Partida Rol por web

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Cuando el verdugo partió, Analista miró a Barril.

-Un tipo siniestro -le dijo ya lejos del alcance de su oído-. Y peligroso, diría como consecuencia de su devoción, no sé si a su fe o a su trabajo. Bueno, vayamos hacia esa fábrica de jabón. Lo que hay a su lado, parece un molino, ¿no? Porque necesitamos harina. 

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

El grueso Oscuro se encogió de hombros con un ruido metálico. Estaba claro que en aquel país abundaban los tipos despreciables, lo cual no era malo necesariamente, pero sí peligroso para la precaria situación de la Compañía.

Luego fijó la mirada en el edificio que señalaba Analista, y por ende el molino al lado del primero.

— ¿Y para qué quieres tanto jabón? Bueno, en todo caso después de visitar el molino tras el asunto del jabón, podríamos echar un vistazo a esa casa de postas. Igual saben algo de esos varisios que debimos proteger hace unos días, se me ocurre. —

En todo deseo había intenciones ocultas, si bien las de Barril eran difíciles de esconder, dado que el Verdugo había señalado el lugar como un posible sitio donde se servirían bebidas alcohólicas.

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Rió suavemente. 

-El jabón es un tema casi medicinal. Lavarse con agua está bien pero el jabón mejora la higiene. Y aunque contamos con jabón suficiente, nunca está de más saber dónde podemos conseguir más, especialmente para los heridos ya que ayudaría a limpiar sus heridas, llegado el caso. Y oler a algo más que a sobaco rancio no es malo. El jabón también sirve para limpiar las mudas y la ropa. ¿De qué sirve asearte si luego te pones una ropa que hiede? -le dijo en un tono divertido-. Y de acuerdo, vayamos a esa casa de postas. Mejor revisar el perímetro antes de adentrarnos en el pueblo. 

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AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: POR LA MAÑANA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Analista y Cabo Barril se aproximaron a la posta de diligencias, un edificio similar a una posada, pero dotado de amplio espacio para establos y para guardar y reparar carros y vagones de caravanas.

Resultaba evidente que una caravana varisia había llegado hacia poco. Varios varisios coloridamente vestidos y con aros de oro en las orejas estaban ocupados en tareas de mantenimiento de sus equipo, vagones y demás enseres.

Dentro del salón principal de la posta había una barra y mesas de restaurante, al menos una docena, aunque menos de la mitad estaban ocupadas a estas horas. En tres había buhoneros de aspecto triste. En otra mesa había una pareja de varisios mejor vestidos que los de fuera, tal vez fueran los líderes de la caravana. Parecían somnolientos y ambos estaban inclinados sobre sendas humeantes tazas de té.

El Cabo Barril se fijó en la barra. Además de té parecía que también servían cerveza, brandy, ron, licor de hierbas, y aguardiente de grano.

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AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Barril miró a Analista algo escéptico mientras gruñía por lo bajo.

— El día que encontremos un lupanar, me daré una mano de jabón en la entrepierna, para que no tengan que oler nada rancio, jo,jo,jo. Por cierto, espero que hayas traído algunas monedas, sobrino. —

Mientras se acercaban a la posta, Barril señaló al joven Oscuro la presencia de la caravana varisia. Le costaba concentrarse ya que el olor a bebidas alcohólicas le había llegado ya.

— No sé si estos tipos serán, muy comunes en Nidal, pero podría ser la que debíamos escoltar para los de Verdín, mal rayo les parta. Fíjate Analista, esta gente parece todo lo contrario al sobrio y sombrío Nidal, con sus ropas coloridas y abalorios. Parece que están pidiendo algo de dolor a gritos. —

Al fornido Cabo le satisfacía que aunque fuera en mera apariencia, encontrar un gesto de desafío al monocromático paisaje del país. Estos varisios parecían mercaderes de algún tipo, lo cual no les convertía en gente fiable, claro. Con gesto desenfadado observó el contenido del carromato que guiaban los campesinos, y luego saludó a los soldados con un gesto neutro; luego se hizo cuentas para ver si pertenecían a los cinco observados anteriormente o eran dos más que añadir al número total de guardias. Por último se fijó en los varisios mejor vestidos que estaban dentro del local.

— A lo mejor convenía hablar con esos... — Dejó en el aire.

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DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

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De un rápido y somero vistazo, Analista se hizo una composición del lugar y sus paisanos. Tal y como era de esperar, no parecía un lugar visitado por los lugareños, demasiado influidos por las restricciones de su religión. Lo que sí era de esperar, comerciantes varios. Buhoneros, tan mortecinos como las restantes gentes de Nidal, y lo que sin duda eran varisios. Pero lo extraño era que no hubiera siquiera un mal guardia o soldado. 

-Algo tendré. Lo suficiente para un par de humeantes y fragantes tés -dijo seriamente y mirando fijamente a Barril antes de esbozar una sonrisa-. Pero sin excesos, que tenemos trabajo. Preferiría algo de nocturnidad para invitarte a algo tranquilamente, para serte sinceros. Y tal vez sí o tal vez no, pero por la descripción, sí, parecen ser esos que llaman varisios. Y una vez más sí, convendría hablar con ellos. Pero antes de eso... 

Hizo un gesto reclamando la atención del encargado de la posta. 

-Buenos días. Quisiera hablar con usted de negocios -en aquel punto, algunos gritos y el traqueteo de un carro cargado de campesinos, hizo que Lengua Negra desviara la vista hacia ellos. Frunció el ceño. Tal escolta solo podía decir dos cosas. O protección o impedir que se escaparan-. ¿A dónde van y con qué  motivo?

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- "Bienvenidos a mi humilde morada, soy Maese Malagente, bastardo local y regente de esta posta de diligencias. Proporciono alojamiento, comida y bebidas a forasteros, maleantes y toda suerte de gente de mal vivir." - Señala con un liviano gesto a la pareja de varisios con ricas vestiduras sentados a la mejor mesa.

Después mira hacia afuera.

- "Supongo que cumplen órdenes del Inquisidor para con esos indignos mercenarios que han acampado fuera del pueblo. Oh, no pretendía ofender. Supongo que ustedes no son buhoneros, sino miembros de esos mercenarios." -

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HORA: PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Barril normalmente esperaría a que Analista tomara la iniciativa y se ocupara de la charla con Malagente y el resto, pero con el bastardo local haría una excepción.

— Bueno maese Malagente, si no pretendías ofender a estos indignos mercenarios acampados en las afueras del pueblo de los cuales somos algo más que miembros ya que tenemos cierto peso dentro de su estructura, podrías empezar por convidarnos a un par de picheles de brandy para esta fría mañana para suavizar las cosas. Después de eso Analista — señaló al joven Oscuro que estaba a su lado — verá si traemos nuestro indigno oro a este local, y otras cosas que a él se le ocurrirán. Yo soy Cabo Barril, y si empezamos con buen pie, todos saldremos beneficiados a mi parecer. —

El acorazado Cabo observó a la mujer varisia por un momento mientras hablaba, dedicándole una inclinación de cabeza a modo de reconocimiento por su labor de alerta y guardia, tras lo cual acabó su parrafada mirando al bastardo local, cuya lengua sin duda estaba más afilada que sus cuchillos.

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Analista enarcó una ceja ante la verborrea del tabernero que parecía no tener en alta consideranción ni su persona ni las de sus clientes, amén de las de ellos, indignos mercenarios.

-La indignidad está tan poco valorada -afirmó con cierta displicencia Analista, que se miraba las uñas de su diestra como si en ellas radicara algún misterio cósmico-. Y sí, como indica aquí, nuestro buen Cabo Barril, formamos parte de esos mercenarios que el inquisidor no parece considerar tan indignos como tú, Maese Malagente. Pero está bien saberlo, porque pronto tendré la oportunidad de hacerle saber la opinión de algunos de los habitantes de Carnonegro. Quizá hasta decida romper el contrato por no ofender a las buenas gentes de la villa -sonrió con un aire de completa inocencia-. Es más, tal vez deba posponer mis intenciones de comerciar contigo aunque ello implique no satisfacer la insaciable sed de nuestros soldados.

Miró en derredor. Los buhoneros no le parecían especialmente interesantes aunque sí la pareja varisia. Desde la distancia, les saludó con la cabeza. Después, centró su atención en Malagente.

-Como dice mi buen amigo con la contundencia que le caracteriza, ¿empezamos de nuevo?

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HORA: PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

El hombre sonríe y guiña un ojo.

Después pone dos vasos en la barra ante los dos mercenarios y sirve brandy dorado en ambos vasos.

- "Sé reconocer una buena oportunidad de negocio cuando la tengo delante." -

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HORA: ANTES DEL MEDIODÍA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Analista apenas mojó los labios. No deseaba meterse aquello entre pecho y espalda con el estómago apenas lleno. Necesitaba de todos sus sentidos y aquella no dejaba de ser una misión de exploración y de tanteo con los comerciantes locales. 

-Gracias, Maese Malagente. A tu salud y por el comienzo de una buena relación -dijo alzando el vaso y mojándose los labios. Dejaba a Barril los comentarios acerca de las bondades o no de aquel licor-. Me gustaría una relación de las bebidas y licores con los que podrías comerciar y sus precios. Ten en cuenta los siguientes factores. Somos muchos y estaremos aquí durante una buena temporada. Si nos cuidas, te seremos fieles. Si tratas de abusar, te beberás tú todo tu material. Ambas partes podemos salir ganando o beneficiadas. De ti depende, mayormente. 

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DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: ANTES DEL MEDIODÍA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

- "Les haré precio especial, entonces. La cerveza a cuatro cobres la jarra. El whisky, el brandy y la Niebla a plata la copa. Si queréis té, el de mejor calidad es a cuatro cobres la taza. Leche fresca a cinco cobres la jarra. Mi mejor vino a diez oros la botella." -

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DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: ANTES DEL MEDIODÍA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

-Mmm, creo que no me he expresado con propiedad. No hablaba de un consumo local en tu posta y al por menor. Me refería a comprarte o bien botellas o barriles para transportar a nuestro campamento. No va a resultar fácil que nuestros hombres puedan salir y consumir aquí -dijo a Maese Malagente. Guardó un instante de silencio. Miró a Barril, luego al posadero. Era hora de pedirlo-. Ante todo discreción. No quiero ofender a nadie. ¿Y mujeres?

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DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: ANTES DEL MEDIODÍA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

- "Al mayor... Bien, podría arreglarse, a un precio proporcional. A fin de cuentas las existencias son limitadas...

Mujeres... emmm... Creo que podría hacerse, visitas discretas a vuestro Campamento, al amparo de la noche. Las tarifas abonadas por adelantado." -

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Barril tomó el vaso de brandy con el cuidado del borracho. Sus dedos serían gordos y torpes (como él mismo) pero tratándose de buena licor adquiría una destreza que ya le gustaría exhibir a Lagrimita con sus espadas. Dio un sorbo corto, paladeando la calidad del licor, para luego tragarlo sintiendo como calentaba su garganta.

Dejó en manos de Analista la negociación pertinente, ya que con su ansia por la bebida podía ser un obstáculo más que un acicate en este caso. Sólo devolvió la atención a la conversación cuando se hablo del asunto de las prostitutas. Volvió a aguzar el oído, y sin embargo omitió el color de la raza de los hombres a los que iban a complacer, ya que suponía que aquello les saldría más caro.

— Buen brandy, maese Malagente. Esto hace perdonar ofensas y forja los cimientos de una buena relación sin duda. ¿Cuál es la tarifa de las féminas, por cierto? —

Por mucho que se empeñara Analista en que los hombre vivieran en una pecera, tendrían que acabar saliendo tarde o temprano, si bien no era una prioridad. Pero sí podían tratar de mejorar los precios un poco con ese supuesto.

— El asunto de meter alcohol en el campamento, bueno, sería algo temporal, Malagente. Los hombres acabarán saliendo. Pero lo que llevemos allí será un gancho para que sepan dónde conseguir el resto. Si lo llevamos a buen precio ahora, luego te beneficiarás de que los hombres vengan a pedir sus bebidas aquí. Considera lo que compremos inicialmente a buen precio como una inversión. Tampoco nos llevaríamos más que una cantidad representativa. —

El grueso Oscuro observó por un momento a Analista, esperando que sus afirmaciones fueran en la misma línea que lo que pensaba el joven Oficial.

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- "Llévense este barrilete de excelente cerveza. Cuarenta y cinco litros por sólo dos piezas de oro. Es toda una ganga." - Les muestra un barril de cerveza nuevecito y herméticamente cerrado.

- "En cuanto a las mujeres, serían una o dos piezas de oro por servicio, dependiendo de las circunstancias. Este es un tema que podría acabar resultando problemático, así que el beneficio debe merecer la pena." -

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DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: ANTES DEL MEDIODÍA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

-Procuraremos que nada sea problemático. A ninguna de las partes nos interesa salir perjudicados. Entendemos que la discreción será algo imperante. Maese Malagente, ¿qué crees? ¿Mejor visitas en tu local o que las mujeres acudan a nuestro campamento? Tsk, no -chasqueó consciente de algo rápidamente-. Deberá ser aquí o en algún punto de encuentro establecido -miró a Barril. El Inquisidor había decidido establecerse entre ellos y estaba seguro de que algo así, no le gustaría-. Y garantizo la seguridad y bienestar de las mujeres. Ninguna sufrirá ningún tipo de maltrato o humillación. En cuanto a tu oferta, la acepto. Mandaré a alguien a buscar el barrilete, una vez concluidos nuestros asuntos en el pueblo. Te traerán las dos monedas de pago. 

Miró en dirección a la pareja varisia. 

-¿Qué podrías decirnos de ellos? -le preguntó al posadero. 

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El hombre asiente ante las propuestas de Analista, aceptándolas de buen grado. Después, responde cuando es preguntado por los varisios ricamente vestidos.

- "Ah, buenos clientes, son los hermanos Costache. Los dueños de la caravana que está acampada en mi establecimiento. También dirigen en gran parte el Campamento Varisio Oeste, uno de los cuatro de esta parte del país.

Él es Lucian, Príncipe de Mercaderes. Ella es su hermana menor Voctorina, la protectora principal de la caravana." -