente ya estaba como nuevo. Se higienizó, desayunó y ordenó sus cosas.

Luego entonces fue en su búsqueda.

-Señor, si no nos ocupa ninguna otra tarea durante la noche, ¿nos podríamos reunir fuera de la tienda de Chamán Rojo? Hay algo de lo que me gustaría conversar.- le preguntó. Si no te puedes dormir por las buenas... Bueno, quizás los métodos poco ortodoxos que comentó el chamán no te dejen otra opción.

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Romo había tenido una guardia bastante tranquila y aburrida, y de ahí que se estaba sorprendiendo ante las visiones de sus compañeros durante su turno de vigilancia.

¿Cabras? ¿De verdad?- pregunta sorprendido- mi guardia fue muy tranquila y no vi nada extraño ni particular, y desde luego no vi animal de ningún tipo. 

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DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

La noche, aún incómoda por tener que velar a los heridos, había sido exitosa. La mayoría se encontraban ya mucho mejor, e incluso sus propias heridas iban cerrando. Sin embargo, después de las abluciones matutinas, lo que se escuchaba de la tropa no era tranquilizador: torres que eran un peligro, y cabras malignas a dos patas. Aquel pueblo iba a tener sorpresa, tenían que haberlo sabido... Tanta obsesión con las cabras no podía ser normal. 

-Muy bien... Cuidado con las torres y que se usen lo mínimo hasta nuevo aviso, necesitamos instalar la zona de entrenamiento, y recoger el pago pendiente. Y habrá que darse prisa, antes de que el Inquisidor aparezca. Cabos, quiero una pequeña escolta, iré personalmente a Carnonegro. Mitad k'hlatas, que se vayan acostumbrando a verles-dijo, antes de acercarse a una de las vigías que no había dicho nada raro.

-Dedos, ¿tú has visto alguna cabra rara?-preguntó, pues cuantos más avistamientos hubiera, más claro tendría qué y dónde había que investigar.