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ESCUADRA DE INFANTERÍA:

MAÑANA SIGUIENTE: SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.  - CIELO GRIS.

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.  - CIELO GRIS.

Tras reunir a la Infantería, Cabo Barril los conduce hasta el exterior. Una vez allí pasa la mirada por la Escuadra mientras deja que crezca la expectación entre ellos. Barril se los llevaría a todos, enfermos o no, porque era en los Hermanos Juramentados que más confiaba. Pero debían arrimar el hombro entre todos y era necesario trabajar con personal de las demás Escuadras.

— Como ya sabéis, prácticamente la mitad de nosotros vamos a ir al pueblo a tratar de conseguir aquello que no le fue posible a la la primera expedición. Esta vez trataremos de hacer las cosas mejor. He elegido a aquellos de vosotros que estáis más sanos, aunque preferiría llevar a todos vosotros antes a cualquier otro. Pero esta vez no puede ser.

Aquí vais a permanecer Grito, Derviche, Preocupado, Romo e Indómito. Será Grito, que es el más veterano de vosotros el que quedará como responsable de la Infantería, y al que debéis dirigiros si pasa algo. Sin embargo Cabo Ponzoña estará en el campamento, y estaréis a sus órdenes en el caso de que se dirija a vosotros. Confío en que continuéis haciendo las guardias con la mayor diligencia. Organizad vuestros turnos como consideréis, pero de tres en tres. Evidentemente tendréis que adaptar un tercero al segundo trinomio, aunque si no se os proporciona, haced un binomio.

Por si tenéis dudas, no vamos a tratar de asaltar el túmulo del que viene Grito, sino que nuestro objetivo es llegar al poblado para acabar la misión. Esperamos conseguir víveres, herramientas, información y un lugar donde refugiarnos mejor que este. Si tenéis alguna pregunta, tengo unos minutos para contestaros. —​

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.  - CIELO GRIS.

Por fin se movían, aunque fuera solo para tener la reunión típica de turno. Fue algo que Lagrimita agradeció muchísimo, tenía ganas de tener la mente en otra cosa, lo que fuera que le hiciera olvidar un poco su actual estado emocional. Una vez formados, las órdenes le parecieron claras, el tono de Barril no parecía distinto al de otras veces, seguía berreando como nadie, a eso no había rival vivo en la compañía que le hiciera sombra.

Una vez concluyó, miró a ambos lados en busca de alguna reacción de sus camaradas, en especial de aquellos que iban a acompañarle. Él, por su parte, no tenía nada que aportar. - Todo claro, ¿Cuándo partimos? - Preguntó con cierta ansiedad.

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Indómito escuchó a Barril y se quedó pensativo mirando también a Cielo en la reunión por si se decidía a hablar ya que la diferencia estaba en que él se quedaba pero su compañero de tribu se iba con parte a explorar.

Entonces habló Lagrimita en lo que parecía querer acabar la reunión y es que Indómito tenía los reflejos lentos por hallarse enfermo estremecido y con frío interior pues ahora mismo no llevaba la manta encima ni estaba junto a la hoguera.

—Nuestra tribu... con Cielo... se halla en una zona de la sábana próxima a una zona de túmulos. Los combatimos en el pasado y había... ¡monstruos! ...rodeados de magia horrenda que los hacía parecer así. ¡Odio eso, la magia nunca me ha gustado! —se sinceró en voz alta hablando con calma algo molesto por la enfermedad y a la última frase por los recuerdos que venían a su mente sobre las muertes que se sucedieron de personas conocidas entre unos y otros.

—Esos lugares guardaban muertos importantes para tribus del pasado extinguidas. Pero a pesar de ver monstruos variados... ninguno fue nunca un pequeño muerto corriendo como un caballo. Me da miedo la magia... pero debo ser "amistoso" con mi nueva tribu... vosotros que nos acogieron y ayudaron a nuestra antigua tribu —expresó pensando y sacando un poco de dentro de él, parece que la conversación anterior en esa iglesia junto a Cielo sobre la "amistad" le había hecho reflexionar.

—Ese lugar podría tener tesoros importantes y quizás alguno sea único aunque sea peligroso —sentenció convencido en lo que quizás era un acto de amistad.

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El Cabo Barril reúne a todo el grupo para poder discutir acerca del próximo movimiento y como actuaría nuestra escuadra en él. Me acerco como se supone que haga y escucho atentamente sus palabras. Por lo que veo, media escuadra se quedará en la iglesia mientras que los sanos iremos. Hay un par de excepciones que deberíamos considerar.

Al ver que Lagrimita irá con nosotros, le devuelvo su portalanzas con las jabalinas que me entregó:

 - "Muchas gracias. Tú usar ahora quizás más yo-que."

Le hago una pequeña reverencia en agradecimiento por habérmelas entregado pero ahora que él también se expondrá al peligro, debe ser él quien las tenga.

Después le pregunto al Cabo Barril por lo último que dijo:

 - "¿Entonces nos evitar trúmulo ese? Yo pensar que asaltar eso y matar bichos pra evitar más ataqueses."

Escucho lo que menciona Indómito y, aunque no lo había considerado, puede ser cierto. Si ellos han cazado a mucha gente, más de algún objeto valioso pueden estar custodiando en el interior de aquella morada que tienen. No sería malo tener algo de valor con el que poder comerciar por alimento y refugio.

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Se quedaba de nuevo, aunque ya lo había imaginado. Seguía estando tocada, el frío había hecho mella, y a pesar del descanso y haberse calentado junto al fuego, no había sido suficiente. ¡Era indignante! Lo lógico es que ya estuviera bien, ella no era débil, nunca lo había sido.

Pero quizá este lugar era enfermizo, o aún peor, contenía magias oscuras que atacaban a aquellos que las odiaban. Y Derviche siempre había odiado la magia.

-Está bien, Cabo. -Comentó de pasada, antes de que se hablara de la expedición, y los túmulos. Sí, se pondría de acuerdo con Grito, estaba dispuesta para hacer guardias con quien fuera, las guardias que fuera necesario.

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Los preparativos parecía que llegaban a su fin y con los últimos compases, Barril reunión a la infantería antes de partir.  El campamento se quedaría bastante mermado con la númerosa partida de expedición, más teniendo en cuenta los heridos y enfermos.

Era el momento de tomar riesgos ya que no hacer nada no era una opción así que Grito esperaba que el segundo grupo tuviera más suerte que el primero.  El cabo dió las instrucciones, seguir con las guardias mantedria alerta al grupo ante cualquier eventualidad,  esta vez Grito quedaría al cargo, el veterano soldado inclinó la cabeza asintiendo cuando Barril le nombró.

Nos encargaremos de que todo siga como ahora para cuando regreseis, espero que tengáis más suerte y tener cuidado esas criaturas eran traicioneras. 

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.  - CIELO GRIS.

Había escuchado a varios compañeros, en especial a Indómito, cuyo relato era poco alentador. Hizo un gesto negativo con la cabeza, - no es buena idea, no lo es, debemos conseguir urgentemente víveres y herramientas. - Respondió nervioso, apretando el mango de la espada con su mano izquierda. - No debemos correr riesgos inútiles, somos pocos y tenemos heridos. - Volvió a decir, deteniendo su lengua para que el nerviosismo que sufría, no la trabase.

- Llévalas tú, te pediré alguna si las necesito. - Respondió a Dolor.

No estaría de más conseguir un refugio más acto, pensó inmediatamente después, pero no se animó a comentarlo ya que estaba implícito en el plan trazado. Pensó en aquella aldea o pueblo del que habían hablado.

<< ¿Cómo se las arreglaban para alejar a las sombras? >> Se preguntó. La respuesta le vino sola, acudió a su mente en forma de evocación y no vino sola, pues la sospecha la acompañaba.

<< Sacrificios... >>

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Cabo Barril escuchaba a los miembros de la Infantería, asintiendo a sus palabras y agradeciendo sus ánimos en algunos casos. Parecía que Grito finalmente había comprendido que estaba demasiado herido como para volver a la brecha. Luego volvió su atención a Dolor por unos instantes.

— Normalmente estaría de acuerdo contigo, Dolor. Pero en este caso nos debemos a los que aquí quedan esperando nuestra ayuda, como Hermanos que son; aportarles más heridos no nos haría ningún bien. En cambio el conseguir los recursos que necesitamos sí podría dar garantías a nuestra supervivencia. Ya habrá tiempo de tomar tesoros y reducir a pedazos a esos enano infamemente rápidos.

Por cierto Grito, préstale las lanzas que te dejó Preocupado a Cielo. Él las podrá dar uso de ser necesario en este viaje. Me preguntaba Dolor si podrías llevar mi mochila en esta exploración; sólo llevo un par de pellejos de bebida, una ración y una antorcha, pero para andar largos tramos la armadura ya es suficiente estorbo. —

El alto y fornido Dolor parecía capaz de cargar con el excedente de peso de Cabo Barril sin menoscabo; éste llevaba a cuesta su pesada armadura, maza, escudo y mandoble, todo ello de pesado acero.

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Preocupado se reunió en el lugar indicado por Barril y permaneció atento a las palabras de su Cabo. A él también le preocupaba que parte de la infantería marchara dejando al resto atrás, aunque suponía que estando enfermos quizás era mejor formar un pelotón provisional con los sanos.

Espero que puedan coordinarse bien en caso de ataque y no tengan ninguna baja.

Ya estaban suficientemente diezmados como para añadir más dificultades. Por otro lado los que se quedaban debían hacer guardias y responder frente a Ponzoña. Esto último le preocupaba especialmente pues el "cuñado" no creía que reuniera los méritos suficientes para mandar, pero una vez más los Oscuros habían favorecido a los suyos y el hiena se había arrimado al tronco que daba más sombra.

-Entendido Cabo Barril, seguiremos sus instrucciones. 

Al fin y al cabo eran soldados y tenían que obedecer, aunque a veces no estuvieran muy de acuerdo con las órdenes o con quien las daba. Enseguida se dispuso a preguntar a Grito sobre la primera guardia.

-Grito, puedes contar conmigo para la primera guardia y para lo que necesites mientras nuestros compañeros están fuera.

Su compañero era un buen soldado y alguien confiable, así que le prestaría todo el apoyo posible.

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Cielo asintió en silencio a la reunión de Infantería. Tenía muchas cosas en la cabeza, demasiados sentimientos... pero escuchó, y escuchó bien. Especial atención prestó cuando el Cabo Barril desveló que la idea no era precisamente ir a los túmulos a limpiarlos del mal que alojasen, sino seguir el plan original de buscar algún poblado. Cielo, resignado, pensó que tenían razón, que la supervivencia del grupo estaba por encima de otras consideraciones como buscar combates que podrían ser innecesarios.

Eso sí, cuando Indómito habló, Cielo se irguió orgulloso, pues su compañero estaba relatando lo que había sido parte de la dura realidad de su tribu, la proximidad contínua a esos lugares malditos, a los que se habían acostumbrado a temer...., y a odiar. Era como vivir con manadas de hienas alrededor; nunca te acostumbras a ellas, y sabes que tarde o temprano tendrás que hacerlas frente, y allí no tiene cabida el miedo.

Asintió con la cabeza cuando Indómito calló. Nadie podría haber expresado mejor lo que había contado, en su opinión. Cuando el Cabo Barril, después, terminó a su vez de hablar, Cielo se acercó a Grito, por el tema de las lanzas de Preocupado. Era plenamente consciente de la importancia de tales objetos, y más en unos momentos en que los suministros de material tenían que ser especialmente cuidados.

-Me haré cargo de las lanzas. Haré buen uso de ellas, y las devolveré tal y como me han sido entregadas. ¿Cuantas son?

...Dijo, dirigiéndose a, tanto Grito, como Preocupado, el dueño de las lanzas, para pudiesen quedar tranquilos al respecto. Se hacía responsale de ellas.

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.  - CIELO GRIS

Por su puesto contestó Grito al requerimiento de Barril, no había tenido oportunidad para usarla, confiando en su lanza de 2 manos.

Grito le dió la lanza corta miraba a Preocupado, como esperando su beneplácito ya que era suya.

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Cabo Barril asintió mirando de un lado a otro; parecía que todo había quedado claro.

— Espero veros a todos a la vuelta, y espero que volvamos todos. ¡Y con algo entre las manos que nos alegre el día! O bueno, más bien la noche.

El asunto de asaltar el túmulo no es algo que dejaré en el olvido. Esos bichos puede que guarden un buen tesoro, como bien habéis apuntado. Pero eso será cuando la Compañía esté en mejor estado. Necesitaré que antes que haya un ataque en el futuro, Cielo e Indómito me contéis qué recordáis sobre vuestras escaramuzas contra los enemigos que vivían en los túmulos cerca de vuestra tribu.

¡Romped filas! —

Tras despedirse de sus soldados con el tradicional saludo de la Compañía, el puño en el corazón, Cabo Barril se dirige de nuevo al interior de las ruinas, donde llama a formar a los componentes de la expedición.

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El Cabo Barril nos deja claro a toda la escuadra que el asalto al túmulo se hará en otro momento pues ahora la única prioridad es obtener los recursos que necesitamos. Me parece bien, lo único que tendremos que hacer es mantenernos lejos de ese lugar en esta partida de exploración y, una vez solucionado eso, decidir cuando atacar.

"Bueno, ya están muertos. Dudo que vayan a algún lado."

Respondo con un asentimiento a lo que me dice Lagrimita, de que mejor cargue yo las jabalinas, pues no me parece una mala idea y, como él es el dueño, es su decisión. Me pongo en posición de firme cuando el Cabo habla y le respondo:

 - "¡Señor, sí, Señor!"

Luego rompo filas, tal como él lo indica pues eso solo puede significar que es hora de irnos definitivamente a la misión y para eso debo estar listo. Recojo la mochila que me tiende el Cabo y me la cuelgo a la espalda, listo para partir.

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Preocupado atendió a las palabras de Cielo y de Grito e hizo un gesto afirmativo dando su consentimiento a que utilizaran sus lanzas, le preocupaba que tuvieran otro encuentro y se encontraran desprovistos, aunque también le preocupaba que atacaran la iglesia y no poder disponer de ellas, aunque allí estarían menos expuestos que en el exterior.

-Estoy seguro que lo harás Cielo. Son tres lanzas, tres oportunidades de abatir a enemigos antes de entrar en lucha cuerpo a cuerpo, dan una ventaja importante.

Con todo dicho el Cabo Barril disolvió la pequeña reunión del pelotón y todos comenzarían a desperdigarse para atender sus más inmediatas obligaciones.

-Que los espíritus benignos os protejan en vuestra misión. -Aunque esperaba que no todos, le preocupaba que ninguno se quedara en la iglesia para protegerles a ellos.

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.  - CIELO GRIS.

Las ordenes habían sido dadas y solo quedaba cumplirlas. A pesar de las ganas que tenía Romo de salir con el resto de la escuadra en aquella misión, la decisión del Cabo Barril era mas que acertada. Dado su estado, afuera sería mas un incordio que otra cosa. Solo esperaba poder recuperarse cuanto antes para poder ayudar en perfecto estado a la Compañía. Ahora, solo podía esperar, recuperarse y esperar que sus compañeros volvieran sanos y salvos de su objetivo. 

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.  - CIELO GRIS.

Asiente ante las palabras del Cabo Barril. Hay muchas historias y vivencias propias y transmitidas oralmente sobre los Túmulos, sus alrededores, y sus moradores. Si desea que le pongan en antecedentes... pueden pasar largas noches contando historias, a cual más terrible, pues el mal que en aquellos lugares mora, sin duda, proviene de un lugar en que no hay lugar para el bien. Sólo un mal primario.

Asintió, igualmente, a las palabras de Preocupado, relativas a las lanzas, tres, y declara

-Haré buen uso de ellas, dalo por seguro.

Ya procurará llevarlas cómodamente, pues su arma principal es una lanza, para ser usada con las dos manos; deberá llavar las lanzables, como si de azagayas se tratase. Cada enemigo que así abata antes de que llegue al cuerpo a cuerpo, será un motivo para que intente recompensar al dueño de las armas.

Visto que el Cabo Barril se vuelve hacia el campamento, al igual que otros, va en pos suyo; ya no queda mucho más que decir, el tiempo corre, y hay que aprovechar las horas de luz, porque, a fin de cuentas, van a realizar un reconocimiento.

TERCER DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISIETE DEL MES.

POR LA MAÑANA TEMPRANO.  - CAEN LIGEROS COPOS DE NIEVE.

TERCER DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISIETE DEL MES.

POR LA MAÑANA.  - NIEVE LIGERA.

Cabo Barril observa las ropas que se ofrecen para los que tengan frío y asiente con la cabeza mientras su voz baja un par de octavas.

— Si alguien de Infantería necesita ropas por no tener ante este clima, que lo diga ahora y las tome si le son necesarias. Desde luego en cuanto consiga ropa propia, la devolverá a su dueño. Si nadie las necesita las pondré a disposición de Analista por si otros las necesitan; le dejaré claro de quién son realmente, no obstante.

Si tenéis necesidad de ello, es el momento de decirlo. —

Barril observa a los Infantes mientras evalúa si alguno parece desprotegido ante el frío por necesidad o por voluntad propia.