Partida Rol por web

ESCUADRA DE CAMPAMENTEROS:

TERCER DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISIETE DEL MES.

DESPUÉS DEL OCASO. - TIEMPO EN CALMA.

TERCER DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISIETE DEL MES.

DESPUÉS DEL OCASO. - TIEMPO EN CALMA.

Hago un gesto a Ballestero aceptando su petición. Cédesela y luego prueba a hablar con Khadesa y ver si te deja usar su mesa para reparar tu ballesta.

Tras hablar, sigo con mis quehaceres, raspando un par de pieles de conejo.

TERCER DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISIETE DEL MES.

DESPUÉS DEL OCASO. - TIEMPO EN CALMA.

El truco para ser un "buen falso chamán" era hacer hablar a la gente. Les escuchabas, por muy aburrido que fuera su perorata, y de ahí sacabas información que luego podías usar en tu propio beneficio. Ahora bien, ¿cómo hacer aquello con Ballestero, conocido por ser casi tan parco en palabras como Keropis? Bueno, con el asceta no le había ido mal del todo. Si no conseguía hacer hablar a Ballestero tendría que probar algo diferente con él.

- Has venido...-Dijo no sin cierta sorna. Le costaba no guardar rencor a las personas por su fama de estafador.- Y la has traído, perfecto. ¿Tiene nombre?- Preguntó por romper el hielo y porque podía darle una información realmente valiosa. Mientras Ballestero clavaba su mirada en él, él miraba con curiosidad a la ballesta. Parecía en perfectas condiciones, pero no era un entendido en aquellas armas de fama demoníaca. Ni por el asomo se le ocurriría tocarla.- Si no recuerdo mal...hablabas de ...¿gusanos que te comen los dedos? Corrígeme si me equivoco.- A ver si le daba algo más de material donde hurgar.

TERCER DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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DÍA: DIECISIETE DEL MES.

DESPUÉS DEL OCASO. - TIEMPO EN CALMA.

Tras la cena, el calor de la hoguera, la charla con el capitán y el pequeño cruce de palabras con Lagrimita, Lombriz decidió que ya llevaba mucho tiempo haciendo el tonto durante aquel día, así que según decidió por cuenta propia, era el momento perfecto para irse a descansar, no sin antes avisar a su jefe-no-cabo, por si acaso recibía más golpes, físicos o dialécticos por alguna razón que el desconocía.

-Jefe Piojillo, si no ordena nada, me gustaría poder irme a dormir- Lo dijo con cierto tono de amargura en su voz, no por las palabras del Capitán, las cuales le importaban más bien poco, si no por otros motivos más profundos. Pensó en terminar así su alocución, pero finalmente decidió apoyar sus palabras primeras con una explicación algo más detallada.

-No es por vagancia o por escaquearme de mis responsabilidades, pues como bien sabes, fui con el grupo de recolección de leña, no me quejé ni di motivo alguno para que le abroncasen con mi comportamiento, es más, quitando a Uro que taló el árbol, el único que encontró, recogió, empacó y literalmente cargó los brazos de los compañeros con los haces de leña fui única y exclusivamente yo, nadie más movió un dedo salvo para cargar, todo ese trabajo me produjo todos estos cortes y laceraciones- Le enseñó sus brazos cubiertos de arañones con sangre ya oscura y reseca -Tampoco me he quejado, pero mi cuerpo está casi al límite del colapso, lo noto jefe, si ahora mismo alguien me diese una colleja, caería al suelo inconsciente, como Guepardo tras el combate contra los seres-

Paró para que Piojillo asimilase toda la información.

-Ese es el motivo por el que solicito descansar de mis heridas, si no, no lo pediría- 

Esperó contestación de su jefe.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISIETE DEL MES.

DESPUÉS DEL OCASO. - TIEMPO EN CALMA.

──Venganza de las Brujas, ese es su nombre. Me la regaló mi madre ──mintió, ──como venganza por abandonar a las Brujas de Idún.

Pronunciaba el nombre de Idon de manera extraña. Y tenía un acento muy cerrado de aquella zona.

──Los gusanos vinieron por la noche. Cuando intentaba dormirme, acechaban para comerse mis dedos. Sin mis dedos no puedo utilizar a Venganza. Ni puedo hacer mi trabajo como hermano. Matar. Pero si no duermo, tampoco voy a poder hacerlo. ¿Puedes decir a esos demonios que me dejen tranquilo?

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DÍA: DIECISIETE DEL MES.

DESPUÉS DEL OCASO. - TIEMPO EN CALMA.

Miro a Lombriz y afirmo. Vete a acostar; realmente vuestro trabajo hoy ha sido excepcional y os felicito a todos pero, en especial, a ti Lombriz.

Voy a ir a buscar a Plumilla para que heche un vistazo a tus heridas antes de que te duermas del todo.

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Tarado después de relajarse comentó al resto de campamenteros - ¿Alguno desea entrenar un poco antes de irse a dormir? no debemos dejar que nuestros cuerpos se relajen y se olviden de que deben manejar armas de forma efectiva. - Había escuchado siempre historias de guerreros que se dejaban olvidar y sus cuerpos dejaban de ser eficientes en la batalla. No podían permitirse esas situaciones en tierra tan extraña y hostil. - Ya habéis escuchado al Capitán, debemos ser disciplinados y eficientes, los campamenteros no podemos ser menos que ninguna otra compañía. 

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Chamán Rojo arrugó el gesto ante la mención de las brujas. Nada bueno podía venir de ellas. Sin embargo no creía que pudiera tirar por ahí. Ballestero había demostrado desde hacía mucho ser bien hábil con su ballesta, así que debía centrarse en el tema de los gusanos, mucho más actual.

- Pareces un hombre duro y curtido, pero al igual que a todos, esta situación te está afectando.- Esta vez no se cortó en acercarse a Ballestero y tocarle el rostro como buscando algo con las yemas de los dedos alrededor de la cuenca de los ojos. Le abrió los parpados para escrutar la conjuntiva. Tenía los ojos inyectados en sangre.- Mmmm.- Puso cara de disgusto para acto seguido olfatear al Campamentero. De nuevo un gesto de disgusto.-Mmmmm.- Le tomó las manos para examinarle los dedos.- ¿Sientes algo?- Le preguntó.- Algún cosquilleo o pinchazos. El picor suele ser una señal indicativa de que los malos espíritus pretenden entrar en tu cuerpo. Si estás débil será más fácil. Debes cuidarte y descansar. Cena bien, caliéntate junto al fuego y...debes asearte.- Sentenció al final. Ahora que tenía agua sería bueno que Ballestero se asease un poco, por el bien de sus compañeros.- En las aguas estancadas anidan los malos espíritus así como de las claras surge la vida. Usa agua limpia para lavar tu cuerpo y después ven a verme. Sería bueno que hoy no hagas guardia, puedo hacer yo la tuya, díselo a Piojillo. Que se haya roto tu ballesta en este justo momento da mal yuyu. Puede que los gusanos no hayan conseguido comerte los dedos y hayan decidido debilitarte quitándote lo que más quieres. Puedo hacerte un amuleto, aunque no sé cuánto tardaré.

Tras la respuesta de Ballestero, Chamán Rojo indicó a Tarado que estaba dispuesto a entrenarse.

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DESPUÉS DEL OCASO. - TIEMPO EN CALMA.

──¿Picor? Siento como si tuviera arena en los ojos.

En realidad Ballestero si se había lavado y aseado pero, como no había jabón, probablemente hubiera hecho un efecto más bien parco. Asintió. Cenar, había cenado bien, si. Y lo del fuego sentía que podía hacerlo. Se volvió hacia Piojillo.

──Jefe, ¿has escuchado lo que dice Chamán Rojo? Dice que debería no hacer guardia y que él se encargaría de ese turno.

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DÍA: DIECISIETE DEL MES.

DESPUÉS DEL OCASO. - TIEMPO EN CALMA.

Desastre no estaba muy seguro, pensaba que irían a descansar, pero querían entrenar antes. Supuso que estirar los músculos y sudar eran dos cosas buenas que hacer antes de dormir, así que no replicó, no se quejó, en su lugar dio un pisotón.

Me apunto. Yo también quiero entrenar. Con quien sea, o solo. Pero vamos a darlo todo. Me siento blando y no me gusta, lento y tampoco me gusta. ¡Grr!

Gruñó, más para sí mismo que otra cosa. Escuchó entonces las palabras de Chamán Rojo con Ballestero y decidió intervenir.

Tengo un amuleto para alejar el Mal Yuyu. Puedo dejártelo, mientras te hacen uno, Ballestero.

Ofreció con genuina buena voluntad. No le gustaba desprenderse de él, pero quería ayudar a su compañero. Además, si estaba mal no podrían tener un duelo en condiciones.

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DESPUÉS DEL OCASO. - TIEMPO EN CALMA.

Cuando Frontera regresó desde la parte de atrás del granero, Tarado parecía estar buscando gente que quisiera entrenar.

Uff... es un poco tarde para un combate de entrenamiento -dijo Frontera, cansado-, pero podríamos entrenar un poco a pasarnos lanzas o jabalinas entre nosotros. Así, si en un combate alguno queda desarmado, otro le podría arrojar una lanza para que la coja al vuelo y volver a combatir inmediatamente. Creo que compenetrarnos bien para algo así nos podría salvar la vida en alguna ocasión -dijo, reflexivo, y recordó un ejemplo-. En el combate contra esa especie de trasgos no-muertos que casi se comen a Guepardo, a Caracabra se le partió la lanza en dos mientras se enfrentaba a uno de ellos. Pero no estaba pendiente de mí, aunque hubiera querido ayudarle arrojando una lanza. Hay que estrechar lazos y trabajar en equipo.

Desastre asentía enérgico a su lado. Frontera sabía bien que esta era el tipo de charla que le motivaba, y no la brasa de antes del Capitán sobre disciplina. Parecía que Chamán Rojo también se iba a animar a entrenar con ellos.

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Aquella felicitación ya era demasiado tardía, más aún cuando tuvo que indicarlo Lombriz mismo. Las cosas no comenzaban muy bien con el nuevo jefe-no-cabo Piojillo. Entrecerró los ojos y tras mascullar -Hmm- Se levantó.

-Bueno, iré a descansar entonces, espero mañana estar mejor para comenzar a entrenar, levemente eso sí, no quiero que se me reabran todas estas malditas heridas-

Cuando iba a dar media vuelta, se paró, había recordado algo importante.

-Por cierto, Jefe Piojillo, el cabo Ponzoña sabe trabajar la madera, quizás él pueda instruirme en algo, ¿Podrías preguntarle sobre el tema? No quiero que me ahorquen por romper la cadena de mando, así que siguiendo las órdenes del Capitán, tengo que realizar esa petición a través de ti, si no es mucha carga o molestia- 

Tras esto, miró a los que querían entrenar, especialmente a Tarado.

-Tarado, vas a lesionarte, es muy tarde, mejor descansa y tómatelo con calma mañana, entrena progresivamente, de menos a más, sin forzar el cuerpo los primeros días, aumentando la carga de trabajo de manera gradual, hasta que te veas capacitado de realizar los ejercicios correctamente- No había reparado en ello, pero sonó de manera profesional, como un mercenario veterano y curtido.

-Para el resto, es muy tarde, no sacareis provecho, dormid y empezad por la mañana desde primera hora, os lo agradecerá vuestro cuerpo, además, cuando uno está cansado, el 'Celebro' no asimila bien los conceptos- 

Y como no quería que aquello sonase a órdenes, añadió -Es mi consejo, pero haced lo que queráis- 

Se encogió de hombros y se marchó a dormir.

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DESPUÉS DEL OCASO. - TIEMPO EN CALMA.

Tarado vio como había algunos compañeros que no les importaría realizar un poco de entrenamiento mientras que Lombriz se lo desaconsejaba. Tarado consideró un momento la hora, aún podrían sacar una hora o así de entrenamiento. - Frontera, me parece buena idea, realizaremos algún ejercicio de de habilidad y también movimientos de formación. Otro de nuestros fallos durante la batalla con esos monstruitos saltarines fue la falta de una formación estable que impidiera los flanqueos. Con un poco de práctica podríamos aprender a mantenernos juntos y sin huecos. - Con ello saca unas jabalinas que tenía aún enteras y comienza los ejercicios de pases laterales hacia sus compañeros que se apuntaron al entrenamiento. De ese modo no harían un gran esfuerzo físico y tampoco harían combates, evitando lesiones. 

La segunda parte, lanza en ristre, se pusieron en línea e intentaron practicar moverse en formación. Hombro con hombro, espalda con espalda y marchas controladas hacia diferentes ángulos para no perder la formación. Tras una hora más o menos Tarado creyó que ya no sería aconsejable seguir, podría tener problemas de sueño y la guardia se acercaba. - Gran trabajo, ha sido muy instructivo, me voy a dormir pronto que tengo guardia luego. - Despidiéndose de los que aún no se iban a acostar Tarado se dirigió a dormir. 

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Plumilla cerró los ojos buscando concentrarse en los conocimientos médicos que sabía que tenía, que días atrás los usaba sin siquiera pensar. Frunció el ceño, aun con los ojos cerrados, cada vez que trataba de recordar cualquier conocimiento básico, su mente volvía a su infancia y veía a sus padres realizar los bailes rituales que tanto adoraba y añoraba.

Abrió los ojos cuando Piojillo se le acercó, comentándole sobre Lombriz. Inspiró profundamente, el cansancio y el estrés de no recordar lo que necesitaba, dejándose notar en esa larga expulsión de aire. - Piojillo, sabes perfectamente que no tengo ningún problema para ayudar y curar a todo el que lo necesite. - Empezó, tratando de mantener la voz calmada, no podía permitirse mostrar la ansiedad que le venía el hecho de no recordar como podía ayudar, - Lagrimita ya habló con Lombriz, y le dijo que debía venir aquí, donde estamos los que podemos ayudar. ¿Porque no ha venido? - Le preguntó, ahora si, no pudiendo reprimir el tono de cansancio. - ¿Puede andar? ¿Está prostado como Guepardo que aun así se ha levantado para ir a formar? - Inspiró profundamente - No tenemos tienda de heridos, pero creo que debe entenderse como tal el lugar donde se está cuidando de ellos… Y ahora mismo es este – dijo señalando con la mano donde descansaba Guepardo y donde tenían los pocos utensilios de sanación que habían conseguido traer en ese viaje extraño. - Además que aquí hay mucha más luz que allá fuera y podré revisar y limpiar mejor las heridas que pueda tener.

Finalmente cabeceó y se levantó lentamente, - Llevame donde está Lombriz, si no ha venido es que no podía moverse y necesitaré ayuda para traerlo.

- También quería comentarte que he hablado con Capitán y Lagrimita, me tocará el tercer turno de vigilancia de los heridos, - añadió mientras salían en pos de Lombriz, - Por lo que en poco debería ir a descansar… Si hay alguien más herido debería ir a la zona de heridos y hablar con quien esté de turno en ese momento.

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Tras lo que decía Chamán Rojo, Desastre le ofreció su amuleto. No tenía demasiada fe en los amuletos, pero si que entendía que era algo de valor para el campamentero.

De pronto, a Ballestero le dio la impresión de que estaba rodeado. Como si el enemigo le estuviera rodeando, y su corazón latiera a todo meter. Se quedó un poco sin respiración ante la imagen de tantos de sus compañeros ofreciendo cada uno lo que tenía para facilitarle la vida. Esto le desestabilizó bastante, y le puso muy nervioso.

Por fin, fue capaz de decir: ──Acepto.

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DÍA: DIECISIETE DEL MES.

DESPUÉS DEL OCASO. - TIEMPO EN CALMA.

No le gustaba la idea de un amuleto prestado. Sin embargo, sin poder dedicarse ahora mismo a hacerle uno a Ballestero, lo dejó pasar. Eso sí, la curiosidad le pudo y preguntó a Desastre.

- ¿Quién te lo hizo?

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DESPUÉS DEL OCASO. - TIEMPO EN CALMA.

Antes del entrenamiento, Ballestero había aceptado y Chamán Rojo preguntaba. Sin muchas ganas de ponerse misterioso, extendió la mano para ofrecerle un talismán que tenía varios animales tallados, dependiendo del ángulo con el que se mirase.

Lo hizo Caratótem.

Explicó, estaba convencido de que podría ayudar. Era un préstamo, pero por lo pronto no diría nada más.

Entrenamiento y dormir, con guardia entre medias, pronto sería otro día...

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No es que no se pueda mover, Plumilla. Pero, por alguna razón, no viene a verte para mantener las curas de su herida. No lo termino de entender.

Tras decir eso, nos acercamos a donde está Lombriz. Lombriz, deja que Plumilla te mire esas nuevas heridas. Quizá deberías ir a la zona de heridos con ella.